La encrucijada de la UNAB
Convertirnos en la nueva alternativa política o ser el furgón de cola del gran capital
Revista Abril publica el presente documento, que circula de forma anónima y cuyo contenido ha trascendido los círculos de la Unidad Nacional Azul y Blanco, en donde parece haberse originado. Según parece está, o estará, sometido a discusión entre sus miembros, aunque parece representar la posición de un sector de esa organización. Lo damos a conocer aquí por la importancia y el interés general que evidentemente tienen los temas que aborda.
El presente documento tiene el objetivo de aportar elementos de análisis para discutir y reorientar la estrategia de la UNAB en la coyuntura política inmediata.
I.-
Todos nos preguntamos por qué la dictadura Ortega-Murillo se sostiene en el poder, a pesar de las enormes movilizaciones del año 2018. Para comprender la situación en que nos encontramos, debemos repasar rápidamente los acontecimientos del año 2018 y 2019.
El estallido social de abril del 2018 y la insurrección cívica, a pesar de la masacre estudiantil, pusieron de rodillas a la dictadura Ortega-Murillo, pero esta logró distraer al movimiento popular convocando al Diálogo Nacional el 16 de Mayo del 2018. Durante un mes, hasta el 16 de junio del 2018, se creó la ilusión que la pareja presidencial abdicarían pacíficamente, y que abandonarían el poder.
La dictadura Ortega-Murillo utilizó ese precioso tiempo para reorganizar sus fuerzas y armar al ejercito paramilitar, en vista que la Policía Nacional por sí sola no podía contener la insurrección. Al día siguiente de la ruptura del Dialogo Nacional, se inicio la ofensiva militar contra los tranques. Esta ofensiva duro dos meses, y terminó oficialmente cuando Daniel Ortega celebró el 19 de julio el triunfo militar sobre los tranques.
En este periodo crucial, el COSEP y AMCHAM convocaron a dos paros nacionales simbólicos: el primero el 14 de junio y el segundo el 13 de julio. Estos paros nacionales fueron convocados por la presión popular que demandaba acciones contundentes contra la dictadura. Fueron forzados a convocarlos para no perder influencia política en las futuras negociaciones, desarrollando toda una propaganda e ideologías de que los paros nacionales no botarían a la dictadura, que era más el daño que el beneficio.
La dictadura supo aprovechar a fondo esta parálisis. Si en el periodo abril-mayojunio se hubiese convocado a un paro nacional indefinido, la situación hubiera evolucionado de forma diferente. La dictadura se atrevió a lanzar la ofensiva de los paramilitares, porque contaba con el silencio cómplice del gran capital, y también de una buena parte de la comunidad internacional que, aunque condenaba las masacres, no hizo ninguna acción que permitiese contener la actividad criminal de los paramilitares.
A partir de agosto, ya la situación era diferente. La dictadura había logrado alterar la correlación de fuerzas. Ya no estaba a la defensiva, sino a la ofensiva, persiguiendo a los dirigentes estudiantiles y populares que participaron en la insurrección cívica.
II.-
En el periodo abril-junio del 2018 hubo un despertar espontaneo de la ciudadanía. Este factor fue progresivo porque surgieron nuevos liderazgos locales, pero este mare magnum espontaneo también encerraba una debilidad enorme: luchamos de manera espontánea y desorganizada contra un aparato represivo muy centralizado.
A pesar de la inmensidad de la protesta popular, el espontaneísmo fue, a la larga, un factor de debilidad nuestra, que fue aprovechado hábilmente por la dictadura. No se logró conformar en la marcha de los acontecimientos un liderazgo político reconocido que se postulara como una alternativa de poder. La única organización que apareció como alternativa, era la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) pero en el fondo no pretendía convertirse en una alternativa de poder, sino en una entidad que negociaría la abdicación pacifica del matrimonio presidencial.
En las calles la gente demandó la renuncia del gobierno Ortega-Murillo, pero nunca se formó el gobierno alternativo, a pesar que en ese periodo surgieron gobiernos locales en varios lugares. El gran capital nunca quiso disputar el poder y democratizar al país, simplemente querían negociar las condiciones para elecciones adelantadas, aunque estas dos consignas (renuncia ya y elecciones adelantadas) fueron progresivamente abandonadas, después de agosto del 2018.
El 13 de septiembre del 2018 fue convocado el tercer paro nacional por los empresarios, como un mecanismo de presión para que la dictadura abriera nuevamente las negociaciones, pero el objetivo fracasó.
