La candidatura claudicante
Fernando Bárcenas
El autor es ingeniero eléctrico.
De la rebelión de abril, gracias a la represión, se ha producido una metamorfosis involutiva que nos ha llevado a la candidatura de Arturo Cruz, quien se ofrece como alternativa al orteguismo. Si Arturo Cruz habla de lucha seguramente su propuesta es cualquier cosa menos una línea combativa de masas. Escribe Cruz en un artículo del 14 de mayo, que tituló “Sobre el abstencionismo claudicante en Nicaragua”:
“El panorama electoral se ha ido disipando poco a poco”.
Se refiere Cruz a que el tema de la unidad electoral ha perdido razón de ser, en vista que no se inscribió la supuesta alianza electoral entre los bloques opositores en la fecha prevista por el CSE. Y que ahora su candidatura es más llamativa. Se ha corrido la cortina, y ahora él se puede destacar. Cruz diría, parafraseando a Luis XIV: “la realidad soy yo”.
<<Se debería tratar de encabezar las luchas de masas contra el orteguismo con una estrategia efectiva que le propine derrotas significativas a la dictadura.>>
¿El fraude es secundario ante la candidatura de Cruz?
Pero, el panorama electoral no se ha ido disipando. Por el contrario, Ortega, que es a quien el pueblo debe derrotar como poder dictatorial, ha avanzado en el diseño de un proceso electoral fraudulento en el contexto de una dictadura policíaca. No permite ni la observación nacional e internacional del proceso, ni cede un ápice en la restricción a la libre movilización política de la población. ¿A qué llama Cruz un panorama que se ha disipado? Cruz nunca ha sabido analizar la realidad. Dice Cruz:
“Empieza un arduo camino para seguir convenciendo a nuestros compatriotas que la Alianza Ciudadana es la alternativa real frente al sandinismo, y que los regímenes autoritarios, por más represivos que sean, sí salen con votos. La campaña ni siquiera ha empezado”.
No se trata de convencer a nadie que tal o cual corriente, agrupación o partido es la alternativa frente al sandinismo. Esa es la actitud del vendedor de un producto, no de un político serio. El problema de la nación no es de marketing. Se debería tratar de encabezar las luchas de masas contra el orteguismo con una estrategia efectiva que le propine derrotas significativas a la dictadura. Los partidos políticos son órganos de lucha, no artículos de consumo.
<<Para que se pueda…predecir que un régimen dado está a punto de perder el poder, un analista serio debe comprobar que las clases y los sectores sociales fundamentales de la sociedad se reagrupan en su contra porque su rol político traba el desarrollo, porque descompone la sociedad, porque impide que la sociedad enfrente las crisis o porque impide que el país sea viable y competitivo.>>
La realidad merece un análisis concreto
Es una necedad decir, con arrogancia, que los regímenes autoritarios, por más represivos que sean, sí caen con votos en cualquier circunstancia, con independencia de las condiciones concretas. Hablar de manera general, fuera de la realidad, es una forma de expresarse sin seriedad.
Para que se pueda esperar o para que se pueda predecir que un régimen dado está a punto de perder el poder (la forma de lucha merece una consideración aparte), un analista serio debe comprobar que las clases y los sectores sociales fundamentales de la sociedad se reagrupan en su contra porque su rol político traba el desarrollo, porque descompone la sociedad, porque impide que la sociedad enfrente las crisis o porque impide que el país sea viable y competitivo. En fin, se debe analizar cuáles factores objetivos reclaman un cambio de rumbo de la sociedad. Se debe medir y comprender el carácter y la evolución de la contradicción política y social. No basta que alguien se lance de candidato en su contra. Menos aún, si en nuestra realidad lo que tenemos es –como dice Tijerino- candidatos enanos.
Sin crisis, un régimen autoritario, mejor dicho, un régimen dictatorial corrupto, que desvía la ayuda venezolana en favor del dictador, puede que sea descrito por alguien errático, poco serio, como “populismo responsable”, y que por el descrédito de los políticos tradicionales gane las elecciones sin necesidad de fraude, o que goce del aplauso de sectores del gran capital que por sus propios intereses cabildeen a su favor en Washington.
