Comunicación, guerra y paz [V entrega de Cultura de Paz]

Anastasio Lovo
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Alegoría de la guerra y la paz Rubens
Minerva protege a Pax de Marte, o Paz y Guerra, de Peter Paul Rubens.

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La pertinencia lingüística-comunicacional en el sistema guerra/paz

Las guerras en el mundo suelen estallar después de un problema de comunicación entre las partes. No quiero afirmar con esto que en las causas profundas de la guerra se encuentre la comunicación o la incomunicación. Tampoco es cierto que la realidad está determinada por una pan comunicación (o sea que todo es comunicación), esto no es así. Si bien no se concibe casi ninguna actividad humana fuera de la práctica de la comunicación, ahí en las estructuras profundas del conflicto, la agresión y la violencia bélica, siempre encontraremos intereses económicos, étnicos, geopolíticos, ideológicos, religiosos y  culturales, como detonantes y dínamos principales de la guerra. 

Es decir intereses materiales concretos que generalmente hacen metástasis en la idea política, en el expansionismo geopolítico, la fe sectaria, la etnia endogámica, el género dominante, la nacionalidad pura o la utopía mesiánica. Intereses afluentes o caudatarios de la voluntad de poder de Federico Nietzsche y que siempre va a marcar significativamente, el contexto de toda situación comunicativa.

El lenguaje humano es la matriz epistémico-gnoseológica y ontológica de la comunicación humana. El ser humano posee una potencia comunicativa que ha derivado en variadas tecnologías al servicio de la misma y en reflexión teórica meta-comunicacional. De las tecnologías la más compleja, profunda, económica, rica y además, capaz de auto reflexión y de estética, es el lenguaje. El lenguaje como toda tecnología humana es polisémico y productivo, es decir es una construcción cultural plena de posibilidades humanas complejas: mitopoyéticas y mitagógicas. 

El pensador Edgar Morin, creador y sistematizador de la epistemología del pensamiento complejo, nos enseña que el ser humano produce un sistema socio cultural, que es un hábitat que posibilita su humanización y que esta producción paradigmática se logra mediante el lenguaje y la cultura. Morin lo dice así: 

“La gran revolución de la hominización no es solamente la cultura, es la constitución de esta máquina-lenguaje, en la organización sumamente compleja y que, en el interior de la máquina antropo-social, total y múltiplemente engranada en todos sus procesos de comunicación/organización, es necesaria para su existencia así como para sus desarrollos” (Ibíd.: 168).

El lenguaje como la ciencia, la tecnología, el arte o cualesquier otra producción cultural puede ser aplicado por el ser humano creativa o destructivamente, puede ser aplicada para la organización y la entropía, para el orden o la anarquía. También en la antropología de Edgar Morin encontraremos un par de conceptos integrados, que si bien mantienen la binaridad característica de nuestra episteme occidental, contribuyen a la aceptación de nuestra propia humanidad como algo ambivalente y polivalente.

Los conceptos son: homo sapiens y homo demens. El hombre sapiens es el ser organizador que transforma el alea en organización, el desorden en orden, el ruido en información.  El hombre es demens en el sentido en que está existencialmente atravesado por pulsiones, por deseos, delirios, éxtasis, fervores, adoraciones, espasmos, ambiciones, esperanzas que tienden al infinito. El término sapiens/demens no sólo significa relación inestable, complementaria, concurrente y antagonista entre sensatez (regulación) y locura (desajuste): significa que hay sensatez en la locura y locura en la sensatez. (1999: 418) 

Así según los pensadores que reflexionaron sobre la Violencia en el Manifiesto de Sevilla de 1968, la capacidad humana para organizar la guerra, es decir, disponer a la especie en ejércitos con estrategias y tácticas militares sólo es posible por nuestra competencia de generar  lenguajes,  códigos de comunicación y producción simbólica. Es a través de esta capacidad comunicativa ligada a una voluntad de crear (cultura) y de organizar (política) y de controlar (poder), es decir a partir de la potencialidad simbólica es que se generan las ideologías (visiones de mundo), que incluyen las ideologías de la violencia  a través de la producción y la adquisición de una tecnología bélica, del desarrollo de códigos protocolares y diplomáticos (donde gravitan paz y guerra siempre) y  los códigos secretos de la guerra (tácticas, fórmulas secretas, espionaje y contraespionaje).

