Búsqueda de la vacuna para el Covid-19: rediseñar la geopolítica del poder

María Teresa Bravo Bañón
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La crisis del Covid-19 ha puesto a Occidente frente al espejo. Y, sorprendentemente, nos hemos dado cuenta de que la imagen que tenemos de nosotros mismos puede estar distorsionada. La crisis será una enorme prueba: la eficacia en su gestión puede agudizar o frenar el actual proceso de des-occidentalización del mundo.

Esta situación por la que estamos viviendo, pondrá en jaque a la globalización y puede cambiar las coordenadas del sistema global y evidentemente de las relaciones internacionales.

La globalización ha quedado expuesta y cuestionada, y existe la certeza de que lo que venga después ya no responderá a las lógicas del mercado global vistas hasta ahora. Esta crisis va a redibujar las fronteras del Estado y del Mercado en las democracias, probablemente empujando hacia una cierta relocalización industrial para asegurar el abastecimiento y las cadenas de producción, así como el retorno a propuestas nacionales frente a sistemas de coordinación internacionales.

El mundo experimentará cambios geopolíticos mayúsculos una vez sea superada la crisis. Las debilidades de Estados Unidos y las potencias occidentales han sido expuestas y serán aprovechadas por sus adversarios. América Latina corre el peligro de atravesar una década perdida sumida en conflictos sociales y bajo crecimiento económico. Lejos de superada la crisis del COVID-19 se comienzan a vislumbrar algunos de sus efectos sobre la política y la economía global en el largo plazo.

Ante tal panorama aquel país que consiga la vacuna para el Covid 19 tendrá la llave de la economía mundial y la capacidad de rediseñar la geopolítica mundial.

Las fuerzas que presionan en medio de una pandemia son numerosas: políticas, económicas, sociales y éticas… La impaciencia de líderes como Donald Trump por ofrecer milagros terapeúticos a sus ciudadanos no ayudan a la calma. El presidente llegó a decir, si bien fue rápidamente corregido por los científicos, que habría una vacuna disponible en pocos meses.

La OMS es consciente del problema que se avecina, así que ha creado una plataforma que pretende contribuir al desarrollo de la vacuna; pero también garantizar una producción y una distribución justas, tratando de no dejar atrás a los países con menos recursos. La Comisión Europea también busca el acceso universal a las vacunas a través de un proyecto que busca recaudar los fondos necesarios para hacerlo posible. Sería “más sencillo en términos de logística”, según la Comisión, y permitiría a los países participar en la producción, tener un cierto control de la misma y abaratar los gastos.

Avances en la investigación de la vacuna contra el Covid-19

De las más de 100 vacunas en desarrollo en todo el mundo, al menos ocho han comenzado a probarse en seres humanos, incluidas las candidatas de Moderna y Pfizer. Al mismo tiempo, gigantes farmacéuticos como Johnson & Johnson, AstraZeneca y Sanofi están desarrollando la capacidad para fabricar cientos de millones de dosis de sus propias vacunas o de las de sus socios.Estos esfuerzos forman parte de una campaña, en la que se encuentra involucrada incluso la Casa Blanca, por conseguir fondos para acelerar los tests clínicos y ampliar la capacidad de fabricación. Todo ello, con el objetivo de que las dosis estén disponibles en los Estados Unidos a partir de este otoño.

Las agencias de medicamentos de todo el mundo afirman que el trabajo sobre posibles vacunas contra el coronavirus se está desarrollando a velocidades sorprendentemente rápidas; pero aún no hay garantías de que ninguna de estas vacunas que se encuentran en estadios más avanzados de desarrollo sea capaz de estar operativa de forma segura en un plazo tan corto. Algunas, como las vacunas de Pfizer y Moderna, se basan en tecnologías relativamente nuevas que aún no han sido autorizadas.

Una vez que las pruebas clínicas demuestren que una vacuna funciona de manera segura, los fabricantes de medicamentos esperan que la Agencia de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos —la institución encargada de aprobar los medicamentos en el país norteamericano, conocida como FDA— se apresure a permitir su uso, incluso si no dispone de todas las evidencias que normalmente recoge antes de conceder la aprobación.

Algunas vacunas que se están experimentando con humanos y países participantes en la carrera contrarreloj

Las 6 candidatas:

Vacuna mRNA-1273 – Moderna Therapeutics (Estados Unidos)

Moderna, la empresa de biotecnología basada en Massachusetts, es una de las farmacéuticas que para poder acelerar el desarrollo de la vacuna contra covid-19 está probando nuevas estrategias de investigación. 

