El sandinismo-orteguismo y las propuestas de un Gobierno de Transición

Álvaro Quintana Duarte
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“La variante de un Gobierno de Transición con el concepto implícito de una Junta de Gobierno, tal y como algunos la presentan, difiere sustancialmente del concepto que demanda el pueblo soberano. Es más, el concepto de Gobierno de Transición que demanda el pueblo soberano ni siquiera se menciona”

Nicaragua está mal gobernada por una banda de mafiosos de la oligarquía orteguista y el gran capital. En nuestro caso nunca ha sido tan cierta la sentencia del Evangelio: “La verdad os hará libres”, así como su antítesis: la mentira nos vuelve esclavos. Nicaragua vive una mitomanía y un grave problema desde el 19 de julio de 1979.

Para resolver un problema de esta índole hay que ir a la raíz del mismo con la verdad. Por tanto es indispensable explicar esa mala historia de Nicaragua, esa mancha negra que ha bañado de sangre a nuestra patria. Hay que poner al descubierto la verdad de esa banda de criminales, genocidas de su propio pueblo, piñateros del patrimonio nacional. Solo así podremos de verdad ser libres.

La raíz de todos nuestros males es el sandinismo-orteguismo. Es el anatema o la maldición de Nicaragua. Hoy por hoy, desesperados por el levantamiento y el rechazo del pueblo soberano, el cual amenaza sus intereses sociopolíticos y económicos, es evidente que han negociado para unirse nuevamente.

Desde hace rato está en vigencia el plan macabro de unidad del sandinismo oligárquico con el orteguismo, con la bendición del gran capital. Mientras los enemigos se unen, el pueblo no se une. Porque el enemigo nos desune.

El enemigo es pragmático, mientras el liderazgo colectivo del pueblo, agrupado en diferentes movimientos y organizaciones, luce más bien dramático. Dramático por la infiltración continua, persistente, que crea división, compra voluntades ofreciendo el excremento del diablo: el dinero.

Agravan además la desunión, las malas costumbres de algunos nicaragüenses, que «no cachan, ni pichan ni dejan batear». Casi todos critican y muy pocos actúan. Hay mucho «figureo» y deseo de protagonismo, alimentando el ego individual.

Se enfrascan en discusiones estériles mientras el sandinismo-orteguismo trabaja. Y no solo trabaja, nos continúan matando, secuestrando, encarcelando. Esto no debe seguir así. Debemos unirnos antes que nos maten a todos. Debemos trabajar por la causa del nuevo Estado democrático de Nicaragua.

A lo largo de su nefasta historia, el FSLN ha pasado por divisiones y uniones. La historia no miente. Hay que aprender de ella. Los principales dirigentes del sandinismo se separaron después de la muerte de su fundador, Carlos Fonseca Amador, a quien ellos mismos traicionaron. Se separaron en 1975 y en 1978 se unieron en las tres tendencias por todos conocidas:

GPP (compuesta entonces por Tomás Borge, Henry Ruiz y Bayardo Arce); Proletaria (Carlos Nuñez, Jaime Wheelock y Luis Carrión Cruz, hoy del MRS)

Tercerista (Daniel Ortega, Humberto Ortega, Víctor Tirado).

Se volvieron a unir bajo la dirección de estos «dioses»: la tristemente célebre Dirección Nacional de nueve comandantes. Mal gobernaron Nicaragua en la década de los 80. Década de terror para todos los nicaragüenses, en la que cometieron crímenes de lesa humanidad, narcotráfico, represión, asesinatos, desapariciones, división de la familia nicaragüense, exterminio de los indios misquitos, y una guerra fratricida que dejó más de 50,000 muertos, únicamente porque no querían dejar el poder ni abrirse a una democracia.

Con la promesa de esa democracia fue que engañaron al pueblo de Nicaragua, para que los apoyara en el derrocamiento de la dictadura de Somoza.

Al perder las Elecciones ante Doña Violeta en 1990, con un contundente repudio y rechazo del pueblo nicaragüense, se quedaron gobernando desde abajo con el control total del Ejército y la Policía.

