Crónica de un pacto anunciado [Sobre el acuerdo de destierro entre el gobierno de Estados Unidos y la dictadura de Nicaragua]

<<…porque cuando el pueblo no es informado de las decisiones que los poderosos toman sobre sus vidas, además del derecho a rebelarse, también es legítimo especular y hacerlo con tal intensidad que los poderosos tengan que vomitar la ‘verdad’…>>

Todo suceso histórico deja rastros que podemos seguir o vincular hasta armar toda la ruta que nos ayuda a entender o explicar cómo transitamos de la situación anterior a la actual. De eso se trata este artículo: de rastrear e interpretar los hechos recientes que las élites y los medios de difusión de información nos presentan como dispersos y desvinculados, pero que están hondamente conectados.

El jueves 9 de febrero sorpresivamente fueron excarcelados y desterrados 222 presos políticos que la dictadura Ortega-Murillo encerraba en distintas mazmorras de Nicaragua. Todas y todos despatriados hacia Estados Unidos, donde fueron recibidos bajo modalidad de “protección humanitaria”, al amparo de la figura migratoria “parole humanitario” y no de refugio. Según declaraciones de la dictadura y de funcionarios estadounidenses, la excarcelación fue un acto “unilateral” de la dictadura nicaragüense, sin que hubiera negociación alguna entre ambos gobiernos. Pero, como es sabido, en política nada ocurre por casualidad, sino por causalidad y en el caso del Frente Sandinista uno de cuyos 4 pilares de estrategia política es: “retener el poder a cualquier precio”, ahí debemos buscar la explicación a la excarcelación de los 222, como una táctica dentro de una estrategia mayor de retener el poder. 

Sigamos atando cabos. El 10 de enero Humberto Ortega (hermano del dictador Daniel Ortega y otro criminal de guerra que al amparo de pactos y componendas ha sabido salirse con la suya y evadir los tribunales de justicia) publicó un artículo titulado “¿Hecatombe?”. El artículo lo redactó de tal manera que el mensaje solo pudiera ser entendido por su destinatario, lo trató de ocultar tan bien que rememoraba las comunicaciones de la guerra fría. Escribió 20 párrafos, unos más lógicos que otros, para entregar su recado en el último, redactado en dos líneas y 4 mensajes: “nicaragüenses : 1) impulsemos el centro político para la 2) coexistencia en la sociedad democrática, asegurando la 3) plena libertad del individuo  y el 4) no alineamiento internacional”. 

A finales de diciembre de 2022, los hermanos Ortega, o sea el exgeneral-criminal de guerra y el dictador, sostuvieron una reunión, que al ser difundida por diferentes fuentes informativas, ajenas a la dictadura, como una reunión “…para que el mandatario se abra a un diálogo que busque solución a crisis del país, obligó a la vocera de la dictadura a difundir un mensaje aclaratorio indicando que…el comandante Daniel quiso saludar a su hermano, quien está muy debilitado, sin ninguna pretensión o intercambio político, que nunca fue el objetivo de su visita, pues en ese plano no existe, ni se prevé, comunicación alguna«. Por supuesto, ¿quién mejor que la co-dictadora Rosario Murillo para crear “realidades alternas”, al mejor estilo de Donald Trump? Y, como resulta lógico en las comunicaciones que emite la dictadura, cuando dice “sí” debe entenderse que es “no” y viceversa. Por lo que al salir a negar lo que los medios digitales independientes informaban, simplemente confirmaba lo que habían dicho, un amargo efecto del ‘doblepiensa’ orwelliano.

Ahora sabemos que antes de los hechos descritos, la oposición política nicaragüense, posiblemente con asistencia de “terceras partes” y con la participación de líderes de la sociedad civil exiliados, igual que ellos, en Costa Rica, se reunieron en el pueblo o cantón conocido como Monteverde, con la finalidad de crear un ‘movimiento político’ que aglutinara a toda la disidencia nicaragüense en el exilio. ¿Cuándo ocurrió exactamente? ¿quiénes participaron? ¿qué acordaron? Simplemente no lo sabemos, es manejado al nivel de élites. Por tanto, ¡estamos autorizados a especular! 

