Raúl Zurita o la fundación del paraíso en la página en blanco
Anastasio Lovo
/CIII/
Despertado de pronto en sueños lo oí tras la
noche
«Oye Zurita-me dijo-toma a tu mujer y a tu hijo y te largas de
inmediato»
No macanees –le repuse-déjame dormir en paz, soñaba con unas montañas que
marchan…
«Olvida esas estupideces y apúrate-me urgió-no vas a creer que
tienes todo el tiempo del mundo. El Duce se está acercando»
Escúchame-contesté-recuerda que hace mucho ya que me tienes a
la sombra, no intentarás repetirme el cuento. Yo no soy José.
«Sigue la carretera y no discutas. Muy pronto
sabrás la verdad»
Está bien-le repliqué casi llorando–¿y dónde podrá ella alumbrar
tranquila?
Entonces, como si fuera la misma Cruz la que se iluminase, Él
contestó:
«Lejos, en esas perdidas cordilleras de Chile
I. Primer Anillo para soltar a Raúl Zurita.
Conocí a Raúl Zurita en el Purgatorio que era Santiago de Chile en el Año del Señor de 1973. Alto, delgado, carilargo de ojos grandes, febriles, morena tez moruna donde aún suenan adufes en lo almendrado. También puedo afirmar -góndola encallada en la laguna de mi recuerdo- a un San Juan de la Cruz de pausada y grave voz enfundado en un abrigo, no se si de alto cuello de tortuga o bufanda a falta de gorguera. Más un tanto de Góngora y tres de Quijote, que sumados a su afición de criar egovacas en AREAS VERDES, lo situaban en bien cumplidos años 22.
«Pablo Longone o las ansias de Paraíso», era el título de la lectura crítica sobre los textos del miembro más joven del Taller de Poesía de la Universidad Católica de Chile, que esa noche había hecho este servidor. El Maestro Enrique Lihn dirigía el Taller en el Salón Ducal de la Católica, un pequeño entrepiso debajo de unas escaleras donde asistíamos una docena de poetas que por concurso a nivel nacional habíamos obtenido beca para aprender de Lihn, leernos y criticarnos entre nosotros.
Terminada la sesión del Taller, caminando hacia las paradas de las micro, Zurita se me acercó y me dijo entusiasta algo así como la empiluchada que en mi texto le había hecho a la poesía de Longone, que él esperaba que sus textos cayeran en manos de alguien que lo empelotara y no en las garras de uno que sólo dijera cojudeces sobre lo que hacía. Ah, le dije, vos sos Zurita el de las vacas que pastan en áreas verdes regidas y áreas blancas no regidas. Sí me dijo y vos soi el que escribe unas ondas muy cargadas de metáforas, con un lenguaje barroco que yo creí superado, agotado, que ya no daba pa más en la poesía. Sí le dije desde una fraternidad humana y poética que no me cabe la menor duda aún mutuamente conservamos, el problema Zurita es que vos ya estás cerca de escribir la página en blanco de Mallarmé como poema. Nos reímos al tiempo que abordábamos micro y liebre respectivas en clave de Ciao.
II. Segundo Anillo: Zurita o la mística del dolor prójimo.
a. La ética de la poética de Zurita está fundamentada por una percepción/visión/pasión cristiana, que exacerbada por una hiperestesia y gobernada por un logos reductible a mathesis, convierte su dolor humano, su dolor de prójimo, su dolor de pueblo en espléndidos, novedosos, sorprendentes textos perdurables de la escritura en lengua española.
b. Para muestra un botón vivencial: En 1985, cuando todo Chile era un Gólgota e Il Duce erguía cordilleras muertas, volví a ver a Raúl en una casa de la comuna de Nuñoa y vi un Raúl traspasado, Raúl doliente, Raúl dolorosa, Raúl rompiéndose de su crisis como equilibrio inestable por dolor, Raúl sufriente a un tris místico de las llagas del Cristo, Raúl crucificado-estragado-estropajo-escupitajo-sanguinolento, Raúl de iterativo tics en la bolsa de sus ojos que desmedían la angustia, que la desbordaban y que a punta de mística se hacia Verbo.
