Ernesto Cardenal o la piedra en el cosmos
Anastasio Lovo
Este ensayo fue escrito 8 años antes del fallecimiento de Ernesto Cardenal.
<<Ernesto Mejía Sánchez (Masaya 1923) es el más alto grado de perfección de una escritura paradigmática y canónica que participa en un equilibrio prodigiosa tanto de poética como de retórica; Carlos Martínez Rivas (Guatemala, 1924) es la renuncia a la perfección con pleno conocimiento del canon poético y retórico, para lograr una singular poesía alcanzada desde la imperfección estética por opción poética; Ernesto Cardenal (Granada, 1925) es la revolución total de la poesía en lengua española más un aporte trascendental a la poesía universal, en el siglo XX y en lo que va del XXI, al crear la corriente exteriorista y luego alcanzar el logro sin precedentes a nivel mundial, de crear la poesía místico-científica del Cántico Cósmico y de otras obras más recientes.>>
I. El aporte revolucionario de Ernesto Cardenal a la poesía y a la lengua española.
Ernesto Cardenal (Granada, 1925) es el poeta vivo más importante de nuestro planeta. Su importancia no la debemos medir solamente por su fama internacional. Su nombre unido a su poesía sabemos que son capaces de colmar el pequeño espacio del Museo de Historia y Cultura de Diriamba, el Yanqui Stadium de Nueva York o el Estadio Olímpico Luznhiki de Moscú en Rusia.
Ernesto Cardenal ha trascendido a ser el poeta contemporáneo de esta aldea global que llamamos mundo. La escritura (en sus dos variantes verso y prosa), la ética cristiana y la imagen de Cardenal, han devenido en el principal satisfactor estético literario dada su altísima calidad, para gentes como nosotros que nos ha tocado vivir en una época de espantosa incertidumbre, pavorosa crisis y escasa esperanza.
Ernesto Cardenal es coetáneo de dos extraordinarios poetas: Ernesto Mejía Sánchez y Carlos Martínez Rivas. Las generaciones de escritores nicaragüenses, posteriores a ellos, siempre hemos tenido una grave dificultad para dilucidar quién es el más “grande”, de los tres.
Para salir de este embrollo, en lo personal, tengo aproximadamente unos 10 años de venir madurando la siguiente hipótesis: Ernesto Mejía Sánchez (Masaya 1923) es el más alto grado de perfección de una escritura paradigmática y canónica que participa en un equilibrio prodigiosa tanto de poética como de retórica; Carlos Martínez Rivas (Guatemala, 1924) es la renuncia a la perfección con pleno conocimiento del canon poético y retórico, para lograr una singular poesía alcanzada desde la imperfección estética por opción poética; Ernesto Cardenal (Granada, 1925) es la revolución total de la poesía en lengua española más un aporte trascendental a la poesía universal, en el siglo XX y en lo que va del XXI, al crear la corriente exteriorista y luego alcanzar el logro sin precedentes a nivel mundial, de crear la poesía místico-científica del Cántico Cósmico y de otras obras más recientes.
La calidad de la transformación de la poesía en lengua española lograda por la obra de Ernesto Cardenal, solamente tiene como precedentes las aportaciones de Garcilaso de la Vega, quien en el siglo XVI incorporó las formas poéticas italianas y de nuestro Rubén Darío quien a finales del siglo XIX se apropió para el español de aquellas de origen francés.
En la época contemporánea, Cardenal ha transformado la poesía en lengua española al incorporar en el siglo XX una poderosa vertiente de la poesía norteamericana (Ezra Pound, William Carlos Williams, Archibald McLeish) y la tradición más simple y sabia de la poesía universal, aquella que está en La Biblia y en la épica de Homero. Esa poesía que gracias a Don José Coronel Urtecho y al mismo Padre Cardenal, hoy conocemos como exteriorismo y que en nuestros días constituye, el caudal más vigoroso en la poesía de lengua española contemporánea
El célebre poeta y ensayista cubano, Roberto Fernández Retamar es categórico cuando afirma: “(…) en el siglo XX la poesía de lengua castellana empezó y terminó con dos nicaragüenses: Rubén Darío en un extremo y Ernesto Cardenal en el otro”. Este aserto parte de considerar el peso trascendental que la obra de Cardenal tiene en la poesía de nuestra lengua y en la universal.
