El viacrucis de la cultura política atrasada
(Desmantelar el orteguismo antes de que sea demasiado tarde)
Fernando Bárcenas
El autor es ingeniero eléctrico.
Bonifacio Miranda, ex asesor jurídico de la UNAB, escribe un artículo en Confidencial del 29 de julio, titulado “El viacrucis de la Coalición Nacional”. Es una muestra más del vacío cultural de los políticos tradicionales que orbitan en torno a las posibles elecciones convocadas por Ortega. Escribe Miranda al respecto:
“Daniel Ortega, el pasado 19 de julio, resumió la estrategia del FSLN para el periodo inmediato:
- Maquillar las estadísticas reales de la pandemia;
- Que un proceso de selección natural liquide a la población más vulnerable a la epidemia;
- Resistir y no doblegarse ante las sanciones contra el anillo de acero alrededor de la pareja dictatorial;
- Y esperar pacientemente los resultados de la elección en Estados Unidos.
Nada de eso es una estrategia. ¡¿Es posible que no se sepa qué es una estrategia?!
Ocultar la evolución y los efectos de la epidemia no es una estrategia, es parte de la incapacidad de gobernar. La exposición de las personas más vulnerables a los efectos mortales de la epidemia no es una estrategia, es obra de la criminal negligencia gubernamental, que le resulta contraproducente a la dictadura desde todo punto de vista, pero, que se realiza así, en buena medida, porque Ortega está entrampado, y ahorra recursos escasos para mantener, prioritariamente, su modelo represivo que le permite sobrevivir. Es decir, Ortega, en crisis, no tiene espacio para desarrollar una estrategia versus la pandemia.
No doblegarse ante las sanciones que se infligen al primer círculo del infierno dictatorial, pero, sin capacidad de contraatacar, de hacer algo para contrarrestar o evitar las sanciones y sus efectos, no es una estrategia. Es la actitud pasiva frente a un ataque que no se sabe remediar. Es como quedarse a la orilla de un carro descompuesto. Esperar los resultados de las elecciones norteamericanas no es una estrategia. El muchacho que lustra en la esquina hace lo mismo, también espera.
Lo que cabría señalar es que Ortega no tiene estrategia de ningún tipo. Está a la defensiva estratégica, vive al día, con técnicas rústicas de sobrevivencia extrema, mordiendo corteza de abedul y cazando zarigüeyas.
<<El ex asesor quiso decir que Ortega prefiere negociar con Biden, y decidió esperar. Pero, el ex asesor dice, a su vez, que a Trump le serviría la cabeza de Ortega como trofeo para ganar la reelección. En tal caso, esperar el resultado electoral no es una maniobra inteligente ante la amenaza inminente.>>
Esperar, en sí mismo, no es una estrategia. Al contrario, es a lo que se ve constreñido quien ha perdido la iniciativa. Lo cual no quiere decir que, en contraposición, alguna fuerza nacional esté a la ofensiva en contra de Ortega. El ritmo de este conflicto lo impone enteramente la comunidad internacional. Ortega está expectante, a la defensiva.
Cuando se percibe una amenaza inminente, un estratega, aún a la defensiva, debe reaccionar con prontitud, para neutralizar dicha amenaza. Ortega no puede hacerlo: el país carece de recursos de los que pueda apropiarse y Ortega carece de capacidad intelectual de maniobra.
El ex asesor quiso decir que Ortega prefiere negociar con Biden, y decidió esperar. Pero, el ex asesor dice, a su vez, que a Trump le serviría la cabeza de Ortega como trofeo para ganar la reelección. En tal caso, esperar el resultado electoral no es una maniobra inteligente ante la amenaza inminente. El ex asesor jurídico se contradice, porque en lugar de hacer análisis mete ruido especulativo.
Lo que ocurre en realidad, es que Ortega no acepta por el momento el aterrizaje suave porque no hay condiciones que lo obliguen a aceptarlo. Y quizás con Biden pueda seguir en vuelo. Esto es válido si resulta falso que Trump necesite exhibir su cabeza. A mí modo de ver, esta eventualidad es muy improbable. Sería una torpeza diplomática, injustificable en las actuales circunstancias, sin ninguna ventaja apreciable para el 99.99 % de norteamericanos.