Aquí vamos a especular que los cuatro mensajes del exgeneral-responsable de crímenes de guerra- Humberto Ortega recogen los acuerdos básicos del “Movimiento Monteverde” (deseo no estarles haciendo un favor publicitario, aunque soy consciente que lo hago): 

  1. ‘Impulsemos el centro político’: debemos interpretar que este punto tiene dos funciones. Por una parte, informarle a su hermano que la disidencia exiliada en Costa Rica está creando una alianza opositora que busca agrupar a todas las facciones, especialmente a la izquierda (representada por UNAMOS + algunos/as exfuncionarios/as de ONG) y a la derecha (liberales y conservadores). A la vez que le sugiere a su hermano-cómplice- bajar la polarización política tanto a lo interno del país como a lo interno de su partido.  Incluso podemos especular que le sugiere un acercamiento al gobierno USA sin alejarse del ruso.
  1. ‘coexistencia en la sociedad democrática’: este punto también tiene otras dos ramas interpretativas. Primera revivir el “aterrizaje suave” como parte de la propuesta de ‘Monteverde’, la cual es una vieja propuesta acuñada por el ahora desterrado Arturo Cruz y respaldada por las elites de derechas (incluyendo partidos liberales y conservadores, empresarios y parte de la Conferencia Episcopal). La segunda es: nos estamos preparando para ir a elecciones, la cual es completamente complementaria a la primera; y con lo cual se le está indicando a la dictadura que se aceptaría ir a elecciones con las reglas de su régimen. 
  1. ‘plena libertad del individuo’: esta constituye la única petición en “beneficio propio” (tan solo con beneficio tangencial para la dictadura). Podemos especular que esta es la “vieja” condición para ir a elecciones y para el ‘aterrizaje suave’: primero liberar a todos los presos políticos (que como ahora sabemos se logró alcanzar en aproximadamente el 80%) y segundo ‘restablecimiento de las libertades básicas’ (en lo cual no existe ningún indicio que se vaya a lograr prontamente). ¿Cómo se beneficiaría tangencialmente la dictadura?: ¡descompresión! Al excarcelar a los presos políticos el régimen trata de quitarse la presión que toda la disidencia ejerce por ellos/ellas; los presos políticos dejan de inundar las redes sociales, dejan de ser noticia. Y si fuera poco reduce el riesgo que vayan a morir dentro de la cárcel, lo cual hubiera deteriorado aún más su dañada imagen internacional. Por otra parte, cede ‘sin ceder’ a la presión de la comunidad internacional y se abría alguna posibilidad de “diálogo-cooperación/desbloqueo-descongelamiento” de las relaciones internacionales.
  1. ‘no alineamiento internacional’: el exgeneral trata de darle, también, la salida ‘digna’ al dictador: mostrarle a la opinión pública nacional e internacional que no hay ninguna negociación con nadie, y en el caso de la excarcelación de los presos políticos, es el resultado de su ‘benevolencia’ no de responder con alinearse a la petición/presión que USA ejercer sobre su régimen dictatorial. Esto explica por qué el vocero del gobierno USA, apenas se le preguntó, informó que la excarcelación y destierro de los presos fue una decisión unilateral del régimen de Nicaragua. Luego la dictadura nicaragüense dijo lo mismo, mostrándose alineados sin alinearse (así de cínica, ambivalente y contradictoria es la política). Y, también, así mostraron ambos gobiernos que negociaron cada detalle de la excarcelación de los presos políticos.

