La ignorancia de Rosario Murillo

Recientemente, en la ciudad de León, la dictadora Rosario Murillo mandó a pintar un mural en el recién inaugurado Centro Cultural Rubén Darío.

Como era de esperarse, aparecen escritos en el mural varios versos del famoso poema que no tiene título y que suele llamarse «Yo soy aquel…» (1904), tal como dice su primer verso.

Este es el primer poema del séptimo poemario de Rubén Darío titulado Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas (1905), y uno de sus más conocidos ya que, a la par que describe su crecimiento como persona, explica también su amor por la poesía, los aspectos cambiantes de ese amor, y el sentido vital y ético de su obra.   

Resulta imposible ignorar que los trabajadores de Rosario Murillo le dan el título del poemario al que pertenece y, peor aún, lo escriben mal pues no es «Canto» sino «Cantos».

Es notable, además, la errada puntuación en varios versos. Todo esto lo pudo haber evitado la dictadora si hubiese consultado las cuidadísimas e insuperables ediciones del poeta y catedrático nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez (1923 – 1985).

También es de notar la discrepancia entre el artículo definido «la», en singular, y el nombre «tórtolas», en plural, del séptimo verso.

Más aún: el muralista escribe en minúscula el apellido Verlaine, poeta francés profundamente admirado por Darío. También escribe equivocadamente en mayúscula la palabra «cisnes».  

El horror no termina ahí: El muralista, quizás por no haber calculado correctamente el espacio, suprimió el último verso de la cuarta cuarteta que dice «una fragancia de melancolía…», verso que cierra la atmósfera emocional del poeta para darle paso al relato que empieza en la quinta cuarteta. Mejor pintada no puede mostrarse la ignorancia de la dictadora y la de sus seguidores.

¿Dónde están los «dariístas» nicaragüenses para asistir a Rosario Murillo en estos menesteres a fin de no dejarla lucir como cerdo devorando perlas? ¿Dónde?

Roberto Carlos Pérez
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