III.-
La Unidad Nacional “Azul y Blanco” (UNAB) se constituyó el 4 de octubre del 2018, como una alianza defensiva ante la brutal represión de la dictadura. El contexto de ascenso popular de los meses abril-junio del 2018 había quedado atrás. Existió una profunda necesidad de que los diferentes grupos tuviésemos una misma línea de acción.
El gran problema es que la UNAB se constituyó cuando la ola revolucionaria venia en descenso, y cuando ya había cambiado la correlación de fuerzas y la dictadura había pasado a la ofensiva.
El “Manifiesto de la Unidad Nacional Azul y Blanco” definió que el objetivo de la UNAB era “(…) construir una Nicaragua con democracia, libertad, justicia, institucionalidad y respeto a los derechos humanos. Para alcanzarlo, es indispensable la pronta salida del poder de los Ortega-Murillo por vías democráticas”.
No hubo claridad en ese momento, que se abrían una situación de retroceso del movimiento democrático. Esta incomprensión quedó reflejada en el contenido del Manifiesto, cuando afirmamos lo siguiente:
“demandas urgentes: 1.- Un diálogo nacional para acordar los términos y condiciones de la transición democrática. Respaldamos a los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua como mediadores y testigos; y a la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia como representante de la sociedad nicaragüense en dicha negociación (…)”
Demandamos la libertad de los presos políticos, la restauración de los derechos constitucionales, y otras demandas democráticas, al mismo tiempo que insistimos en la consigna de elecciones anticipadas:
3.- Elecciones anticipadas de carácter municipal, regional y nacional, a corto plazo, con un Poder Electoral restructurado y observación nacional e internacional que garanticen comicios inclusivos, plurales, transparentes y competitivos. Deberán hacerse los cambios legales e institucionales que aseguren este propósito y permitan amplia participación de partidos políticos y alianzas electorales con su propia identidad.
La posibilidad de convocar a elecciones anticipadas se tornaba cada vez mas complicado, por el cambio en la correlación de fuerzas a favor de la dictadura. El planteamiento de las alianzas electorales fue planteado de manera general. Estábamos entrando a una fase de retroceso de la lucha, que nos planteaba nuevos desafíos políticos y en el plano organizativo. El Manifiesto no tocó estos problemas, dejándonos desarmados ante la realidad adversa.
IV.-
La dictadura coronó su triunfo militar con la prohibición absoluta de la movilización popular a finales del 2018, situación que se extendió durante el 2019, hasta la actualidad.
La agudización de la crisis en Venezuela a inicios del 2019 fue el factor internacional que forzó a la dictadura Ortega-Murillo a iniciar una nueva fase de negociaciones políticas. A nivel interno, después del aplastamiento militar de los tranques, el gran capital fue más recatado en sus posiciones, e intensificaron sus negociaciones secretas con la dictadura.
El resultado fue la instalación del segundo Dialogo Nacional que, a pesar de las buenas intenciones, no produjo los resultados esperados. Los dos acuerdos firmados en abril del 2019, nunca fueron cumplidos. El segundo Dialogo Nacional fue un fracaso para la oposición que sueña con una salida negociada.
Indudablemente, que el fracaso de las negociaciones del segundo Dialogo Nacional se debió a que, a diferencia de mayo del 2018, en esta ocasión no hubo la suficiente presión social en las calles. Aquí entramos a un círculo vicioso, que no hemos podido romper. No hemos podido derrotar el estado de sitio de facto que impide las movilizaciones, y a su vez sin presión social no hay forma de doblegar a la dictadura.
Fue la incansable movilización nacional e internacional, y la protesta de presos políticos que terminó con el asesinato de Eddy Montes Praslin, la que permitió excarcelar a la mayoría de los presos políticos, con el nivel de asedio y persecución que todavía se mantiene. No obstante, a pesar de esta victoria parcial, más de 150 hermanos y hermanas todavía permanecen injustamente prisioneros en calidad de rehenes de la dictadura. En este contexto fue convocado el cuarto paro nacional, pero esta vez los empresarios se dividieron y el gran capital y los bancos no acataron la convocatoria. Se produjo un fenómeno novedoso: el paro nacional fue sostenido por la ciudadanía, que se negó a salir a las calles, lo que evidencio un gran cambio en la mentalidad política que lamentablemente no fue aprovechado por la UNAB
En este último año, la UNAB intentó en más de 11 ocasiones recuperar las calles para el pueblo, pero la represión de la dictadura lo ha impedido. Esta insistencia nos ha permitido obtener un lugar privilegiado en el corazón del pueblo, al grado que algunas encuestas nos otorgan un alto grado de reconocimiento político por parte de la población.
