Trump, el coronavirus y la sorpresa de octubre
Oscar René Vargas
La “sorpresa de octubre” es un término que, en la jerga política norteamericana, hace alusión a un posible evento o acción que pueda influir potencialmente en las elecciones de Estados Unidos. La referencia al mes de octubre se debe a que la fecha de las elecciones es a principios de noviembre. Por lo tanto, los acontecimientos que tienen lugar a finales de octubre poseen un mayor potencial para influir en las decisiones de los votantes potenciales. El origen del término está en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1972 entre el Richard Nixon y George McGovern.
Al mes de mayo de 2020, el escenario de la política estadounidense es desfavorable para una posible reelección del presidente Trump. Los indicadores económicos y el comportamiento del COVID-19 les son totalmente adversos. Si la economía no mejora y si el coronavirus se expande, Trump puede recurrir a ocasionar un evento en octubre como última táctica para predisponer en los votantes o cabildear en el congreso norteamericano para posponer las elecciones.
La muy probable quiebra de empresas del petróleo/gas lutita (shale oil/gas) por la caída del precio del barril de petróleo puede generar un efecto dominó y afectar a los megabancos de Wall Street cuando Trump navega contra las corrientes turbulentas al intentar rescatar a la industria petrolera de Texas –que ostenta 38 votos electorales imprescindibles para su reelección–.
Al 14 de mayo 2020, el coronavirus ya ha matado a más de 85,000 personas en Estados Unidos, y que ha llevado a la economía a su mayor crisis desde los años treinta del siglo XX, algo que perjudica al mandatario norteamericano de cara a las elecciones de noviembre 2020, en las que se enfrentará al demócrata Joe Biden. El coronavirus es un evento existencial que cambia la coyuntura política internacional con repercusiones en la política nacional.
Estados Unidos es la nación más afectada por la pandemia a nivel mundial, al contabilizar ayer 85,342 muertes y 1,433,613 casos, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins.
La economía estadounidense se contrajo un 4.8 por ciento en el primer trimestre de 2020, su mayor caída desde la recesión de 2008, informó el Departamento de Comercio. El fenómeno se debe, en buena parte, a que el gasto de los consumidores se frenó fuertemente a causa de la pandemia, la cual forzó el cierre de tiendas, comercios y restaurantes, y fueron impuestas restricciones para que las personas se quedaran en casa. Más de 94 por ciento por ciento de la población fue llamada a confinarse para detener la propagación del virus. El gasto del consumidor, que representa dos tercios de la actividad económica, cayó el 7.6 por ciento.
Más de 3,8 millones de personas en Estados Unidos solicitaron la semana pasada las prestaciones del subsidio por desempleo, con lo que son más de 33.5 millones quienes lo han hecho en siete semanas en medio de la crisis por la pandemia del coronavirus, informó el Departamento de Trabajo de Estados Unidos.
La tasa de desempleo se disparó más de diez puntos porcentuales, hasta situarse en el 14.7 por ciento en abril un marcado cambio frente al 3.5 por ciento en febrero 2020. En marzo sólo aumentó ligeramente a 4.4 por ciento, según las cifras del Departamento de Trabajo estadounidense.
Un empeoramiento del panorama económico podría convertir muchos de los despidos temporales en permanentes. La duración indefinida de esta pandemia, significa que la gran mayoría de estos trabajos no volverán pronto. Los economistas advierten que más del 40 por ciento de los recortes de nómina podría convertirse en permanentes.
La cascada incesante de malas noticias económicas, aumentan la presión sobre políticos. El presidente Donald Trump y sus aliados han insistido en que es urgente proceder hacia una reapertura de la economía, ya para él es imprescindible la recuperación económica para tener posibilidad de alcanzar su reelección, a pesar del consenso entre expertos de salud de que hacerlo antes de cumplir con ciertos criterios de control de la emergencia sanitaria provocará más olas de infección.
Al mismo tiempo, se presentan indicadores alarmantes y sin precedente de aumento en los niveles de inseguridad alimenticia, o sea hambre. Por otro lado, enfermeras del sindicato nacional protestaron frente a la Casa Blanca para denunciar la falla del gobierno en proteger a los trabajadores del sector salud,
El epidemiólogo Anthony Fauci, principal responsable en la lucha contra el COVID-19 en Estados Unidos, advirtió que un desconfinamiento prematuro podría provocar sufrimientos y muertes innecesarias, por lo que defendió la cautela ante la insistencia de Trump de volver a echar a andar la economía con rapidez, en la creencia que es la crisis economía su talón de Aquiles para su reelección y no la crisis sanitaria.
Hay un riesgo real de que el desconfinamiento prematuro provoque un rebrote que sea posible controlar, y eso no sólo llevará sufrimientos y muertes que eran evitables, sino que incluso puede ser un revés en el camino hacia la recuperación económica.
Cifras recientes muestran un aumento de contagios en plantas empacadoras de carne y procesadoras de pollo. También hay numerosos nuevos casos en asilos, entre jubilados y desempleados, y en lugares densamente poblados como Nueva York, Chicago, Filadelfia, Nueva Jersey y Massachusetts. Pese a la gravedad de la crisis sanitaria, en Twitter, Trump continuó con sus llamados a reabrir la economía.
Por otro lado, el presidente de la Reserva Federal (Banco Central de Estados Unidos, Jerome Powell, advirtió que el prologando cierre de negocios y el alto desempleo son muy peligrosas para la economía. “Las recesiones profundas y extensas pueden causar daño perdurable a la capacidad productora de la economía”, expresó Powell.
Es probable que Trump este decidido a jugar en el escenario de esta elección al todo o nada para evitar su derrota en noviembre 2020, aplicando la estrategia de máxima polarización, como lo hizo con éxito en las elecciones de 2016. A favor de la aplicación está su capacidad para dar la vuelta a la situación cuando su rival demócrata, Hillary Clinton, cantaba victoria. Algunos analistas apuntan que esa estrategia puede ser tan necesaria ahora que en el 2016.
¿Podrá Trump revertir la tendencia anunciada por las encuestas? ¿Utilizará la “sorpresa de octubre”? ¿Cuál será la “sorpresa de octubre”? Es difícil saber si habrá la “sorpresa de octubre”. Si la hay, es difícil prever en qué consistirá. Más difícil es determinar si le servirá para su reelección, o solo quedará como otras ideas de esta naturaleza: en nada.
La pregunta es: ¿si se utiliza la “sorpresa de octubre”, será una acción militar directa contra Venezuela o una operación quirúrgica en Nicaragua para ganarse el voto ultra del estado de la Florida y Texas? Los estados de Texas (38 votos) y la Florida (29 votos) son claves para su reelección en el Colegio Electoral. Ningún presidente ha sido electo o reelecto al perder la elección en ambos estados.
Nadie en Washington oculta que el objetivo bipartidista es facilitar un cambio de régimen en Nicaragua. ¿El liderazgo de ambos partidos tiene sobre la mesa la opción militar? ¿Usará la administración Trump todas las herramientas disponibles para facilitar un cambio de régimen? ¿Qué hará Ortega para evitar que la “sorpresa de octubre” sea una operación quirúrgica? En el ámbito político, el régimen Ortega-Murillo no puede subsistir sin geoestrategia ni geoeconomía. Ortega no toma en cuenta que Nicaragua, desde la intervención militar norteamericana de 1909, se encuentra en una “jaula geopolítica” dependiente de Estados Unidos. Tema que será abordado en mi próximo análisis/artículo de la próxima semana.