¿Sólo en el orteguismo hay sapos?
Yader Morazán
«Corrupción es corrupción, por eso no distingo entre la que hace Laureano Ortega o la que hace José Adán Aguerri, y tampoco estoy hablando simplemente de un asunto de enriquecimiento ilícito, donde participaron personajes del gobierno y empresa privada, sino del flagelo que viola más Derechos Humanos en todas las esferas de la vida de un país y sus habitantes»
En estos días he recibido todo tipo de epítetos y calificativos peyorativos, tales como resentido social, acomplejado, radical, izquierdozo, sapo infiltrado, envidioso, MRS, ex sandinista, ex funcionario, divisionista (este es el que más me divierte), y cuantas cosas más se les ocurra.
Pero no importa, llámenle a como quieran, lo cierto es que mi posición deviene de una realidad que está ahí, que no se puede ocultar, que no la inventé yo, donde personajes que hoy se rasgan las vestiduras “lideran” las negociaciones de las que depende nuestro futuro, y se hacen los ofendidos cuando se les recuerda que por más de una década CO-GOBERNARON junto a Ortega.
Los “errores”, como diplomáticamente le llaman a sus delitos (lavado de dinero, soborno, gradué, etc.), y sus actos de corrupción, han dejado tanta desgracia como la que ha provocado el mismo régimen.
Corrupción es corrupción, por eso no distingo entre la que hace Laureano Ortega o la que hace José Adán Aguerri, y tampoco estoy hablando simplemente de un asunto de enriquecimiento ilícito, donde participaron personajes del gobierno y empresa privada, sino del flagelo que viola más Derechos Humanos en todas las esferas de la vida de un país y sus habitantes, empezando por el despojo de los recursos básicos más elementales de la clase más vulnerable.
Por ejemplo, el dinero arrebatado provoca que muchas personas mueran en los hospitales por no tener una eficiente atención médica y medicamentos; provoca que muchos emigren por falta de oportunidades; provoca enfermedades por falta de la mejora de condiciones sanitarias; provoca que personas mueran en las carreteras por mala señalización y/o baches en ellas por la compra desviada de materiales; favorece la criminalidad que se desarrolla a oscuras en las calles, por falta de alumbrado público, etc.
De ahí mi postura. Por eso, consciente de esa realidad no me preocupan los señalamientos y seguiré llamando las cosas por su nombre, partiendo de que no veo la diferencia de tales señalamientos con las campañas del régimen que se limitan a distraer la mirada desprestigiando para deslegitimar un reclamo u observación válido y fundado en hechos, y desatender el verdadero propósito del mensaje, o dando mayor relevancia a la forma sobre el fondo.
Dichas “ofensas” las consideró únicamente desde la censura, la intolerancia y me llevan a pensar que tenemos más del orteguismo de lo que sospechamos e imaginamos. Y no es de extrañar, porque los políticos son lo que somos nosotros como sociedad, y la razón que justifica el por qué están ahí, “gobernando”.
Me di a la tarea de contrastar las posturas de aquellos que dan cheques en blanco, y con los ojos cerrados se ponen en las manos de Ortega, o de la Alianza Cívica, y no hay grandes diferencias, siendo la «indisciplina revolucionaria» para el #FSLN, lo mismo que el “divisionismo” es para la Alianza. Ambos tienen, como denominador común, la sumisión y el alineamiento que obedecen a las estructuras de poder.
Poniendo en tela de duda mi “divisionismo”, y lo que considero sumisión, busqué en un diccionario de ciencias políticas, y me encontré que el divisionismo es una “tendencia a la disgregación dentro de un partido o de una asociación sindical”. Y por otro lado, la sumisión: “Sumisión se refiere a la actitud que toman los individuos que se someten a la autoridad o voluntad de otras personas sin hacer cuestionamientos.”
De ahí, me pregunto: ¿Cuál es la disgregación que promuevo? Y por otro lado: ¿Si no cuestionas, qué eres? ¿Reproduciendo los mismos patrones de comportamiento que construyeron a un Arnoldo Alemán y a un Daniel Ortega queremos salir de la crisis? ¿No es acaso la crítica lo que ha hecho que la Alianza evolucione, mejore y se fortalezca?
Por el bien de Nicaragua espero no estar equivocado.