Excarcelación y destierro sorpresivo

Para evidenciar aún más que la excarcelación y destierro fue parte de una negociación a tres bandos: dictadura-gobierno USA -disidencia/Monteverde, la organización Diálogo Interamericano había convocado a nicaragüenses de la diáspora en Costa Rica (muchos vinculados a “Monteverde”) y Estados Unidos  para un ‘evento’ que se llevaría a cabo el día siguiente que los excarcelados arribaron a suelo estadounidense y coincidentemente a la misma ciudad donde fueron desterrados. Pero, ya sabemos: en política no hay casualidades, ¡solo causalidades!.

También, es claro que, como en toda buena negociación, siempre quedan algunos cabos sueltos, dejados a la ‘buena fe’ de las partes; aquí es evidente que la pérdida de la nacionalidad de los y las nicaragüenses excarcelados no fue resultado de la negociación, sino parte de una acción planificada de la dictadura para ir construyendo la ruta que les permita que, en una eventual elección (ajustadas a los mínimos-mínimos-  estándares internacionales), la oposición tendrá importantes obstáculos para encontrar un/a candidato competitivo. Esto se ha hecho más evidente con la sentencia emitida el 15 de febrero, a través de la cual declaran ‘traidores a la patria’ a otros 94 disidentes y los condenan a la pérdida de la nacionalidad y la confiscación de sus bienes. Esto nos debería servir para seguir recordando que el régimen dictatorial sandinista no es de fiar, y que si la disidencia pretende continuar en negociaciones no deberá dejar cabos sueltos, sino que todos deben quedar bien amarrados.

Cuando las aguas puras y cristalinas se estancan… ¡se pudren!

Sigamos especulando, porque cuando el pueblo no es informado de las decisiones que los poderosos toman sobre sus vidas, además del derecho a rebelarse, también es legítimo especular y hacerlo con tal intensidad que los poderosos tengan que vomitar la ‘verdad’, si no toda, al menos una parte.

Si el régimen soltó, excarceló, desterró a sus principales opositores ¿con qué se queda como ‘moneda de intercambio’ frente a la comunidad internacional y a la diezmada disidencia nacional? Era una pregunta que en los primeros dos días daba vueltas en la cabeza de algunos analistas y que prontamente la dictadura respondió, con otra maniobra suicida: encarcelar y sentenciar a 26 años de cárcel al obispo Rolando Álvarez. 

La dictadura excarceló a 222 y encarceló a 1. Con la singularidad que el peso de ese UNO es igual o mayor al de los 222. Lo que hizo la dictadura con esta maniobra fue cambiar las aguas que tenía almacenada en el tanque de la mazmorra, que ya no estaban aptas para aprovecharlas y colocó agua fresca, pura y cristalina. No existe en la historia de Nicaragua un antecedente de este tipo, tampoco en el resto de las Américas. Tan solo China, hasta 2022, tenía encarcelado a 5 obispos y otros 8 bajo diferentes medidas de privación de libertad y de obstaculización de practicar su culto. 

Podemos concluir que la dictadura llevaba tiempo calculando el mejor momento para encarcelar al obispo Álvarez, que desde hacía mucho tenían escrita la sentencia condenatoria y que, por tanto, su encarcelamiento no fue una reacción de la dictadura frente a la resistencia del obispo Álvarez de no abandonar el país, sino la ejecución de la planificación previa. Esta especulación cobra más sentido con el arresto y expulsión del fraile franciscano Cosimo Damiano Muratori a quien la dictadura expulsó el dia 14 de febrero, indicando que “el mencionado sacerdote y ciudadano italiano fue expulsado de Nicaragua el día de hoy, entre otras cosas por ese delito cometido en su país…», sin embargo Fray Cosimo había informado, el 7 de mayo del 2022, que Migración lo había citado y que cuando se presentó me dijeron solo me darían permiso por 90 días para estar en Nicaragua…que volviera a presentarme en 90 días para ver si se mantenían la decisión o no”  de lo que se desprende que ya lo habían investigado, y que la dictadura sabía que sobre él pesaba una sentencia condenatoria firme, de la cual se encontraba prófugo.  No fue casualidad que la dictadura encarcelara al obispo Álvarez el día 9 de febrero y el 14 expulsara al fraile Cosimo. Es evidente que se trató de dos acciones planificadas. Frente a la ilegalidad y la ilegitimidad del encarcelamiento y condena del obispo Alvarez, la dictadura ejecuta un acto legal y legítimo en contra de otro miembro del clero, a quien la justicia italiana había condenado a 4 años y 6 meses de prisión por abusos sexuales.  

