¿Por qué no surgen fuerzas alternativas en Nicaragua?
Carlos Zepeda
Politólogo - Universidad Complutense de Madrid
En los últimos años las transformaciones políticas y sociales se han venido dando de forma rápida y en muchos casos, de forma convulsa. Las crisis de los partidos tradicionales y del orden establecido han dado lugar a fuerzas emergentes que se han convertido en partidos políticos o movimientos sociales. Ideológicamente son muy diversos, pero todos tienen en común un contexto similar, y es que han surgido a raíz de crisis políticas, económicas y sociales.
Los movimientos sociales y políticos surgen con las crisis. El hartazgo de los partidos tradicionales da lugar a nuevas caras y liderazgos, eso es lo que ha pasado en muchos rincones del mundo. Las primaveras árabes en Oriente Medio son un ejemplo del nacimiento de alternativas políticas. Miles de manifestantes en 2011 salieron a las calles en Túnez, Libia, Egipto y Siria a reclamar más derechos y democracia. Los casos de Túnez y Egipto fueron relativamente exitosos, dado que los líderes de estos países renunciaron y salieron del poder. En Egipto, después de que el dictador Mubarak abandonará el poder, surgió el liderazgo de los Hermanos Musulmanes, agrupación que ganó las elecciones en este país, aunque tiempo después fueron derrocados por un golpe de estado. Lo importante a resaltar es que las manifestaciones en Egipto dieron lugar a una alternativa. Túnez, fue el país que implementó políticas más efectivas en la transición del país a la democracia. De las protestas contra el dictador Ben Ali surgieron grupos políticos que crearon una nueva Constitución y pudieron redefinir el Estado con ‘’nuevos políticos’’.
En Europa, a raíz de las crisis económicas en España, Grecia, Italia y Portugal se han dado transformaciones políticas interesantes. El Movimiento de los indignados que se oponía a los recortes en España se manifestaron en 2011 en contra del Gobierno español, de esas manifestaciones nació el partido político PODEMOS logrando cinco escaños en las elecciones de 2014 al Parlamento europeo, rompiendo el bipartidismo. Hoy en día, PODEMOS gobierna España en coalición con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Grecia tuvo una situación similar a España, porque con el contexto de los recortes sociales en Europa, los griegos dieron la espalda al bipartidismo y en 2015 el partido de izquierda SYRIZA ganó las elecciones. Italia es más de lo mismo, el descontento trajo al Movimiento Cinco Estrellas, partido que hoy es parte del Gobierno italiano.
Estados Unidos tampoco se queda atrás en las transformaciones políticas, el descontento con los partidos tradicionales dio a conocer a Bernie Sanders, un senador independiente asociado al Partido Demócrata y que se define como socialista. Tuvo gran impacto en las elecciones de 2016, disputándose la nominación demócrata con Hilary Clinton. El propio Donald Trump es consecuencia de la critica de los estadounidenses al sistema de partidos, dado que Trump no pertenece al Stablishment del Partido Republicano.
América Latina no es ajena a las transformaciones sociales y políticas; tras años de Gobiernos de izquierdas, la región ha dado un giro ideológico muy importante. La corrupción del Partido de los Trabajadores en Brasil desgastó el liderazgo de Lula Da Silva y de la Ex Presidenta Rousseff, perdiendo el poder la izquierda brasileña frente a Jair Bolsonaro, considerado como un líder de extrema derecha. La región centroamericana también fue escenario de cambios políticos. En las elecciones de 2014 en Costa Rica fue electo Luis Guillermo Solis, político que no pertenece a ninguno de los partidos tradicionales, su éxito electoral se debió al buen uso de las plataformas tecnológicas de Facebook y Twitter. En las elecciones de 2018 fue electo Carlos Alvarado, político joven del mismo partido que Luis Guillermo Solis.
Las elecciones salvadoreñas trajeron sorpresas, Nayib Bukele, conquistó la presidencia del país centroamericano. Bukele que perteneció al izquierdista FMLN se presentó a las elecciones con el partido GANA, rompiendo con el bipartidismo de ARENA y el FMLN.
Habiendo tantos cambios sociales y políticos en el mundo, no sería equivocado pensar de que en Nicaragua la situación tendría que ser igual tras los acontecimientos de abril 2018 pero, ¿por qué no surgen fuerzas políticas alternativas en Nicaragua? Hay muchos supuestos y más preguntas que respuestas. Yo puedo mencionar algunas variables y actores que a mi juicio entorpecen las alternativas políticas; ojo, estas variables se basan en mi punto de vista y están sujetas a debate.
La primer variable es la regeneración política. En sintonía con Maquiavelo, el padre de la Ciencia Política, nos ilustra hablando de la política como algo que rompe con el orden ético político y que asume que la práctica del poder no conoce otra ley que la de su propia conservación. Si damos un vistazo a la evolución histórica del poder en Nicaragua veremos que siempre ha habido intentos por preservar el poder a costa de cualquier consecuencia trágica. Zelaya gobernó 16 años, la dinastía Somoza casi 40 años y el sandinismo con Ortega lleva 24 años gobernando (1979-1990) (2007-actualidad) y 17 años en la oposición (1990-2007).
