“Esta lucha es por Nicaragua”
Introducción del escritor Néstor Cedeño[1]
Cuando me encontraba en el proceso de escribir mi segundo libro Entre lucha y esperanza, quería que fuera una mujer quien escribiera sobre la participación femenina en el levantamiento social que nació en abril del 2018. No podía yo—un hombre—pretender ser esa voz y hablar por las mujeres que arriesgaron y perdieron tanto durante todo este episodio de nuestra historia. No. Estaba claro que sería una injusticia no darle el espacio a una mujer para que pueda hablar y representar a esas voces que reclaman justicia. Gracias a la recomendación de mi amiga, la activista Anais González, quien escribió el epilogo de mi primera obra Entre rebelión y dictadura, se estableció el contacto con Wendy Juárez.
Tengo que confesar que, a pesar de conocer sobre lo sucedido con “La banda de los aguadores”, no me acordaba del nombre de Wendy. Pero al volver a ver y leer sobre el evento que sucedió el 15 de noviembre del 2019 en Masaya supe quién era y como ha sido una mujer fuerte y una voz activa para aquellos que buscan la libertad tan anhelada.
Al comunicarme con ella, le ofrecí la oportunidad de poner ideas sobre papel y describir desde su perspectiva la misión y lucha de la mujer nicaragüense. Su nerviosismo sobre semejante propuesta fue evidente, pero con muchas ansias aceptó. Las palabras de Wendy salieron de su alma y corazón; expresan el sentir de una mujer joven que entiende su deber patriótico:
“Queremos construir un futuro, pero también un presente, donde seamos valoradas y visibilizadas no por apariencias, sino porque, de verdad, somos agentes activos e indispensables para la transformación social y política, promoviendo la igualdad y equidad de derechos”.
Nadie la obligó a pronunciarse ante semejante maldad, mucho menos arriesgar su libertad ni vida—ella es un ejemplo más de lo valiente y pencona que son las mujeres de nuestro país.
Wendy Juárez—como canta la artista Ceshia Ubau—“tiene tanto que decir”. Activista… ‘aguadora’… estudiante… amante del café… amiga. Espero poder llegar a su natal Matagalpa para poder sentarme a beber una taza de café, comer unas rosquillas y conversar con ella sobre la nueva Nicaragua. Mientras tanto, comparto sus pensamientos y espero que lleguen a admirarlas como lo hago yo…
Esta lucha es por Nicaragua
«…no me rendiré, seguiré firme como cuando abandoné mi aula de clase para salir a las calles y levantar mi voz.»
Wendy Juárez
Mi vida ya no es la misma desde aquel 18 de abril del 2018, cuando abandoné mi salón de clase del idioma coreano y me sumé a las protestas contra una tiranía que asesina a un pueblo indefenso.
Extraño aquellos días en que estudiaba, trabajaba o me reunía con familia y amigos. Más que cualquier otra cosa, extraño llegar a la academia de Taekwondo donde entrenaba con mi familia deportiva y los viajes a la finca de mis abuelos a pesar de que mi mamita ya no está en esta tierra con nosotros. Ella, la que me enseñó a ser fuerte y perseverante ante cualquier situación, la que un día me dijo que cuando muriera no quería que llorara porque debía darle fuerzas a mi mama y mi abuelo, con la que me encerraba horas en el cuarto a escuchar sin fines de historias dolorosas como la vida en el tiempo de la guerra.
Quisiera volver a esos años cuando si, podía sentir paz; podía divertirme sin sentir que estaba traicionando a muchos solo por apreciar la tranquilidad, la felicidad o por salir a tomarme un café; no había amigo ausente, no—como ahora– exiliados, presos, y algunos lamentablemente asesinados (recuerdo con dolor en mi pecho y un nudo en la garganta a nuestro gran amigo Léster García “Principito”).
Se que lo que hice fue lo correcto y hoy no me arrepiento de poder ayudar a salvar vidas en puestos médicos improvisados; a pesar de que fue un reto gigante atender heridos sin saber mucho de primeros auxilios. Me hizo sentir que de verdad estaba haciendo algo por mi país y por mis hermanos y hermanas nicaragüenses. Nunca me imaginé estar en una situación como esa y tener que correr bajo la oscura noche, arrastrando a una persona herida, situación de riesgo que nos tocó vivir a muchos solo por pensar diferente o por levantar nuestras voces exigiendo justicia y libertad.
Ahora mi misión es no olvidar por todo lo que hemos vivido a partir de abril 2018, seguir levantando mi voz y compartir esto que es parte de nuestra historia, que no es un cuento o material para una película de acción; es lo real, lo que vivimos desde que reaccionamos de esa pereza mental que nos habían influenciado, desde que abrimos nuestros ojos de la ceguera impuesta por un régimen dictatorial asesino y nefasto. Es poder seguir exigiendo justicia por los asesinados y los desaparecidos, libertad para las presas y presos políticos y aportar hasta donde mis fuerzas me alcancen para alcanzar cambios profundos para ver renacer una Nicaragua donde se pueda respirar libertad.
Eso significa que no me rendiré, seguiré firme como cuando abandoné mi aula de clase para salir a las calles y levantar mi voz. Estos dos años han sido la escuela más difícil que me ha hecho crecer y entender temas que antes no eran de mi interés y que no me daba cuenta de que en realidad si me afectaban. Significa que seguiré fuerte y aunque intenten callarme no lo lograran.
Admiro la labor de todos los hombres y mujeres nicaragüenses que día a día exponen su vida y libertad en esta lucha cívica y pacífica para alcanzar la transformación de Nicaragua. Admiro a mi madre y padre, quienes mientras estuve detenida ilegalmente en las mazmorras de este régimen, no descansaron hasta verme libre; a mis compañeros y compañeras de movimiento Construimos Nicaragua y Fuerza Estudiantil Nicaragüense con quienes soñamos y trabajamos por ver florecer a nuestro país. No puedo dejar de admirar a esas madres que exigen justicia por sus hijos asesinados, esas mujeres, abuelas, hermanas, tías, esposas e hijas que perdieron a su ser querido que no descansan, que levantan su voz; así como a los familiares que luchan sin descansar de los que aún se encuentran detenidos ilegalmente o desaparecidos.
Es por eso que jamás podre olvidar que esta lucha es por Nicaragua, es por nuestro presente y futuro, por justicia, por libertad, por paz verdadera, es por ver regresar a miles de exiliados que, como mi mamá y mi hermano, tuvieron que dejar su hogar y abandonar sus planes para poder escapar de las garras de los asesinos.
Algún día podré abrazar a mi familia completa, saldré a la calle sin tener que asegurarme de que nadie me esté siguiendo y sin ocultarme bajo una gorra y lentes oscuros, un día regresaré a estudiar y entrenar mi deporte favorito. Ese día podre gritar libremente —¡viva Nicaragua libre!
Un día podré respirar libertad.
[1] Pueden adquirir gratuitamente y leer ambas obras de Néstor Cedeño en formato digital a través de la página https://nestorcedenoautor.wordpress.com/libro/ —o buscarlos en formato impreso a través de Amazon.