Con la expulsión del Fraile Cosimo y su escándalo internacional, la dictadura  asesta un nuevo golpe a la iglesia católica, impactando directa y negativamente sobre la sacralidad de sus sacerdotes y obispos. De esta manera, la dictadura muestra que su táctica contra la Iglesia Católica de identificar sus debilidades y explotarlas, para neutralizarla y someterla; ha encontrado otra ruta para revestirse de legalidad y aprobación internacional: investigar a profundidad al clero en búsqueda de actos que conflictúan con la ley, especialmente aquellos de orden sexual.

Otra arista a tener presente es que al encarcelar al obispo Álvarez, la dictadura se construyó su propio “Caballo de Troya”, tal como en 1978 ocurrió con el asesinato del director de La Prensa, Pedro Joaquin Chamarro Cardenal. Y es que todas las dictaduras representan la institucionalización de la muerte: ¡son suicidas y homicidas! Suicida porque todos sus abusos de poder tienen un mismo final: ¡su extinción! Por muchos años que se aferre al poder, el dictador siempre termina extinguiéndose, sea por la mano de un patriota o por la fuerza de la naturaleza. Homicida porque su poder dictatorial únicamente se puede sostener arrebatando la vida a sus ciudadanos y ciudadanas.

La Iglesia Católica ha sido el mayor obstáculo frente a la lógica depredadora del sandinismo, en los años 80s en su versión de régimen totalitario y ahora en su versión más acabada de dictadura. Y como en toda institución, en cada momento se personifica en alguien, en los 80s el rostro que puso la cara frente al régimen totalitario sandinista fue el cardenal Miguel Obando y Bravo, en el presente es el obispo Rolando Álvarez. Entre aquella iglesia católica y esta hay muchas diferencias, una de ellas es que en la actual el miedo a ser agredidos les produce parálisis. Mientras Obando-Bravo fue acuerpado por la institución, con Álvarez se muestran tímidos y desorientados, priorizando el refugio de la oración frente a la aventura de la acción. Evidentemente las nuevas formas que está adquiriendo la represión contra la Iglesia les obligará a actuar.

<<El proceso de acogida de los desterrados en Estados Unidos ha mostrado la existencia de ciudadanos de primera, segunda, tercer y cuarta categoría entre nosotros (la disidencia). Los que nacieron privilegiados han seguido siendo tales, los excluidos, igual, siempre excluidos. Esta realidad está generando desilusión, desencanto y distanciamiento. Si “los 7” candidatos no fueron capaces de reconocerse iguales entre los otros 215 nicas excarcelados y desterrados igual que ellos, ¿qué podemos esperar de sus liderazgos?>>

¿Hacia dónde vamos?

No lo sé y creo que nadie lo sabe. Nadie tiene certeza del futuro. De lo que sí podemos tener certeza es que todo cambia, y que la dictadura Ortega-Murillo caerá por la fuerza de su propio peso. Puede suceder que la mano de la naturaleza le de un un empujón y caiga anticipadamente, o que una mano humana lo haga, o que simplemente la dictadura cumpla con su ciclo vital y se acabe.

Como aquí se trata de especular sobre los hechos que recientemente han sucedido en la política nicaragüense, trataremos de especular sobre ¿hacia dónde vamos? Para ello vamos a pensar hacia dónde van ellos (la dictadura), hacia dónde nosotros (la disidencia), y hacia dónde podría ir la Iglesia Católica.

