La trampa fue tendida por ellos — pero la culpa es de otros
Néstor Cedeño
Néstor Cedeño es autor de Entre rebelión y dictadura y Entre lucha y esperanza,
dos obras de relatos, poemas y escritos sobre la rebelión cívica de 2018 en Nicaragua.
Parece mentira, pero de la misma forma que hay quienes aún—a estas alturas de nuestra historia—creen en y alaban a Anastasio Somoza como si fuese un gran hombre y presidente, y el somocismo como lo único bueno que ha tenido Nicaragua, también hay quienes siempre van a decir que el señor Ortega—y de igual forma el sandinismo—ha sido y siempre será lo mejorcito que ha pasado en la nación.
En cuanto a los pro-somocistas yo no puedo hablar mucho—no tengo la edad ni tampoco estoy de acuerdo con esa posición. Lo que sí diré es que dictadura es dictadura y por muy buena cosa que dicen algunos que fue Tacho, el señor era un dictador, tanto criminal como tramposo, y la culpa de los males del país nunca caía sobre él, sino sobre los que atentaban en contra la supuesta “paz” que según él existía en ese entonces.
¿Al nivel del dictador actual? Estamos claro que no, ¿verdad?
Concentrémonos en lo tramposo, porque todos sabemos lo que el actual Dictador y sus secuaces le han hecho a Nicaragua a través de los años en cuanto a la cantidad de crímenes atroces que se han cometido, tanto durante la guerra como después cuando “gobernaba desde abajo”, y ahora durante su lastimoso retorno sin un fin a la vista. Pero no quiero hablar específicamente de un señor que con costo sale de su casa pirateada en El Carmen, sino de sus simpatizantes que, sin ellos, el FSLN ni mucho menos su líder pudiesen seguir en el poder, tanto por las armas como por el voto.
LA TRAMPA
Aunque los simpatizantes del régimen dicen que no necesitan hacer trampa para ganar las elecciones del 7 de noviembre porque tienen un apoyo mayoritario y descomunal, jamás antes visto en Nicaragua (solo hay que ver las encuestas realizadas por la “prestigiosa” M&R para saberlo), a pesar de eso… si lo harán. El régimen dependerá de esa táctica para poder manipular los votos y el conteo final en una contienda electoral que está inclinada a su favor, no solo en cada junta receptora sino también a través del Consejo Supremo Electoral. No lo digo por decir, hay artículos escritos y denuncias públicas sobre los fraudes del pasado. Además, todos sabemos que la estafa electoral viene—o, mejor dicho, tiene rato de estar en marcha—y que será tan transparente como el agua del Trapiche. Y a pesar de que se habla de una abstención al nivel de paro nacional o de ir a ejercer el derecho constitucional para así entregar un voto nulo, enviando un fuerte mensaje de rechazo, el dictador actual buscará ganar por una cantidad abrumadora para verse legitimo a pesar de que desde ya, a un mes de una contienda que más bien parece circo, la comunidad internacional—excepto los amigos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Rusia y ese otro país que nadie reconoce—lo está tildando de ilegitimo y carente de humanidad alguna, debido a todas las locuras e ilegalidades que han estado pasando últimamente. Claro, la cara del dictador frente a las cámaras jamás va a demostrar algo que no sea una de “me vale” pero, un presidente sin legitimidad ¿de qué sirve?
Pero aparte de los sentimientos del dictador me pregunto: ¿Qué pensarán aquellos sandinistas que les tocará trabajar en los centros de votación y que serán responsables de manipular el conteo a favor del Frente? Estoy hablando de “Juan Pueblo” y no de algún mediático que jamás ensuciará sus manos con carbón de lápiz a la hora de tachar los números. En las redes, los sandinistas son fuertes para hablar, poner emoji de “me divierte” y sus creencias son inquebrantables—no hay manera de cambiar la posición que siempre han tenido gracias a esa decepcionante “mística revolucionaria” y a las palabras convincentes del dictador y su compañera. Pero ¿son tan carentes de moral y ética que no tienen problema alguno con cometer un fraude electoral?
Antes de que empiecen a responderme a través de su pantalla, la respuesta es obvia porque estamos claros que todo lo hacen a lo descarado, pero ¿tan así… y con una cara sonriente? Desafortunadamente sí, y no les va a temblar la mano al borrar y añadir unos cuantos numeritos, mucho menos para celebrar después al canto de “Mi Komandante Zekeda” aun sabiendo que los verdaderos resultados son lejos de la realidad presentada. No existe vergüenza al caminar por las calles, sabiendo que la mayoría del pueblo está al tanto de lo que han hecho y que obedecen ciegamente—sin cuestionar ni criticar. Eso no es ser un “sandinista disciplinado”, sino un títere, cumpliendo órdenes al ser manipulado por su titiritero.
