El Zanate, el Cisne Negro y la cuarta insurrección ciudadana

<< SÍ, PODREMOS, si nos organizamos para hacer lo que ya hemos hechoal menos tres veces en los últimos seis años: acción multitudinaria coordinada, pero esta vez sin detenernos, esta vez dispuestos a recorrer el último trecho de la lucha para derrocar a la dictadura sin escuchar los cantos de sirena de “diálogo”, “elecciones”, “vía cívica”, etc., y a sabiendas de que tenemos pleno derecho a emplear todos los medios de lucha de que dispongamos, conscientes también de que, así como no vamos a entregarnos al falso liderazgo y las manipulaciones de Pellas, Maradiaga, Chamorros, Monteverdes, y disidentes del FSLN con una historia turbia, tampoco vamos a repetir el modelo de “vanguardia armada” en que un grupo militar se impone y dirige la lucha.>>

La elección de Sheyniss Palacios a Miss Universo ha sido un chispazo de alegría en la nación nicaragüense, dentro y fuera del territorio. Ha representado un aprieto para la dictadura de turno, que aparentemente había planeado no dejar entrar a una competidora del certamen de belleza que, erradamente, asumieron iba a perder. Luego, con agilidad, sopesaron el costo político, y levantaron la restricción, tan calladamente como la habían establecido. 

Voltearon entonces su atención a lo que ocurría en el interior del país: en cuestión de minutos la desobediencia civil había conquistado las calles; la bandera prohibida, la bandera azul y blanco del país, ondeaba desafiante, o quizás la palabra más exacta fuera “indiferente” a la amenaza de la represión oficial. 

Fue, sin duda, un estallido desde el corazón de la identidad común, a favor de una representante que surgió del seno de las clases pobres y mayoritarias, y también del seno de la insurrección de Abril. Suficiente para crispar los nervios del régimen genocida, buen entendedor al que pocas palabras bastan. La pareja que encabeza la dictadura de turno combina, del tirano, la astucia aprendida y un conocimiento sofisticado de los nervios del poder; y de su músculo y consorte, la obsesión totalizante e incansable, colorida y estrambótica. Ambos comparten una dedicación absoluta, por necesidad de supervivencia, al objetivo de mantenerse en el poder, que por supuesto relega la ilusión de escrúpulos y barreras éticas a la “ingenuidad” (o a la estrategia) de quienes les han suplicado y suplican “dialogar”. Escrito en sangre sobre las calles y campos de Nicaragua está el lema de la pareja monstruosa: matar antes que ceder, morir antes que entregarse. Para ello disponen de un ejército de esbirros y lacayos dispuestos a servir de verdugos.

Toda esta riqueza de habilidades y “virtudes” no logró impedir que la victoria de Sheyniss hiciera a la pareja reinante padecer, una vez más, el desborde que los mantiene encerrados en las murallas de El Carmen y de la paranoia. De hecho, ya van tres ejemplos mayúsculos de lo que, en otro tiempo y lugar, declarara otro astuto criminal de guerra, Henry Kissinger: “a veces, a los paranoicos los siguen de verdad”. 

El primero fue la insurrección de Abril, que arrinconó a los tiranos y los colocó a pulgadas del precipicio. Tuvieron que rescatarlos importantes aliados desde la cúpula de la Iglesia Católica (en especial el abyecto cardenal Brenes) y los recursos del Gran Capital; entre ambos, con la complicidad de viejos zorros de la política en la disidencia del FSLN, detuvieron la movilización social, y dejaron a miles de jóvenes desarmados en las calles; los abandonaron, los dejaron esperando, como carne de cañón, a las fuerzas paramilitares que, a la vista de todos ellos, se organizaban para el genocidio.

El segundo fue la abstención militante de la abrumadora mayoría ciudadana que cerró en masa, y en las narices de los ‘enviados’ orteguistas, las puertas de sus casas, convirtió las ciudades en pueblos fantasmas y paralizó el país (sí, lo paralizó) para rechazar la farsa electoral del 2021. Para quienes no han experimentado jamás un terremoto, un rugido sordo se oye venir in crescendo desde las profundidades del planeta antes del sacudión; nadie puede en ese momento identificar el punto de origen del susurro letal; nadie, porque el susurro viene de dentro, de lo hondo; en este caso, de las calles vacías y las puertas cerradas. Para quienes no hayan experimentado jamás un terremoto, tarde o temprano el susurro de las profundidades es capaz de arrasar lo que está en la superficie; el susurro de las profundidades es el murmullo de una fuerza superior al poder en la superficie.

¿Y el tercero? Cuando una Sheyniss supremamente expresiva agitaba ritualmente las alas de zanate de su hermoso vestido no pude menos que recordar la metáfora del “cisne negro” popularizada hace años por el escritor Nassim Taleb para reiterar la antigua noción de que lo que parece imposible puede no serlo: por muchos siglos los europeos creyeron, erradamente, que todos los cisnes eran blancos. Taleb pasará de esa constatación a resaltar el papel de la incertidumbre en la historia humana.

¿En qué consiste la incertidumbre? En que no hay suficiente información, sea por ignorancia generalizada, ignorancia de un grupo de individuos, o porque un evento no recurre con la regularidad suficiente para establecer una probabilidad numérica de que se manifieste en el futuro. Para Taleb, muchos de los grandes saltos en la historia de la humanidad se originan, precisamente, en estos imponderables. ¿Quién podría predecir, por ejemplo, la aparición de la Internet? 
El corolario lógico es que, si después de confirmar, durante siglos de observación, que “todos los cisnes son blancos”, un cisne negro es descubierto, entonces todo es posible: no puede descartarse un evento, ni su impacto, haciendo un cálculo de “probabilidad” basado en lo que conocemos, porque no lo conocemos todo

¿Y qué tiene que ver todo esto con la política nicaragüense? 

