Ortega: represión desbocada contra el pueblo, diálogo con el Gran Capital
<<Ortega corteja a los grandes empresarios, diciéndoles al oído: los mejores negocios, las mejores inversiones, y las mayores ganancias, siempre se hacen y se obtienen en los tiempos difíciles, y nuestras diferencias siempre se pueden superar, con la ayuda del diálogo.>>
La astucia de Ortega, y el error de la oposición
Para avanzar en la lucha política es necesario conocer bien al adversario y su estrategia. Sin embargo, muchos opositores son incapaces de entender la estrategia de Ortega, a quien sencillamente desprecian y rechazan como a un simple desquiciado. Pero para actuar contra él, hay que entenderlo, comprender y entender sus maniobras. Ortega, en cambio, y para su ventaja, sí entiende a sus adversarios.
El propósito del diálogo orteguista
Para Ortega, el diálogo rebobinar el tiempo transcurrido desde el 2018 a la fecha para dejar la realidad, desde el punto de vista político, tal como estaba antes de la crisis de abril de 2018.
El diálogo es concebido por Ortega como una pausa para respirar. Ortega desea utilizar a los familiares de los presos políticos, a las esposas, hijos y familiares para promover el diálogo. Ortega utiliza la táctica del diálogo para conservar el poder, pero no es una salida a la crisis.
La nueva casta
La dictadura está sostenida por una casta burocrática parasitaria (que conforman el círculo de hierro o primer anillo del poder) producto del atraso, la corrupción, la represión, etcétera, que ha logrado una posición favorable en la correlación de fuerzas. Es decir, la sociedad nicaragüense se encuentra controlada bajo el talón de hierro de una nueva casta privilegiada. La dictadura Ortega-Murillo es hoy una rémora para los nicaragüenses que lastra con desánimo y desafección el desarrollo de Nicaragua.
El poder o la muerte, represión permanente
Ortega piensa que no se puede construir una dictadura sin represalias, ni mantener una base social, aunque sea limitada, sin ejercer la represión apoyado en los paramilitares, la policía y el ejército. Por eso, regularmente, la dictadura ejerce acciones represivas, como la toma de las oficinas de la OEA o la eliminación de los ONG´S. Mientras tanto, la maquinaria de propaganda del régimen tergiversa e incluso inventa información para justificar su política autoritaria.
Esta inflexibilidad política, el inmovilismo de la dictadura, no permite descartar un cruento desenlace caótico de la crisis sociopolítica. Por otro lado, simples proclamas y eslóganes no van a forzar a Ortega a rendirse; él persistirá en su intolerancia, negándose a abandonar su lógica de “el poder o la muerte”. Pensar que se intimida políticamente a Ortega con comunicados es una entelequia, una ilusión.
Ortega piensa que es más lo que podría perder, que lo que podría ganar, con una solución democrática de la crisis. Por eso, actúa tensando la cuerda al máximo abriendo “juicios” amañados, condenando a los presos políticos, con el objetivo de obtener una posición de ventaja en una futura negociación. Ortega tiene la intención de penalizar a todas las personas opositoras.
La lógica de los “juicios amañados” es disciplinar y desintegrar a la oposición; los juicios son concebidos como un factor disuasivo a los poderes fácticos, enviando el mensaje que es él (Ortega) quien decide y que tienen que guardar disciplina para evitar castigos. En caso de que no se entienda, entran a funcionar las dos hojas de la tenaza: la represión y los juicios. El objetivo es desarticular de tal manera que la oposición se transforme en un remanso social. Para ello, la política represiva galopa a ritmo desenfrenado, manteniendo la concepción patrimonialista y tradicional de la política y del poder.
Pero, por más paradójico que parezca, con esta estrategia Ortega puede acabar atrayendo más dificultades para su régimen, ya que acciones como la “guerra judicial” y la cancelación de los organismos de la sociedad civil pueden generar sanciones económicas y mayor aislamiento internacional. Para evitar esta desgastante posibilidad, Ortega necesita un gesto que evite el colapso económico por las sanciones o la implosión del régimen.
Ortega al Gran Capital
En busca de esa salida, Ortega corteja a los grandes empresarios, diciéndole al oído: los mejores negocios, las mejores inversiones y las mayores ganancias siempre se hacen y se obtienen en los tiempos difíciles, y nuestras diferencias siempre se pueden superar, con la ayuda del diálogo. No debemos olvidar que la riqueza de las 14 personas más ricas del país se ha incrementado en los últimos cuatro años (2018-2022) mientras el ingreso del 80 por ciento de la población nicaragüense se ha deteriorado.
La reacción del Gran Capital
En la actual coyuntura, mayo 2022, notamos síntomas de indiferencia, pusilanimidad o cálculo ventajistas de las principales cabezas del gran capital. Este oscila entre la cólera contra la dictadura, el miedo a la represión y el diálogo. El mayor problema entre Ortega y la cúpula empresarial es que existe una mutua desconfianza que rebasa el pragmatismo de su alianza entre el 2007 al 2017.
¿Podrá sostenerse Ortega?
En el 2022, la gran paradoja de la coyuntura política es que los podrían golpearle la mesa a Ortega, por su peso económico, no quieren, puesto que forman parte del statu quo del sistema económico que rige en el país. En tanto, quienes están a favor de derrotar a Ortega, no pueden, porque carecen de la fuerza y de estrategia para hacerlo.
En el futuro inmediato Ortega enfrenta dos retos: desarticular a la oposición real y anular la disidencia interna que pudiera derivar en una escisión parecida a la corriente democrática de 1994/1995. Si logra ambos objetivos tiene posibilidades de permanecer en el poder hasta 2026 y organizar la sucesión dinástica. Esa es su estrategia.