Ortega no espera porque quiere, es que no tiene otra alternativa, está reducido a la impotencia, depende enteramente de lo que ocurra o deje de ocurrir en Norteamérica.
Miranda dice que se resquebraja el statu quo:
“Cada vez es más evidente que la correlación de fuerzas que logró imponer (Ortega) a mediados del 2018, se resquebraja rápidamente por los efectos de la pandemia, tres años de recesión económica y el aumento del descontento popular”.
Un cambio en la correlación de fuerzas significa que un contendiente se debilita mientras el adversario se fortalece relativamente y avanza. ¿Quién se ha fortalecido al fin de cuentas con el supuesto resquebrajamiento del statu quo? Miranda no sabe qué sea correlación de fuerzas, lo confunde con la crisis.
Dice Miranda, con tono filosófico: “En política no debemos confundir la esencia con la apariencia”.
Fuera de la política, en todo lo demás, pareciera que para Miranda tal confusión no tiene importancia, y se puede confundir la gimnasia con la magnesia. ¿Qué es la esencia? Es una pregunta filosófica, que se relaciona con el ser y con la conciencia. Para lo cual, en política, desde el momento que se debe tener identidad conscientemente, se recurre a una teoría de interpretación de la realidad. La esencia, en las ciencias políticas es la lucha de clases, determinada por las condiciones materiales de existencia en la situación concreta. El político participa de tal lucha histórica. Miranda no sabe qué sea lo esencial. Lo confunde con lo que subyace bajo la superficie en un dado momento.
<<En la historia, una nueva sociedad no espera, aguantando la respiración, que la vieja sociedad agonice, porque ésta puede “agonizar” indefinidamente si nadie la hace a un lado. En la realidad, toda estructura caduca, agonizante, crea condiciones, si no hay una fuerza social que se lo impida, para sobrevivir y para fortalecerse nuevamente.>>
“La apariencia –dice el ex asesor- es que la dictadura está indemne. La esencia es que la dictadura logra alargar su agonía por la incidencia de dos factores…, las sanciones y la errática política de Trump”.
<<El orteguismo es una reencarnación del sandinismo de los ochenta (de hace cuarenta años), y el sandinismo una reencarnación del somocismo (de hace ochenta y cuatro años), es como una tara genética recurrente… Vivimos un ciclo dictatorial por muchas décadas, generado por el mismo atraso oligárquico, que es necesario romper conscientemente. Eso es lo esencial, superar el sistema oligárquico, no la supuesta agonía del orteguismo (que no es más que apariencia)…>>
La esencia –para este crítico- resulta ser una banalidad, sería su percepción tonta que la dictadura agoniza. Pero, en política nadie muere agonizando. En la historia, una nueva sociedad no espera, aguantando la respiración, que la vieja sociedad agonice, porque ésta puede “agonizar” indefinidamente si nadie la hace a un lado. En la realidad, toda estructura caduca, agonizante, crea condiciones, si no hay una fuerza social que se lo impida, para sobrevivir y para fortalecerse nuevamente. Las clases sociales no esperan en sus respectivas trincheras, pasado un tiempo se desmovilizan. Por ello, el mundo no es determinista más que relativamente, dando margen para que la acción humana retrógrada retrase la marcha de la historia, o para que la acción humana progresista dé un salto hacia adelante, más seguro y firme, porque se orienta es hacia donde apunta la ciencia y la tecnología.
La partera de la historia es la lucha. Pero, la historia debe estar embarazada por la contradicción. La esencia es que toda vieja sociedad debe ser derrotada, al menos muchas veces, hasta que la nueva sociedad fortalece sus huesos con los años. El orteguismo es una reencarnación del sandinismo de los ochenta (de hace cuarenta años), y el sandinismo una reencarnación del somocismo (de hace ochenta y cuatro años), es como una tara genética recurrente, cada versión se presenta con nuevas alianzas sobre bases distintas, con variantes ideológicas, en apariencia contradictorias (unas veces como tragedia, otras como comedia cuando usan los mismos ropajes, lenguajes, y gestos). Vivimos un ciclo dictatorial por muchas décadas, generado por el mismo atraso oligárquico, que es necesario romper conscientemente. Eso es lo esencial, superar el sistema oligárquico, no la supuesta agonía del orteguismo (que no es más que apariencia).
