Elecciones internas en UNAB: ejemplo para Alianza Cívica
Yaser Morazán
«Tenemos que romper el mito de que las ONGs vinculadas al trabajo político, obligadamente representan el sentir del pueblo, porque no es así. Por lo general representan los valores, misión y visión de sus dueños, familiares y amigos, lo cual también es válido, pero distante de las dinámicas populares que nos llevaron a esta insurrección popular de abril»
Celebro el proceso de elección del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco por dos razones distintas.
Primero porque están tratando de hacer un esfuerzo democrático, público y transparente en un contexto donde hay muchas sensibilidades colectivas. Aquí un ejemplo para la extinta y fallida Alianza Cívica.
Segundo porque nos demuestra que pese a toda la persecución política que hay en Nicaragua, todavía hay gente valiente que está dispuesta a asumir los riesgos y costos de la exposición mediática.
Conozco a varios de los candidatos, les tengo mucho cariño y admiración. Reconozco el malestar general que ha ocasionado la preselección de los candidatos al Consejo Político, sobre todo por aquellas personas que pretenden reelegirse, cuando anteriormente habían establecido lo contrario.
Sin embargo, la UNAB es una organización gremial, no nacional. Ahí confluyen los intereses, estrategias, características y dinámicas de sus miembros, que no necesariamente corresponden a los intereses de una parte de la población de Nicaragua, porque no se ha consultado al pueblo a través de encuestas, foros, sondeos de opinión, votaciones, generales, etc.
La confusión radica en que se está presentando a sus candidatos y estructuras organizativas como si de un proceso nacional se tratara.
Las caras que vemos son la realidad política de Nicaragua. No debería de importar si tienen 20 u 80 años, lo esencial es que sean personas con valores humanos y conocimientos sobre INCIDENCIA POLÍTICA, porque la UNAB no está para resolver los problemas de Nicaragua, porque no son el Gobierno, sino para ejercer presión sobre cuándo, dónde, cómo, quiénes, vamos a hacer qué cosa para presionar al régimen Ortega-Murillo.
Aquí veo una confusión organizativa derivada de la visión institucional y de ONGs con que se administra la insurrección popular de abril.
Tenemos que romper el mito de que las ONGs vinculadas al trabajo político, obligadamente representan el sentir del pueblo, porque no es así. Por lo general representan los valores, misión y visión de sus dueños, familiares y amigos, lo cual también es válido, pero distante de las dinámicas populares que nos llevaron a esta insurrección popular de abril.
La capacidad socio-política de la UNAB para incidir sobre el régimen Ortega-Murillo, cada vez es más disoluble, a menos que logren obtener una casilla electoral en la que puedan participar, frente al rechazo de un sector de la población que ve a la UNAB como sandinistas sin Ortega, y peor aún, frente a la estrategia política antagónica de la extinta y fallida Alianza Cívica de ir a elecciones en casillas ya establecidas, como la de CxL.
La presión social no vendrá de las ONGs de cinco miembros cada una, sino de la presión popular.