Ellos (la dictadura) se están reacomodando para retener el poder.  Por una parte tratan de oxigenarse debido a que la acumulación desorbitante de poder les está asfixiando, produciéndose tensiones a todos los niveles (intra: dentro de sus órganos de poder: FSLN y demás aparatos de control/represión; inter: una disidencia nacional que usa diferentes tácticas de resistencia que van desgastando lentamente al régimen dictatorial y extra: las tensiones con las instituciones extranjeras/internacionales son cada vez más insostenibles, especialmente por los efectos de las múltiples sanciones tanto individuales como a instituciones). Además de oxigenarse se están reorganizando aplicándose una especie de reingeniería organizacional, eso explica el “movimiento de cuadros” que han hecho en los diferentes órganos de poder/represión (Corte Suprema, Policía Nacional, etc). A la vez, podemos ver ajustes a su estrategia de retención del poder (estrategia de represión) visible en la táctica de desterrar a las personas más visibles de la disidencia, suprimir sus derechos de ciudadanía, suprimir a perpetuidad su derecho a ocupar cargos públicos y confiscados sus bienes.

Con estos elementos podemos especular que la dictadura da muestras de estarse preparando para ir a unas elecciones con unos estándares internacionales mínimos-mínimos- y con una oposición/disidencia diezmada, tanto porque sus rostros más visibles se encuentran desterrados y condenados a muerte civil y política, como por la dispersión extraterritorial (fuera de Nicaragua) en que se encuentra, agravado por las diferentes formas en que los derechos civiles y políticos se encuentran conculcados en Nicaragua. Como se ha dicho, su apuesta (de la dictadura) es retener el poder a cualquier precio. La dictadura pretende llevarnos a 2026 con estas condiciones, salir de ellas sigue siendo nuestro (de la disidencia) reto.

<<…debemos tener claro que corremos el riesgo que con la llegada de “los 7” precandidatos excarcelados cada uno quiera convertirse en caudillo/mesías y aumentar nuestra dispersión y diferencias.>>

Nosotros (la disidencia), estamos dispersos, sorprendidos, con emociones encontradas y con miedos.

Este es nuestro punto de partida, pero con la excarcelación y destierro de los 222 se nos ha abierto la oportunidad de crear una alianza. Ya no pensemos en eso que soñamos de una ‘gran unidad opositora’, pensemos en una alianza donde puedan caber nuestras diferentes visiones de una mejor Nicaragua. También, debemos tener claro que corremos el riesgo que con la llegada de “los 7” precandidatos excarcelados cada uno quiera convertirse en caudillo/mesías y aumentar nuestra dispersión y diferencias. Hasta el momento este escenario no es improbable y hay pequeños indicios que nos hacen temer que se concrete. A esto se suma, la particular manera en que “Monteverde” salió a luz y las variadas reacciones que se han producido en la disidencia tanto en Costa Rica como en otros países. ¿Será “Monteverde” un espacio que propicie la creación de alianzas o tan solo otro feudo de cuatro caudillos?

Con el acontecimiento de la excarcelación y destierro de los 222, también se ha revitalizado la esperanza en la disidencia por la posibilidad de acelerar la democratización de Nicaragua. A la vez, la manera como se ha venido desarrollando el proceso de acogida de los desterrados en Estados Unidos ha mostrado la existencia de ciudadanos de primera, segunda, tercer y cuarta categoría entre nosotros (la disidencia). Los que nacieron privilegiados han seguido siendo tales, los excluidos, igual, siempre excluidos. Esta realidad está generando desilusión, desencanto y distanciamiento. Si “los 7” candidatos no fueron capaces de reconocerse iguales entre los otros 215 nicas excarcelados y desterrados igual que ellos, ¿qué podemos esperar de sus liderazgos?, además ¿siguen siendo válidos estos liderazgos o debemos renovarlos o cambiarlos?

