El llamado de Félix Maradiaga
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.
Por supuesto que tiene razón Felix Maradiaga, y que los políticos que dicen ser líderes, que dicen ser candidatos, deben dar la cara y poner el pecho y empezar, más vale tarde que nunca, una campaña de movilización nacional contra la dictadura. Tiene razón, y es el momento en que deben demostrar si tienen el temple para enfrentar la realidad.
Porque por más difícil que sea, por más riesgoso que sea, por más doloroso que sea, hay una verdad objetiva que NADIE puede ignorar: solo la movilización masiva del pueblo, solo un movimiento social que haga el país ingobernable para los genocidas, podrá liberar a Nicaragua.
Esto es así, independientemente de lo que uno desee, independientemente de si no es o no es político, de si uno es o no un líder: Ortega-Murillo no saldrá del poder a través de elecciones.
No hay forma de desmantelar la cárcel-hacienda que evite un enfrentamiento sin empates con la dictadura. Lo quiera uno o no, la realidad es simple: a la dictadura, o se la derroca, con todos los costos que eso implica, o se la sufre indefinidamente.
Y si no se la derroca, habrá dinastía, el Estado-Mafia esclavizará a la siguiente generación, y dejará Nicaragua en ruinas, estancada en el fondo de la miseria.
Ojalá que el llamado de Félix sea el inicio de un nuevo enfoque.
Pero tampoco hay que llamarse a engaños: campañas como las que Felix sugiere requieren persistencia, necesitan de una fortaleza moral y un coraje extraordinario, porque la dictadura no se quedará impasible. Arrestará, acosará, perseguirá a los líderes. Los líderes, si quieren serlo y quieren salvar a Nicaragua de la violencia, volverán a la calle una y otra vez, ingeniarán una y otra vez maneras de establecer en la calle su autoridad moral, arresto tras arresto, acoso tras acoso. Tarde o temprano su coraje, si logran amasarlo, será el coraje de multitudes, será invencible.
Si no lo hacen, si no hay quien tenga la estatura y el talento de ejercer el papel al que Felix Maradiaga llama, el futuro de Nicaragua será, o dictadura perpetua, o violencia armada. Lo quiera uno o no, eso es lo que indica la historia.
Por eso yo doy gran valor al llamado de Félix, y al reto que hace al resto de los precandidatos presidenciales. Dejen de perder el tiempo en reuniones de salón hablando de elecciones que obviamente no pueden darse [¿Hay que explicar más esto, después de lo que acaba de ocurrir esta semana?].
Unámonos todos, cada quién en la medida de sus posibilidades, desde donde estemos, en el rechazo a la pantomima electoral que Ortega quiere imponer, con la complicidad de Arturo Cruz y el CxL. Apoyemos el llamado de Félix. Es hora. Y ojalá cumpla.