Sobre su pensamiento contenido en su obra “Vida en el Amor” –una vela de mística cristiana-, su maestro Thomas Merton, nos dice: “La sencillez lúcida y “franciscana” de Ernesto Cardenal nos muestra el mundo no como lo vemos con nuestro miedo y nuestra desconfianza, sino como realmente es. Porque el amor no es un sueño: el amor es la ley básica de las criaturas que fueron creadas libres para darse, libres para participar de la infinita abundancia de vida con que nos colma Dios. El amor es el corazón y el verdadero centro del dinamismo creador que llamamos vida. El amor es la vida misma en su estado de madurez y perfección.”
Y sobre el “Cántico Cósmico” esa magnífica y deslumbrante obra de Ernesto Cardenal, el escritor y académico nicaragüense, Julio Valle Castillo, dice lo siguiente: “La propuesta poética, la ambición y el experimentalismo de Cántico Cósmico lo ubican en el centro de la tradición de la poesía moderna y, dentro de esa tradición, a contracorriente. Cierra y abre. Clausura e inaugura. (…) cierra de manera cimera la tendencia poética conocida como exteriorismo y abre, inaugura la poesía del siglo XXI, la poesía del futuro (…) La poesía científica más que astral, estelar o cósmica. La poesía que sin rebajar la emoción y la imaginación es capaz de asimilar y expresar el más veraz y comprobable conociendo científico. No hay en el Cántico Cósmico un solo postulado científico, una fórmula que no sea demostrable”.
La vida y la obra de Ernesto Cardenal han significado mucho para muchas personas en el mundo. Personalmente recuerdo que caminábamos con el Padre Cardenal en Octubre del 2006, por la plaza de Fermo, provincia de Ascoli Piceno, en Italia, el Rev. Tomás Téllez, Mauricio Governatori, célebre muralista italiano y el cineasta Paolo di Paolis, quien venía filmando… Cuando una Nona, una abuela italiana con sus 70 años bien cumplidos, con su pañuelo anudado al pelo, se desprendió de una de las altas aceras que circundan la plaza dorada por las piedras y la luz del otoño, y partió decidida a encontrar a nuestro grupo dando gritos: “¡Miracolo! ¡Miracolo! ¡Miracolo!”
Nosotros nos sorprendimos, mientras ella, la Nona, se acercaba más a nosotros para poder abrazar y besar a Ernesto diciendo algo así como: “Toda mi vida es esperado por este momento, por tener la dicha de conocerlo. Soy una persona que ama a Nicaragua, a la revolución y Usted ha sido un guía para mí. Toda mi vida he esperado conocerlo y Dios hoy ha cumplido mi deseo. Grazie, grazie. No pasarán. No pasarán”.
La obra y la vida de Ernesto Cardenal esta construida a partir de una visión mística, un fundamento conceptual y una praxis histórica, que bien podríamos enunciar en la siguiente afirmación: “Dios es Amor y Revolución. Tres elementos que conforman una tríada dialéctica. Tres elementos que han marcado el paso por la tierra y el universo de Ernesto Cardenal. En cada acto del Ernesto Cardenal llamado por Dios está el amor, su fuerza transformadora (revolucionaria) y su trascendencia cósmica (divina).
En el plano de las ondas físicas, para que tengamos una posible imagen de la obra poética de Ernesto Cardenal, a mí me gusta verla como una piedra que cae en una poza y que produce los consabidos círculos concéntricos:
- Primer Círculo: La ciudad deshabitada. Círculo que lleva lo más íntimo del alma amorosa del poeta, el amor a mujeres imposibles en su Granada y el Gran Lago.
