El silencio del COSEP: cómplices de Ortega, enemigos de la democracia
Este 23 de julio el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) dio a conocer un comunicado en el cual explica su postura política actual. No sorprende que lo haga, ni que el tema central del documento sea el de las elecciones programadas, oficialmente, para el 7 de noviembre. Tampoco sorprende que la cúpula empresarial declare su preferencia por “elecciones en un clima de paz, tranquilidad y seguridad”. Fuera de estas generalidades, sin embargo, el comunicado del COSEP es un chocante pero informativo registro del verdadero papel de la organización en la sociedad nicaragüense, y en la crisis actual.
Para empezar, la descripción que hace la cúpula empresarial del entorno político es idílica. Según el COSEP:
“se han iniciado (sic) a desarrollar actividades electorales por las cuales (sic) se han inscrito partidos y alianzas… de diferentes expresiones ideológica; se han (sic) oficializado la formación de las principales estructuras electorales que administrarán el proceso electoral…” Y luego, añade: “estos procesos electorales…deberían permitir el inicio de la campaña electoral el próximo 21 de agosto y motivar a todos los nicaragüenses a ser parte de una fiesta cívica y democrática …para poder elegir libremente de entre diversos candidatos a los futuros gobernantes de nuestro país.”
Alguien que careciese de información sobre lo que ocurre en Nicaragua seguramente entendería lo que el texto da a entender: que hay una estructura democrática funcional en el país, que hay libertad de organización política y que todo es cuestión de animarse a participar en la fiesta cívica. A tan incauto lector el COSEP le ocultaría que su propio expresidente ha sido detenido por el gobierno, junto a los más conocidos aspirantes a la presidencia, y a cientos de ciudadanos opositores, mientras miles (probablemente más de 150,000 en una población estimada en 6 millones; ¡algo así como si 8.5 millones de estadounidenses, 3.7 millones de mexicanos, o 1.2 millones de españoles tuvieran que escapar de sus países!) huyen de la marejada represiva que acerca el país cada vez más al totalitarismo.
Esto y más lo saben los nicaragüenses, quienes viven, bajo la dictadura orteguista, un infierno de terror. De nada de esto hace mención el COSEP, mientras alegremente invita a “unir esfuerzos y concertar voluntades” para que las elecciones del 7 de noviembre transcurran en paz.
En otras palabras, el comunicado del 23 de julio es una pieza abyecta de complicidad con el régimen, un anuncio publicitario de la farsa electoral que Ortega y Murillo han construido sobre las ruinas de la institucionalidad de Nicaragua.
La opinión pública ha reaccionado de manera predecible, con indignación y cólera. Y ante la andanada de críticas, la “defensa” del COSEP ha sido aún más reveladora, por varias razones.
Una es el anonimato profundo de la contestación. La revista Confidencial, por ejemplo, cita anónimamente al “presidente de una cámara afiliada al COSEP”, y a una “directiva de una segunda cámara”, que a su vez citan, también anónimamente, a “varios presidentes de las cámaras que componen el COSEP”, quienes presuntamente niegan haber sido consultados antes de la publicación del comunicado de marras. Densa cobertura de sombras y secreto.
Otra es que el supuesto descontento que relatan las fuentes anónimas a Confidencial es, hay que decirlo, escaso consuelo, porque de ser ciertas sus afirmaciones, vendrían a comprobar, por boca del anónimo pecador, el pecado: los dirigentes de la más emblemática organización del sector empresarial de Nicaragua ven la crisis del país, que ha devenido en una horrible tragedia humanitaria, como “la lucha entre dos expresiones antagónicas” entre las cuales el COSEP “quedó en medio”. Es decir que el pleito, entre las “dos expresiones antagónicas”—hay que suponer que la dictadura es una “expresión”, y el pueblo reprimido es otra “expresión”–, les es ajeno, y por eso están de acuerdo con Healy en que “hay que moderar el debate”.
Según las mismas fuentes anónimas, los supuestos descontentos dentro del COSEP “entienden” la conducta mansa de Healy frente a la dictadura, y no creen que esta se deba a que el hacendado haya sufrido algunas confiscaciones en meses recientes: dicen que él (Healy) “sabe que eventualmente eso se va a resolver”. Habría, por supuesto, que preguntarles—si se pudiera, si no se escondieran en tan profundo anonimato- por qué tienen tanta confianza en que la situación de las propiedades del actual presidente del COSEP “se va a resolver”; es decir, preguntarles por qué Ortega ordenaría que se devolviera a Healy lo que por orden de Ortega se le ha expropiado a este. ¿A cambio de qué daría Ortega marcha atrás?