El ABC de la política lleva a que se analice concretamente la situación concreta. Cruz no es un político, ni es un analista serio. Lo que debería decir es por qué piensa que Ortega puede ser derrotado en una elección fraudulenta. En qué fundamenta que el fraude, en condiciones de extrema represión y amenaza, no le dará resultado a Ortega. No hablar falsamente de forma general
La contradicción es entre Ortega y la nación, no entre Ortega y la oposición electorera
Escribe Cruz:
“La contra reforma electoral y la elección de magistrados que se dio en la Asamblea Nacional, es una muestra del tipo de presión que el régimen está decidido a ejercer sobre la oposición”.
Pareciera que Cruz fuera un recolector de muestras. Ortega comenzó a construir una dictadura a los pocos días de tomar posesión en enero de 2007. Luego de la masacre de 2018, derivó hacia una dictadura abiertamente policíaca. Una dictadura no se construye para “presionar” a la llamada oposición tradicional electorera. En este caso, Ortega con el apoyo del ejército ha creado una situación de impunidad, apoderándose del Estado, y deformándolo, para enriquecer a una mafia corrupta.
Cruz habla de régimen, ni siquiera califica de dictadura al régimen orteguista. Es una tontería pensar que el objetivo del fraude dictatorial sea para presionar a la oposición. Es una visión burocrática vulgar, que cree que la contradicción sea entre oposición y régimen. El proceso electoral fraudulento está dirigido para obtener “legitimidad” sin acatar la voluntad de las masas. La dictadura se “legitima” a sí misma, y reprime la voluntad del pueblo. El conflicto entre Ortega y la oposición electorera es políticamente insignificante. Lo esencial es la contradicción entre el orteguismo y la nación, contra la cual dirige su represión.
Lucha contra el fraude o participación claudicante en el proceso fraudulento
Escribe Cruz:
“En la oposición hay quienes consideran que no existen condiciones habilitantes para participar, y los que defienden la importancia de dar la batalla aún en circunstancias tan difíciles”.
Cruz no tiene familiaridad con el pensamiento lógico. Su formación carece del rigor de la lógica. No existe una contraposición lógica entre quienes consideran que el proceso electoral que Ortega exhibe es fraudulento (no hay nadie, además, que piense que no lo sea, sobre todo, luego de las reformas electorales recién aprobadas y del nombramiento de diez magistrados electorales orteguistas, no hay nadie), y aquellos (que a pesar de las condiciones fraudulentas) piensan que deben participar bajo protesta, etc.
Cruz debió decir que hay quienes creen que no hay condiciones y que hay quienes creen que sí hay condiciones. Sin embargo, ello sería una falsedad (porque no hay nadie que crea que actualmente hay condiciones). Pero, la lógica elemental no es el fuerte de Cruz, y contrapone dos actitudes que corresponden a dos hechos distintos (el fraude y el no fraude).
Quiso decir que, ante el fraude indiscutible de parte de la dictadura, algunos piensan que se deben abstener, y otros piensan que deben participar y votar. Entonces, frente a un mismo hecho, el fraude, hay dos posiciones o dos respuestas contrapuestas. Y en tal disyuntiva, él está a favor de participar y votar, y nos dirá por qué. No es mucho pedirle a Cruz un mínimo de coherencia.
<<Hablar de una unión que se construye desde abajo es demagogia. En política ¿qué es “unión desde abajo”? La tarea fundamental para un político serio es construir un partido de masas, encabezando las luchas de la población.>>
Construir un partido combativo de masas
Escribe Cruz:
“Lo que no entienden algunos de estos voceros (que llaman a la abstención), es que la unión real se construye desde abajo, no desde los caprichos o desde las imposiciones”.
Se trata de la unión o alianza electoral entre partidos políticos con personalidad jurídica que no se pudo inscribir en el plazo que ha fijado Ortega. Es un fracaso de la oposición electorera, de sectores que coinciden en participar en el proceso fraudulento. ¿Por qué fracasaron? A ese fracaso Cruz, que no sabe analizar la realidad, le llama disipación del panorama.
