El principio del fin
Así de dramático o mejor, ese es el significado de Amaia, el nombre vasco que da origen al nombre latino Amaya. Alguien que, de acuerdo con los datos biográficos divulgados, desde siempre ha tenido “voz propia”.
Tener y ejercer la “voz propia” es siempre un riesgo para su portador, ese riesgo se ve incrementado cuando la “voz propia” es ejercida por una mujer, maximizado cuando esa mujer es joven, rural o semi rural, sin abolengo y sin riquezas. Riesgo que sigue aumentando cuando la “voz propia” se ejerce contra las élites: políticas, económicas y religiosas.
Hace ya un par de semanas que Amaya Coppens habló, sus palabras fueron como un estruendo. Su estruendoso eco no fue por palabras fuertes o por haber gritado, fue por haber expresado la voz de la muchedumbre, esos millones que cargamos con “oscuros resentimientos”, esos que cuando alzamos nuestras voces servimos de “deleite” a la dictadura (y a las élites) como ha dicho el exministro Humberto Belli. Esos que, como Amaya, aceptamos “…una derrota” que escribimos “con tono emotivo, utilizando los reclamos más dolorosos” …que, como Amaya, “se sitúa en un rol inferior o secundario…” y que, siempre como Amaya, somos: “…un gran grupo que se mira a sí mismo como inferior, pasivo, derrotado, que ya solo opta por seguir soñando”, solo por mencionar algunos de los calificativos peyorativos utilizados por @MildredLargaespada sobre la carta de Amaya Coppens.
Los peyorativos antes indicados forman parte de un amplio repertorio utilizado, desde siempre, por ciertos intelectuales cuando reflexionan o analizan las acciones colectivas de grupos excluidos. La idea básica de esos análisis es descalificar o negarle valor a las razones profundas que impulsan dichas acciones y al hacerlo traen a la luz la existencia de una lucha o un conflicto entre dos grupos con intereses opuestos.
¿Clases en lucha? o ¿clases de lucha?
No cabe duda que las élites se apegan a sus cuotas de poder. Las élites políticas, económicas y religiosas mecánicamente se solidarizan entre ellas para protegerse frente a la insurrección de abril. Esa solidaridad de tipo mecánica les permitió canalizar o institucionalizar la insurrección, sentando a sus actores en la mal llamada “mesa de diálogo”, para luego absorberlas en el neocorporativismo de los gremios empresariales y de las organizaciones de sociedad civil y acto seguido fue diluida entre los ilegítimos partidos políticos. Por lo que no es extraño que las voces (como Amaya) que se expresan desde la periferia sean vilipendiadas, la idea es que esas voces se expresen a través de los canales preestablecidos por las mismas élites.
Se ha querido ocultar que el movimiento social de abril encarna los conflictos más profundos de la sociedad nicaragüense. En su momento las injustas reformas a la seguridad social y las tensiones por el incendio de la reserva Indio Maíz fueron los problemas detonantes de la insurrección. Sin embargo, el pueblo, la gente común y corriente, ¡sigue soñando! Menos pobreza, empleo digno, menos desigualdad, oportunidades para todxs, libertad, democracia, elecciones justas, transparentes y competitivas; y un largo e interminable etcétera, que como nación multiétnica arrastramos desde siempre y que el precario Estado-nación no ha podido satisfacer.
Así, la rebelión de abril abrió nuevamente la pregunta sobre el modelo de desarrollo para la sociedad nicaragüense: ¿queremos una economía basada en el viejo modelo colonial extractivista, orientado a extraer todos los minerales preciosos y las riquezas de la biodiversidad, incluyendo la explotación de la mano de obra, puesta al servicio de los capitales golondrinas transnacionales, que además permitan continuar profundizando las brechas entre ricos y pobres?, ¿el modelo de hacer política seguirá basado en uno prebendario, clientelar y hereditario, donde la posibilidad de optar a un cargo público se base en la herencia familiar o a la obediencia a la élite o al caudillo que controla al partido político, o al igual que las antiguas monarquías seguiremos haciendo política bajo la bendición o aprobación cardenalicia o pastoral? ¿Este tipo de Estado y sus normas se corresponden con la sociedad ‘soñada’ y sus desafíos?