Todo esto es suficiente para borrar cualquier duda sobre el papel que el llamado Gran Capital—el pequeñísimo grupo de milmillonarios cuyos intereses y agentes controlan las siglas COSEP, juega en la estructura del poder dictatorial de Nicaragua. Son, para decirlo directamente, parte de la dictadura; han sido pilar en su construcción, y pilar en su defensa desde que esta entró en crisis terminal a partir de abril de 2018; están a la espera de que Ortega concluya la pantomima electoral más burda de la historia de Nicaragua, aceptando incluso la detención de aliados, y del propio expresidente del COSEP, para regresar públicamente a un pacto corporativo—el típico modelo fascista europeo—con el reelecto Ortega o su designado.
Son, en otras palabras, enemigos de la democratización, y de la democracia, y su ubicación no es “en medio de dos fuerzas antagónicas”, sino al lado de una de ellas: la dictadura orteguista.
Cabe aquí, para reforzar estas afirmaciones, añadir al análisis del comunicado del COSEP y la “contestación” dada al mismo las siguientes consideraciones:
(1) Si la carta del COSEP realmente hubiera sido “unilateral”, como sugiere el artículo de Confidencial, citando a directivos “anónimos”, entonces cabría esperar que la organización emitiese un comunicado institucional para desacreditar la carta anterior y dar a conocer la verdadera postura oficial del COSEP.
(2) La ausencia de una respuesta institucional que contradiga el comunicado del 23 de julio solo puede tener dos significados posibles:
(a) Podría tratarse de una forma infantil (poco sofisticada) y altamente vergonzosa de fingir una postura responsable ante la crisis. En este caso, el silencio del COSEP dejaría claro que como institución se lava las manos ante la crisis política y económica y el sufrimiento de docenas de opositores a la dictadura detenidos ilegalmente (más bien secuestrados) por fuerzas paramilitares y policías. De hecho, hay que recordar que no se sabe a ciencia cierta qué destino han tenido los ciudadanos víctimas de estos atropellos. Se asume que están encarcelados, pero como no se les permite visitas familiares ni acceso a defensa legal, no hay evidencia de su estado de salud. No puede asegurarse siquiera que estén vivos. Han desaparecido como parte de un acto más de terrorismo de los muchos perpetrados por un dictador con un largo historial de asesinar a miles de sus opositores políticos.
(b) Podría tratarse también de una manifestación de la capacidad de la pequeña minoría de milmillonarios dentro del COSEP de imponerse sin consulta sobre el resto de las 26 cámaras que representan a los gremios empresariales. Y esa minoría, como es bien sabido, ha sido socia directa y fundamental de Ortega, beneficiaria de la destrucción de la incipiente democracia y de los tímidos intentos de modernizar la economía que dieron inicio en la fallida transición de 1990.
En cualquier caso, lo evidente es que, para el COSEP, el terror de Estado que ejecuta la dictadura orteguista no amerita una postura oficial, clara y contundente, que defienda los valores que supuestamente representa la organización. De una manera u otra, por tanto, el hecho que lo único que exista hasta la fecha es una respuesta anónima de anónimos miembros citando la opinión de otros miembros anónimos que supuestamente están en tibio desacuerdo parcial con el comunicado del 23 de julio demuestra más allá de toda duda la politización del COSEP y su complicidad con la dictadura orteguista.
SIENTO MUCHO ASCO Y VERGUENZA AJENA!!!
El presidenta del Cosep es Cosapo de Ortega . O sea nadie ha notado que son Capos de trafico de drogas hacia USA y lavado de dinero. Aguirre lo tienen escondido para que no lo sancione Biden y continue ayudando a Ortega en sus negocios turbios en perjuicio de los intereses del pueblo nicaragüense. Si no colabora lo infectaran de Covid y/o tienen a su familia amenazada de muerte o es colaboracionista en maldicion del Dios alto y sublime quien visita la malla de los hombres hasta la cuarta generación ; Jehova de los ejércitos celestiales.
El presidenta del Cosep es Cosapo de Ortega . O sea nadie ha notado que son Capos de trafico de drogas hacia USA y lavado de dinero. Aguirre lo tienen escondido para que no lo sancione Biden y continue ayudando a Ortega en sus negocios turbios en perjuicio de los intereses del pueblo nicaragüense. Si no colabora lo infectaran de Covid y/o tienen a su familia amenazada de muerte o es colaboracionista en maldicion del Dios alto y sublime quien visita la malla de los hombres hasta la cuarta generación ; Jehova de los ejércitos celestiales.