- Segundo Círculo: Proclama del Conquistador, El estrecho Dudoso, etc. Constituyen el círculo de la apropiación del espacio geográfico de Nicaragua.
- Tercer círculo: Epigramas, Hora Cero, Gethsemani Ky, Salmos, Oración por Marilyn Monroe, significan la ampliación del amor, a la historia nacional, la dimensión bíblica en la historia y del tiempo contemporáneo.
- Cuarto Círculo: Homenaje a los Indios Americanos/ Los Ovnis de Oro: constituye el círculo grande que incluye a nuestro continente, América o sea Abya Yala. Cardenal hace suya la voz de los pueblos aborígenes americanos, se apropia para nosotros del inmenso espacio de América (Norte-Centro-Caribe y Sur) y además dispara su poesía –la poesía del pueblo- a las raíces de las cosmogonías de nuestros antepasados.
- Quinto Círculo: Canto nacional, Oráculo sobre Managua, Vuelos de victoria, etc. es el círculo de la Revolución en su patria no ceñida a las fronteras nacionales sino desbordadas por esta misma poesía y por una visión trascendental de la misma.
- Sexto círculo concéntrico: La piedra cae en el estanque del cosmos para generar en el universo más musiquilla de las pobres esferas en las formas poéticas del Cántico Cósmico.
Círculos concéntricos de un grano de mostaza o una escama del Pez, que cae eternamente en la poza del cosmos. Ictius in cosmos.
II. Tercer Círculo. Los Epigramas de Ernesto Cardenal: recreación clásica, subversión erótica y revolución política.
Fue un acierto de Libros para Niños haber escogido el 4 de abril para presentar una bella edición de Epigramas de Ernesto Cardenal. El 4 de Abril los nicaragüenses conmemoramos la gesta heroica de un grupo de patriotas a los que en este día les rendimos homenaje. Luchadores contra la dictadura somocista que fueron amigos y compañeros del poeta Cardenal y que fueron brutalmente torturados y masacrados por la Guardia Nacional de Anastasio Somoza García.
Este grupo de patriotas estaba conformado por: Pablo Leal, Agustín Alfaro, Edgard Gutiérrez, Juan Ruiz, Adolfo Báez Bone, Luis Báez Bone, Luis F. Gabuardi, José María Tercero, Rafael Choiseul Praslin, Ernesto Peralta, Francisco Madrigal, Francisco Caldera, Amado Soler, Carlos Ulises Gómez, Juan Martínez Reyes, Optaciano Morazán, Manrique Umaña, Pedro José Reyes, Amadeo Baena, además de la colaboración de hombres como Humberto Chamorro, Pedro Joaquín Chamorro, Julián Salaverry, Tito Chamorro, Joaquín Cortés, Faustino Arellano, y otros muchos más. Honor a la memoria de estos héroes y mártires.
En este libro clásico de Cardenal se recoge el tiempo, la atmósfera y algunos personajes de este épico y trágico período de nuestra historia. Pero decimos que un libro se convierte en clásico o una obra de arte en clásica, cuando este libro u obra resisten al paso del tiempo. Cuando la palabra poética o la forma artística perduran en el tiempo, cuando continúan incólumes en su riqueza. Es decir cuando esa obra poética o artística posee una frescura que el tiempo no marchita.
Y cuando podemos acercarnos a esa frescura primordial y eterna, para realizar una lectura placentera, que nos transforme a nosotros mismos y nos ayude a transformar la realidad, a través de entregarnos sentidos múltiples y diferentes cada vez que la leamos o la contemplemos. Esta lectura que nos hace participar de la belleza, invariablemente va mejorar nuestra calidad de vida. Nadie sigue siendo él o la misma después del encuentro con el arte.