Esta sobre demostrado que la rebelión de abril fue autoconvocada. Las élites, los caudillos y sus cómplices fueron puestos a un lado, la urgente necesidad de cambios profundos amalgamada con la velocidad de este nuevo siglo y la virtualización de nuestras vidas rebasaron las viejas estructuras y sus representantes, que claramente batallan para no desaparecer. Es esta batalla la más delicada y complicada y es aquí donde las Amayas, las voces de la periferia cobran valor.
La urna de cristal contra la farsa
Hace ya una década surgió el movimiento juvenil Nicaragua 2.0 su idea básica estaba centrada en utilizar las redes sociales como medio para fortalecer la democracia participativa y luchar contra la generalizada corrupción gubernamental.
La Nicaragua surgida en 2018 se asienta con una enorme fuerza en 4 pantallas construidas con una complejidad mayor al simple cristal. Es la Nicaragua donde existe 1.5 teléfonos celulares por persona, o sea mientras su población es de 6,59 millones hay 9,96 millones de celulares conectados a las diferentes redes, y existen 3,1 millones de personas que cuentan con acceso a internet (mayores detalles en: https://yiminshum.com/social-media-nicaragua-2020/). Esto permite entender cómo la voz de una joven universitaria puede hacer (y hace) tanto ruido; ¡y esto da para más!
Con la experiencia de #ocupainns se introdujo en la política nicaragüense el poder movilizador de las pantallas. Aquel hashtag facilitó que cienes de jóvenes mostraran su solidaridad con lxs ancianxs mayores que se encontraban apostados en protesta frente al INSS, exigiendo su pensión reducida. Y fue con ese mismo hashtag que estos jóvenes realizaron denuncias de las múltiples agresiones que sufrieron de manos de la Policía Nacional al servicio del régimen y de los paramilitares del fsln. Con su dura experiencia mostraron que se había introducido un nuevo canal para hacer política en Nicaragua.
Cinco años después, en 2018, nuevamente los jóvenes volvieron a demostrar la eficacia y la fuerza del uso de las pantallas. La insurrección autoconvocada de Abril se expandió tan rápidamente debido al extendido uso de celulares, computadoras, tablets y la televisión. Cuatro pantallas que estremecen cualquier dictadura y que han puesto en cuestión a todas las élites.
Nunca como en el presente los grupos poderosos han estados tan expuestos a la crítica, a la revisión profunda, a la vigilancia ciudadana. Y eso trastorna a las élites nicaragüenses, quienes por siglos han estado acostumbradas a pactar a espaldas del pueblo, a hacer sus negociaciones sin que la ciudadanía tenga idea de los términos en que se realizó la misma.
En Nicaragua existe una ciudadanía activa que se encuentra en constante vigilancia y denuncia de los artilugios que la dictadura Ortega-Murillo y sus cómplices ejecutan para conservar el poder, y también de la élite que se le opone. El uso de las pantallas está mostrando que en Nicaragua se trata de avanzar en la construcción de una sociedad con democracia profunda, no simplemente electorera, sino una que atienda las necesidades y aspiraciones de la ciudadanía.
Claramente la dictadura Ortega-Murillo ha perdido toda legitimidad, por su parte la élite de la oposición debe ganarse a pulso su legitimidad, ya no existen los cheques en blanco, y eso es lo que las Amayas están señalando: ya no hay espacio para los herederos, los dedazos, los sabios candidatos con más títulos académicos.
Si desde que surgen las cuatro pantallas existe el temor que como sociedad cambiemos de la “jaula de hierro” a otra de cristal, para las élites resulta peor: se encuentran atrapados en una vitrina de exhibición, en donde son absolutamente observables, todos sus movimientos están expuestos y pueden verse, ya no pueden seguir ocultando sus actos, ni siquiera sus intenciones, porque con cualquiera de las pantallas y cualquiera de los millones de observadores se las puede deducir.
Las élites criollas nicaragüenses deben ser más conscientes que nunca, que después de abril 2018, no existe tolerancia con su juego de poder, que serán sacados a la luz sus artilugios y patrañas y que deberán responder por ellas.