Notas para contar la leyenda del tío Arturo
Mario Arana, miembro de la Alianza Cívica y del Cosep, invitó a Arturo Cruz, exembajador del gobierno de Daniel Ortega, exmiembro de la Contra, actual catedrático de Incae e ideólogo del “aterrizaje suave”, a disertar sobre la crisis política en un evento público de la Cámara de Comercio Nicaragüense Americana (AMCHAM). ¿Los puntos principales de la ponencia?: Todos los grupos de oposición deben unirse para participar en elecciones con Ortega en noviembre de 2021, usando la casilla del partido legal Ciudadanos por la libertad (CxL); mientras tanto, hay que evitar más sanciones, “hay que cuidar la economía” para que el próximo gobierno “la encuentre floreciente” y Ortega (quien, supone Cruz, perdería las elecciones) no pueda “gobernar desde abajo”. El bloguero Manuel Díaz publicó en su página (Bacanalnica.com) una defensa sumamente elogiosa de la posición de Cruz, a quien llama “tío Arturo” (“Los 9 puntos que tenés que saber del discurso de Arturo Cruz en AMCHAM”). Por la vasta difusión del blog de Díaz, y por tratarse de un tema crucial de la lucha democrática en Nicaragua, el autor se ha dispuesto, en la carta que presentamos aquí, a aclarar lo que considera son errores fundamentales en la interpretación que hace Díaz de la propuesta de Cruz.
Estimado Manuel Díaz (Bacanalnica.com),
Asumo tu inteligencia, buena voluntad, angustia por Nicaragua y deseo intenso de que acabe tu exilio y el de miles. Precisamente por eso quisiera, porque creo que puede ser beneficioso, llevarte la contraria; no caprichosamente ni por desesperanzarte, ni porque me caiga mal tu tío Arturo, ni porque– por ser nica—no tenga respeto por la razón… Todo lo contrario, que viva la esperanza, que sin ella no hay vida, y que viva la razón, porque sin ella, por más esperanza que tengamos, terminaremos mal.
Está bien, dejemos que la hoja de vida de tu tío espere, aunque no sea de la razón descartarla: ¿te dejarías tratar por un médico que mata más de lo que cura? ¿Contratarías a un ladrón para que cuide tu casa, a un violador para que maneje un bus en un colegio de niñas? ¿Volverías a nombrar magistrado a Payo Solís? Etc. Lo primero que uno hace para emplear a alguien o seguir sus consejos –y es la razón, no la emoción– es verificar sus credenciales, ver su curriculum vitae. Pero, como te dije, para no enturbiar las aguas desde un comienzo dejemos esta tarea para después.
Por hoy quiero hacer solo unos breves comentarios (que quizás haga más extensamente en un artículo) a una parte del contenido de la presentación de tu tío que parece haberte impresionado.
Indudablemente, tu tío, que no tiene entrenamiento de economista, sino que ha estudiado historia de Nicaragua del período de los treinta años conservadores de fines del siglo XIX, es un buen conferencista. Luce su inteligencia, y ahora que está mayorcito y puede ser tío, me imagino que la luce con distinción.
Pero una cosa es hacer una buena presentación y otra es que lo dicho sea cierto. Hay grandes vendedores de productos muy malos; hay embaucadores que maravillan a la gente casi a punto de hipnosis: cuando el cliente se da cuenta de la tomada de pelo, ya es muy tarde. Por eso hay que conocer al vendedor, no para que el currículum sustituya al análisis de la propuesta, sino al contrario, para estar más alerta y desmenuzarla con mayor agudeza analítica, para usar el raciocinio en defensa propia.
Igual debés hacer conmigo, porque tampoco es que vas a creerme solo por mis credenciales, que en este caso sí incluyen un doctorado en Economía, casi treinta años trabajando en análisis macroeconómico y de riesgo en numerosos países, y sobre todo, independencia política, o como quien dice “ausencia de cola” (no encontrarás propiedad robada, ni comprada al Estado por centavos, ni embajadas, ni viajes financiados por el gobierno o por la oposición de turno, ni libros publicados por órdenes o favores de ninguna dictadura, ni amistades editoriales surgidas de la corrupción, ni nada por el estilo).
¿Qué es falso en la presentación de tu tío? Casi todo. En primer lugar, hablar de que la ciudadanía debe “cuidar la economía” implica que es la ciudadanía la que daña la economía, con “los tales paros”. Hubo muy pocos días de paro político desde el comienzo de la crisis; el daño brutal que ha sufrido la economía se debe a que el régimen ha perdido la capacidad de mantener al país en paz, porque el acuerdo que existía entre los amigos de tu tío y Ortega ha sido sacudido por la inconformidad de la gente ante tanta opresión y tantos asesinatos.
