El síndrome de la indefensión aprendida ¿Somos una nación presa de la indefensión aprendida?

Róger Alfredo Martínez
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 No olvidés por qué saliste a las calles. No abandonés, desde dentro de tu ser, a los que más han sufrido, a los que se han ido, a los que aún no han podido retornar.   Debemos interiorizar las enseñanzas políticas más recientes, desde Abril del 2018 hasta la fecha de hoy. Tampoco olvidemos que jamás nos hemos dejado dominar, ¡por más fuerte que parezca un dictador!

La indefensión aprendida es un síndrome que puede experimentar una persona al estar en una situación negativa, de la cual no logra salirse, lo que la lleva a pensar que no cuenta con los recursos suficientes para hacerle frente a la situación y, peor aún, cree que está condenado a sufrirla nada más.

Una persona que sufre de indefensión aprendida llega a percibir que nada puede hacer, que no puede poner en marcha ninguna estrategia para modificar una situación. En el caso de todo un pueblo, si hablamos de indefensión aprendida, esto quiere decir que el pueblo habrá “aprendido” a comportarse de manera pasiva ante todo lo negativo que le sucede. En consecuencia, ese pueblo habrá instituido como norma el pensar que no puede defenderse ante el peor tipo de violaciones y vejaciones.

Esto inculca en las personas, y a una sociedad entera, la humillante percepción de impotencia ante la realidad, la falta total de control total sobre nuestro entorno, percibiendo como inútil cualquier esfuerzo que realice para alcanzar cierto nivel de control o para paliar los efectos negativos de una mala situación. De esta manera, el simple hecho de pensar que nuestros actos no modificarán una situación concreta, nos llevará a evitarla y no enfrentarnos a la misma, aun cuando esta nos afecta. 

En el contexto social en que vivimos en Nicaragua, la dictadura nos ha cerrado espacios públicos e institucionales, y nos sigue asediando para que pensemos que lo único que podemos hacer es quedarnos quietos y “hacer nada”, ¿por qué?: “El que levante la cabeza se la aplastamos”. Ese es parte de los comentarios que leo en las redes de los miserables adeptos violentos de la dictadura.  

<<¿Han visto cómo una simple calcomanía en una pared llena de furia a los simpatizantes del régimen?>>

Nos quieren hacer creer que inflar chimbombas, lanzas papelillos, pintar un poste o pegar stickers con las imágenes de nuestros presos políticos en las calles no tiene ningún efecto frente a la dictadura, pero, ¿te has fijado cómo “brincan” cada vez que un simple acto de rebeldía como este se hace presente en las calles? ¿Vieron como sale la guardia policial sandinista a reventar las chimbombas a las calles? ¿Han visto cómo una simple calcomanía en una pared llena de furia a los simpatizantes del régimen?

El más mínimo acto de rebeldía es inmenso cuando es contra una dictadura ha confiscado y cerrado todos los espacios. Una chimbomba, una pintura, un meme, un tik tok, todo cuenta y todo es inmenso cuando está en contra de esta dictadura del terror. Por eso no se puede despreciar ni una sola forma de expresión, todas son buenas si permiten comunicar el repudio generado por el actuar criminal de quienes confiscaron las instituciones del Estado para saciar su pasión enfermiza por el poder.

Nos quieren convencer de que nada podemos hacer para modificar, revertir, paliar o alterar las circunstancias adversas en las que nos tienen. Esto provoca grandes sufrimientos en los nicaragüenses, porque la mayoría de la población desea salir de la dictadura sandinista sí o sí. Pero ya lo decía Monseñor Baéz: «Nicaragua es un pueblo sufrido que también resucitará»

Como el propio nombre del síndrome lo indica, la indefensión es “aprender” que no podemos defendernos ante tanta maldad. Sin embargo, las reglas más básicas de la psicología estipulan que, así como se puede aprender; también se puede desaprender algo. Uno de los primeros pasos, y de los más necesarios, es ser consciente de cómo nuestra voluntad está siendo minada por este síndrome. Una vez identificado el problema y la raíz del síndrome, podemos enfocarnos en pensar distinto para volver a recuperar la confianza en nosotros mismos. Necesitamos confiar nuevamente en nuestras capacidades. Debemos interiorizar las enseñanzas políticas más recientes, desde Abril del 2018 hasta la fecha de hoy. Tampoco olvidemos que jamás nos hemos dejado dominar, ¡por más fuerte que parezca un dictador!