Ahora, hay que reconocer que esos militantes que mueren “con las botas puestas”—los que son capaces de hacer el trabajo sucio de asediar, matar, ser troles en las redes sociales o cumplir mandatos que vienen desde arriba—no necesariamente son todos los sandinistas. También existen muchos que—por razones que aun no comprendo—sencillamente piensan que solo su comandante y no otro presidente los puede sacar de la pobreza eterna que se vive a pesar de que Nicaragua nunca pasó de ser el segundo país más pobre del hemisferio durante todo este tiempo que el Frente ha estado en el poder. De igual manera, algunos de ellos dicen cosas como que “no importa si él roba, con tal que le dé algo a los viejitos” (eso me lo dijo alguien una vez, no miento). Son esos sandinistas los que saben que las cosas están mal y que su comandante ha cometido atrocidades para mantenerse en el poder, pero no hacen ni dicen algo al respecto, quizás por miedo. Considero que estas personas no podrían estar contentos con la forma en que el proceso se ha llevado a cabo, ¿verdad?
¿Cuánto orgullo podrán sentir al saber que su comandante no será elegido por las buenas? No me atrevo a preguntarle esto a los fieles sandinistas que conozco y que aún me dirigen la palabra. A pesar de que me encantaría saber que piensan al respecto, creo que me responderían con algo parecido a: “¡Todo bien! Tenemos al Comandante y la Compañera por 5 años más. Serán 5 años de paz y progreso… bla, bla, bla”. Pero ¿acaso ellos se tragan ese cuento, sabiendo que podrían venir tiempos más difíciles? De nuevo, la respuesta—por ahora quizás—es sí, ya que esas dificultades no serían culpa de ellos, sino de otros. Bertrand Russell dijo: “El principal problema de este mundo es que los tontos y los fanáticos siempre están seguros de ellos mismos, mientras que la gente inteligente anda llena de dudas”. El problema para los sandinistas inteligentes es que no buscan como solucionar esas dudas.
LA CULPA
Muchos aceptarían lo que sea por solo ver ganar al Frente y desde El Carmen lo saben. Existen muchos empleos e ingresos de por medio. Hay pobres (tanto de bolsillo como de mente) que dependen demasiado de lo que el régimen les da. Otros temen repercusiones por sus acciones durante la rebelión de abril. Los “carmenterianos”—como dice el comediante Locuín—están listos para seguir poniendo en práctica, no solo las estrategias del robo electoral, sino además de la manipulación, estudiada por el filósofo y científico Noam Chomsky. Por ejemplo, en Nicaragua, es sumamente fácil distraer para evitar que la población vea lo que realmente está pasando. Solo basta con crear un problemita más en la sociedad que podrá ser escandalizado fácilmente y así ofrecer alguna solución, especialmente previa a las elecciones. Si los que ellos llaman “golpistas” siguen arruinando el país, se imponen nuevas leyes, son arrestados y llevados a juicio para así detener cualquier esperanza de cambio o amenaza de ser derrotado.
En cuanto al pueblo en general, el gobierno “socialista” siempre piensa en ellos al crear eventos que promueven la diversión familiar o ejercer obras que sirven para tapar el sol con un dedo para así olvidar lo que incomoda. Eso ayuda a mantener a un pueblo calmado… no hay necesidad de pensar en lo malo que está sucediendo a pesar de que la realidad nicaragüense se esté derrumbando poco a poco debido a las diferentes crisis que se viven.
Y si hay que culpar a alguien por nuestras desgracias, siempre están aquellos que atentaron en contra de la paz o, si prefieren, pueden culpar al “Yanqui” … siempre el “Yanqui”.
Tal como hizo en su discurso en conmemoración de la fundación del Ejercito, el dictador—con todo el cinismo de “la munda” —dijo que “los ricos más ricos de nuestro planeta sencillamente piensan nada más en hacerse cada vez más ricos, incluso, haciendo negocio con la pandemia”. Los sandinistas más fieles jamás pensarán que su líder es exactamente eso: un rico que busca más plata, aunque sea a costillas de su propio pueblo. ¿Dónde está su espíritu cristiano al cobrar $150 por una prueba de COVID? —el precio más alto de la región. En vez de reconocer que su propio gobierno es el problema, culpa al resto del mundo—en especial al “Yanqui represor” por “faltas de respeto”.
¡Qué fácil es tirar la piedra y esconder la mano, señor dictador!
El resultado de una trampa electoral y de culpar a otros de los problemas creados por la pareja dictatorial traerá graves consecuencias para Nicaragua. Ya no estaríamos hablando de sanciones para ciertos individuos, sino para un país entero. El régimen no podrá mantener feliz a su gente con las arcas del estado ni tampoco sacrificarán de su propia riqueza—obtenida a costillas de ese mismo pueblo—para sostener a la nación. Las preguntas plantadas en este articulo son cosa seria aun con el sarcasmo que uso para preguntarlos. A pesar de que no es la década de los ochenta, parece que Nicaragua podría retornar y vivir algo parecido. ¿Podrán volver a aguantar otro periodo de esas y sentir felicidad de que su comandante volvió a ganar, aunque haya sido por las malas? ¿Y hasta cuando seguirán culpando a otros? cuando solo basta verse en el espejo.