El objetivo de una vacuna es “entrenar” el sistema inmune de una persona para generar una respuesta para combatir al virus y evitar la enfermedad. Pero la mRNA-1273 de Moderna, cuyos ensayos están financiados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, no está producida con el virus que causa el covid-19. Está basada en un ARN mensajero o ácido ribonucleico mensajero. Requiere inyectar un pequeño segmento del código genético del virus, que los científicos lograron crear en el laboratorio, y se espera que éste provoque una respuesta del sistema inmune para combatir la infección.

Vacuna INO-4800 – Inovio Pharmaceuticals (Estados Unidos)

La vacuna de Inovio, una empresa de biotecnología basada en Pensilvania, también se basa en una nueva estrategia de investigación. Está centrada en la inyección directa de ADN para que las células del paciente produzcan los anticuerpos necesarios para combatir la infección.

Tanto Inovio como Moderna están utilizando nuevas tecnologías que involucran modificar o manipular material genético. Pero ninguna de estas tecnologías ha producido hasta ahora un fármaco o terapia, ni ha sido aprobada para uso humano, como le explicó a BBC Mundo el doctor Felipe Tapia, del Grupo de Ingeniería de Bioprocesos del Instituto Max Planck de Magdeburgo, Alemania. “Podría decirse que hay una expectativa muy grande en el desarrollo de estas vacunas, pero hay que ser un poco cuidadosos porque son vacunas que no tienen el historial de otros tipos de vacunas, como las inactivadas”, dice el experto. “Incluso los mismos científicos de Moderna dicen que el gran desafío que tienen es llevar a producción y comercialización la vacuna porque no tienen licencia en estos momentos para vacunas de tipo de mRNA”, agrega.

En China

China por su parte, tiene tres vacunas en ensayos en humanos, las cuales siguen métodos más tradicionales de producción.

Vacuna AD5-nCoV – CanSino Biologics (China)

El mismo día que Moderna empezó sus pruebas en humanos, el 16 de marzo, la empresa de biotecnología china CanSino Biologics, en colaboración con el Instituto de Biotecnología y la Academia de Ciencias Médicas Militares de China, inició el suyo. Su vacuna, AD5-nCoV, utiliza como vector una versión no replicante de un adenovirus, el virus que causa el resfriado común.  Este vector transporta el gen de la proteína S (spike) de la superficie del coronavirus, con la cual se intenta provocar la respuesta inmune para combatir la infección.

También en China se está probando en humanos la vacuna LV-SMENP-DC del Instituto Médico Genoinmune de Shenzhen, que está centrada en el uso de células modificadas con vectores lentivirales. 

La tercera candidata del país asiático es una vacuna de virus inactivado del Instituto de Productos Biológicos de Wuhan, subordinado al Grupo Farmacéutico Nacional de China, Sinopharm. Este tipo de vacuna inactivada requiere producir partículas de virus en reactores y después purificar esos virus para que pierdan su capacidad de enfermar.

“Esta es la tecnología más común y la plataforma de producción más experimentada en producción de vacunas”, explica Felipe Tapia del Instituto Max Planck. “Es una tecnología que tiene productos que ya están licenciados y comercializados”. “Por lo tanto la mayoría de las estimaciones que se dan de que una vacuna (para covid-19) va a estar lista en entre 12 y 16 meses están basadas en este tipo de vacunas inactivadas principalmente”, le dice a BBC Mundo.

La sexta vacuna: ChAdOx1 – Instituto Jenner de la Universidad de Oxford (Reino Unido)

El primer ensayo clínico en Europa comenzó el 23 de abril para probar la vacuna desarrollada por el equipo del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, Inglaterra. Es una vacuna recombinante similar a la de la empresa china CanSino. Pero el equipo de Oxford está utilizando como vector una versión atenuada de un adenovirus del chimpancé que ha sido modificado para que no se reproduzca en humanos. “Lo que están haciendo ellos es producir en un reactor un virus que no es dañino; pero en su superficie expresa la proteína del coronavirus y así genera una respuesta inmune”, explica el experto del Instituto Max Planck.

A pesar del avance acelerado que se está logrando en la vacuna contra covid-19, los expertos afirman que no existen garantías de que alguna de estas inoculaciones funcionará. Tal como explica Felipe Tapia, no se sabe, por ejemplo, cuáles van a ser las reacciones inesperadas a las vacunas o si éstas van a funcionar con distintos tipos de poblaciones o entre distintos rangos de edad. “Eso sólo se va a poder responder con el tiempo”, asegura el experto. Pero obtener una vacuna efectiva y lograr su aprobación será solo el primer paso.

