Cuando el sueño Miguel de Cervantes fue hacer las Américas
María Teresa Bravo Bañón
“Esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo, ciega, y así no ve lo que hace, ni sabe a quien derriba”.
Miguel de Cervantes.
PRIMER INTENTO
Según el profesor hispanista Krzysztof Sliwa, si se revisa las obras de Cervantes uno se encuentra con que la «idea que tenía de las Indias era muy ramplona y muy simple, no era muy diferente de la que tenía un hombre o una mujer de la calle» en los siglos XVI y XVII. El nuevo continente era visto como un lugar para hacerse rico o uno para lograr un puesto concedido por la Corona, «un refugio para los desesperados o un lugar muy exótico».
La decepción de alcanzar las Indias fue una de las muchas decepciones que padeció Cervantes, porque se lo denegaron dos veces. En su obra solo lo mencionará en dos o tres ocasiones y siempre con cierto dejo de amargura, como en la novela ejemplar de La española inglesa, donde afirmaba que las Indias eran «común refugio de los pobres generosos».
En la novela El celoso extremeño, incluso, asegura que América venía a ser amparo de los desesperados, «iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, añagaza general de mujeres libres» y, en resumen, «engaño común de muchos y remedio particular de pocos».
La primera vez fue en 1582 según un documento de la carta autógrafa, del 17 de febrero de en Madrid, remitida «al ilustre señor Antonio de Eraso, del Consejo de Indias de Lisboa», documenta que Cervantes pidió una vacante en el Nuevo Continente, y confesó que se entretenía «en criar La Galatea», la primera novela pastoril (Sliwa, Documentos, 124-25).
El mensaje decía así:
«Ilustre señor El secretario Valmaseda ha mostrado conmigo lo que yo, de la que vuestra merced me había de hacer, esperaba; pero ni su solicitud ni mi diligencia pueden contrastar a mi poca dicha la que he tenido en mi negocio es que el oficio que pedía no se provee por Su Majestad; y así, es forzoso que aguarde a La Carabela de Aviso, por ver si hay alguno de alguna vacante que todas las que acá había están ya proveídas, según me ha dicho el señor Valmaseda, que con muchas veras sé que ha deseado saber algo que yo pudiese pedir. Deste buen deseo suplico a vuestra merced dé el agradecimiento, en las suyas, que merece, sólo porque entienda que no soy yo desagradecido»
Cervantes no consiguió nada, a pesar de las buenas palabras de Francisco Sopando de Valmaseda, secretario de la Escribanía de Justicia de la Secretaría del Consejo Real de Indias, y del secretario Antonio de Eraso, por cuyas manos pasaron todos los asuntos hispanos. Aunque no se tienen constancia de la causa o de la respuesta negativa que se recibió.
SEGUNDO INTENTO EN 1590
En 1590 era Comisario de del Rey, título dado por el proveedor general de la Armada Invecible, Antonio Guevara, categoría que le permitía llevar auxiliares para llevar a cabo las requisas de alimentos, actuando con energía por las villas y ciudades de Andalucía y manteniendo el tipo ante tan ingrato cargo, justificándose con que de ese modo contribuye a la tremenda lucha que mantenía el Rey Felipe II contra la Reina Isabel II de Inglaterra, por eso trata de animar a sus antiguos compañeros de armas de la forma que puede y es haciendo bien su trabajo, además de la pluma.
Pero la debacle de la Armada Invencible lo sume, como a gran parte de los españoles, en una profunda depresión de la inutilidad de esa guerra.
Lo cierto es que en Mayo de 1590 Cervantes muestra su deseo de dejarlo todo, aquel oficio miserable, la descuidada familia que había dejado en Esquivias, los amigos y la propia patria. Vuelve la idea irse lo más lejos posible e intentar la aventura de las Indias.
De forma que tenemos un documento excepcional que es el Memorial al Soberano Felipe II, acompañado por la Información que había logrado en Argel sobre su valeroso comportamiento en los 5 años que estuvo cautivo. Un memorial solicitando ir a las Indias con un oficio de cierta importancia, no de cualquier manera. Ya no como la primera vez que hubiera aceptado cualquier cargo, sino cree que es el momento de solicitar algo más y se siente calificado suficientemente para hacerlo.
Cervantes, poseía una buena información en Sevilla donde estaba la Casa de Contratación en donde se dirimían todos los asuntos de las Indias. Así conoció que había 4 cargos apetecibles, dos de ellos se requería una formación como la de Comisario de Abastos de la Armada Invencible y otros dos para las que se necesitaba dotes de mando y liderazgo.
Esos cargos solicitados aparecen en el Memorial salteados, el primero el más modesto : Contador del Nuevo Reino de Granada, el más lucrativo : Contador de las galeras de Cartagena de Indias; le siguen : Gobernador de la provincia de Soconusco y hasta Corregidor de la Ciudad de la Paz.