En pocas palabras, el orteguismo tiene, en el sistema oligárquico, un caldo de cultivo que le permite renacer con alguna mutación, cambiando superficialmente de apariencia. Y, por inercia, ahora, puede degenerar a la sociedad a medida que Ortega se llena de achaques, aparentemente agonizando. La agonía de Ortega es un proceso degenerativo para la sociedad hasta que ésta, exhausta, se vea imposibilitada de reaccionar progresivamente. En ese punto, al fondo del abismo, la dictadura puede echar a andar cierto orden relativamente progresista en esas circunstancias, para que la sociedad vuelva a funcionar con rasgos profundamente primitivos.
<<En los años treinta del siglo pasado los marines formaron la constabularia como ejército cipayo, para garantizar la estabilidad política, a las malas. Y nos costó 44 años salir de ella. La oligarquía, como ahora, era desde entonces una bola de incapaces en continuas discrepancias mezquinas, que vieron en la dictadura un árbitro supremo bajo cuyas reglas podían ejercer su propia hegemonía sobre la sociedad, ya que no apuntaban a la modernidad sino a la renta ociosa, a la economía de enclave, proveedora de materias primas, que todavía subsiste, con rendimientos y métodos improductivos de trabajo de la colonia.>>
La agonía de Ortega, en fin, de la que habla Miranda, es una palabra engañosa. Demagogia pura, que pretende soslayar la necesidad de luchar para desmantelar al orteguismo antes que sea demasiado tarde.
Al ex asesor no le importa contradecirse en pocas líneas:
“El compás de espera fue hábilmente aprovechado por la dictadura para reafirmar su control interno, y abortar una salida negociada”.
En fin, si Ortega reafirma su control interno hábilmente, significa que el ex asesor se contradice, y que la correlación de fuerzas favorece a Ortega ahora más que antes. Y si logró abortar una salida negociada… ¿qué salida queda? El ex asesor, si fuese coherente, debió decir, entonces, que Ortega no agoniza.
En vista que para Miranda no hay que luchar, toda solución la deja a los norteamericanos:
“De manera accidental, el tema de una posible solución de la crisis en Nicaragua se volvió un asunto importante dentro de la estrategia de Trump para lograr la reelección”.
Una solución a la crisis de Nicaragua no es algo de fácil ejecución unilateral, como sería cambiar el color de la Casa Blanca. Tomar a Ortega de la chaqueta no resuelve la crisis, ¡cuidado la agrava!, baste ver que la Coalición es una bola de ineptos y oportunistas que no logran tomarse una foto serios, sin darse codazos. Del externo no puede venir una solución con un golpe de mano. En los años treinta del siglo pasado los marines formaron la constabularia como ejército cipayo, para garantizar la estabilidad política, a las malas. Y nos costó 44 años salir de ella. La oligarquía, como ahora, era desde entonces una bola de incapaces en continuas discrepancias mezquinas, que vieron en la dictadura un árbitro supremo bajo cuyas reglas podían ejercer su propia hegemonía sobre la sociedad, ya que no apuntaban a la modernidad, sino, a la renta ociosa, a la economía de enclave, proveedora de materias primas, que todavía subsiste, con rendimientos y métodos improductivos de trabajo de la colonia.
Según Miranda, Ortega esperaría a Biden para negociar:
“Biden se ha mostrado más proclive a una renegociación de las relaciones con Cuba, lo que abarcaría inevitablemente a Venezuela y Nicaragua”.
En realidad, Biden no ha mostrado nada al respecto. Es un invento de Miranda. Pero, si esto es así evidente, el ex asesor se contradice nuevamente. Si el voto hispano, por tal razón está contra Biden, ¿por qué necesita que Trump lleve la cabeza de Ortega como trofeo para darle el voto incidentalmente?
Insiste otra vez en lo que llama la estrategia de Ortega:
“Su estrategia (la de Ortega) es simple y clara: esperar el resultado de las elecciones del 3 de noviembre en Estados Unidos”.
¡Qué casualidad! Es la misma estrategia de la señora que vende verduras, que también espera, sin hacer nada al respecto, aguantando la respiración. ¿Será la pobre señora, de ojos pequeños y astutos, la que dio pautas a esa estrategia expectante de Ortega, según el ex asesor?
