Una foto en las tripas del poder
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.
«¿Qué aconseja esta foto? Desconfianza. ¿Qué documenta? La existencia de élites que escenifican disputas en público cuando la paciencia de los ciudadanos se agota y los corruptos necesitan acusarse mutuamente para salvar su propio pellejo»
Cuando uno habla de que conspiran, de que son una macolla de corruptos, de que no hay que confiar en ellos, el coro que dirige la maquinaria propagandística de las élites lo ataca a uno de mentiroso, calumniador, divisionista, etcétera.
Pero hay que insistir en buscar y presentar la verdad. Queridos compatriotas, dejen que sus ojos vean lo que sus ojos ven: hay un mundito corrupto en Nicaragua, enlazado por intereses económicos, parentescos de sangre, conveniencia e inmoralidad. Vive en las nubes del poder y en medio del hedonismo más egocéntrico que pueda imaginarse.
Desde esas alturas, queridos compatriotas, las vidas de ustedes tienen el aspecto de un espejismo lejano, de números pequeños, de detalles “minúsculos”. En ese mundo todo es negociable; lo importante es procurarse espacio cómodo en la mesa.
Miren esta, por ejemplo. ¡Cuántos ilustres salvadores de la patria! Está el difunto Antonio Lacayo, cuya viuda Cristiana Chamorro parece estar, hoy en día, políticamente muy activa. Se la rumora con frecuencia candidata en la elección que las élites anhelan para salir de su inesperada crisis. Está también el excanciller “liberal” Francisco Aguirre Sacasa, quien hace poco hiciera una defensa rastrera del Ejército de Ortega (“el Ejército de Nicaragua sigue cumpliendo su papel constitucional”). Y está Arturo Cruz, hijo de uno de los miembros de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional al inicio de la primera dictadura del FSLN, y luego del directorio de la Contra. Arturo ha dicho públicamente—cínicamente– que “a lo mejor” (parafraseo) haya que sacrificar las aspiraciones democráticas de los nicaragüenses, para tener gobernabilidad.
¿En quién se apoya cariñosamente Arturo? Posa su mano sobre el hombro, nada más y nada menos, que de Humberto Ortega, el hermano que da “el buen consejo” al dictador de El Carmen. La alabanza, por si no lo saben, viene del diario La Prensa, también propagandista pagado del Ejército.
¿Quién más en esta foto de próceres? Que no se nos escape el mercenario más reelecto del grupo, el tristemente célebre Chano Aguerri, asignado por sus patronos Pellas y Cía., hasta el 18 de abril de 2018, a la labor de construir la dictadura a imagen y semejanza de sus intereses comerciales, y desde el 19 de abril, transferido a la tarea de desmontar la crisis sin que caiga de la vitrina de sus jefes ni un vaso de cristal. A partir de entonces, Chano representa al pueblo, según quisieran que creyéramos los propagandistas de la Alianza Cívica.
También está Nicho Marenco, exalcalde FSLN de Managua, y–aunque no lo parezca–excrítico de Ortega. Marenco regresó abyectamente al redil dictatorial en julio de 2019, durante la celebración sandinista conocida como “Repliegue”. Sonrían, compatriotas, que aquí la historia les hace un guiño irónico.
Completo mi lista—hay otros personajes en la foto que no identifico; ayuden ustedes—con el general Álvaro Baltodano, antiguo miembro del ejército sandinista y en años recientes (que incluyen probablemente la fecha en que la foto fue tomada) convertido en “delegado presidencial para inversiones”. Hermoso título.
¿Qué aconseja esta foto? Desconfianza. ¿Qué documenta? La existencia de élites que escenifican disputas en público cuando la paciencia de los ciudadanos se agota y los corruptos necesitan acusarse mutuamente para salvar su propio pellejo. Pero la mesa en que se sientan está ahí, ha estado ahí por largo tiempo; en ella al final buscan arreglo, a expensas del resto del país. Así ha sido siempre. En 2038 cumpliremos 200 años de existir como país independiente, pero las élites de herencia semifeudal colonial de Nicaragua vienen arrastrando estas mañas desde antes de aquella fecha.
¿Y nosotros? ¿Vamos a caer en la trampa de cerrar los ojos y confiar en la “unidad” que predican, supuestamente contra la dictadura en la que—cinismo de cinismos–todos ellos participan? ¿Vamos a caer en la trampa de resolver para ellos el problema—sí, para ellos—asistiendo a la farsa cruel de “elecciones” diseñada para redistribuir las sillas en su mesa? ¿Aceptaremos una vez más que la cruel recomendación de Arturo Cruz, de abandonar “por ahora” la aspiración de democracia caiga como una tonelada de concreto sobre las tumbas de nuestros mártires? ¿Seremos eternamente borregos de esta gente, por demás mediocre, hábil únicamente en las artes de la estafa?
Que no se diga en el futuro que no sabíamos. Queridos compatriotas, dejen que sus ojos vean lo que sus ojos ven.