Por otro lado  la Constitución de la UNESCO dice: “Puesto que la guerra nace en las mentes de los hombres, es en la mente de los hombres donde debemos construir los baluartes de la paz”. La frase apunta a poner en relieve para destacar, que la violencia y la guerra son productos de la cultura humana y como tales son susceptibles de hacerlos variar en tanto no tienen el status de una necesidad animal básica como comer, beber o tener sexo. Dentro de la cultura, uno de los soportes y demultiplicadores fundamentales  es el lenguaje, matriz de cualquier sistema de codificación –incluyendo el matemático- y soporte de toda la producción simbólica del ser humano.

En esta producción simbólica o mejor, comunicativa del ser humano, concurren tanto las formas histórico-culturales de las producciones material y espiritual más el rizoma deleuziano de la política que contiene  y lo constituye dinámicamente como ethos. En el ethos vamos a encontrar unidos categorías como lo témporo – espacial (el medio ambiente, más el espacio recordado y el prospectivo es decir el entorno, la atmósfera territorial; más el tiempo epistémico  que puede ser de  ruptura y continuidad, de reconciliación o irreconciliación, de mitificación y/o mixtificación, de ritualización y/o revolución o de todos ellos simultáneamente). 

La Comunicación Humana en la Guerra y la Paz. Un problema epistemológico y ético

La comunicación interpersonal  y la comunicación social deben ser releídas y analizadas  a la luz del paradigma de la cultura de paz, como  factores determinantes en la realización de  eventos como: 1.estallido de la guerra y su continuidad; 2. construcción de la paz y su mantenimiento. Entendemos el lenguaje humano como una matriz biológica-epistemológica-cultural de todos los procesos de comunicación social que se dan en la historia; y por ende, el factor clave en el proceso de construcción-deconstrucción de cualquier pauta, norma, conducta o sistema cultural.

La comunicación social y el lenguaje humano son tecnologías que se realizan también al servicio de la guerra o la paz. Y se constituyen en una parte medular/toral de estos procesos de destrucción o de construcción cultural en que la especie humana, mediante la utilización o no de la violencia, se ha debatido a lo largo de su historia. La guerra es la aniquilación  de la vida y la destrucción de la  cultura; así como la paz es la preservación de la vida y la humanización de la cultura.

En esta primera aproximación analizamos elementos como lenguaje humano, comunicación social, violencia estructural organizada, no violencia, guerra y paz como tecnologías producto de la carga genética-biológica, de la práctica antropo-histórica, del  ethos, del sistema de valores y de  imaginarios construidos en un proceso de elaboración de nuestra realidad factual o utópica.

Lenguaje, comunicación social  y el sistema guerra/paz

En el Manifiesto de Sevilla sobre la Violencia de 1988, en sus proposiciones primera y quinta se refieren al lenguaje como la tecnología humana que posibilita la guerra. Los copiamos a continuación y luego haremos unos comentarios con el objetivo de establecer la relación entre violencia, guerra y lenguaje humano.

En el texto señalado, El manifiesto de Sevilla de 1988, firmado por unos cuantos sabios que en el mundo han sido, se alude a la relación de violencia-guerra y lenguaje humano en la primera proposición y en la quinta proposición de dicho manifiesto. Cito:

PRIMERA PROPOSICIÓN 

CIENTÍFICAMENTE ES INCORRECTO decir que hemos heredado de nuestros antepasados los animales una propensión a hacer la guerra. Aunque el combate sea un fenómeno muy expandido en las especies animales, en las especies vivas sólo se conocen algunos casos de luchas destructoras intra-especies entre grupos organizados. Y en ningún caso implican el recurso a utensilios usados como armas. El comportamiento predador que se ejerce con respecto a otras especies, comportamiento normal, no puede ser considerado como equivalente a la violencia intra-especies. La guerra es un fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás animales. 