En el año 2019 la dictadura utilizó la vieja estratagema de ganar tiempo, pero al prolongar su agonía, tiene el objetivo perverso de desmoralizar a la resistencia ciudadana. Los piquetes, plantones, lanzamiento de globos y paros de consumo, no solo se han debilitado en el tiempo, sino que, hasta cierto punto, no han tenido los resultados esperados.
¿Si hay tanto descontento social, porque no se traduce en movilización? Ya hemos señalado que el estallido social de 2018 fue espontaneo, y que una de las grandes debilidades ha sido la falta de una fuerte organización. LA UNAB esta conformada por la convergencia de varios grupos con tradiciones y funcionamiento diferentes.
Centralizar la actividad política ante tanta heterogeneidad es un enorme desafío, que no se ha logrado. Incluso, a veces existe hasta un rechazo inconsciente a las actividades planificadas. Este problema continúa manifestándose de manera intensa. Todavía prevalece el espontaneísmo en muchas decisiones y acciones.
Al insistir que las elecciones serán hasta el 2021, la dictadura pretende cohesionar su base social, al mismo tiempo que atomiza la resistencia ciudadana. Este fenómeno tiene un efecto político desmoralizante en la ciudadanía y al interior de la UNAB. La dictadura Ortega-Murillo ha tenido la estrategia de prolongar el conflicto para cansar al pueblo, para que termine aceptando cualquier salida como un mal menor. En este punto se complementan las acciones de la dictadura con las omisiones del gran capital.
V.-
La elección del primer Consejo Político (CP) reflejó la confluencia de grupos y sectores, que sentían la necesidad de defenderse unidos ante el embate de la represión, aunque no se tenía claridad sobre la prolongación de la agonía de la dictadura, y las tareas que se derivaban del cambio de la correlación de fuerzas
La organización interna de la UNAB, igual que el CP, por el momento está basada en sectores: político, sociedad civil, estudiantil, costa caribe, movilización, etc. La organización por sectores garantiza la representatividad y la pluralidad, pero no garantiza la eficacia de la centralización, ni el trabajo territorial que es esencial en cualquier lucha electoral.
Actualmente existe una discusión sobre la necesidad de iniciar una transición de la organización basada en sectores sociales, a una organización basada en los territorios. La necesidad de adquirir una nueva forma organizativa deviene de los desafíos que nos plantea la actual situación política. Lo político y lo organizativo están ligados íntimamente, uno está relacionado con el otro, y viceversa.
Un aspecto, poco discutido, que incide sobre el escaso desarrollo de la UNAB es el predominio de la concepción de hacer política con la visión de ONG. Todas las actividades políticas se planifican con base a presupuesto aportados por donantes. Si bien es cierto, los recursos económicos son necesarios para hacer política a gran escala, también es necesario apoyarse en la población en resistencia, para crear un tejido social alrededor de la UNAB. La concepción de hacer política con base a un aparato y recursos financieros aportados por donantes, liquida la independencia política que debe tener la UNAB en la presente coyuntura
VI.-
Hay un aspecto, que ha sido motivo de comentarios internos, pero que no ha sido abordado a plenitud: la relación de la ACJD con la UNAB. Formalmente la ACJD es parte de la UNAB, pero aquella siempre se ha manejado con total independencia. La ACJD participa en la UNAB, pero la UNAB no participa en las decisiones de la ACJD. Es una relación desigual, que ha tenido efectos en el desarrollo de la UNAB.
La ACJD fue creada inicialmente por la Iglesia Católica para garantizar un interlocutor de la oposición en del primer Dialogo Nacional. Al inicio, en la ACJD participaron organizaciones empresariales, campesinas, estudiantiles y de la sociedad civil, pero ante el fracaso del primer Dialogo Nacional y en la medida que la insurrección cívica fue aplastada militarmente la ACJD quedó bajo control del gran capital.
