Nos veremos en las calles
«El cambio de amo no es fuente de libertad ni de bienestar».
R. Magón
La salida de Ortega de la Presidencia no aseguraría que, para las personas más pobres de este país, que viven con el salario mínimo de $126, o el más de 70% que está en la informalidad laboral, mejore la calidad de vida.
A corto plazo no se aseguraría justicia: para la justicia institucional de cárcel y castigo habría que reformar las instituciones del Estado, del propio régimen, la CSJ, la Policía y el sistema penitenciario, y nada asegura que el FSLN permita hacerlo.
Tampoco puede esperarse que mejoren las condiciones laborales o el salario mínimo. Para que mejoren las condiciones laborales son importante los sindicatos y las calles como medio de presión, pero los sindicatos han sido, de momento, comprados por el Frente y por el gran capital. Hasta hoy, para subir el salario mínimo se requiere un acuerdo tripartito, FSLN, empresa privada y sindicatos (controlados por los dos anteriores), y como la oposición Azul y Blanco depende en gran medida de las cámaras empresariales que pactan con Ortega, no hablan de salario mínimo; tampoco las organizaciones «más combativas»–asi, entre comillas– emplazan a la empresa privada por un paro nacional estratégico. «No podemos pelearnos con la empresa privada» dicen temerosos a que el COSEP los dejé—aunque ya los ha dejado muchas veces antes—colgados.
Así que ninguna de las propuestas existentes asegura una mejoría en la calidad de vida para les trabajadores que viven del día a día. Sin embargo, la CONTINUIDAD directa de Ortega claramente representa un empeoramiento de las condiciones de vida de las personas más pobres. La dictadura es clasista; dígame usted: ¿cuántas personas muertas, de clase media o alta, ha habido? ¿Cuántos presos de clase media o alta? ¡Son contados con los dedos de las manos!
Los asedios, encarcelamientos y torturas se viven en los barrios y comunidades más pobres con mayor magnitud ¡Y peor si venís de una familia de combatientes históricos! ¡La traición se paga caro!
Las elecciones, más que un fin, podrían en el mejor de los casos ser una ventana, un pistolazo de salida, porque las movilizaciones no se mantienen solo de indignación, fuera de los momentos de excepcionalidad, y muchas personas están recargando fuerzas -y dinero.
NO confío en el proceso electoral, NO confío en los candidatos, NINGUNO representa un cambio estructural. Por eso, en el caso de que se den elecciones mínimamente creíbles, mi voto será CONTRA Ortega y no A FAVOR de ninguna opción, porque en un cambio de gobierno, nos veremos en la calle protestando contra ellos también. ¡Y vamos a ver si nos sacan a la Policía!