Hablar de una unión que se construye desde abajo es demagogia. En política ¿qué es “unión desde abajo”? La tarea fundamental para un político serio es construir un partido de masas, encabezando las luchas de la población. “Unión desde abajo” es el lenguaje mezquino de alguien que habla “desde arriba”. Y nada tiene esto que ver, lógicamente, con la abstención. Construir una alianza es una cosa, construir un partido es otra. Cruz no sabe a qué se refiere con unión “desde abajo”. Lo importante es hablar del contenido de una unión. La unión como un fin en sí mismo carece de sentido (sea desde abajo o desde arriba). Probablemente Cruz, porque su visión política es muy estrecha, quiso decir que los votantes se unan en torno a su candidatura.
Cruz rebate, irracionalmente, el abstencionismo
Escribe Cruz:
“En respuesta a los voceros del abstencionismo claudicante:
Uno. Los estudios de comportamiento electoral en Nicaragua demuestran que la mayoría de los indecisos deciden su voto cuando ya están definidas las candidaturas, las casillas y los programas de gobierno. Juzgar a priori el comportamiento electoral cuando aún no están claras todas las variables, es subestimar la inteligencia de la gente, y además es faltar a la seriedad en el análisis”.
Nuevamente, Arturo Cruz falta a la lógica elemental y, además, miente. Para Cruz no existe la posibilidad que el indeciso permanezca indeciso. Y miente porque no hay estudio posible que niegue tal posibilidad. Habría que analizar, más bien, cada fenómeno de abstención. Más grave aún, Cruz niega la posibilidad que la mayoría de la población se abstenga (como en 2016) porque ha decidido no votar visto que tal elección es percibida como una farsa.
Para la toma de decisiones es necesario hacer pronósticos con modelos matemáticos
En todas partes del mundo se hacen análisis serios juzgando a priori el comportamiento electoral, y con base a ello se intenta incidir en tal comportamiento. Cuando están claras todas las variables –como sugiere Cruz- el momento del pronóstico, como herramienta de toma de decisiones, ya pasó. Lo que compete no es decir que no se juzgue a priori, como tontamente pretende Cruz, sino discutir sobre el recurso científico que se usa para hacer previsiones matemáticas. Cruz desconoce los algoritmos y los modelos computacionales para predecir comportamientos bajo incertidumbre (cuando no es posible conocer determinísticamente todas las variables).
Cruz hace demagogia obscena sobre subestimar la inteligencia de la gente, que nada tiene que ver con el tema de hacer previsiones metodológicas.
<<En nuestro caso concreto, es absurdo hablar de electorado, porque la población mayoritaria que lucha contra Ortega no es electorado, es ciudadanía.>>
El ciudadano es una categoría más acertada políticamente que hablar de electorado
Sigue Cruz:
“Dos. En todas las elecciones, el electorado no solamente evalúa la gestión del gobierno saliente en retrospectiva, sino también construye escenarios a futuro, de qué es lo que puede suceder con un nuevo gobierno. Se pregunta el tipo de régimen que puede resultar de esa elección. La gente quiere escuchar propuestas, soluciones a sus demandas urgentes, ver el desempeño de sus candidatos en los debates, en las encuestas”.
Cruz tiene una pobre visión de la realidad, y transmite esa visión paupérrima. “En todas las elecciones…”, comienza Cruz, acostumbrado a mentir con poses de conocedor la totalidad compleja. Es difícil encontrar algo que ocurra en todas las elecciones. Además, no interesa. Lo que interesa es concreto, de cada realidad.
En nuestro caso concreto, es absurdo hablar de electorado, porque la población mayoritaria que lucha contra Ortega no es electorado, es ciudadanía. Por supuesto, aquí nadie evalúa la gestión de Ortega, tampoco se evalúa la masacre. Simplemente se condena por instinto humano. En este caso, el inconsciente colectivo se rebela frente a un crimen masivo contra la humanidad. La lucha por la libertad no es un ejercicio de evaluación de la gestión dictatorial. Tampoco es cierto que el gobierno sea saliente si intenta, por todos los medios, atornillarse en el poder. Cruz habla de otra realidad.