Fases para conseguir una vacuna

Las vacunas tienen que transitar por un largo y tortuoso camino antes de llegar a tu brazo dentro de una jeringuilla. Lo normal es que pasen de cinco a diez años desde que se prueba en un animal hasta que se puede comercializar de forma segura. Pero hay momentos en los que el tiempo apremia y es necesario acortar los plazos. 

Cuando se conoce la existencia de un nuevo virus, arranca el proceso para analizarlo genéticamente en un laboratorio. Este nuevo reto mundial comenzó para los investigadores el 12 de enero, día en que científicos chinos subieron a Internet las 29.903 bases nucleicas de la secuencia genética del virus Covid-19. De inmediato, decenas de laboratorios se lanzaron a combatirlo todos reorientando sus investigaciones para responder a la emergencia.

Una vez que se ha analizado al detalle y se ha modificado la construcción genética, arrancan las pruebas para conseguir un prototipo o candidato a vacuna. “Eso”, afirma el director del Jackson Laboratory’s Mouse Repository en Estados Unidos, “hay que probarlo en un modelo animal adecuado, que reproduzca lo más parecido la enfermedad en los humanos. En el caso de los coronavirus, se usan ratones normales o transgénicos”.  De hecho, el Jackson y otras entidades estadounidenses crían ya miles de ratones ‘humanizados’ para atender pedidos de todo el mundo. El problema es que tenerlos a punto para la investigación lleva su tiempo –tres semanas de gestación; tres para ser destetados y unas cuantas más para alcanzar la madurez sexual–, tiempo que, de haber prestado atención a las advertencias de los expertos, no estaríamos perdiendo. “Cuando sufrimos la epidemia del SARS, en 2002, se generaron ratones de estos, pero se dejaron de criar porque al desaparecer el virus, también lo hizo el dinero para investigar”.

La urgencia, sin embargo, está llevando a tomar decisiones arriesgadas como la de Moderna, que se ha saltado los ensayos en animales para probar directamente en humanos la seguridad de su vacuna. Según explicó Juan Andrés, director técnico de la biotecnológica, las autoridades se lo han permitido porque ya contaban con «vacunas para otras enfermedades en Fase II [la etapa en la que se evalúa su eficacia] con niveles muy bajos de toxicidad».

El objetivo de esto es constatar que la vacuna protege: que el ratón se haga inmune al virus.

Nuevo test con un primate

Si el ensayo con los ratones ha funcionado correctamente, lo más aconsejable es que se repitan en otro animal diferente. «Pero no siempre es posible, como en el caso de una pandemia», puntualiza Zúñiga. En coronavirus se suele probar con ratones y después con un primate no humano. «Por razones obvias, los experimentos con este tipo de animales están muy restringidas y por eso antes siempre se utilizan ratones», añade.

Con el test al primate se busca la confirmación de los datos obtenidos con los ratones. Para superar esta fase, la vacuna tiene que «funcionar», es decir, que es segura y que no causa efectos secundarios. «Estos pasos serían los ideales antes de empezar los ensayos con humanos», aclara la científica. Aquí es donde acaba el periodo en el laboratorio.

Protocolo para experimentar una vacuna en humanos / ensayo clínico en fase 1

En el ensayo clínico entran ya las grandes compañías, que son las que tienen la capacidad económica y material para llevarlo a cabo. En la «Fase 1» se inocula la vacuna a un grupo reducido de personas (varias decenas), todos ellos voluntarios sanos. «Lo que se evalúa en este momento es la seguridad, no si la vacuna genera anticuerpos. Se vigila que no haya efectos secundarios», detalla Sonia Zúñiga.

En caso de que no haya efectos secundarios o estos sean asumibles, como por ejemplo una pequeña inflamación, se puede avanzar al siguiente paso. La duración de esta fase suele ser de alrededor de un año y tiene un precio que puede rondar el millón de euros.

Ensayo clínico en fase 2

En esta etapa se amplía el número de humanos sometidos a la vacuna (pueden ser varios cientos) y ahora sí, se estudian las respuestas inmunes que genera la vacuna. Es decir, si los vacunados producen anticuerpos u otro tipo de respuestas inmunes protectoras. En otras palabras, la eficacia de la vacuna. Su duración suele ser mayor que la fase 1, en torno a los dos años, y el precio puede aumentar hasta los diez millones de euros.

