¿Qué alternativas quedan entonces? Aquí llegamos a los dos escenarios finales: sometimiento o rebelión. Esta última, aunque no sea la alternativa deseable, y horrorice la sangre y violencia que implica, no puede demonizarse como algo absolutamente inmoral o descartarse como algo imposible. Cerradas todas las opciones pacíficas, habrá nicaragüenses que se resignarán a vivir bajo la bota, u optarán por emigrar, pero, y en base a nuestras experiencias históricas, habrá quienes digan, como Zapata, que es preferible morir de pie que vivir de rodillas. Opción que, hay que advertir, puede llegar a ser legítima.
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