Ningún ciudadano en sus cabales lucubra sobre lo que pueda suceder con un nuevo gobierno –cuyas condiciones nadie puede prefigurar, ya que no se sabe cómo ni cuándo caerá Ortega-, mientras exista como problema inmediato una lucha en condiciones terribles de represión y de incertidumbre. Cruz habla pamplinas, cuando la construcción de un nuevo gobierno está en la cola de un venado. Los trabajadores y la mayoría de la población están hechos a enfrentar los problemas, no ha lucubrar. Obviamente, Cruz lucubra, como candidato, cómo sería de gobernante, pero, es una lucubración íntima, solitaria.
Nadie se pregunta sobre el tipo de régimen que puede resultar de esta elección fraudulenta, dado que el resultado del fraude es muy probable que favorezca a Ortega. La pregunta lógica, en este caso, sería cómo derrotar el fraude. La gente no tiene candidatos, por lo tanto, no tiene interés ni cree en ellos.
Sigue Cruz:
“Tres. ¿Acaso los candidatos no debemos hacer méritos para poder aparecer en una encuesta? Debemos poner a prueba nuestra trayectoria, nuestras capacidades y nuestras propuestas, para que sea el pueblo el que juzgue después de haber visto nuestro desempeño”.
No tiene importancia los méritos de los candidatos, o lo que pongan a prueba, o que pretendan que el pueblo juzgue su desempeño. Lo importante es la lucha del pueblo para derrotar a Ortega. El juicio sobre los candidatos, más bien, es de rechazo.
Los candidatos pueden, también, favorecer el desastre
Sigue Cruz:
“Cuatro. En ese momento (en las elecciones del 2006), lo que ocurrió fue la división del voto tradicional, léase el voto liberal. En esa elección, la abstención fue de un 40 por ciento aproximadamente. Hay un voto liberal escondido todavía en ese 62 por ciento independiente”.
Lo que ocurrió entonces es que la necedad de los candidatos dividió la votación de la población antiorteguista e indujo a la abstención. Actualmente, el comportamiento de la oposición electorera es semejante –o más necio- que el de los candidatos de 2006. En ese 62 % no hay voto escondido, lo que hay es una lucha latente, no es un sector independiente, es un sector antiorteguista que, después de abril rechaza, también, la política tradicional electorera.
Voto útil versus lucha contra el fraude institucionalizado
Sigue Cruz:
“Cinco. El electorado opositor, todas las veces que Ortega perdió las elecciones, supo ubicar la mejor opción, y el voto útil demuestra que a veces los candidatos son más decisivos. Es decir, sin abstención, es posible ganar, y de manera abrumadora.
Otra vez. Cruz demuestra que no es capaz de un pensamiento lógico. El sentimiento antiorteguista estaba tan extendido luego de 1990 que Ortega estaba destinado a perder siempre, sin que importara mucho el candidato contrario. Prevalecía el antiorteguismo. El número de candidatos en esas contiendas no tenían nada a su favor (como en el proceso actual). Al pueblo le resultaba fácil detectar al candidato con más recursos para enfrentar a Ortega (no al mejor). Pero, lo decisivo, entonces (que Cruz pasa por alto), es que Ortega, antes de 2007, no ejercía control total sobre las instituciones (incluido el parlamento y el CSE).
Es irracional concluir –como hace Cruz- que Ortega pueda perder ahora como entonces, cuando ahora lo controla todo para violentar de mil maneras la voluntad ciudadana. Cualquier analista serio buscaría, lógicamente, una situación semejante en que Ortega haya perdido a pesar de hacer el fraude más desvergonzado de la historia, para concluir válidamente que ello se pueda repetir en estas condiciones. Cruz, obviamente, no sabe razonar. Compara realidades distintas sin percatarse de la diferencia esencial.
Desde otro ángulo metodológico, decir que es posible ganar sin abstención es tonto porque en la vida real no se acomodan los parámetros decisivos, que no dependen de nuestra voluntad, como si pudieran ocurrir hipotéticamente. Las posibilidades de ganar dependen (entre otras muchas eventualidades) de la posibilidad que no haya abstención. Lo que hace un analista serio, entonces, es valorar qué posibilidades hay que no haya abstención en la situación concreta, de fraude y de rechazo (de parte del 62 % de la población) a la oposición tradicional electorera. Y luego valora las otras eventualidades necesarias para que haya la posibilidad de ganar. Cruz carece de método analítico.