Ensayo clínico en fase 3

Se amplía el número de participantes del estudio a miles de personas que sean representativas de la población general. Se pretende evaluar la eficacia en un número muy alto de sujetos. Este período suele durar varios años y el coste se dispara hasta los 50 o 60 millones de euros.

Vía libre para la producción

Concluido el ensayo clínico con humanos, la vacuna tiene que recibir el visto bueno por parte de las agencias competentes para poder ser producida y comercializada a gran escala. En el caso de Europa, sería la Agencia Europea del Medicamento. Con esa luz verde, ya se podrían comenzar a fabricar las dosis de la vacuna.

¿Cómo reducir el tiempo?

Como se puede comprobar, para desarrollar y fabricar las miles de millones de dosis que serían necesarias para erradicar el COVID-19 serían necesarios varios años. Y eso en el caso de que se dé con la fórmula. Sin embargo, la situación actual del mundo precisa de una respuesta muy veloz para evitar miles de muertes. Necesita acortar los plazos para poder inmunizar a la mayor parte de la población posible. «Con la vacuna del papiloma humano, por ejemplo, se comenzó la fase clínica en 2009 y su uso se aprobó en Estados Unidos en 2014. Lo normal es que pasen entre cinco o diez años para un proceso de estas características», comenta la doctora Sonia Zúñiga.

«A veces, en casos de emergencia, los ensayos clínicos se agrupan. Con el Ébola, por ejemplo, se juntaron la fase 2 y la 3. Era peor no intentar nada que intentar algo», añade la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

El laboratorio que va tomando la delantera en Estados Unidos inició el proceso directamente en los ensayos clínicos, saltándose las pruebas en animales. «Es cierto que tenía un estudio previo con animales para otros asuntos, pero no para este virus. En su caso, no se sabe si en animales esa vacuna protege o no».

El futuro de las vacunas y su financiación

Estos son 2 ejemplos asombrosos:

Las vacunas de ADN son fáciles y económicas de elaborar, y producen una inmunidad fuerte y de larga duración.

Las vacunas de vectores recombinantes (vacunas basadas en plataforma) actúan como una infección natural, por lo que son especialmente buenas en enseñarle al sistema inmunitario cómo combatir los gérmenes.

Los contribuyentes financian la mayoría de las investigaciones sobre vacunas; pero las farmacéuticas que pueden fabricarlas a escala suelen ser reacias a implicarse si la probabilidad de obtener ganancias es escasa. Financiar estos campos de investigación debe ser prioritario para que el dinero no desaparezca una vez que se supere la epidemia. Es necesario mantener un arsenal de vigilancia epidemiológica, con vacunas y antivirales potenciales ya desarrollados, para utilizarlas cuando sea necesario».

Es lo mismo que propone la Coalición de Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), una entidad fundada hace tres años por los gobiernos de Noruega, Alemania, Japón e India, la Fundación Bill & Melinda Gates, el Wellcome Trust y el Foro Económico Mundial para mitigar parte del riesgo financiero de la investigación y mantenerla entre epidemias.

El 18 de mayo de 2020, en la apertura de mercados, el laboratorio biotecnológico Moderna comunicó que las pruebas clínicas en fase 1 realizadas con su compuesto mRNA-1273, candidato a vacuna contra el coronavirus (SARS-CoV-2), habían ofrecido datos positivos provisionales, indicando que el compuesto había sido bien tolerado por los pacientes y no había causado reacciones adversas relevantes. Asimismo, la compañía informó de que en todos los pacientes tratados el nivel de anticuerpos era igual o superior al de pacientes recuperados de la Covid-19.  Las acciones de Moderna se dispararon; llegaron a subir hasta los 87 dólares al comienzo de la sesión, lo que representaba una revalorización del 30,4% respecto del precio de cierre, y del 235% desde el pasado mes de marzo, aunque a los pocos minutos de la apertura la cotización de las acciones del laboratorio se relajaba hasta los 79,87 dólares, para una subida del 19,77%.

Prioridad para distribuir la vacuna

Después se presentará el desafío enorme de producir miles de millones de dosis de la inoculación para distribuirlas a las poblaciones que las necesitan.

“Creo que habrá ciertas limitantes en la capacidad de llegar a la cantidad que se supone deberá producirse, que son cientos de millones de dosis”, le explica a BBC Mundo Felipe Tapia. “Si queremos vacunar al planeta completo son millones de dosis que ciertamente será muy difícil llegar a producir”.