Ningún inversor que tenga dos dedos de frente va a arriesgar la misma cantidad de dinero en una sociedad estable que en una que estalló, y si estalló puede volver a estallar.
¿Cómo se remedia esto? La única manera es con la salida del poder del régimen genocida. Todo lo demás es poner curitas sobre una hemorragia.
Y es falso que la ciudadanía pueda revertir el daño, “cuidar la economía”, y a la vez lograr que se respeten sus derechos humanos.
Y es ilusorio pensar que la ciudadanía vaya a renunciar a sus derechos humanos para “cuidar la economía”.
Y, de hecho, no es deseable–a menos que uno quiera que se establezca la monarquía y la esclavitud en Nicaragua–que la gente deje de luchar por sus derechos humanos para “cuidar la economía”.
Porque lo que tu tío y su prix Arana insisten en recomendar–“cuidar la economía”– quiere decir, claramente, olvidarse no solo de los “tales paros”, sino –lo ha dicho el prix recientemente, y por escrito—olvidarse también de eso de “la desobediencia civil”. Y sin desobediencia civil, sin los “tales paros”, pues todo el mundo a trabajar para “cuidar la economía”, a buscar cómo crecer más rápido para que el “próximo gobierno” encuentre al país floreciente y Ortega (que sería, por supuesto, derrotado en ‘elecciones libres’ en… ¡2021!…) no pueda “gobernar desde abajo” una vez más, como hizo en los 90.
Todo esto es una trampa transparente, porque sin lucha cívica, o sea, sin desobediencia civil, sin desestabilización del sistema, no habrá “próximo gobierno” que no sea dominado, desde arriba o desde abajo, por Ortega.
Pero tu tío y su pofi no quieren desestabilización, porque “hay que cuidar la economía”, por lo cual, lógicamente, piden estabilidad. O sea, piden que se calmen las aguas. O sea, prácticamente piden que se deje gobernar en paz a Ortega.
Si yo fuera Ortega, nada me haría más feliz.
Además, Ortega post 1990 no logró “gobernar desde abajo” porque las finanzas del Estado estuvieran pobres ni la economía destruida. Pudo hacerlo porque en 1990 el tipo quedó en control de fuerzas políticas y militares capaces de desestabilizar a cualquier gobierno por medio de asonadas, asesinatos, y otros métodos antidemocráticos.
Y no olvidemos que quedó con recursos muchísimo menores de los que controla hoy en día. De tal manera que, si por un milagro, hubiese elecciones libres en 2021 sin que mediaran sanciones internacionales (que tu tío no quiere porque “hay que cuidar la economía”) ni desobediencia civil (que también “daña la economía”), todo ocurriría dentro de las leyes actuales y las reglas de Ortega; y si él decidiera dejarse ganar—o reconocer su derrota—quedaría en control de, no uno, sino dos ejércitos (por si acaso uno “falla”), más canales de televisión, espías, CPCs, sicarios, jueces, policías, centros de educación a todos los niveles, y miles de millones de dólares de Venezuela y del sudor nica que “andan por ahí”, y que igual compran un diputado que el rifle de un sicario.
Lo demás es lo de menos: que si CxL, que si PLC, etc. En todo caso, el cuento del “vehículo electoral” es otro embarque, y antidemocrático sin duda, porque lo que tu tío le dice a los ciudadanos es muy sencillo: ni piensen que pueden formar sus propios partidos; se van en este, el nuestro, o no entran al juego…
Te lo dejo hasta aquí por el momento, aunque hay mucho más, y mucho más detalle, desde la falacia de “gobernar para el futuro”, frase que suena bonita (el tío tiene gracia para estas cosas) pero que esconde un engaño, hasta la mañosa referencia a Aristóteles (el pobre Ari debe estar pidiéndole a sus dioses que le lleven la cabeza de tu tío), pasando por el discursito sobre sus esfuerzos heroicos para que se diera el Cafta, como si esos tratados fueran producto de la generosidad de los países y el heroísmo de los burócratas, y no de la conveniencia mutua …aquí se le cayó el zapote a tu sabio tío, o lo dejó caer.
Luego añado, corrijo, publico, y te invito, por si acaso te interesa.
Abrazos,
Ciudadano X
(ciudadanoequis.org)
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.