En definitiva Cervantes , desilusionado, deseoso de de abandonar su ingrato puesto de Comisario de Abastos y que se resiste a regresar a Esquivias, donde está su mujer Catalina Salazar, como un fracasado, a quien horroriza la idea de ser objeto de burla de sus conciudadanos pueblerinos; por eso busca una salida más rápida para obtener prestigio social y sobretodo bien pagados. Esta vía solo era posible en las Indias.
Había puestos reservados a los segundones de la nobleza y otros dos, mucho más humildes; pero que podría darle buenos dividendos.
Aunque la vacante de Corregidor de la Paz, según el experto en la literatura colonial española Andrés Eichmann, posiblemente le atraía por saber que en esa ciudad vivían maravillosos poetas como Juan de Salcedo Villandrano que fue el regidor del cabildo de La Paz desde 1584 hasta principios del siglo siguiente, la obra que mereció tales elogios es desconocida actualmente. Además, Salcedo era vecino y amigo de Diego Dávalos y su esposa Francisca de Briviesca y Arellano, «la primera mujer poeta conocida de toda Suramérica», pero que actualmente solamente se conserva una obra.
También formaba parte de ese elenco cultural Figueroa, que llegó desde España a La Paz siendo un adolescente, autor de la «Miscelánea Austral» y está considerado «de lejos como el mejor autor de poesía amorosa de esa época en América»
Así como Rodrigo Fernández de Pineda, a quien Cervantes también le dedicó elogios en La Galatea. La producción literaria que entonces salía de La Paz, apunta Eichmann, era un reflejo del «Siglo de Oro de las letras en español».
O sea que era un ambiente cultural idóneo, donde ser bien recibido y valorado, mucho mejor que en Esquivias.
EL MEMORIAL DE 1590
Para impresionar al Rey Felipe II Cervantes acumula en en su Memorial lo más relevante se sus servicios a la Corona ; pero no como un advenedizo, que a la primera de cambio solicita una merced, un favor, sino con convencimiento.
“Señor : Miguel de Cerbantes Sahavedra dize que ha servido a V.M. muchos años en las jornadas de mar y tierra que se han ofrecido de veinte y dos años a esta parte…”
Se añadió dos años, para así zanjar de una vez y borrar el asunto incidente de su juventud por el por el que se le sentenció a cortarle el brazo derecho por el que e huyó de Madrid y se alistó en los Viejos Tercios.
A él no le faltan méritos de sobra para pedir ayuda al soberano , aunque exagera aludiendo a sus heridas de guerra hasta convertirse en el Manco de Lepanto
“ En la batalla Naval de Lepanto, donde le dieron muchas heridas de las cuales perdió la mano de un arcabuçaço “
También se apropia de la hoja de servicios de su hermano Rodrigo, sumándose al añadir :
“ Y después de ser libertados fueron a servir a V.M. en el reyno de Portugal y a las Terçeras con el Marqués de Santa Cruz”
Disculpable embrollo al ser difícil comprobar por la Administración y burocracia lenta , para comprobar las hojas de servicios que se les presentaban.
Con afán de conmover termina el Memorial humildemente.
…» Que con cualquiera de estos officios que V.M. le haga merçed, la recibirá, porque es hombre hábil y sufficiente y benemérito para que a V.M, le haga merçed «
También se inventa el currículum de su padre evocando hazañas bélicas cuando en realidad su padre había sido un humilde barbero cirujano, encarcelado varas veces por deudas.
» Porque su deseo es continuar siempre al servicio de V.M. y acabar su vida como han hecho sus antepasados «
Adjunta también la Información de sus valeroso comportamiento como cautivo en Argel y enviado al Consejo de Indias tuvo que esperar muy poco.
El 6 de Junio de 1590 recibió la desabrida respuesta por Don Núñez Morquecho
“ BUSQUE POR ACÁ EN EL QUE SE LE HAGA MERCED ”
Y allá se acabaron los sueños de Cervantes de hacer la Indias , para volver a la penosa realidad : La de tener que seguir en su oficio de Comisario de Abastos para la Armada Invencible; pero ya sin ilusión, amargado. Lo tiene que seguir haciendo cuatro años más porque tiene que sobrevivir . En 1594 obtiene un nuevo trabajo, más arriesgado; pero algo más lucrativo : RECAUDADOR DE CONTRIBUCIONES PARA COBRAR LAS ACABALAS Y TERCIAS REALES DEL REINO DE GRANADA.
EL QUIJOTE SÍ VIAJÓ MUY PRONTO A AMÉRICA
En 1604 y 1605 sale de la Imprenta de Valladolid y la de Madrid el Quijote. Y muy pronto viajó a América, porque fue un libro que desde su primera edición tuvo eun enorme éxito.
