Cuando un cadáver visita a un muerto [la tragedia como pesadilla]

<<Nos quieren adentro, en inconsciente encierro. ¿Cuánto más habrá que soñar para salir del horror?>>

I

En Nicaragua los sentidos nos dicen siempre que todo está, siempre, a punto de ocurrir, que lo que no ha ocurrido es lo único posible, porque lo que viene pasando contraría el orden real del universo: en Nicaragua es lo que no puede ser. Como en los peores sueños, en los momentos de terror onírico, la pesadilla que solo puede ser actual es a la vez permanente, el momento final se esfuma a cada paso y la puerta de salida se esconde cada vez que la encontramos. Llega un punto en que creemos saber que soñamos, que el desenlace será un despertar y toda la angustia quedará reducida a una fría humedad en el cuello y la espalda. Tal semiinconsciencia es a la vez terrorífica y liberadora. ¿Cuánto más habrá que soñar para salir del horror?

II

El anciano y su mujer llegan juntos a un lugar público. Es de noche, la iluminación es tenue y deja a la penumbra llenar el alma de la escena. Hay gran soledad alrededor de ambos. Y hay una gran soledad entre ellos. Caminan alejados el uno del otro. Él, con paso débil, lento, lerdo. Cada movimiento de sus piernas parece iniciado por un movimiento de brazos en busca de equilibrio para un cuerpo agarrotado, que más que cumplir entorpece sus órdenes. Mira fijamente hacia adelante, donde un puñado de personas, entre ellas una vestida de policía, observa a la pareja, como esperando el momento de auxiliarlos sin poner en evidencia el trance del anciano que se esfuerza por llegar; logra con ligero temblor escalar la pequeña elevación de un andén en dirección a su objetivo; ya ha recompuesto sus músculos para el siguiente trecho cuando, unos cinco metros atrás, su mujer golpea el aire por lo bajo con un abanico, en gesto de impotencia y furia, da lentamente la vuelta, arrastrando al girar la pierna izquierda, y empieza a andar en dirección opuesta al anciano.

III

Si Ucrania se impusiera en esta batalla, el nazismo se impone en el mundo. Europa es la madre maldita de la esclavitud. Hemos escuchado el Canto de la alegría, donde se invoca y se repite la invocación soñando el día en que todos volvamos a ser hermanos en este planeta. En el que todos lleguemos a ser hermanos aquí en nuestra tierra, Nicaragua. Es una invocación, es un sueño que luce distante porque es difícil encontrar paz, hermandad, fraternidad, en la familia humana y hay guerras, sanciones, agresiones, bloqueos, prácticas terroristas de los países que se dicen civilizados. En Europa, aquí en América Latina, también, el fanatismo es tan fuerte, que ha llevado muerte… Está bien que cada quién tenga simpatía con equipos, pero de eso a linchar a los otros porque le ganaron a su equipo… Y eso se produce en países que se dicen muy civilizados en Europa, sobre todo en el fútbol. La música, el arte, es la que realmente trasciende a la confrontación y acerca el alma de los pueblos. Pero si hay algo que realmente acerca a la especie humana, que los hace realmente tratarse como hermanos, son las tragedias, las hecatombes. Ahí sí, las diferencias desaparecen. Las tragedias provocadas sobre todo por la naturaleza, porque hay tragedias terribles provocadas por el hombre, qué tragedia más terrible que las bombas que lanzaron los Estados Unidos.

IV

La Presidencia de la República y el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, informan a nuestro Pueblo que la noche del 23 de diciembre recién pasado, inmediatamente después del hermoso Acto de Recordación, en el Cincuentenario del Terremoto que destruyó Managua, el Comandante Daniel, nuestro Presidente, en Espíritu Humanista, Fraternal y Solidario, visitó en su casa, al General en Retiro, Humberto Ortega Saavedra, quien ha sufrido muy graves afectaciones de salud, con consecuentes fragilidades y agudos padecimientos colaterales. Asimismo, expresan que tal visita se dio animado por los vínculos de familia sanguínea. El Comandante Daniel quiso saludar a su hermano, quien está muy debilitado, sin ninguna pretensión o intercambio político, que nunca fue el objetivo de su visita, pues en ese plano no existe, ni se prevé, comunicación alguna.

V

¿Cuánto más habrá que soñar para salir del horror? En el orden real del universo, el orden lógico de la naturaleza, el de la gran comedia del gran dramaturgo, un deus ex machina desciende y hace desaparecer a la señora, porque no hay posibilidad alguna de que el drama cambie de rumbo mientras ella perviva. Lo sabe ella, lo sabe el anciano, lo sabe el universo. Lo saben los actores que buscan, desesperadamente, sobrevivir, llegar con privilegios al acto siguiente. Para eso cuidan todavía los pasos del anciano. Han hecho su apuesta por él, mientras ocurre lo que está a punto de ocurrir. Después vendrán los coros vestidos de blanco entonando, desde la misma skené, himnos de libertad, cantos de reconciliación y paz. Un ligero arreglo de escenario, y adelante, ¡que siga la función! Este es un sueño del cual los actores de la tragedia nacional quieren impedir que salgamos. Nos quieren adentro, en inconsciente encierro; nos saben angustiados, a punto de abrir los ojos; saben que estamos aún en el limbo onírico del que somos presos. ¿Cuánto más habrá que soñar para, por fin, despertar, despertar definitivamente, para que la pesadilla termine, y no regrese? 

«La visita humanitaria y sin relación alguna con la política del tirano (claro, por supuesto) acompañado, como siempre, por su ambulancia.»
Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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