¿Qué quieren y pueden darle a Ortega en negociaciones oscuras y secretas? [Lecciones de la transición fallida de 1990]
<<Mantener en el poder a asesinos no es solo aceptar la impunidad para crímenes cometidos, es permitir que cometan más crímenes, como ocurrió tras los acuerdos de la transición fallida de 1990, que tantas vidas está costando.>>
No deja de ser llamativo, y muy probablemente en un futuro llegará a ser objeto de estudios por sociólogos y psicólogos, la forma en la que algunos intelectuales nicaragüenses se aferran obstinadamente a supuestos mágicos, a las mentiras que quieren oír sí o sí, contra toda evidencia.
Más allá de los valores éticos y morales que esto implica, es entendible que quienes viven de la política, que diplomáticos y partidos que aspiran a volver a formar parte del sistema dictatorial nicaragüense, insistan con la falacia de que es posible llegar a un acuerdo con criminales de lesa humanidad, de que se puede negociar crímenes de lesa humanidad.
Pero que algunos intelectuales se hagan eco de esto, con lo conclusivos que son los hechos y el costo, en vidas humanas, de los intentos anteriores; que hagan eco de la falacia a pesar de lo anti dialectico e irracional que resulta frente a cualquier análisis frio el suponer que sea posible engañar a criminales de lesa humanidad con cuatro décadas en el poder; de lo absurdo que creer que se les pueda ofrecer y garantizar la impunidad para esos crímenes, cuando hasta los propios criminales de lesa humanidad saben solo mantenerse en el poder les asegura la impunidad, es muy difícil de entender.
<<Quienes viven de la política… diplomáticos y partidos que aspiran a volver a formar parte del sistema dictatorial nicaragüense, insisten con la falacia de que es posible llegar a un acuerdo con criminales de lesa humanidad, de que se puede negociar crímenes de lesa humanidad.>>
Aunque se deje aparte y se finja olvidar que se trata de criminales que llegaron al poder incumpliendo acuerdos, desde los llevados con Jimmy Carter en 1979 para la renuncia de Somoza; que han incumplido todos y cada uno de los acuerdos a los que se han comprometidos y que detentan el poder y el monopolio de las fuerzas armadas en Nicaragua en virtud de esas negociaciones que hábilmente han sabido torcer a su favor una y otra vez durante los últimos 40 años.
¿Qué le puede ofrecer la Iglesia en unas negociaciones secretas y oscuras a la dictadura de turno en Nicaragua? ¿La Santa Comunión? ¿Una Indulgencia Plenaria? ¿Un Perdón Papal para sus crímenes de lesa humanidad? ¿Qué le puede dar a cambio además de la aceptación de centenares de religiosos desterrados, de obispos exiliados y cesados, y la vergonzosa renuncia de algunos sacerdotes a abrir la boca?
Quienes insisten en ese supuesto insostenible de buscar acuerdos con criminales de lesa humanidad, que dependen de la impunidad que les da el poder no logran explicar qué pueden ofrecerles, si ni siquiera la impunidad que de antemano necesitan se las pueden dar quienes no están facultados, ni pueden estarlo, para perdonar crímenes de lesa humanidad. Nadie está.
La única respuesta que dan, los empeñados en negociar con criminales de lesa humanidad, a quienes les cuestionan ese absurdo, es otra falacia: el falso dilema o la pregunta retórica de ¿cuál es la opción?
¡Como si el supuesto irracional de ir a negociar sin nada real que se pueda ofrecer, además de más sumisión a los asesinos y torturadores fuese realmente una opción!
¿Realmente hay alguien que crea que es una salida ofrecerles otra vez mantenerse con una gran cuota de poder que les garantice su impunidad, que se mantenga en sus manos el monopolio de las armas como se hizo en el 90?
Esto no se trata de manipulación de términos, ni de perdones mal entendidos como ahora manipulan algunos religiosos inescrupulosos, que se han sumado a la búsqueda de la estabilización del sistema por encima de cualquier valor humano y moral.
Mantener en el poder a asesinos no es solo aceptar la impunidad para crímenes cometidos, es permitir que cometan más crímenes, como ocurrió tras los acuerdos de la transición fallida de 1990, que tantas vidas está costando.
En fin, habrá que estudiar que tara o que tan profundamente ha calado el realismo mágico en la psiquis de esos intelectuales, que les nubla sus capacidades de razonamiento lógico para que inexplicablemente sin ningún pudor y con toda la sangre que ha costado y sigue corriendo, sigan hablando de “diálogos” con el dictador de turno.