El hecho de que la guerra haya cambiado de manera tan radical a lo largo de los tiempos prueba claramente que se trata de un producto de la cultura. La filiación biológica de la guerra se establece, principalmente, a través del lenguaje que hace posibles la coordinación entre los grupos, la transmisión de la tecnología y el uso de utensilios. Desde un punto de vista biológico, la guerra es posible pero no tiene carácter ineluctable como lo demuestran las variaciones de lugar y de naturaleza que ha sufrido en el tiempo y en el espacio. Existen culturas que desde hace siglos no han hecho la guerra y otras que en ciertos periodos la han hecho con frecuencia y luego han vivido en paz durante mucho tiempo. 

QUINTA PROPOSICIÓN 

CIENTÍFICAMENTE ES INCORRECTO decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a un único móvil. El surgimiento de la guerra moderna es el punto final de un recorrido que, comenzando por factores emocionales, a veces cualidades instintivas, ha desembocado en estos factores cognoscitivos. La guerra moderna pone en juego la utilización institucionalizada de una parte de las características personales tales como la obediencia ciega o el idealismo, y por otra aptitudes sociales tales como el lenguaje; finalmente implica planteamientos racionales tales como la evaluación de los costes, la planificación y el tratamiento de la información. Las tecnologías de la guerra moderna han acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los combatientes o en la preparación psicológica a la guerra de la población. Debido a esta ampliación, se tiende a confundir las causas y las consecuencias.

Pero si situamos como hechos culturales –no naturales- a la violencia, la guerra y el lenguaje… Y concebimos esas mismas potencias de creación humana y de artificio tecnológico  operando al servicio de la destrucción del ser humano y su medio; es en su reversibilidad dialéctica, (deconstructiva de la violencia/guerra y constructiva de la no violencia/paz) donde podemos encontrar el camino de la reconciliación, de la rehabilitación, de la reconstrucción, de la reestructuración y de la re-culturación del ser humano y su medio (Galtung). La violencia y la guerra destruyen lo que la no violencia y la paz construyen. La no violencia y la paz por el contrario siempre reconstruyen, construyen y crean.

Cuando hablamos de violencia debemos situarla en un primer nivel en el plano de las relaciones y las comunicaciones (o incomunicaciones) interpersonales. Cuando escribimos guerra aludimos a esa forma de violencia técnicamente organizada cuyo objetivo es apropiarse de un territorio geopolítico/económico valioso y aniquilar físicamente al adversario o suprimir su capacidad de maniobra y respuestas bélicas. La guerra si bien puede partir de un discurso enunciado por el representante de una nación o una coalición de naciones o el líder de una colectividad política, religiosa, étnica o minoría cultural, esos enunciados pronunciados por él o la líder de una colectividad, rápidamente se diseminarán a través de los medios de comunicación social.

En los medios de comunicación social los discursos bélicos de los poderes enfrentados se presentan como discursos, mensajes, notas o declaraciones oficiales de los estados/regímenes/facciones enfrentadas o  lo que es más triste y doloroso, en los medios se nos presenta la guerra como resultado sangriento de los combates en  terribles escenas de muerte masiva y destrucción, en cifras y estadísticas de bajas militares, muertos civiles o daños colaterales e índices de destrucción material (ecológica/cultural/económica)  provocados por la guerra.

La fragmentación material, la dispersión humana, el micro atrincheramiento conceptual tras el cual se escudan los líderes y sus cancillerías, nos debe obligar a repensar la guerra y la paz  no a partir de su atomización y alternabilidad,  sino como un sistema cultural. Para la aventura de la imaginación crítica de reconstruir conceptualizar, develar y reconstruir este sistema  las herramientas epistemológicas de mayor productividad que aplico en este estudio en un primer abordaje son:

1. La obra en construcción colectiva que trata del pensamiento complejo.

2. El pensamiento cristiano a la luz de la teología de la liberación latinoamericana y de otras reflexiones.  

3. La reflexión ontológica y epistemológica que la filosofía de la liberación latinoamericana ha producido.