Funcionarios de salud pública y expertos en vacunación esperan que más de una vacuna cruce la línea de meta, lo que permitiría aumentar el número total de dosis disponibles. Lo ideal sería disponer de siete u ocho mil millones de dosis al día siguiente de la licencia, para poder vacunar a todo el mundo”, apunta Walter Orenstein, director asociado del centro de vacunas de la Universidad Emory, en Atlanta. “Pero lo más probable es que no tengamos suficientes ni para vacunar a toda la población de EEUU” cuando la vacuna esté disponible, señala.

La perspectiva de que los primeros suministros serán limitados ha desencadenado maniobras para estar bien posicionado en función de qué países sean los primeros en obtenerla. Fuentes de la industria dan por hecho que las empresas que reciben subvenciones de EEUU, entre las que se encuentran J&J, Moderna y Sanofi, reservarán dosis para los estadounidenses.

La organización sin ánimo de lucro Coalition for Epidemic Preparedness Innovations, que promueve el reparto equitativo de vacunas en todo el mundo, acordó recientemente donar más de 380 millones de dólares a Novavax Inc, de Gaithersburg, Maryland, para ayudar a desarrollar una vacuna. Esta se fabricaría en varios países y se distribuiría en todo el mundo.

En los Estados Unidos, la agencia gubernamental Centers for Disease Control and Prevention, CDC, sería la que probablemente decidiría dónde se deberían repartir las vacunas recientemente autorizadas y qué grupos deberían ser inmunizados primero, según afirman los expertos en salud pública.

A escala de cada estado en EEUU, los responsables de salud pública están discutiendo si, para vacunar contra el coronavirus, deberían movilizar una red ya existente de agencias regionales que gestionan programas de vacunación infantil en hospitales públicos y a través de proveedores privados de atención médica bajo la supervisión del CDC, afirma Claire Hannan, directora ejecutiva de la Asociación de Gestores de Vacunación, que representa a los funcionarios estatales de vacunación.

Los grupos que probablemente tengan acceso prioritario serán los trabajadores sanitarios y los de atención primaria, además de trabajadores esenciales como los empleados de supermercados, farmacias, proveedores de alimentos y de medios de transporte público.

Johnson & Johnson espera tener listos algunos lotes de su vacuna a principios de 2021, lo cual, según el director científico, Paul Stoffels, debería ser suficiente para vacunar a los trabajadores sanitarios a nivel mundial. La compañía espera hacer eventualmente más de 1.000 millones de dosis. Moderna está ampliando su capacidad de producción de vacunas, incluida una alianza con el fabricante suizo bajo demanda Lonza, para fabricar decenas de millones de dosis mensuales para finales de este año, y eventualmente hasta 1.000 millones de dosis al año, declara el director ejecutivo, Stéphane Bancel.

Cada país tratará de priorizar el suministro a sus propios ciudadanos, así que la capacidad para producir vacunas será fundamental. Por eso, cada estado, la Organización Mundial de Salud y organismos como la Fundación Bill y Melinda Gates tratan de posicionarse.

¿Y España? “La realidad es diferente para unos países y para otros, nosotros no estaremos entre los peor posicionados, pero tampoco entre los más favorecidos”, explica a Teknautas Jaime Jesús Pérez Martín, médico especialista en medicina preventiva y salud pública y directivo de la Asociación Española de Vacunología (AEV). Este problema es preocupante sobre todo “para los países que no han apostado por la biotecnología y por tener fábricas de vacunas. España tiene de veterinaria, pero no de vacunas humanas”, advierte.

También para El Serum Institute of India, ya que ha llegado a un acuerdo con los investigadores que dirigen el proyecto de la Universidad de Oxford. La iniciativa es impresionante, porque van a intentar producir este mismo año 60 millones de dosis de la vacuna basándose en un proyecto que, aunque avanzado, aún está en investigación. “Estamos iniciando la producción simultáneamente al ensayo clínico, con la esperanza de que cuando los ensayos tengan éxito, tengamos el primer lote de dosis listo para usar en septiembre u octubre”.

Probablemente cuando salga este artículo pueda ser obsoleta esta información, pues cada día la investigación científica avanza y la información y desinformación política también.

Fuentes

Web del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.

Web de la Coalición de Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI).

https://www.xlsemanal.com/

https://www.bbc.com/

María Teresa Bravo Bañón

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