La ACJD ha tenido una trayectoria llena de sobresaltos. Cuando fracasó la negociación durante el primer Dialogo Nacional entró en crisis. En ese momento aceptó formar parte de la UNAB, pero reservándose la representación en cualquier futura negociación. Cuando se instaló el segundo Dialogo Nacional en marzo del 2019, los sectores sociales fueron reducidos, quedando bajo absoluto control del COSEP y AMCHAM. El fracaso del segundo Dialogo Nacional volvió a introducir elementos de crisis en la ACJD. En dos ocasiones fracasó el intento de lograr una salida negociada hacia un proceso electoral.
Las tensiones entre la ACJD y la UNAB han sido casi constantes. Un intento de superar estas contradicciones fue la creación del grupo “7 más 7”, pero en este caso fue peor la medicina que la enfermedad. El resultado de la creación del grupo “7 más 7” fue que el CP se debilitó aún más, ya que en el fondo las principales decisiones se tomaban en el grupo “7 más 7” que se ha convertido en una comisión paritaria entre la UNAB y la ACJD, donde cada grupo tenía capacidad de veto sobre el otro.
A pesar de la buena fe demostrada y de las intenciones de trabajar de manera coordinada, en realidad la ACJD siempre ha roto los acuerdos unitarios, porque desarrolla una agenda propia. La ACJD representa los intereses particulares del gran capital, quienes hasta abril del 2018 mantuvieron una política de diálogos y consensos con la dictadura, y que presionados por las circunstancias tuvieron que pasarse a la oposición. Estos grupos trabajan afanosamente, no por desmantelar a la dictadura y su aparato represivo, sino por una salida electoral que les garantice el control de la situación. Por esta razón negocian de manera secreta y permanente con la dictadura. En cambio, la UNAB representa más las aspiraciones democráticas de la clase media y sectores populares, de los sectores auto convocados, que han sido oprimidos y reprimidos por la dictadura.
VII.-
Un hecho importante en la presente coyuntura, es que Arturo Cruz, el gran consejero del gran capital, en una charla ante los empresarios de AMCHAM, claramente indicó que deben preservarse los logros económicos de la dictadura, y que la opción electoral debe ser la casilla del partido Ciudadanos por la Libertad (CXL)
Cada vez es más claro, que la línea estratégica del gran capital es no estropear las políticas económicas de la dictadura, y que hay que preparase para un cambio pacífico con las elecciones del año 2021. En pocas, palabras se han inclinado por la reforma, se oponen en los hechos al desmantelamiento de la dictadura y su aparato represivo. Sin perder el tiempo, la ACJD ya inició pláticas con los partidos tradicionales (PLC, CxL y PC) en la perspectiva de formar la “gran coalición”.
La UNAB es una expresión política, distorsionada, debilitada, de la insurrección de abril y de la lucha de los tranques. Con todas las debilidades señaladas, la UNAB es un factor político, probablemente de mayor peso que la ACJD. Aunque esta tenga contactos internacionales, reconocimiento político y diplomático, sigue siendo el proyecto del gran capital, y así lo percibe la ciudadanía. En cambio, la UNAB, con todas las debilidades que hemos señalado (fata de una fuera organización, sin recursos económicos, etc.), según las últimas encuestas, goza del 44% de simpatías de la ciudadanía, convirtiéndola en una verdadera opción política.
El forcejeo que ha existido entre la ACJD y la UNAB se debe precisamente a que representan proyectos políticos diferentes. Se produjo cierta unidad en la acción en los momentos de las movilizaciones, pero cuando estas finalizaron, la ACJD lentamente se ha apartado del camino de la insurrección de abril del 2018. En la medida en que la cuenta recesiva nos conduce a posibles elecciones, comienza una lucha intensa entre esos dos proyectos.
Existe una relación dialéctica entre la desmovilización, producto de la represión, y el planteamiento de insistir en una salida pacífica, electoral, que reforme gradualmente a la dictadura. La desmovilización y la salida electoral son las dos caras de una misma moneda. El aplastamiento militar de la insurrección cívica ha impuesto la salida electoral, conforme los plazos establecidos por la dictadura.
La estrategia de la ACJD de crear una “gran coalición” electoral es con el objetivo de recoger de manera oportunista los frutos de la insurrección de abril. En el momento decisivo, el gran capital colaboró por omisión con la dictadura. Se negaron a convocar el paro nacional indefinido, a pesar que la dictadura les impuso el castigo de la reforma tributaria, continuaron pagando puntualmente los impuestos, se negaron a formar parte de la desobediencia civil y desobediencia tributaria. En cierto sentido, esta colaboración por omisión ha contribuido a acrecentar una correlación de fuerzas favorable para la dictadura, poniendo a la ciudadanía entre la espada y la pared.
