Suazo versus Fley [¿Quién tiene la razón?]

El fracaso de la oposición tradicional pone a Nicaragua, lo quiera uno o no, camino a la violencia armada.

El señor Yubrank Suazo ha llamado al señor Luis Fley «miserable, trasnochado y carente de principios cívicos«, tras sugerir este último (quien hasta hace poco fue parte de la «tropa electoral»), de manera tímida, incluso contradictoria («no se puede, pero es la única alternativa», o algo así) que la guerra es, a fin de cuentas, el medio para salir de la tiranía de Ortega y Murillo. La reacción virulenta del señor Suazo me ha sorprendido, por razones que explico abajo, y que someto a la consideración de cualquier lector interesado.

Para empezar, propongo la siguiente reflexión: era falso el dilema entre elecciones con Ortega o guerra, porque no puede haber un dilema si una de las alternativas no existe. En este caso, «elecciones con Ortega» es (aparte de anti-ética, y anti-cívica) una quimera absolutamente impracticable, una salida irreal. Nunca existió esa alternativa. No existe, ni existirá. ¿Necesitamos más pruebas? ¿Cuántos presos y muertos y torturados y exilados más hacen falta para ser honestos con nosotros mismos y aceptar que el clan Ortega, si es que acaso va a salir del poder, lo hará por la fuerza? La fuerza, como he dicho antes, no es necesariamente la fuerza de una insurrección armada. La fuerza puede ser la naturaleza: que se mueran él y su consorte, y eso desestabilice al poder. La fuerza puede ser otra facción de las élites (orteguistas o «tradicionales») que busque salvarse, quizás en alianza con el ejército. La fuerza puede ser ciudadana. O puede haber una combinación de las tres, o de más fuerzas. No se sabe. Pero será la fuerza, si es que los monstruos van a dejar el trono, lo cual TALVEZ permitiría EMPEZAR un proceso de democratización. Talvez. A lo mejor.

En cualquier caso, hay que ser más que ingenuo para esperar una salida sin que la FUERZA, y no la voluntad del tirano o de algún benefactor extranjero, sea el factor dominante. Y es ingenuo, muy, muy ingenuo, objetivamente de una ingenuidad infantil–conociendo la historia de la humanidad, y sobre todo, la historia de Nicaragua–creer que un proceso de lucha contra la tiranía absolutista más implacable que ha vivido el país vaya a darse sin al menos un componente de violencia. Lo quiera o no el señor Suazo, lo quiera o no yo mismo. Vivimos en el planeta tierra, rodeado de seres humanos, no en un paraíso de ángeles.

Lo demás es pensamiento mágico, o peor, cinismo político. Ambos los paga muy caro la nación, porque ambos son trampas, porque ambos impiden pensar analíticamente y encontrar soluciones realistas. Y como he dicho antes, lo más ilusorio, lo menos real, lo más alejado de una solución (hombre, pregunto de nuevo: ¿hacen falta más pruebas?) es «elecciones con Ortega». Uno no tiene que ser un enfermo de violencia, ni mucho menos un «miserable, trasnochado, y carente de principios cívicos» para entender, como renuentemente acepta entender, o por lo menos intuir, el Sr. Fley, que el fracaso de los políticos que venden la falsa ilusión de «elecciones con Ortega», el fracaso de la oposición tradicional, pone a Nicaragua, lo quiera uno o no, camino a la violencia armada. No porque uno no lo quiera así puede impedirlo, y negar la realidad.

Finalmente, un comentario acerca del señor Fley: yo apenas lo he visto una vez en persona, y apenas sé, superficialmente, de su trayectoria, pero me atrevo a decir que en el peor de los casos los calificativos tan hirientes que le lanza el señor Suazo, si es que aplican a Fley, un hombre que ya antes se alzó en armas contra la primera dictadura del FSLN, tendría –si juzga con honestidad y se comporta con integridad–que triplicarlos para la gente que ha liderado la oposición presuntamente «cívica» en las organizaciones con las cuales el señor Suazo se ha asociado tras salir de la cárcel.  Porque en realidad son estos, como agentes de los socios de Ortega, o socios ellos mismos, quienes condujeron a Nicaragua al despeñadero, y son además responsables del fracaso de la insurrección de Abril.

Y, por sugerencia razonable de un amigo patriota, esta aclaración: los cobardes que ya preparan la nueva ronda de «negociaciones» con la dictadura después del 7 de noviembre son más justos merecedores que el señor Suazo de la indignación que con toda honestidad expreso en este breve artículo. Son ellos, clanes de las élites nicaragüenses, agrupados alrededor de negocios y vínculos personales, asociados por décadas en grupos de poder que han estado, no solo en oposición al FSLN, sino en sus filas y posteriormente en su disidencia, los que reproducen tercamente el modelo político que ha producido a Ortega y lo mantiene en el poder. Estoy convencido de que no tendrán, llegado el momento, por más antiorteguistas que se pronuncien hoy en día, el menor escrúpulo en aceptar una cuota de poder bajo la hegemonía de Ortega, es decir, sin que la dictadura sea derrocada. Lo llamarán «salida cívica», con toda seguridad…


Irónico, ¿no es cierto?, que siendo tan «cívicos» hayan sido cómplices de todos los esfuerzos por empantanar la lucha ciudadana. ¿Pero es que alguien puede dudarlo, a estas alturas? ¿Vamos a seguir jugando el mismo juego después del 7 de noviembre?

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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