Pero ellos saquearon y se repartieron los bienes del Estado, así como los bienes confiscados a la dictadura de Somoza a sus allegados y a otros nicaragüenses cuyas confiscaciones arbitrarias, injustas y sin fundamento.

Así se dio la famosa “piñata”. Y no es que piñatearon simplemente las casas en que vivían. Piñatearon y robaron bienes de todo tipo: casas, empresas industriales, empresas agro industriales, flotas de barcos pesqueros, haciendas de todo tamaño, fincas, canales de televisión, estaciones de radio, etc, etc.

Tal y como se reportó en un artículo publicado por el periodista mexicano Joaquin Ibarz en septiembre de 1991: “El gobierno sandinista saliente también distribuyó más de un millón de acres de tierra para crear una nueva clase de propietarios. Estos beneficiarios de la generosidad sandinista se llevaron la mejor y más productiva tierra agrícola del país».

Durante esas pocas semanas también gastaron la mitad de todos los fondos estatales presupuestados para 1990, y se transfirieron a sandinistas miles de vehículos estatales de todo tipo: motocicletas, tractores agrícolas, camiones militares y sedanes de lujo.

Habiéndose retratado a sí mismos mientras estaban en el poder como enemigos implacables de la propiedad privada, los sandinistas que se marchaban se llevaron consigo transmisores de radio, tiendas y fábricas, hoteles y restaurantes, agencias de viajes y oficinas de importación y exportación, parques de diversiones y grandes ranchos que albergan las tierras agrícolas más productivas del país».

A veces los sandinistas despojaban una empresa que no podían adquirir para equipar a otra que ya controlaban. Por ejemplo, robaron los poderosos transmisores de la estación de radio nacional, «La Voz de Nicaragua», para equipar su propia «Radio Ya».

Los creadores de la piñata se encargaron de destruir la mayor cantidad de evidencia posible de su robo. Probablemente nunca sabremos cuánta propiedad estatal pasó a manos de las nuevas riquezas de Nicaragua.

Durante el período de transición, las hogueras ardían incesantemente en los ministerios del gobierno y otras instituciones, alimentadas con documentos, declaraciones juradas, facturas y registros de los bienes que los sandinistas se habían apropiado.

«Encontramos los archivos del banco borrados. Las computadoras y los documentos habían desaparecido junto con treinta vehículos», dijo Oscar Moncada, director administrativo del Banco de la Vivienda. Afirmó que la piñata le costó al banco un total de $ 300 millones en casas y bienes raíces urbanas que los sandinistas prácticamente entregaban a sus propios seguidores privilegiados, en lugar de a los empobrecidos nicaragüenses a quienes el banco estatal estaba dispuesto a servir.

«En total, los sandinistas robaron unos $ 700 millones en propiedad estatal mediante la piñata. En gran parte debido a este saqueo injustificado, Violeta Chamorro heredó un país descapitalizado sin crédito externo. Un año después de dejar el cargo, los sandinistas son los verdaderos ricos de Nicaragua. Se han convertido en el poder económico de facto en el país, pero a un costo enorme de su honor y la mayor parte de su respaldo político…»

«La flagrante corrupción de los principales comandantes ha desprestigiado el movimiento sandinista, reduciendo constantemente su influencia, su apoyo popular e incluso su unidad interna. Hoy en día, el Frente Sandinista se encuentra en una calle sin salida, habiendo perdido el bien más preciado de cualquier movimiento revolucionario: su autoridad moral».

En esos dos meses antes de la toma de posesión de Doña Violeta, los sandinistas se adjudicaron un monto estimado en bienes de todo tipo, por mil millones de dólares americanos, al valor presente en el año 1990, equivalentes a un estimado de valor presente en el año 2020 con una tasa mínima de retorno de 6% (interés compuesto anualmente) a USD 5,743 millones de dólares americanos.

Esto sin agregar activos militares adquiridos como deuda externa ante la antigua Unión Soviética (URSS), algunos de los cuales fueron posteriormente vendidos a otros países.

Solo basta aquí recordar la venta de los helicópteros MI Rusos al Perú, por la suma de USD $100 millones, y cuyo ingreso por la venta fue a parar a la cuenta personal de Humberto Ortega Saavedra.

