¿Por qué no se logra la unidad?

Koldo
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Cuatro décadas después el dilema es el mismo y lo que divide es lo mismo, y la respuesta sigue siendo esa que daba Pedro Joaquín Chamorro, “que el pueblo escoja qué prefiere, si a los que hacen pactos o a los que se mantienen firmes (…) porque la realidad está en el pueblo. Y aquí lo que se necesita es una operación de gran envergadura, una unidad para salir de la dictadura, no para transar con la dictadura. Y no para caer en pactos o transacciones que alarguen más la dictadura.”

Es la pregunta de moda. Pero si somos honestos, la respuesta está a la vista: No se puede, si se quiere ir a Masaya, unirse con los que quieren volver a Acahualinca, y mucho menos darles el timón. Así de simple. Y si no se habla claro, si no se dicen las cosas con transparencia, nos empantanamos en la forma y no en el fondo.

Es inocultable que se intentan conciliar dos objetivos muy distintos. Ni siquiera es un asunto ideológico, ni de historias o pasados personales. Lo que en el fondo impide la unidad son los objetivos, que no se enuncian claramente, empantanando, desanimando y oxigenando así a la dictadura. 

Por un lado, tenemos a los que quieren volver a Acahualinca, los que quieren sacar al dictador pero salvar a toda costa las estructuras de la dictadura, los que intentan lavarle la cara al Ejército aunque pongan en ridículo a sus medios, los que promueven un apego– como si tratase de las Sagradas Escrituras– al Frankenstein constitucional que terminaron de deformar en las negociaciones extraparlamentarias de 2013-2014, a través de las que institucionalizaron la corrupción corporativista del cogobierno. Producto de esta posición contradictoria, terminan a la vez condenando y legitimando como autoridad legítima a los asesinos, a veces en un mismo párrafo. 

Dicho en pocas palabras, quieren convivir con la dictadura, quieren elecciones que relegitimen sus estructuras, quieren una salida en falso o un más de lo mismo, aunque por otro lado declaren que quieren ir a Masaya, abrir un proceso que permita un verdadero cambio y la democratización de Nicaragua, la cual en realidad pasa, inevitablemente, por la renuncia o derrocamiento del dictador de turno. El resto de la historia es pura carpintería.

Y así llevamos dos años, empantanados en falsa carpintería, que se adorna con todo tipo de falacias y técnicas de manipulación, frases ambiguas para disimular lo que se quiere y quedarse con el timón; es así que a la búsqueda de una “salida” pactada, de un nuevo pacto electoral que reedite el pacto de transición de 1990 se le llama “aterrizaje”.  

Y hay otros ejemplos de tales falacias, algunas tan ridículas como el de apelar a un supuesto “derecho humano de los partidarios de genocidioa que se legitime su ideología, porque aún son “un porcentaje de la población y no todos dispararon”.  Esto no solo implica despreciar el derecho a la justicia de la mayoría víctima, si no que olvidar la urgencia e importancia de la pedagogía social que deriva de la justicia. 

Es un argumento que habría obligado a los alemanes a legitimar el fascismo en nombre de la viejita manipulada que, con su esvástica, los apoyaba, o a no ilegalizar al partido de Hönnecker aunque esto pusiera en riesgo la reunificación del país. Prohibir la Esvástica o el partido de Hönnecker no le quitó el derecho a esa viejita de participar en política, lo que le impidió fue apoyar una opción criminal que atentaba contra la convivencia e intentaba someter a toda la sociedad al dominio de su caudillo. Una falacia como tantas otras, que se promueven para que los que quieren ir a Masaya también se queden o dejen el timón a los que se quieren quedar en Acahualinca.  

Cuatro décadas después el dilema es el mismo y lo que divide es lo mismo, y la respuesta sigue siendo esa que daba Pedro Joaquín Chamorro, “que el pueblo escoja qué prefiere, si a los que hacen pactos o a los que se mantienen firmes (…) porque la realidad está en el pueblo. Y aquí lo que se necesita es una operación de gran envergadura, una unidad para salir de la dictadura, no para transar con la dictadura. Y no para caer en pactos o transacciones que alarguen más la dictadura.” 

No nos enredemos, que si seguimos engañándonos no se llegará a ninguna parte…