La libertad empieza en tu mente

Debemos reconocer que, si a veces creemos que” no hay nada que hacer”, es porque la dictadura está logrando su cometido. Ciertamente, es peligroso retar frente a frente a una manada de criminales. Sin embargo, la lucha de las calles ahora se ha trasladado a tu mente, a la mía, allí donde tenemos plena libertad, en el silencio del ontos (del ser). No olvidés por qué saliste a las calles. No abandonés, desde dentro de tu ser, a los que más han sufrido, a los que se han ido, a los que aún no han podido retornar.

¡Vos no sos culpable por salir a pedir justicia, libertad, verdad, democracia! Los culpables son los que a sangre y fuego pasaron por encima de todo lo que, hoy por hoy, seguimos gritando desde el silencio de nuestras almas. Un grito que resuena con un poderoso eco en los oídos de la dictadura, como los retumbos del Telica o del colosal San Cristóbal. Vos hiciste lo correcto, nunca dudés eso. Esto es parte de tu lucha ahora también: jamás tenés que dudar de vos y de lo que hiciste. Vos sos un buen ciudadano, sos un ciudadano ejemplar.

Para aquellos pocos que no quisieron beber el trago amargo de un solo en el 2018, y nos han obligado a tomarlo sorbo a sorbo durante estos tres años, es hora que hagan lo que debieron haber hecho hace mucho tiempo ya. La comodidad se les irá acabando y depende del tiempo que aguante la dictadura sentada en su trono. La serpiente de dos cabezas está herida de muerte y viene por todos nosotros. Afortunadamente, el pueblo sigue en pie de lucha, en silencio pero con la mano empuñada para darle el último filazo al monstruo y descabezar la serpiente de dos cabezas. Solo ustedes atrasan, si no apoyan el proceso, por no comprometerse con el pueblo. Después no digan malaya porque malaya estará lejos, decía mi abuelita.  

Desde tiempos inmemorables, el nicaragüense ha probado su deseo constante de libertad. El mismo Darío lo eternizó diciendo: –“A través de las páginas fatales de la historia, nuestra tierra [y por ende todos nosotros los nicaragüenses] está hecha de vigor y de gloria”- . Y así, en medio de tantos episodios de atropellos de nuestros derechos, en los cuales nos hemos divididos, pero en los que también nos hemos unido, hemos forjado una historia tan intensa como una erupción del Cerro Negro en la actualidad o tan potente como la del Cosigüina en la antigüedad. ¡Es hora de una nueva unidad! no contra un conquistador o un filibustero, contra el más grande de los tiranos criminales vivos, Daniel Ortega, el terrorista carnicero.

Indefensión aprendida y elecciones bajo Ortega

Para salir de la indefensión aprendida, es muy importante que generemos expectativas positivas sobre los cambios políticos, sociales y culturales que queremos tener en el futuro. Entendamos que somos nosotros quienes conseguiremos esos cambios a pesar de los tropiezos y desánimos de estos tres años de lucha. El poder de cambiar las cosas está en todos nosotros. No podemos dejar el poder en manos de una minoría inculta, agresiva y violenta.

Las elecciones son el mecanismo dentro de la democracia y la institucionalidad, no son un mecanismo para sacar a asesinos criminales atornillados en el poder. Por eso, usemos las cartas que no se han querido usar, es decir, seamos ciudadanos conscientes, seamos ciudadanos participativos, seamos ciudadanos críticos, consumamos en forma responsable, compremos solo en negocios azules y blanco, organicémonos en diferentes grupos de resistencia democrática. Podemos organizarnos en grupos de resistencia universitarios, ambientales, cívicos, intelectuales, vecinales, profesionales, gremiales, artísticos o culturales.

Vivimos creyendo que “no podemos hacer” un montón de cosas, simplemente porque alguna vez, antes (cuando éramos chiquitos) alguna vez probamos y no pudimos. Pero salir de una dictadura, eso está más que comprobado que nosotros, los Nicaragüenses, siempre hemos sido capaces de lograrlo.

Róger Alfredo Martínez

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