A partir de ese momento, en el año 1990, todos los criminales de lesa humanidad, los genocidas de su propio pueblo, los asesinos, los narcotraficantes, los corruptos, los ladrones, los piñateros, etc., se convierten en los nuevos ricos de Nicaragua.

En 1995 el FSLN se divide de nuevo y nace el Movimiento Renovador Sandinista (MRS). Desde 1990 al 2005 los gobiernos de Doña Violeta, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños no pudieron derrotar totalmente al sandinismo porque simplemente no fueron a la raíz del problema.

Dejaron en la impunidad los crímenes de lesa humanidad del sandinismo, por lo que no hubo justicia. Permitieron la Piñara, con lo cual nació el monstruo socio político y económico del sandinismo-orteguismo.

Estos gobiernos desaprovecharon por múltiples razones la oportunidad que tuvieron de acabar con el problema, cuando en su momento tenían el apoyo internacional, más el apoyo decidido de más del 60% de los Nicaragüenses.

El resto ya todos lo sabemos. El corrupto y ladrón de Alemán, acosado por la torpeza política de Bolaños, pactó con Ortega y éste regresó al poder. En ese mismo período de 1990 al 2005, empezaron a acumular sus riquezas de manera presuntamente fraudulenta o criminal, producto del lavado de dinero y el narcotráfico.

Un grupo de selectos “hombres de negocios”, iniciaron el crecimiento de sus fortunas de forma paralela y con un comportamiento de crecimiento de curvas exponenciales sin precedentes en la historia de Nicaragua y Centroamérica.

Según reportan algunos encubridores y economistas, el Gran Capital de Nicaragua formó una alianza con el régimen de Ortega a partir del año 2006, cuando éste llega nuevamente al poder. Dado el carácter sibilino de la relación de alianza entre el Gran Capital, y el sandinismo-orteguismo, es muy posible que esto no sea del todo ajustado a la realidad y que hayan venido teniendo vínculos económicos precisamente a partir del año 1990.

De hecho, antes y después de la caída del bloque socialista en 1991, se abrió una ventana de oportunidad para el lavado de dinero rampante en Centro y Sudamérica, por la falta de controles. EE.UU en esos momentos estaba enfocado en terminar de acabar con el comunismo y no en poner atención al lavado de dinero.

Otro factor adicional, sumamente importante que agrava el problema, es el aporte económico de la ayuda venezolana, en concepto de petróleo y sus derivados, a la dictadura de Ortega, que se estima en USD 4,500 millones, y cuyo destino se desconoce, porque nunca pasó por el presupuesto nacional.

Esta ayuda ha sido la “gallina de los huevos de oro» de Ortega. Esta ayuda es precisamente lo que hace que Ortega «se les pierda en el espacio» a los del Movimiento Renovador Sandinista. Esta cantidad estratosferica será desconocida por Nicaragua como deuda externa adicional.

El pueblo de Nicaragua, el día de hoy, identifica a sus enemigos, como al Sandinismo-Orteguismo y la avaricia sin límites por el dinero del Gran Capital de Nicaragua. Enemigos poderosos con el poder de las armas y un gran poderío económico.

Es mi opinión que, si en el pasado el FSLN se separó y se volvió a unir, cuando eran unos pobres diablos sin dinero, ¿por qué ahora no van a unirse con el Movimiento Renovador Sandinista, cuando está en juego que tengan que enfrentar a la justicia por sus crímenes de lesa humanidad, y también están en juego los recursos y el poderío económico producto de la piñata, el narcotrafico y lavado de dinero?

Todos ellos son presuntos criminales, cómplices por acción u omisión, de crímenes de lesa humanidad, así como presuntos criminales por narcotrafico, lavado de dinero y crímenes adicionales. La libertad de que han gozado en los últimos 40 años es totalmente inmerecida, ya que tienen varias deudas pendientes por pagar:

1. Tienen pendiente enfrentar a la justicia por sus crímenes de lesa humanidad en la década de los 80 y más recientemente a partir del mes de Abril del 2018.

2. Tienen pendiente devolver al patrimonio del nuevo Estado Democrático de Nicaragua todo lo robado, todo lo piñateado en la tristemente célebre Piñata de los años 90.