La obra poética de Ernesto Cardenal indudablemente está destinada a perdurar como una poesía clásica digna hija de su tiempo para todos los tiempos. La poesía de Cardenal nace en este tiempo contemporáneo marcado por la crisis y la incertidumbre, un tiempo de fugaz belleza y grandes catástrofes, en que nos ha tocado vivir vertiginosamente desde el siglo XX.
La obra de Ernesto Cardenal en mi modesto entender se queda en una cumbre de clásicos de nuestra lengua con participación de lo ecuménico (universal) en tanto embajadores de una lengua (el español) y una cultura (la latinoindoamericana).
Pero recordemos alguna noción elemental sobre lo que es el epigrama.
El epigrama escribe Don José Guillén en la presentación de los Epigramas de Marco Valerio Marcial dice lo siguiente:
“En su origen, como su nombre indica, es una inscripción o un escrito breve grabado sobre piedra, metal u otro soporte cualquiera y destinado para algún sepulcro o monumento privado o público. (…) Así lo usaban los griegos y tales eran los setecientos elogia en verso que Varrón había compuesto para su libro Imagines. Poco a poco fue adquiriendo un carácter algo más variado, hasta que, siempre dentro de la brevedad, expone de modo rápido e interesante un pensamiento regocijado o satírico, pero siempre ingenioso.
Gráficamente los temas del epigrama podrían contenerse en estos cinco: Mel (“miel”), que podríamos llamar laudatorios. Fel (“hiel”), los procaces y satíricos. Acetum (“vinagre”), de gusto agrio y picante. Sal (“gracia”), inofensivos y graciosos; y finalmente, epigramas múltiples y compuestos.
Siendo el poema más breve, en toda la poesía en miniatura; dos, cuatro, ocho versos le bastan, aunque a veces recibe algunos más, e incluso se expresa en todos los metros.
Pero por muy breve que sea, consta siempre de dos partes: la primera, en que se reclama la atención, y la segunda, en que de un modo insospechado y rápido queda satisfecha la curiosidad. Llámase la primera nudo y la segunda desenlace. Su objeto suele ser una burla, una chanza, un pensamiento ligero sobre la vida cotidiana, una ridiculez, una antítesis, una voz o un equívoco. El epigrama, se decía ya en tiempos de Marcial, debe ser como una abeja, que es pequeña y produce la dulzura de la miel y deja el escozor del aguijón. Idea que Iriarte expresó así:
“A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante”.
Sobre los epigramas de Ernesto Cardenal, escritos entre 1950-1957 y publicados por primera vez en 1961, me gustaría contarles una anécdota que me ocurrió este semestre con mis alumnos de filosofía en la UPOLI.
Les conversaba a mis alumnos, sobre cómo mujeres y hombres producen cultura a partir de la naturaleza, caso de los muebles de madera y cómo el ser humano produce cultura a partir de la cultura, y les ejemplificaba con las computadoras u ordenadores donde no hay ningún elemento natural. Todo en las computadoras es artificial. Pero vi en las caras de mis alumnos, que no captaban la idea de producir cultura desde la cultura.
Entonces se me ocurrió ponerles el ejemplo de la poesía que plasma belleza a partir de un código cultural como el lenguaje, creado previamente por los seres humanos. Y les dije vean cómo con palabras que usamos todos los días podemos lograr el poema, la belleza de un epigrama clásico; y les dije de memoria el célebre epigrama de Ernesto que dice:
Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
Y fíjense que los chavalos y chavalas, rompieron a aplaudir no porque hayan captado la idea que les quería transmitir, sino que les encantó el epigrama de Ernesto.
