«El que proteste es sapo» (milagros, coaliciones, y un poderoso caballero)
Dice el viejo adagio que más vale prevenir que lamentar. Prevenir, para no lamentar. No en Nicaragua. No si depende de los políticos nicaragüenses, los que aceptan serlo y los que—bañados en colonia azul y blanco y bajo el manto “autoconvocado”—intentan cubrir sus efluvios lupinos. Si en sus manos queda, podemos prevenir y lamentar, podemos reclamar y lamentar, podemos exigir y lamentar.
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