Los partidos políticos en Nicaragua tienen ese mismo problema que nuestros gobernantes, y es que muchos de los líderes opositores tienen casi 30 años de estar en política. Desde 1979 hasta la actualidad, las mismas caras son los que han llevado los hilos del poder tanto en el Gobierno, oposición y empresa privada. La renovación generacional aporta mucho al fortalecimiento de la democracia, nos hace creativos y productivos, porque no se puede hacer nueva política con viejos políticos. Tras las revueltas de abril 2018, la ‘’oposición formal’’ en Nicaragua impidió y eclipsó cualquier tipo de liderazgo alternativo surgido de las bases de los movimientos campesinos y estudiantiles, incorporándolos a sus filas.
De las crisis surgen grandes ideas y movimientos políticos, y en Nicaragua surgieron. Los que protestaron en contra del régimen en abril de 2018 fueron en su mayoría autoconvocados, inspirados en una lucha cívica junto al Movimiento Anti canal que lleva años ejerciendo como una oposición no oficial al régimen. El problema de fondo fue que no lograron materializarse en un movimiento sólido; esta debilidad fue aprovechada por la ‘’oposición formal’’ al orteguismo. Muchos de los jóvenes estudiantes y movimientos campesinos que salieron a las calles fueron absorbidos por esta oposición y aniquilados políticamente en el famoso dialogo nacional entre el Gobierno y representantes de la oposición. Políticos conocidos disidentes del orteguismo se juntaron con políticos disidentes del liberalismo de Alemán. Es incoherente que la representación política de una lucha cívica la tengan políticos que han sido responsables directos o indirectos de la crisis actual.
Otra variable que impide que surja un movimiento capaz de derrotar al orteguismo, que goce de la legitimidad de los nicaragüenses, es la financiación, dado que muchos de los que pertenecen a la UNAB y ACJD son empresarios. Toda formación política necesita financiación para sostenerse y poner en marcha su programa electoral. La UNAB y ACJD, además de tener el capital, también tienen el poder mediático; esta sería la tercera variable. Nicaragua tiene un problema con la libertad de prensa: tanto el orteguismo como la oposición controlan sus propios medios de comunicación. A mí juicio, hay una censura mediática de ambos lados, y una alternativa política necesita notoriedad mediática.
Aunque las redes sociales sean plataformas para el debate y la discusión política, el Internet no llega a todos, y no se puede hacer nueva política si no se difunden nuevas ideas.
Esta semana, tuvimos la noticia de que el movimiento campesino renunciaba a ser parte de la Alianza Cívica, porque según el Movimiento Campesino nunca eran consultados en las decisiones políticas. Habría que reflexionar y preguntarse ¿Qué tanto entorpecen los grupos de poder (las élites) para una transición política en Nicaragua? Yo pienso que bloquean la transición a la democracia, porque al controlar y financiar a la oposición formal, simplemente se fomenta el control del poder y la toma de decisiones, pero no se promueve el cambio real.
La élite, oligarquía o grupos de poder que controlan y financian a la oposición, tienen la obligación moral de apartarse para fomentar el cambio político en Nicaragua, ser élite o empresario no debe tomarse como algo negativo, siempre y cuando contribuyan al desarrollo institucional de un país. En países desarrollados, las élites suelen ser ilustradas y comprometidas con la construcción de un proyecto de nación.
El inconveniente es que en Nicaragua las élites siempre han estado en sintonía con el poder. Eso es porque constantemente han sido beneficiadas por el Estado, ya sea en contratos o en exenciones fiscales. La realidad es que en Nicaragua nuestras élites son rentistas, no apuestan por un proyecto a largo plazo, sino a obtener beneficios a corto plazo, pactando siempre con el autócrata de turno. Ya lo hicieron con Somoza y ahora lo hacen con Ortega, mientras financian sus círculos de poder para seguir teniendo cierta influencia en las decisiones políticas y económicas del país.
Aun hay esperanzas de materializar alternativas. La última encuesta de CID GALLUP dice que el FSLN tiene un 24% de apoyo, frente a un 22% de otros partidos, la UNAB tendría un apoyo del 15% y la ACJD un 5%, estos datos contrastan con aquellos que no simpatizan con ningún partido, y que representan el 41%. Este último dato es el más interesante, dado que es una representación considerable y muestra el descontento generalizado hacia toda la clase política, ya sea del FSLN como de la oposición. Eso nos demuestra que todavía es posible una regeneración que nos dé una alternativa política creíble. Los datos de la encuesta muestran esa posibilidad, pero ¿Cómo se rompe con el bloqueo mediático? Y ¿cómo se enfrentaría una organización política nueva a una maquinaria económica de la oposición actual? Son cuestiones que no puedo responder, porque eso ya depende del criterio individual de cada persona que decide apoyar o no a una agrupación política. Es el caso de la nueva Coalición Nacional, en la que muchos partidos tradicionales y caras nuevas decidieron organizar una alternativa, pero para que esa alternativa se fortalezca tendrá que contar con la legitimidad de la sociedad.
El dilema está en si los que pertenecen a la Coalición Nacional y son políticos viejos deciden apoyar la transición a la democracia desde lejos o desde cerca. Muchas veces la mejor decisión es retirarse a tiempo, de lo contrario la abstención seguirá siendo la mayor oposición al régimen. Y para concluir, creo que el principal problema de Nicaragua se refleja en el dicho popular ‘’todos quieren ser Cacique y nadie quiere ser Indio’’.