c. Ahora la rosa textual: Dejemos presentarse al Señor Raúl Zurita, como lo hizo en su texto EN EL MEDIO DEL CAMINO; presentarse como una mujer siendo varón, como una prostituta siendo incorruptible, como una puta mutilada siendo Dios.
mis amigos creen que
estoy muy mala
porque quemé mi mejilla
Me llamo Raquel
estoy en el oficio
desde hace varios
años. Me encuentro
en la mitad de
mi vida. Perdí
el camino.
Si observan bien la fotografía de Raúl que es parte de este texto, percibirán el rostro del poeta con un parche que tapa una quemadura en su mejilla izquierda. ¿Una excesiva literalidad de la escritura poética? ¿Una asunción hasta las últimas consecuencias de una ética dentro de una estética? ¿Beber el cáliz hasta las heces? O ¿un acto de demencia?
Me temo que estas son preguntas que al menos hoy quedarán sin respuesta. Pero revisando la bibliografía pasiva de Zurita, encuentro dos títulos de ensayos sobre su obra, escritos por dos grandes poetas chilenos: «Zurita: ¿A las puertas de la esquizopoiesis?» de Waldo Rojas y «Zurita, una nueva lírica» de Ignacio Valente.
III. Tercer Anillo: Viaje a la Escritura Poética por el Virginal Vientre de la Lógica Matemática. O Zurita utiliza un viejo truco.
En 1864 el diácono Charles Dogson mejor conocido como Lewis Carroll inició este viaje cuando publicó «Alicia en el País de las Maravillas». Por supuesto que «Alice in Wonderland» es solamente la partida de esa extraordinaria aventura de la creación humana que, a través de la escritura como posibilidad del lenguaje, pone en jaque las estructuras lógicas que cimientan toda nuestra cultura. Lewis Carroll en su inocente labor de zapador, alcanza cimas insospechadas y levantadas con el cascajo de todo el building logic dinamitado, en textos más profundos como «Alicia a través del Espejo «publicado en 1872 y en textos epicríticos como «Silvia y Bruno» de 1889.
En 1879 un francés, cotidiano profesor de inglés, Monsieur Stepháne Mallarmé publica «Un Golpe de Dados», síntesis y superación de toda la escritura anterior -incluyendo a Carroll- y poniendo en crisis irresoluta de una vez y para siempre -según Maurice Blanchot- al lenguaje. Hazaña esta de Mallarmé lograda a través del lenguaje, a través de la poesía, donde dados, lógica y mathesis jamás abolirán el azar.
En su «Lógica del Sentido» Gilles Deleuze señala que el proceso de textualización de Carroll, específicamente en su obra «Silvia y Bruno», está signado: «En tercer lugar, [por] dos series de proposiciones [lógicas] con una fuerte disparidad, reguladas por una palabra esotérica». Este aserto de Deleuze, mutatis mutandi, podría ayudarnos a intelegir el proceso de textualización en la escritura de Raúl Zurita.
Armado con Deleuze puedo escribir de Zurita: En primer lugar, el proceso de escrituración poética de Zurita en sus textos capitales está signado por la utilización de dos series de proposiciones lógicas con una fuerte disparidad, reguladas por una palabra común.
Raúl Zurita logra su apertura textual a sentidos posibles, mediante la utilización reiterada de una estructura formal susceptible de ser descrita como un par de proposiciones lógicas precedidas y seguidas por un párrafo síntesis de mayor densidad poética que las proposiciones numeradas.
El sentido de creación siempre le ha dicho al artista que las estructuras literarias, musicales, pictóricas, que él produce de alguna manera están regidas por un orden matemático, o a partir de su conocimiento, se han erigido exprofeso en contra de este orden. Es oportuno informarles que Raúl Zurita realizó estudios de Ingeniería Civil y como dice el crítico norteamericano Steven White, estos conocimientos se manifiestan en innovadoras estructuras simétricas y en su obsesión matemática por el orden.