El Maestro Ernesto Cardenal en estos epigramas logra convertir la palabra que usamos todos los días para nuestra comunicación, en una poesía objetivista que transmite elementos trascendentales de la vida cotidiana. Porque existen elementos y temas poéticos que encontramos en nuestro diario vivir pero que nos trascienden como ser y como tiempo. Sentimientos como el amor a una mujer, el sentido trascendente de la misma poesía en relación al desamor, el odio a un tirano, la protesta humana individual y colectiva, la lucha por la libertad y la justicia, el homenaje a los héroes políticos y a los paladines de la palabra, la consciencia de la historia contemporánea, el sentido espiritual y metafísico de ser un testigo de un asombroso evento divino/humano llamado Cosmos.
Si acaso existe un breviario mínimo que contenga los motivos y temas de una obra espléndida, colosal y trascendente para nuestra lengua como lo es la escritura de Ernesto Cardenal, ese breviario es Epigramas. En un rápido recuento no exhaustivo encontramos los siguientes ejes temáticos: amor/desamor; poesía/prosa; mujer/poeta; banalidad/trascendencia; riqueza/pobreza; amor/poder; trascendencia-memoria/olvido-negación; bitácora individual/historia universal; átomo/cosmos, etc. Motivos que siempre nos dirán algo a la mujer y al hombre de todos los tiempos.
Sólo los Epigramas de Ernesto Cardenal nos podrían dar para conversar durante un seminario o un semestre o un año.
Pero no quiero cometer una injusticia de lesa ilustración y no elogiar los bellos colores pasteles, las figuras etéreas, la bi-dimensionalidad plana de la composición, la atmósfera mágica de un tiempo mítico, eternal y tierno, brotado del pincel de Vicky Ramos para acompañar a este clásico de nuestra poesía.
Este libro está hecho para los ojos de nuestra juventud latinoamericana que se deleitará con los versos y gozará estas imágenes cuando en su piel, mente y espíritu, descubren el amor, la libertad y el cosmos.
III. Cuarto Círculo: Homenaje a los Indios Americanos/Los ovnis de oro
Me gustaría también, intentar situar la obra poética de Ernesto Cardenal en la dialéctica de lo otro-lo propio para colocar los linderos del contexto geográfico y cultural donde se da el choque violento de dos culturas para visualizar en este espacio histórico, aquella obra de Cardenal referida a los aborígenes de Abya Yala, continente llamado América por los europeos. Un contexto rico en historias, en mitos, cosmografías y cosmologías. Me refiero a sus textos capitales Homenaje a los indios americanos y Los ovnis de oro.
Es en nuestro continente donde ocurre la invasión europea, el genocidio de la población aborigen, la explotación inmisericorde e ilimitada de nuestros recursos humanos, naturales y minerales, la inoculación masiva de enfermedades desconocidas para el sistema inmunológicos de los nativos, el sometimiento a una religión extraña como el cristianismo, la imposición de la cruz que va en las espadas, la dominación tecnológica y la colonización cultural. Etc. Etc.
Pero me parece acertado por parte de la Dra Vivian Auffant, una crítica portorriqueña que se ha ocupado de la obra cardenalina sobre nuestros aborígenes, colocar el problema de la génesis de la poesía indoamericanista de Cardenal (para aventurar un infeliz concepto) en esa dimensión de la expropiación de las cosmogonías, la imposición de los mitos de creación occidentales (hebreos-grecolatinos-cristianos) hasta llegar a la anulación del otro, hasta su invisibilización, su marginalidad, su prescindibilidad (especialidad del neoliberalismo globalizante) y su silenciamiento. Es decir el inconmensurable drama que han vivido nuestros antepasados, los dueños de estas tierras.
Y es frente a este oprobioso silencio que el colonizador pretendió imponer, utilizando la represión del cuerpo, la explotación de los recursos, el control de los medios de sobrevivencia, la supresión de las cosmogonías y la imposición de otras, que siempre en nuestro continente se alzaron voces de lucha y resistencia de los pueblos aborígenes.