En el magistral estudio Los libros del conquistador, publicado hace más de medio siglo, Irving Leonard explicaba que la exportación de libros al Nuevo Mundo era tan provechosa que, «como en el caso del Quijote, muchas veces se sacaban de las prensas para llevarlos precipitadamente a Sevilla a fin de que no perdiesen la salida de las flotas anuales«.
No existe seguridad absoluta en lo referente al primer ejemplar del Quijote llegado a tierras americanas. Quizá arribara en el equipaje de algunos de los viajeros que se proveían de libros con los que entretener el viaje, o quizá en algún lote de libros de los que enviaban los libreros españoles para su venta en América.
Recordemos que en aquellos tiempos estaba de moda la literatura caballeresca con libros que tenían nombres tan sonoros como Sergas de Esplandián, Philesbian de Candaria, Clarián de Landanis, Cirongilio de Tracia o Florisel de Niquea. El Quijote venía a quebrar aquél mundo ideal de honores ultrajados y reparación de dignidades, de aventuras ingenuas y pundonor acrisolado con un toque de realismo, con un aterrizaje crudo que alteraba los arquetipos de nobleza convencionales.
También era usual que los inquisidores subieran a bordo de los barcos a investigar la existencia de literatura prohibida y se solía interrogar a los viajeros al respecto. Por ello ha llegado a saberse que en el galeón «Nuestra Señora de los Remedios» el sevillano Juan Ruiz de Gallardo, de 26 años de edad, admitió que se había distraído a bordo leyendo el Quijote. Y en el «San Cristóbal», otro sevillano, Alonso López de Arze, de 25 años, admitió que traía en su equipaje un ejemplar de la novela de Cervantes.
Asimismo Lisandro Otero, Premio Nacional de Literatura y Presidente de la Academia de la Lengua de Cuba, nos explica cómo la llegada del Quijote a América sí se conoce, oficialmente, con exactitud gracias al Archivo de Indias.
En marzo de 1605 el librero Juan de Sarriá, de Alcalá de Henares, dispuso una carga de ejemplares del Quijote para su colega Miguel Méndez, que tenía librería en el Virreinato del Perú. Los cuarenta Quijotes, convenientemente empaquetados en pequeños fardos, se confíaron a un arriero que los cargó en asnos hasta el puerto de Sevilla, donde un Comisionado los recibió y los sometió al escrutinio de la Inquisición antes de embarcarlos. Los Quijotes acomodados en las entrañas de un galeón se hicieron a la mar, primero Guadalquivir abajo y luego, pasada la barra de Sanlúcar, por las abiertas aguas del Atlántico desafiando galernas y piratas. Llegaron sin novedad, un mes después, a Portobelo donde la nave recalaban después de tocar tierra y descargar algunos bultos en Cartagena de Indias.
En el tramo entre Portobelo y Panamá la lluvia caló la carga y fue necesario deshacer el empaquetado y desechar noventa libros destruidos por efectos del agua, pero solamente uno era del Quijote así que 39 copias llegaron exitosamente, más tarde, a Lima. Los restantes llegaron a la costa, desde la que nuevamente embarcaron en naves de cabotaje que los transportaron a su destino en el Virreinato de Perú
Las aventuras del Quijote fueron pronto tan populares en Lima como en España. Lo prueba el hecho de que, en octubre de 1607, figurara un Quijote en la mascarada de las fiestas de la población minera de Pausa.
A los Quijotes peruanos se les adelantó un ejemplar que un amigo envió desde Acapulco al virrey del Perú, don Gaspar de Zúñiga Acevedo y Fonseca. El virrey estaba tan enfermo (moriría a los dos meses) que no pudo leerlo; pero lo regaló al dominico Diego de Ojeda, hombre de letras, que lo encontró muy gracioso.
Casi simultáneamente llegan a México doscientos y pico ejemplares del Quijote a bordo del galeón «Espíritu Santo» a Clemente de Valdés “262 ejemplares de un libro impreso en Madrid por Juan de la Cuesta, de un tal Miguel de Cervantes”
También se remitieron tres ejemplares a Cartagena de Indias a Juan de Zaragoza y un segundo embarque, también a Cartagena, de cien ejemplares para Antonio de Toro.
El Quijote conquistó América y el corazón de los americanos, que ya nunca se desprendieron de él, siendo el símbolo inmortal e identitario de la comunidad hispana universal a uno y otro lado del Atlántico, de los que seguimos hablando, sintiendo y pensando en la lengua de Cervantes.
FUENTES
LOS LIBROS DEL CONQUISTADOR, POR LEONARD IRVING
ISBN: 978-968-16-7781-7 EDITORIAL FCE
CERVANTES VISTO POR UN HISTORIADOR, POR MANUEL FERNÁNDEZ ÁLVAREZ ED. CIRCULO DE LECTORES , ISBN: 84-672-1470-8