Elucubraciones electoreras
Carlos A. Lucas A.
Mientras no se conozcan las cifras de la verificación, ningún balance político se puede hacer sobre ese «derecho» que muchos calificaron de «deber» y que otros llamaron a ejercer como «fiesta cívica»… Y la realidad es que nunca sabremos objetivamente si esas cifras son reales o cínicamente manipuladas por el régimen. Confiar en esas posibles cifras del régimen es, de hecho, llamar a confiar en el régimen militar sandinista.
El padrón electoral es el pivote del fraude que el régimen nunca pondrá en peligro permitiendo la libre expresión electoral del pueblo. El régimen tiene el monopolio del registro electoral como lo tiene de todo el proceso electoral: Ley, calendario, financiamiento, magistrados, consejos departamentales y municipales, control de partidos y Alianzas electorales, decisiones sobre primarias de los partidos zancudos, sobre los candidatos, leyes inhabilitantes y represivas, fuerzas armadas, policías, sicarariato, implacables, violentos y autómatas, apoyo técnico de Rusia en manipulación de datos informáticos y redes sociales, complicidad absoluta de los grandes empresarios y banqueros, desnudamiento de falsos liderazgos, verdaderos demagogos de la unidad…
El problema no es votar o no votar, el problema es si tenemos la madurez, claridad, capacidad y fuerza organizativa para concluir que primero debemos salir de la dictadura y luego decidir sobre el proceso electoral.
Y que el pueblo está solo en su drama: sin condiciones para visualizar o pensar la solución. Sin líderes honestos, ni efectivos ni eficientes. Sin partidos políticos que lo organicen y sepan guiar y movilizar. Sin apoyo internacional relevante y contundente. Debilitado por la emigración y el exilio. Absorto en el espejismo democrático del fraude electoral ya en marcha.