Lo primero que hay que resaltar es que los tres ejemplos de movilización social masiva arriba descritos han ocurrido al margen, cuando no bajo el ataque, de los mismos que hicieron fracasar la insurrección de Abril y cargan también con la responsabilidad por las consecuencias de ese fracaso: cientos de miles de familias destrozadas, cientos de muertos, torturados, y desaparecidos. Cuando la ciudadanía ha logrado ocupar las calles, lo ha hecho en contra de la voluntad o cargando el lastre de los intereses de clase y clan de la falsa oposición, de quienes se postran suplicantes ante el Departamento de Estado y Almagro para que les entreguen el trono de Ortega. 

Lo segundo que hay que resaltar es que, mientras saboteaban la lucha popular, estos falsos opositores repetían (lo siguen haciendo incesantemente) que “no se puede” ejecutar acciones colectivas en desafío al régimen. No hay prueba más evidente de que estos grupos e individuos no son, de ninguna manera, representantes y líderes de la sociedad, que su discurso derrotista, entreguista, y colaboracionista

Los franceses cómplices de la ocupación alemana repetían lo mismo; iban, según ellos, a “salvar a Francia” y a “salvar a la población”, evitando luchar contra los nazis. Los Franceses Libres, los maquis, los luchadores (mayoritariamente de clase trabajadora) nunca dijeron “no se puede”. Mandela no dijo “no se puede”. Ni el propio Carlos Fonseca Amador, a quien la pandilla criminal hizo morir para luego pretender venerar; ni Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, ni Andrés Castro, ni Benjamín Zeledón, ni Augusto Sandino Calderón, ni Martin Luther King, ni Gandhi, ni nadie que busque encabezar o representar una lucha, por más dura que sea, se empeña tanto como los falsos opositores en convencer a su pueblo de que “no se puede”, de que “es demasiado peligroso”, de que, como dijo, (¡parece mentira!) un supuesto “líder” de la oposición: “ya los nicaragüenses hicimos lo que podíamos, ahora le toca a la comunidad internacional”. Vergonzoso, aberrante, falso, y muy poco serio. Ni siquiera adulto.

Lo tercero, pero lo más importante, es sencillamente regresar a los hechos, en particular a los tres grandes hechos mencionados: la insurrección de Abril; la abstención militante que destruyó por completo cualquier posibilidad de que “alguien” aceptara a la tiranía como “legítima”; y la toma de las calles, bandera nacional en mano, tras la victoria de nuestra Sheyniss.

Regresar a estos hechos que nos dicen “SÍ, SE PUEDE”, en grandes letras azul y blanco; lo contrario de lo que nos dicen desde Monteverde, desde la disidencia del FSLN aliada a este, desde las giras turísticas y las intrigas de los Maradiaga, los Juan Sebastián Chamorro, los de los medios de comunicación al servicio del “NO SE PUEDE”, los de tanta “Mesa” de tanto “Diálogo y Concertación” que viajan por el mundo recibiendo premios y financiados por los gobiernos de Estados Unidos e intereses creados que operan en Nicaragua, aunque, francamente ––habiten en ella o no–– están más cercanos a cohabitar con la dictadura de turno que con la población sufrida.

Regresar a estos hechos nos indica, no solo que SÍ, SE PUEDE, sino que nos enseña que NO, NO QUIEREN, NO HAN QUERIDO los de la falsa oposición, la cual no sería nada sin el sostén financiero de la oligarquía, y de poderes extranjeros indiferentes a nuestro dolor y a la conculcación de nuestros derechos humanos.
Regresar a estos hechos nos indica que SÍ, PODREMOS, pero para eso tenemos que desechar, apartar, denunciar, a quienes solo velan por sus intereses de clan y clase, dan la espalda a la población, incluso a los desterrados pobres que sufren indecibles penurias mientras los “grandes” viajan y disfrutan, a la espera de que el “imperio” los premie.

Regresar a estos hechos nos indica que SÍ, PODREMOS, si nos organizamos para hacer lo que ya hemos hecho al menos tres veces desde el 2018: acción multitudinaria simultánea, que es incontrolable para las fuerzas represivas (no pueden estar en todas partes; somos la inmensa mayoría). Pero, esta vez, sin detenernos; esta vez dispuestos a recorrer el último trecho de la lucha para derrocar a la dictadura sin escuchar los cantos de sirena de “diálogo”, “elecciones”, “vía cívica”, etc., y a sabiendas de que tenemos pleno derecho a emplear todos los medios de lucha de que dispongamos, conscientes también de que, así como no vamos a entregarnos al falso liderazgo y las manipulaciones de Pellas, Maradiaga, Chamorros, Monteverdes, y disidentes del FSLN con una historia turbia, tampoco vamos a repetir el modelo de “vanguardia armada” en que un grupo militar se impone y dirige la lucha.

Esta vez, no. Ni una trampa, ni la otra. Esta vez, paso a paso vamos a construir un movimiento popular democrático de masas, única garantía de que podamos construir una insurrección ciudadana (sería la cuarta desde el 2018), que no solo derrumbe las murallas de El Carmen, sino que abra paso a una revolución democrática, y a la primera república democrática de nuestra historia.

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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