“La magia” de un verdadero programa político nacional
Guillermo Cortés Domínguez
El autor es escritor.
El control por el control, es decir, el funcionamiento autoritario de las personas e instituciones, es muy negativo para el país, como lo estamos viviendo, pero es positivo para la nación cuando se logra, por ejemplo, el control del Estado y dentro de él, del comportamiento de todos los funcionarios públicos, incluyendo magistrados, jueces y diputados en la Asamblea Nacional, mediante un fuerte acuerdo nacional lúcido, plural, inclusivo, que responda a las principales necesidades del país, logrado tras mucha discusión y estudio, y que se traduzca en un programa político para corto, mediano y largo plazo que finalmente conduzca a Nicaragua hacia el desarrollo.
Requerimos –y ya hay mucho elaborado al respecto—de un programa político que nos permita navegar tranquilamente hacia adelante incluso sin importar qué agrupación política tome el poder, pues todos estaríamos comprometidos con su cumplimiento y no se abandonaría ninguno de sus puntos ni se agregarían otros que causaran escozor dentro de esta gran alianza general por el interés nacional.
Solo desde una perspectiva absolutista y autoritaria se puede concebir una alianza política solo entre quienes piensan de la misma forma so pretexto que después, cuando hipotéticamente se tome el poder, los diputados se dividirán en varios grupos como ocurrió con los electos por la Unión Nacional Opositora (UNO) en 1990.
La causa del fraccionamiento de esa época hay que buscarla en las debilidades de esa alianza que, aunque abarcadora y magnífica, tenía múltiples orificios por donde se coló el agua hasta colapsarla, muy probablemente porque faltó trabajo y tiempo para estructurar una unidad más programática, más comprometida con lo que se acordó, de tal manera que se pudieran superar las desmedidas ambiciones personales por el poder que tanto daño le han hecho a este país.
Aspectos controversiales se posponen en un programa nacional
La discusión de un programa político es una oportunidad para aportar a la nación, para que se conozcan en el terreno los líderes sociales y aprendan a tolerarse, a comprender que la razón está compartida y a que hay que hacer concesiones para lograr un buen acuerdo entre partes diferentes.
Aquellos aspectos polémicos y muy controversiales de los que se sabe que causan división en la sociedad, no pueden ser parte de un programa político a corto plazo, pero en este puede quedar establecido que se someterían a la consulta popular en el mediano y largo plazo, por ejemplo., en la medida que vayamos avanzando sólidamente en la resolución de los problemas más ingentes en este segundo país más pobre de América Latina, como la educación, la salud y la productividad del trabajo.
Es probable que el actual momento histórico sea cuando por primera vez tantas personas tan cualificadas se han reunido para trabajar con tanto profesionalismo y fervor patriótico no solo para estudiar a profundidad el problema estructural del sistema electoral de nuestra nación, sino también para elaborar un diagnóstico de país a partir del cual han formulado propuestas de programa político nacional.
Hay un avance extraordinario en tener conceptualizado qué requiere Nicaragua que sucesivos gobiernos impulsen para que salgamos de la miseria y del atraso y nos convirtamos en un país con libertad, instituciones y derechos humanos, y podamos vivir bien, sin grandes diferencias ni traumas, con fuertes empresarios que contribuyan mucho al ingreso nacional y toda una sociedad aportando para el desarrollo del país.
Retraso del desarrollo de la conciencia de algunos sectores
Está más avanzada la elaboración de un programa político nacional para el buen gobierno de Nicaragua en los próximos 40 años, que el desarrollo de la conciencia de la clase política, donde a partir del estallido social de abril del 2018 ha habido un desarrollo desigual y todavía hay quienes tienen una mentalidad de feudos en los que se refugian los que piensan igual para rechazar a los que opinan diferente.
La clase política tradicional pareciera condenada a continuar con sus profundas carencias porque no se libera de las cadenas que la atan a una forma autoritaria, parasitaria y vergonzosa de hacer política y, por otro, hay una pujante oleada de organizaciones y nuevos líderes o de personas a quienes las circunstancias las han catapultado a la arena política y lo está haciendo de manera ejemplar. Estos últimos son quienes tendrían más posibilidades de llevar adelante un programa político nacional y de continuar intentando atraer a sectores que aún no dan un paso adelante para abrazar intereses nacionales.
Nicaragua no se debe permitir que cuatro granujas que manejan un partido político hagan una fuerte inversión económica y se apoderen del gobierno para llevar adelante sus ambiciones para llenar de más riqueza sus insaciables bóvedas de acero y titanio. Debemos trabajar por un programa político nacional que verdaderamente represente los intereses de los nicaragüenses y que detenga en seco esta seguidilla de aborrecibles dictaduras que nos han atascado y empobrecido y violentado de manera sufrida y dramática nuestros derechos humanos.