Pero tanto lógica como matemáticas son instrumentos conceptuales que están al servicio de la búsqueda de la estructuración teórica de la verdad y de su aplicación técnico-factual en leyes, objetos y hechos concretos. Toda vez que lógica y mathesis se relacionan y operan en el campo de la escritura literaria (sea poesía, relato, ensayo) se va a producir una tensión estética extrema y captaremos la evidencia de la crisis de un sistema cultural en sus expresiones filosóficas (por la lógica), científicas (por las matemáticas) y en su totalidad (por darse en el campo del lenguaje como escritura).
De esta crisis total que ha caracterizado a la historia contemporánea, obviamente no pueden dar cuenta de ella ni la filosofía, ni la ciencia porque, impedidas de establecer una contradicción en los términos a su interior, son sistemas incapaces de llegar a la verdad por el camino de la mentira. De allí que esta grandiosa tarea de poner en crisis, analizar la crisis y de alguna manera comprenderla y eventualmente superarla, ha sido tarea exclusiva del lenguaje como escritura y del arte como hazaña del espíritu.
¿Por qué el lenguaje y el arte son capaces de evidenciar, de desconstruir la crisis contemporánea y eventualmente superarla, al menos en su campo? Por el rasgo constitutivo de la secundariedad y sus funciones, exclusivas del lenguaje e hipotéticamente del macrocódigo semiótico llamado ARTE.
Es propicio recordar aquí con Tzvetan Todorov y Oswald Ducrot, en su DICCIONARIO ENCICLOPEDICO DE LAS CIENCIAS DEL LENGUAJE (p.126), que «…el lenguaje verbal es el único que comporta ciertas propiedades específicas: a) puede empleárselo para hablar de las palabras mismas que lo constituyen y, con más razón aún de otros sistemas de signos; b) puede producir frases que rechazan tanto la denotación como la representación: por ejemplo, mentiras, perífrasis, repetición de frases anteriores; c) las palabras pueden utilizarse en un sentido del cual la comunidad lingüística no tiene conocimiento previo, haciéndolo conocer gracias al contexto (por ejemplo, el empleo de metáforas originales).
Al citar a Lewis Carroll y Stepháne Mallarmé como elementos de una serie que bien podemos enunciar como la crisis de la crisis, no hago más que anotar antecedentes epistémicos de un fenómeno de escritura como la del poeta chileno Raúl Zurita. Si nos aproximamos a la escritura de Zurita a partir de su tradición poética chilena, inevitablemente nos encontraremos como antecedentes agonales a Vicente Huidobro, Nicanor Parra y a Juan Luis Martínez. Esta serie, evidentemente aleatoria, en una primera aproximación podría enunciarse como de la página en blanco a la rosa textual a la antipoesía a la nueva poesía chilena a la epicrisis Zurita. Esto de la crisis de la crisis es un viejo truco que desemboca inevitablemente en la página en blanco o en el barroco.
IV. Cuarto Anillo: Del yo poético y sus alteridades egoístas.
Existe en la particularísima visión poética registrada en los textos de Raúl Zurita, la primordial opsis de Narciso que no ocupa únicamente al agua como superficie reflejante, sino a la alteridad del ser -como en el caso de Raquel la prostituta-, a la alteridad de vastos espacios refractantes como el desierto, el mar, la cordillera…
Espacios que a través de una implacable y efectiva escritura adquieren categoría metafísica recuperable únicamente en la más alta espiritualidad del yo. Un poderoso yo constituyéndose en un momento de creación de mundo; derrotados y vencidos un yo pecador y un sucio y hediondo mundo. Textos estos los de Zurita que nos entregan un Brave New World con un extraordinario esplendor, donde todas las relaciones alienantes como la de la madre, la del padre, los hijos, la sociedad, Il Duce, al arribar a un punto mitopoyético de intersección con el yo revelan una nueva escritura que obliga a una nueva lectura donde se fundará la primordial inocencia y un nuevo Paraíso.