<<¿Cómo 60 u 80 burócratas, que se toman fotografías y emiten comunicados, podrían ser beligerantes si su único objetivo es presentarse como candidatos? >>
Luego, el ex asesor oscurece su escrito:
“Pero los resultados finales de cualquier reforma electoral, ante la falta de beligerancia de la oposición, parecen depender del resultado electoral en Estados Unidos”.
¿Los resultados de una reforma electoral nuestra dependen de los resultados electorales en Estados Unidos? No tiene sentido alguno.
Talvez quiso decir que todo en Nicaragua depende de la política norteamericana, y que hay que aguantar la respiración, porque Ortega negociará tales reformas electorales con quien resulte electo en Estados Unidos. La beligerancia de la oposición no viene al caso, no sólo porque lo decisivo es la negociación de Ortega con Estados Unidos, cuanto porque lo que Miranda llama oposición no tiene seguidor alguno. ¿Cómo 60 u 80 burócratas, que se toman fotografías y emiten comunicados, podrían ser beligerantes si su único objetivo es presentarse como candidatos?
Por fin, Miranda lee el arcano del tarot:
“Entre el tres de noviembre de 2020 y el veinte de enero del 2021, pueden ocurrir muchas sorpresas y la oposición debe estar preparada, so pena de pecar sobre advertida”.
¿Cómo se prepara alguien para las sorpresas? Uno se prepara para las trampas. O se coordina para dar sorpresas. Pero, ¿para recibirlas? ¿El cartomante seguramente está en la jugada, por ello se siente con autoridad de advertir contra el pecado de dejarse sorprender? Sin embargo, todo el que peca, peca siempre sobre advertido, porque si no se peca a sabiendas, es decir, con intención, no se peca, según demuestra Pedro Abelardo en “sic et non”, refutando a San Agustín.
El adivino no da indicios de la sorpresa que anuncia, habla con misterio como quien lee el tarot. Y se cura en salud porque es sabido que, entre noviembre y enero, en navidad, casi siempre se reciben muchas sorpresas. Si la gente corriera a prepararse para las sorpresas que anuncia en sus cuartetas cada vidente…
<<…la estrategia ocurre donde hay perspectivas de lucha independiente. Lo que él llama oposición se debilita y se divide como los niños cuando salen a recreo, porque es parte de su naturaleza infantil, propensa a la riña como gente inmadura.>>
Miranda sin rumbo y a tientas escribe:
“En el plano nacional, el factor que más favorece a la dictadura es la debilidad y crisis de la oposición. Esta debilidad no es producto de la división, como muchos argumentan, sino de la ausencia de una estrategia”.
Es una tontería. Si la oposición no es lo que debilita a Ortega, tampoco la debilidad de la oposición lo fortalece. El verdadero adversario de Ortega es quien recibe las consecuencias dramáticas, para su existencia, por la degeneración de la sociedad. No es lo que el ex asesor llama oposición. Y en esta contradicción terrible para el pueblo subyace la urgencia de su rebelión a medida que la crisis aumenta convirtiéndose en crisis humanitaria. Ninguna crisis objetiva creciente favorece a Ortega, a menos que el pueblo esté exhausto.
Si se habla de estrategia, lo primero que debería entender el adivino (al que le apetece llevar su propuesta de reformas electorales ante Ortega) es que la estrategia ocurre donde hay perspectivas de lucha independiente. Lo que él llama oposición se debilita y se divide como los niños cuando salen a recreo, porque es parte de su naturaleza infantil, propensa a la riña como gente inmadura.
El ex asesor desea asesorar a la oposición:
“La oposición ha sido incapaz de elaborar una política que brinde una adecuada repuesta a estas preocupaciones (de la población), y que las vincule con la inevitable batalla electoral”.
Las elecciones el ex asesor las ve como una batalla, cuando la mayoría de la población cree que se debe luchar directamente contra Ortega, en el momento que se reinicie otra etapa de flujo combativo. Lo importante es detectar esa nueva oscilación del péndulo.