Hay un problema epistemológico fundamental en cuanto a la relación de mundo y lenguaje. En la mayor parte de nuestro continente –que acusa un desarrollo cultural y económico desigual y combinado- se impusieron las lenguas europeas: español, portugués, francés e inglés. Y es a través de estas lenguas que las clases dominantes han visto el mundo y han pretendido que también así lo veamos los dominados, y no han tenido poco éxito. Aunque los dominados, explotados, oprimidos y excluidos, los indios americanos, han hecho una maravillosa resistencia cultural de siglos, aportando a esos lenguajes sus propias raíces lingüísticas y su propia visión de mundo (amputado, reprimida, anulada, etc.).
Por otro lado, quizás la parte más dramática la he llevado sobre sus hombros el mestizo, el zambo, el mezclado a partir de su escisión cultural y del deber impuesto por el Poder de expresarse en una lengua. Afortunadamente las lenguas las hacen el pueblo y los poetas, no las academias, ni los científicos, ni los filósofos, ni los lingüistas. Si no veamos el fracaso del esperanto. Una lengua prefabricada por gente muy sabia que supuestamente iba a ser la lengua franca que reemplazase a las otras lenguas vigentes y que a la postre, no cuajó.
Afortunadamente las lenguas vivas poseen la capacidad de imaginar, de crear, de fabular de mentir y de poner en crisis las cosas, inclusive el mismo lenguaje y a esto se han dedicado los poetas. A pulir la lengua de sus pueblos y en esto Ernesto Cardenal es una figura cimera. Evoco aquí el magnífico Epigrama a Joaquín Pasos de Ernesto Cardenal.
Aquí pasaba a pie por estas calles,
sin empleo ni puesto y sin un peso.
Sólo poetas, putas y picados
conocieron sus versos.
Nunca estuvo en el extranjero.
Estuvo preso.
Ahora está muerto.
No tiene ningún monumento…
Pero
recordadle cuando tengáis puentes de concreto,
grandes turbinas, tractores, plateados graneros,
buenos gobiernos.
Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo,
en el que un día se escribirán los tratados de comercio,
la Constitución, las cartas de amor,
y los decretos.
Otro aspecto interesante de la ponencia de la Dra. Auffant es el develamiento crítico que hace de las voces en la poesía de Ernesto. La polifonía bakhtiniana, aplicada aquí para distintos hablantes cuyas voces son elaboradas por el poeta. Los distintos planos históricos de las voces, los distintos contextos sociales.
No son las mismas voces de Cantares Mexicanos que las de Marchas Pawnees o Economía de Tahuantinsuyo. No son las mismas voces las del colonizador que las del colonizado. Y Ernesto realiza esto de manera magistral, tanto en Homenaje a los Indios americanos/Los ovnis de Oro como en el Cántico Cósmico.
En una magistral ponencia del Dr. Jorge Alvarado Pisani nos enfatizaba sobre las series de voces en el Cántico Cósmico susceptibles de convertirse en una perfomance teatral. La obra de arte contemporánea se caracteriza por su polisemia, por sus múltiples significados y –añadiría- por sus múltiples accesos. Recordemos aquella genial frase que Julio Cortázar atribuye a la insigne diosa de la danza Isadora Duncan: “Yo bailaría esa silla”.
Respetando profundamente el aserto crítico de la Dra. Auffant, a propósito de las voces, me parece que la poesía de Cardenal en Homenaje a los Indios americanos/ Los Ovnis de Oro es demasiada densa por las técnicas del collage poundiano implementadas y no solamente cabe buscar voces. El de las voces, indudablemente, es un sendero muy productivo y muy útil desde una perspectiva política de resistencia. En efecto a veces por ese magisterio en lograr el poiema del futuro, los textos de Ernesto Cardenal se limitan a ser el gramófono de Miss Fletcher (Marchas Pawnee).