Como rememoramos antes, el 15 de febrero la dictadura declaró “vende patria” a otros 94, les condenó a perder su ciudadanía y les mandó a confiscar todos sus bienes. Así el terrorismo de Estado mostraba que tiene múltiples maneras de manifestarse y de tratar de mantenernos bajo control. Las reacciones de nerviosismo no se han hecho esperar. Ahora sabemos que si criticamos a la dictadura no solo podemos ir a la cárcel, sino que nos pueden despatriar y confiscar. Y si acaso nos hemos puesto a buen resguardo, exiliándonos, nos avisa que ni aun así estamos a salvo, que ellos (la dictadura) tienen un “largo brazo” capaz de alcanzarnos donde estemos. En realidad, da miedo, lo cual no significa que nos debemos paralizar, sino que nos obliga a tener consciencia de los riesgos a los que estamos expuestos.

Hacia dónde va la Iglesia Católica

No conozco al obispo Rolando Álvarez, pese a ello valoramos que su rebeldía se ha convertido en la peor amenaza a la dictadura Ortega-Murillo y, a su vez, en el mayor cuestionamiento a la forma de ser y hacer de la iglesia católica nicaragüense, e incluso pone en cuestión esa forma tímida, “contemplativa”, de ser del cristiano nicaragüense (y cuando decimos ‘cristiano’ nos referimos a todas las dominaciones). 

La Iglesia Católica (junto a las otras denominaciones más pequeñas) juega el papel de “guardiana de la moral y la sacralidad nicaragüense”, la mayoría de los valores morales y religiosos de la sociedad nicaragüense encuentran su fuente en ella. Por lo que los ataques de la dictadura hacia la Iglesia Católica representan un ataque profundo a la esencia del “ser nicaragüense”.  Esa es la causa esencial que ha impulsado al sandinismo (en los 80s y ahora) a atacar ferozmente a la Iglesia Católica: trata de disputarle, arrebatarle su función de “guardiana de la moral y de la sacralidad nicaragüense”. La dictadura Ortega-Murillo no solamente quiere control total sobre la vida cívica de la sociedad nicaragüense, sino controlar y disponer de todos los bienes culturales profundos que le dan forma a la nicaraguanidad.

Por tanto, atacar su institucionalidad, diezmar su capacidad de convocar y congregar, menoscabar su capital económico y cultural son medios que la dictadura sandinista Ortega-Murillo usa para sustituir a “nuestra guardiana”.

Si tenemos presente la agresividad del régimen contra la Iglesia Católica y le sumamos la fragmentación interna especialmente de su Conferencia Episcopal, que le muestra incapacitada (temporalmente) de mostrarse como una institución unitaria y a ello le agregamos la presencia de un liderazgo (el Cardenal Brenes) vacilante y pasivo, el resultado que obtenemos no es nada alentador. 

El régimen dictatorial representa el mayor riesgo existencial para el conjunto de la sociedad nicaragüense. En el caso concreto de la Iglesia Católica se puede decir que en ningún otro momento de su historia en Nicaragua había estado bajo tantas agresiones y amenazas que le hicieran tambalearse con la intensidad que lo hace en los últimos años. Conservar la función esencial que desempeña le obliga a movilizarse, por lo que cabe preguntarse: ¿Será la oración sin acción la mejor estrategia para salir de estas aguas turbulentas? ¿Se corre el riesgo que la inacción le produzca inanición? 

La Iglesia Católica como institución milenaria cuenta con un enorme acervo de conocimientos y prácticas que le permite gestionar con éxito situaciones complejas como la actual. No obstante, debemos tener presente que este contexto es absolutamente inédito para la iglesia, que la velocidad de los cambios y la velocidad con que circula la información hacen que muy pocas estrategias del pasado se puedan replicar con éxito en el presente. Por tanto, la iglesia no debería pensar cómo actuó en el pasado, sino en qué papel y en cómo quiere ser vista en el futuro.

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