<<El problema no es la unidad ni la falta de estrategia, sino, los intereses mezquinos que mueven a los integrantes de la Coalición. Esos intereses miserables provocan la desunión, y la única estrategia de tales intereses (independientes de la suerte del pueblo) consiste en que Ortega les permita compartir alguna cuota de poder.>>
La preocupación de la población que está expuesta a la crisis humanitaria, es la de contener, por medio de la lucha, su situación desesperada, no ir a votar por personajes que inspiran desconfianza. Este ex asesor ve las preocupaciones de la gente, no como una razón para luchar, sino, como una simple oportunidad para captar su voto hacia la Coalición. ¿Será eso oportunismo?
Obsesionado por su rol de asesor, describe conflictos inevitables en la coalición:
“Cargando la pesada cruz de la unidad, la Coalición Nacional vive su propio viacrucis”.
¿Por qué la cruz de la unidad es pesada? En unidad es posible no sólo llevar una cruz, Cirineo la llevó con Cristo, sino, construir la pirámide de Keops, de 138 metros de alto por 227 metros de ancho. El problema no es la unidad ni la falta de estrategia, sino, los intereses mezquinos que mueven a los integrantes de la Coalición. Esos intereses miserables provocan la desunión, y la única estrategia de tales intereses (independientes de la suerte del pueblo) consiste en que Ortega les permita compartir alguna cuota de poder.
Miranda, se distrae, olvida que dijo que Ortega agonizaba, y comparte la perspectiva de Ortega:
“A la hora de la campaña electoral el peso específico de los partidos políticos será determinante porque son los únicos que, bajo el actual sistema electoral, pueden presentar e inscribir candidatos”.
O sea, que el ex asesor propone que la Coalición vaya a una campaña electoral con el actual sistema electoral. De modo, que las distintas fuerzas a su interior deben llegar a un arreglo sobre la presentación de candidatos o a una división consecuente.
<<Los choques de intereses se hacen inevitables sólo cuando la tendencia de evolución de la realidad los vuelve excluyentes. Por ejemplo, el realineamiento de la comunidad internacional contra Ortega, hace inevitable el conflicto entre la oligarquía y Ortega (que se proyecta como un barco en zozobra). Nadie desde el muelle sube a un barco que hace agua. Es decir, nadie sensato.>>
Surge, en Miranda, la categoría de oposición verdadera:
“Estos movimientos (de fortalecimiento de las estructuras territoriales respectivas de cada organización dentro de la coalición) nos indican que se avecina un inevitable conflicto entre las fuerzas emergentes y los viejos partidos zancudos. Se debe aprovechar el posible impasse para reorganizar las fuerzas de la verdadera oposición”.
Hay que tener la capacidad previsora de un oráculo para profetizar conflictos -que ya existen de partida- entre las fuerzas emergentes y los viejos zancudos que, al fin de cuentas controlan la coalición.
Ningún movimiento indica que un conflicto sea inevitable. Los choques de intereses se hacen inevitables sólo cuando la tendencia de evolución de la realidad los vuelve excluyentes. Por ejemplo, el realineamiento de la comunidad internacional contra Ortega, hace inevitable el conflicto entre la oligarquía y Ortega (que se proyecta como un barco en zozobra). Nadie desde el muelle sube a un barco que hace agua. Es decir, nadie sensato.
Pero, la precondición de la comunidad internacional a la Coalición, que cesen sus conflictos internos de cara al proceso electoral, hace evitables tales conflictos. Por aquello que los marineros no mandan donde manda el capitán. La Coalición no tiene estrategia propia. …Tampoco el ex asesor.
La verdadera oposición –según dice el ex asesor- sólo se organiza en torno al impasse (durante un conflicto al interior de la coalición). ¿Qué categoría es ésta? ¿Dónde está la verdadera oposición? ¿Cómo diferenciar la verdadera de la falsa oposición? ¿Y por qué la verdadera oposición está desorganizada? ¿No debería estar más avanzada que la falsa? Posiblemente, el ex asesor piense que la verdadera oposición sea las llamadas fuerzas emergentes. Y si estas fuerzas se separan de los viejos partidos zancudos, a él puede que le llamen a retomar su rol de asesor.
Al margen de todas las tonterías y disparates del ex asesor Miranda, la distinta forma de hacer política significa: ¡estar lejos de la oligarquía, y contra la oligarquía y sus ideólogos!, sin buscar liderazgos en procesos electorales (en una rebatiña indecente con los partidos zancudos), sino, resultados sociales por medio de la lucha de masas contra la dictadura, al ritmo que impongan las masas más adelantadas.