3. Tienen pendiente de investigar sus vínculos con el narcotrafico internacional, así como sus vínculos y alianzas en negocios de todo tipo con el Gran Capital.

Por estas deudas, razones o como quieran llamarle, están haciendo hasta lo imposible por sobrevivir, sin buscar un cambio verdadero, e inclusive masacrando sin piedad a nuestro pueblo. Como parte de su estrategia, hoy por hoy, siembran dudas acerca de quiénes son o deben ser los líderes verdaderos del pueblo. También tratan de disfrazar propuestas de Gobierno de Transición que no representan para nada el concepto y demanda del pueblo.

Y lo más significativo, relevante y patético a la vez, es que insisten en que el sandinismo es todavía una opción para Nicaragua. ¿Dónde están los lideres patriotas del pueblo? ¿Cómo identificarlos en medio de tantos corruptos? ¿Cómo reconocerlos si se disfrazan con múltiples antifaces?

Son lobos con piel de cordero. Se presentan como personas honorables, como hombres de negocios, como empresarios progresistas, como profesionales graduados en Harvard, como periodistas consecuentes, como víctimas martirizadas. Como exilados. Como clandestinos y hasta como presos políticos.

Son camaleones en constante y permanente mutación. Y son camaleones infiltrándose continua y permanentemente en medio de los justos.

La repuesta diáfana y contundente es que los verdaderos líderes patriotas del pueblo están muertos, asesinados por la dictadura. Otros están presos, exilados o clandestinos. Y no figuran por falta de recursos económicos y por razones de seguridad. Y si tienen que figurar lo hacen únicamente con otros líderes patriotas. Trigo con trigo. Pero no trigo y cizaña, a menos que les tiendan una trampa para desprestigiarlos.

Para lograr diferenciar a los verdaderos líderes patriotas con autoridad moral de los vende patrias, hay que hacer un análisis de anatomía en todos ellos.

Todo aquel que tenga «cola», la haya tenido, tenga el potencial de desarrollarla o esté junto a otros con «cola», es simplemente un oportunista, presunto cómplice por acción u omisión del Sandinismo-Orteguismo, y por tanto, inhabilitado por falta de autoridad moral.

Por el contrario, todo aquel que no tenga «cola» y no haya figurado en la “chanchera” política de Nicaragua, sea capacitado, probo y patriota, puede ser considerado por su base social siempre y cuando esta base lo apoye y lo siga. Después de todo, un líder auténtico es aquel que tiene la capacidad de influir en otras personas para lograr cosas extraordinarias con gente ordinaria. De nada sirve el mercadeo que se pueda pagar a la revista Forbes, por ejemplo, para que esta promueva y eleve a un líder de papel.

Hay quienes insisten en presentar al sandinismo como una opción vigente en Nicaragua, cuando ya no tiene ninguna base social de apoyo. El pueblo de Nicaragua los repudia, los rechaza. Y esto incluye, entre otros, a  Sergio Ramírez, Carlos Tünnermann, Luis Carrión Cruz, Hugo Torres,

Dora María Téllez, Julio López, Edmundo Jarquin, Víctor Hugo Tinoco, Mónica Baltodano, Jaime Wheelock Roman, Humberto Ortega Saavedra, Gioconda Belli, etcétera.

Todos dan entrevistas y continuamente escriben artículos de opinión hasta en el diario La Prensa, con sugerencias y propuestas salomónicas y mesiánicas por el futuro de Nicaragua. No se quieren dar cuenta que ya son dinosaurios del siglo pasado, sin norte ideológico.

Han cambiado su estrategia de exigir elecciones adelantadas presentando como opción a los partidos políticos existentes. Ya no hablan de eso. Y no hablan de eso por el masivo rechazo popular a dicha propuesta. Hablan de la variante de un Gobierno de Transición con el concepto implícito de una Junta de Gobierno, tal y como algunos la presentan, difiere sustancialmente del concepto que demanda el pueblo soberano. Es más, el concepto de Gobierno de Transición que demanda el pueblo soberano ni siquiera se menciona.

Esta propuesta es engañosa y a la vez pretensiosa. Y la explicación a esto es simple: No quieren un cambio verdadero. Si queremos de verdad solucionar el problema, hay que ir a la raíz del problema. Hay que arrancar el árbol podrido con todo y raíz. Y hay que sembrar uno nuevo. Completamente nuevo.