Para mí, además de polifonía, hay poli-iconología (las imágenes superpuestas) como resultado de una implacable lente de cámara fotográfica o cinematográfica que va describiendo una robusta, esbelta y bella estela pétrea como en el texto Mayapán, donde explícitamente se habla de textos y grafías más que de voces. Ya lo dijo José Coronel Urtecho. Y es que de la poesía de Cardenal no se pueden excluir las técnicas de captación y expresión de la imagen contemporánea. Vale decir la fotografía y la cinematografía.
Así como tampoco se puede excluir de Cardenal al jazz y al rock. Hay una arbitrariedad en la poesía contemporánea, y específicamente en la de Cardenal, de incluir cualquier texto sin solución de continuidad sin decir agua va. Es decir, como los solos de un instrumento de Coltrane o Mingus o un guitarrazo de Hendrix en una partitura muy libre, que los afro-americanos conquistaron, en su resistencia, para el mundo.
La poesía de Cardenal debe ser asediada buscando sus voces, polifonías, sus imágenes (poli-iconología) y su poli-grafia textual.
Es en una obra como Homenaje a los indios americanos, donde el Poeta expresa conocimientos sobre la cosmogonía aborígenes de estas tierras “americanas”. Leemos alusiones a las cosmogonías de los cunas, los mayas, los pawnee, los iroqueses, los mexicas, los quechuas, etc. Y en la apertura de estas cosmogonías, la poesía de Cardenal va a desembocar en su obra más voluminosa, el Cántico Cósmico. El precedente cosmológico hay que situarlo en Epigramas, Salmos, Homenaje a los Indios Americanos y en su edición ampliada bajo el título de Los Ovnis de Oro. Para mí, eso constituye una superación dialéctica lograda por el deslumbrante desarrollo de la obra poética de Ernesto Cardenal.
La lectura de la obra poética de Ernesto es inagotable. Hemos escuchado sabias palabras de ilustres colegas haciendo un perfil, un esbozo de una obra de poesía, escultura, pensamiento, mística, revolución, cosmología que nos desafía y nos enseña a todos…
IV. Sexto Círculo. La Visión Cosmológica en la obra de Ernesto Cardenal.
Cristo es el fundamento de la cosmología. Con esta sentencia Ernesto Cardenal concluye su iluminador ensayo, Este mundo y otro, texto nacido de la poderosa visión poética, mística y científica de Cardenal. Ensayos destinados –inevitablemente- a ser una imprescindible contribución para responder las grandes interrogantes que se ha planteado el ser humano contemporáneo sobre el sentido de nuestra existencia, el sentido de la existencia del cosmos, del todo y la nada, de la creación y la evolución, de la relación ciencia (datos duros) y fé (visión y viajes místicos).
Las respuestas de una docena de científicos, teólogos, místicos, resumidos por Ernesto, más los aportes de su propia y sabia voz, se han condesados en el devenir poético de Cardenal que practica la poesía y la prosa –formas de su pensamiento hecho escritura- como discursos de la creación por amor al que ineludiblemente debemos sumarle la mística, concebida ésta como el transporte para un viaje. Este pequeño gran libro contiene, el viaje que realiza Dios por amor hacia él mismo a través del cosmos: la materia, la naturaleza y nosotros los seres inteligentes.
Esto sencillamente si me quedo al nivel de un análisis textual, pero si tengo que rendir testimonio de mi experiencia vital como lector aquí frente a Ustedes…Podría decirles que la lectura de este bello libro para mí, fue como surcar el cosmos en una nave mística, armado con lo mejor del pensamiento científico contemporáneo. Un viaje del que no pude salir sino mejor. Fortalecido en mi fé cristiana, en mi visión de mundo materialista, potenciada mi visión de poeta, relativizada nuestra absurda creencia de que los humanos somos superiores a las piedras –más complejos sí- y sintiéndome seguro que la hora de mi muerte es la de mi resurrección.