La relativa estabilización de la crisis económica, según los datos aportaos recientemente por el Fondo Monetario Internacional (FMI), no pueden ser explicados sin tomar en cuenta esas negociaciones secretas entre la dictadura y el gran capital
Desde puntos de vista e intereses diferentes, se ha producido una confluencia entre el gran capital y la dictadura: mantener la estabilidad macro económica y convocar a elecciones hasta el 2021. Mientras esto ocurre, hay desesperación entre las masas populares, que son quienes soportan el peso de la crisis económica, el desempleo y los efectos de la reforma tributaria.
La ACJD ha difundido una ideología en el sentido que la unidad es necesaria para vencer a la dictadura. Esto es cierto, hasta cierto punto. Sin embargo, la dictadura, después de las masacres cometidas, pasa por su peor momento a nivel de popularidad.
La ACJD ha desarrollado una idea central: si no hay unidad, no podemos derrotar a la dictadura. Esta es una formulación mañosa. La ACJD aspira a reproducir un resultado similar a las elecciones de 1990, las cuales se produjeron en un contexto totalmente diferente (guerra civil, hiperinflación, etc), por ello plantea un esquema de unidad electoral similar, a pesar que las condiciones son totalmente diferentes. Pero, en el fondo, lo que quiere la ACJD como proyecto político del gran capital, es controlar cualquier coalición con el objetivo de aprovecharse del inmenso descontento popular que inevitablemente se trasladará al plano electoral.
Quizá ahora se pueda comprender mejor el boicot solapado, encubierto, al interior de la UNAB, que ha impedido convertirla en el polo aglutinante de la oposición. Ha existido una estrategia fría, bien planificada, de impedir que la UNAB agrupe al conjunto de la oposición, que tenga sus propias estructuras territoriales y que desarrolle el musculo necesario para cumplir esa tarea.
Hemos llegado a una encrucijada: o la UNAB se convierte en la nueva alternativa política, agrupando al conjunto de la oposición, con base al programa de los 20 puntos, o seremos furgón de cola de la ACJD que ha decidido lanzar su gran coalición con los partidos zancudos y colaboracionistas, convirtiéndola en el proyecto político del gran capital.
El fin de esta estrategia siniestra es que la UNAB se convierta en el broche azul y blanco de esa gran coalición, que responderá a los intereses del gran capital.
VIII.-
Con base al anterior análisis, proponemos discutir las siguientes propuestas:
1.- Actualizar el Manifiesto de creación de la UNAB, tomando en cuenta los elementos de análisis aportados en el presente documento.
2.- Convertir a la UNAB en una nueva alternativa política, independiente de la ACJD, para crear el gran polo que aglutine a los diferentes sectores sociales para dar la batalla electoral, sea en elecciones anticipadas o en el año 2021.
3. Para cumplir lo anterior, se requiere iniciar la transición hacia el trabajo territorial, creando estructuras departamentales, municipales, distritales y barriales. Las diversas organizaciones de la UNAB deben agruparse por territorios, crear una asamblea que conforme las estructuras provisionales, mientras se desarrolla la afiliación y las estructuras barriales en cada territorio.
Sin este trabajo territorial, ante la proximidad de una batalla electoral, la UNAB quedaría prisionera de las estructuras de los partidos tradicionales, que son los únicos que tienen un tipo de estructura electoral.
4.- Los miembros del nuevo CP deben ser electos con base a la identificación de convertir a la UNAB en un proyecto político independiente.
5. Convocar a nuevos sectores sociales para que apoyen la propuesta unificada de reformas electorales, cuyo contenido en su mayor parte es la propuesta original de la UNAB. Las necesarias alianzas deben realizarse desde la UNAB.
6.- Ante la inminente maniobra de la dictadura de crear un régimen parlamentario, donde lo mas importante son las diputaciones que nombran al gobierno, la UNAB debe discutir convertirse en un bloque electoral, sea conquista su propia personalidad jurídica u obteniendo su propia casilla, o ya sea utilizando cualquier casilla que no imponga condiciones a la UNAB y al Programa de los 20 puntos.
7. Habiendo definida su independencia política, la UNAB debe iniciar los contactos con la comunidad internacional, para exponer los objetivos de su proyecto político, y obtener los apoyos que se requieren para librar exitosamente la batalla electoral.
Managua, uno de diciembre del 2019