Estoy clarísimo que eso es difícil. Desde el inicio ha sido pelea de “burro amarrado, contra tigre suelto”. Sumamente complejo. Requiere muchísimo trabajo. Pero no es imposible. Los milagros de Dios son posibles. Y esto es lo que necesitamos.

Como parte de ir a la raíz del problema, hay que exigir la restitución de los bienes mal habidos, no solamente a Ortega, sus allegados y aliados. También hay que exigir la restitución de los bienes mal habidos del sandinismo en la Piñata de los años 90.

Hay que quitarles ese poderío económico que no les pertenece en moral, verdad y justicia. Debemos llevarlos ante la justicia por sus crímenes. Esto es lo que permitirá su derrocamiento total.

Ellos no proponen ningún cambio verdadero al modelo sociopolítico y económico de plutocracia dictatorial y oligopolio existente, en alianza con el gran capital. Es simplemente sandinismo negociado con Ortega. El gobierno de transición que proponen no responde a las demandas del pueblo soberano de Nicaragua. Es atol con el dedo. Es un engaño más.

El pueblo soberano de Nicaragua tiene el derecho de demandar un cambio verdadero, cuyo objetivo es la toma del poder para lograr la derrota total, estructural e irreversible del modelo sociopolítico y económico de plutocracia dictatorial y oligopolio existente en alianza con el gran capital.

El pueblo tiene derecho a demandar la restitución de los bienes mal habidos de la dictadura orteguista, sus allegados y aliándos, mediante la formación de un Gobierno de Transición liderado con una Junta de Gobierno de Transición y una Asamblea Constituyente.

Este Gobierno de Transición se encargará de la disolución de la estructura de poder del orteguismo (poderes del estado, ejecutivo, legislativo, judicial, electoral), Ejército y Policia Nacional. También emprenderá profundas reformas institucionales con vistas a una nueva Constitución, para sentar las bases sólidas del nuevo Estado Democrático de Nicaragua con profundos valores morales.

Promover y quizás hasta compartir sin denunciar noticias de estos grupos nuevos que surgen con diferentes disfraces cada cierto tiempo, sin propuestas de cambio verdadero, como lo demanda el pueblo soberano en todo su derecho, es cooperar y ser cómplice con el anatema o maldición del sandinismo y orteguismo. 

Por este medio hago una vez más un llamado a la unidad de todos los movimientos y organizaciones de estudiantes, campesinos, autosconvocados, organizaciones gremiales y pueblo en general. Hay que formar este Gobierno de Transición liderado por una Junta de Gobierno de Transición, su gabinete de gobierno y una Asamblea Constituyente.

Mientras no lo hagamos no avanzamos. Mientras no lo hagamos, EE.UU y la Comunidad Internacional no nos apoyarán porque perciben un vacío de poder. Nos ven como un pueblo valiente pero desorganizado y dividido, sin una dirección estratégica. Afortunadamente ya existe un Plan de Gobiernbo inclusivo de todos los sectores de la sociedad nicaragüense dentro y fuera del país.

Que Dios nos ilumine y tengamos claro lo que de forma resumida ha expresa una querida amiga: 

Si el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) no es válido, sus sucedáneos tampoco. No más engaños. Si esta vez han sido descubiertos, vayamos hasta el final para erradicar esta lacra, semejante a un cáncer maligno que se reproduce siempre si no se extirpa radicalmente. No hay más oportunidades y ahora es cuándo.

Si antes íbamos de ignorantes, ahora es imposible alegar esto para eximir toda futura responsabilidad. Ya hemos abierto los ojos. No faltemos ni un segundo a la responsabilidad que hemos adquirido de defender la patria Nica.

El trigo y la cizaña son incompatibles. Así que, mala suerte a los que fomentan y apoyan el maquiavélico pensamiento de que “el fin justifica los medios”. Nunca lo podrá justificar, máxime cuando el fin es profundizar los valores morales que nuestra sociedad debe tener. Cristo Jesús es nuestra única verdad. Que Dios bendiga a Nicaragua. 

Álvaro Quintana Duarte

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