Sencillamente queridas amigas/ queridos amigos, nunca ha sido fácil responder a preguntas cómo las siguientes y en este libro de ensayos, se nos proporcionan respuestas plausibles. Veamos algunas preguntas que Cardenal responde en su texto:
- ¿Qué posición ocupamos en el universo? ¿Estamos arriba o abajo?
- ¿Estamos en un universo o en un pluriverso?
- ¿Los seres humanos somos la consciencia del universo?
- ¿Estamos solos en este universo o hay otras formas de vida inteligente en el cosmos?
- ¿Es el cosmos una totalidad?
- ¿La creación se dio una vez o es un proceso constante?
- ¿Por qué la creación es imperfecta?
- ¿Por qué existe el sufrimiento, el dolor y el mal?
- ¿Por qué se dan enfermedades que matan a gentes buenas o desastres naturales que aniquilan a buenos y malos?
- ¿Somos productos del sol e hijos de la luz?
- ¿Estamos en el centro del universo siempre aquí y ahora?
- ¿Estuvimos en una unidad compacto en el alfa antes del Big Bang y nos volveremos a unir después de la expansión y las diferencias en una concentración y unidad primigenias?
- ¿Existe materialmente eso que llamamos la realidad cuando ella está hecha de kuantos de dudosa existencia?
- ¿Por qué el cosmos es producto del amor de Dios?
- ¿Tenemos un Dios acabado o un dios que constantemente se realiza en la creación incesante del cosmos?
- ¿Por qué es que somos polvo de estrellas?
- ¿Por qué nos tiramos pedos y tenemos ano e intestino recto?
- ¿Qué es la luz en nosotros y en Cristo? ¿Es la misma luz?
- ¿Que dijeron y aportaron los griegos a todas las trascendentales preguntas sobre el ser, el bien, la virtud, la pobreza, el dominio de los apetitos, etc?
- ¿Poseían los filósofos griegos un concepto de un dios creador y una visión mística para su filosfía?
- ¿Por qué Lao Tzé es profeta de Cristo?
- ¿Por qué mi resurrección está en mi muerte?
Éstas que les he leído son apenas unas 20 preguntas a las que Ernesto Cardenal, la poesía, la mística y las ciencias contemporáneas, encarnadas en él o a través de él, dan respuestas en este libro. Esta pequeña obra –pequeña en su dimensión física pero inconmensurable en sus implicaciones cósmicas- responde a más de 100 o 1000 preguntas de este tenor.
El libro está logrado con una clara, precisa y bella prosa poética. Pese a desarrollar temas trascendentales para nuestro ser, la fe cristiana, la mística y el cosmos, la calidad de su escritura manando como un arroyo cristalino, o como la Vía Láctea, va saturando gradualmente niveles de sentido y termina constituyéndose en una obra imprescindible para el ser humano de nuestro tiempo.
Los ensayos contenidos en esta obra, editada por el Centro Nicaragüense de Escritores en Managua 2012, son los siguientes:
- Este mundo y otro y otros ensayos
- Somos polvo de estrellas
- En tu luz veremos la luz
- Reinterpretación de la filosofía griega
- Heráclito luminoso
- Lao Tzé, profeta de Cristo
Ningún lector o lectora que tenga el privilegio de viajar por estas páginas de este libro de Ernesto Cardenal, “Este mundo y otro y otros ensayos”, les garantizo volverá de este viaje siendo el mismo o la misma. En mi miserable tiempo existencial, yo regresé mejor que como era antes de la lectura. Tengo menos angustias y más certezas sobre que la plenitud de nuestras vidas también es completada por el dolor.
La lectura de la obra poética de Ernesto es inagotable. Pero creo no estaremos errados si percibimos y concebimos la obra de Ernesto Cardenal como obra del amor cristiano hacia el prójimo, hacia la naturaleza, hacia el arte y hacia el cosmos. La escritura de Ernesto Cardenal es parte fundamental de la consciencia estética, política, filosófica y científica del mismo universo.
Managua-Jinotepe 2010-2012.