Hay que luchar contra la estrategia de Ortega, no contra uno de sus efectos
Sigue Cruz:
“Seis. La apuesta de ellos (de los orteguistas) es que al menos un 50 por ciento de los opositores no salgan a votar, para que con su minoría organizada puedan retener la mayoría parlamentaria que hoy ostentan. El juego estratégico de la pareja imperial, es promover la abstención, la desesperanza”.
La estrategia fraudulenta de Ortega apunta al robo, se dispone a ganar por vía de la abstención, o por vía de la anulación de votos a discreción, o por el ratón loco, o por la reversión del conteo de votos en las instancias apropiadas, o por la votación repetida de sus seguidores con múltiples cédulas, o por el voto masivo de los muertos, o por las urnas previamente preñadas, etc. Cruz se limita, de muy mala fe, a señalar únicamente la abstención como juego estratégico de Ortega.
¿Las elecciones amañadas son la única alternativa para salir de Ortega?
Escribe Cruz:
“La mayoría de los nicaragüenses están deseosos de votar y ven en las próximas elecciones la única salida pacífica a la crisis sociopolítica y económica. Aquí, la única disputa en la que todos debemos asumir nuestro lugar histórico, es en esa donde debemos decidir si queremos seguir siendo rehenes del pasado, de la penumbra, o realmente queremos aferrarnos al futuro, a la democracia”.
Cruz miente. Afirma lo que desea como realidad. Los ciudadanos no ven en las próximas elecciones amañadas, fraudulentas, sin libertad de movilización, bajo represión y amenaza, la única salida del orteguismo. La salida de la crisis sociopolítica y económica es otra realidad una vez superada, no se sabe cómo, la crisis actual de gobernabilidad del país. La disputa actual es sobre cómo enfrentar el fraude y derrotar a Ortega, no sobre si se quiere ser rehenes o aferrarse al futuro. Cruz hace demagogia barata.
¿Cómo se aferra alguien al futuro? ¿Habrá una teoría más avanzada de la Física moderna para aferrarse al futuro en el presente? Lo único que existe es el ahora. El tiempo es una percepción del movimiento. La realidad se construye en la incertidumbre de las luchas en la actualidad. El futuro, dice Cruz, es la democracia. Por el momento, nuestra realidad pone a la orden del día la formación de partidos de masas combativos, con definición ideológica sobre la transformación de la sociedad.
Cruz se aleja abiertamente de la ciencia
Dice Cruz, con demagogia pueril:
“La fe, es la única que mueve montañas. El reto es seguir construyendo vasos comunicantes con el pueblo. ¡Tengan confianza, que no les vamos a fallar!”.
Cruz, enemigo de la lógica y de la ciencia, recurre a la creencia sin pruebas, al opio ideológico, al envejecimiento que lleva al fanatismo. El pueblo –para Cruz- no tiene otra tarea que confiar, tener fe en estos candidatos, fe en que Cruz resolverá los problemas del país. Basta votar por él.
¿Estamos para ganar?
Concluye irracionalmente Cruz:
“Si estamos en esta contienda electoral es para ganar y de manera abrumadora. nuestra lucha verdadera es contra el régimen, pero también contra los abstencionistas claudicantes, los que promueven el derrotismo, los que ya se rindieron sin haber entrado a la fase más dura de la batalla”.
Es la última falta de lógica en este escrito de Cruz. Nadie gana una contienda electoral por haber entrado en ella. Lo lógico es que Cruz diga por qué puede ganar la contienda, qué bases tiene. Es decir, ¿cuál es la probabilidad de que gane la contienda y en qué soporta esos cálculos considerando el fraude orteguista?
Decir que va a ganar de manera abrumadora es un disparate puramente subjetivo en vista que desconoce aún si habrá abstención y de qué magnitud.
¿En qué sentido Cruz lucha contra el régimen, al que ni siquiera califica como dictadura? Nunca antes ha luchado jamás contra Ortega. Al contrario. ¿Lucha contra los abstencionistas? ¿Por qué, si acaba de afirmar que ganará de forma abrumadora? La lucha no sería contra los abstencionistas, sino, contra la desconfianza que tiene ahora el pueblo justamente contra los demagogos. Y esa lucha Cruz la tiene perdida porque a medida que habla hace crecer la desconfianza inicial.