Manifiesto generacional: 15 tesis y tres demandas básicas para la transformación política y cultural de Nicaragua
Por Tony Montana y Mito Parra
«¿Cómo es que piensan los progresistas? Ellos no argumentan, no refutan, no contraargumentan, no tienen argumentos sustentados en evidencia empírica, en hechos científicos; ellos decretan que son moral e intelectualmente superiores a la media; se ponen en este pedestal y miran desde arriba a todo el mundo. Esto es lo que hacen, esta es la mentalidad del progre promedio. Aparentemente, todos aquellos que dicen abrazar ideales progresistas se caracterizan por defecar agua bendita» (Enmanuel Dann)
El presente manifiesto se posiciona a favor del sentido común tan bastardeado en las actuales circunstancias por las ideologías de género, el sandinismo, el nacionalismo y el socialismo. Nos colocamos, en consecuencia, junto a valores como la razón, la justicia y el derecho, sumados a una actitud libertaria que sospecha de todos aquellos que dicen representar a los demás sin su permiso ni consentimiento.
Por otro lado, nos posicionamos a favor de las libertades cívicas y políticas (objeto de una constante amenaza, como resultado de las proliferaciones de tribus ideológicas, así como de la dictadura) y, finalmente, defendemos que la horizontalidad en las relaciones sociales es un vector fundamental en una sociedad que aspira a ser libre.
Este escrito pretende, por tanto, ser una contribución crítica contra el progresismo y sus expresiones sociopolíticas y culturales en Nicaragua. En este marco, definimos al progresismo como una corriente de pensamiento pequeñoburguesa caracterizada por el elitismo a través del cual letrados y estudiados, en virtud de sus conocimientos, encarnan la verdad y la justicia en su máxima expresión.
Esto nos lleva a comprender que la democracia posmoderna en Nicaragua se encuentra en un duro parto, y ello lo demuestran el desarrollo y el conflicto de distintas agrupaciones, colectivos y tribus que subsisten en la búsqueda de la imposición de una ideología.
La consecuencia, entonces, de los dos factores arriba mencionados genera un ensordecedor aplastamiento de parte de lo uno, lo absoluto, y del verticalismo y la dictadura como una sola expresión de grupos culturales interesados en imponer una agenda para otros subordinados (nos referimos a los indígenas, a los negros, a los trabajadores y a las mujeres), sujetos todos al discurso de dichos agentes socioculturales que lo único que pretenden es el monopolio del poder estatal, botín codiciado por cada una de las partes interesadas en un cambio político y social que reemplace administradores o amos, manteniendo así el status quo intacto o, por lo demás, desarrollando un desplazamiento cosmético del poder establecido.
¿Quiénes son los progres en Nicaragua? El progresismo cubre un amplio espectro, desde estudiantes universitarios hasta activistas de movimientos sociales. Pero por motivos de brevedad nos concentraremos en dos grupos beligerantes y prometedores: los cientistas sociales (filosofía, psicología, sociología, comunicación o periodismo, derecho, economía) y los que se dedican a cultivar la literatura (esto es, la poesía, los cuentos y la novela). Hemos elegido a ambos grupos pues en la actual crisis sociopolítica que vive Nicaragua su participación ha tenido gran relevancia en lo que respecta a imponer la verdad que más se adecúe a los intereses de las élites a las que sirven como cortesanos.
Comencemos por los cientistas sociales.
Este primer grupo de cortesanos se encuentra fragmentado en dos tribus. En primer lugar, aquellos que sirven a las oligarquías criollas —conocidos antes como los viejos partidos liberales y conservadores—, quienes ahora, ante la falta de un partido coherente que defienda sus intereses de clase, se organizan en dos asociaciones: el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), protopartido este último que se presenta como un nuevo instrumento político con el cual se pretenden trascender intereses gremiales. Aquí podemos encontrar a sociólogos, economistas, comunicadores y abogados, muchos, por cierto, jóvenes, integrantes de movimientos sociales, universidades, organismos no gubernamentales y partidos políticos. En el segundo espectro, más monolítico, encontramos a jóvenes con la misma profesión, pertenecientes a movimientos como la Juventud Sandinista (JS), el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) y la Confederación de Trabajadores por Cuenta Propia (CTCP), defensores del régimen político y declarados partidarios del liderazgo de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Asimismo, en el campo de los que se dedican a cultivar la literatura en sus diferentes géneros, dictadores y artistas han establecido alianzas de mutua cooperación lisonjera. Entre unos y otros cabe mencionar aquí a Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, 1942) y Jorge Eduardo Arellano (Granada, 1946), dos escritores que se rindieron respectivamente ante las figuras de Daniel Ortega Saavedra (La Libertad, 1945) y Rosario Murillo Zambrana (Managua, 1951). Por un lado, Ramírez describió al primero como «el mejor Presidente que ha conocido la historia de Nicaragua» [Confesión de amor: Ediciones Nicarao (1991)]; y, por otro, Arellano caracterizó a la segunda bajo los siguientes términos: «Con una capacidad de organización política y de excelente comunicadora (…)», Rosario Murillo es «una de las mujeres más inteligentes que he conocido» (La Prensa, 30 de julio de 2016).
La práctica de deshonra literaria ante el poder tampoco escapa de las circunstancias actuales por las que atraviesa el país, debido a que la propia presidenta del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE), Karly Gaitán Morales (Managua, 1980), refrenda una pseudonormalidad gubernamental presentándose a conversatorios organizados en la Cinemateca Nacional, institución creada y patrocinada por el viejo y actual régimen sandinista.
Pese a que ambos grupos tienen diferencias políticas e ideológicas, hay factores comunes —senológicos, culturales e históricos— que la actual crisis sociopolítica desnudó inequívocamente. Mencionaremos cuáles son esos factores que convierten a esta época en un período de crisis para las libertades individuales, base esto para el desarrollo de una sociedad abierta, libertaria y democrática:
a): Ambos grupos, ante la libertad de crítica, no argumentan, no refutan y menos ofrecen evidencia empírica a sus tesis. Tampoco se preocupan por validarlas mediante la ciencia. Ellos decretan, desde la comodidad de un apartamento en Miami, México o Managua, escribiendo en una computadora o celular Apple, Samsung y Huawei de últimas generaciones, con la certeza de que sus palabras tienen impunidad —están protegidos por las élites—, su superioridad moral e intelectual sobre el resto de la humanidad que no comparte sus ideas. En este espectro podemos encontrar a los líderes de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), la Juventud Sandinista (JS), el Movimiento Universitario 19 de Abril (MU-19A), la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), los movimientos feministas y otros colectivos ideológicos.
b): Que no argumenten y no refuten deja un vacío. Y entonces, ante ello, recurren a una supuesta superioridad moral basada en argumentos ad hominem; a falta de sustantivos, o de contenido, recurren a adjetivos —misógino, golpistas, sapo— y entonces se encargan no de discutir las ideas, sino de denigrar, ridiculizar, ofender, amenazar y trivializar al interlocutor en el aspecto personal.
c): Autorreferenciales. Sus armas predilectas son las redes sociales. En estos acuarios tales tribus crean burbujas culturales desde las cuales hay un culto del yo, del ego y su goce. Sus experiencias son la centralidad, con base en ver películas de Netflix, leer un libro —quizás de Bauman o de Bolaño— y no en analizar los hechos situados o sosegados. Sus refritos son la verdad por excelencia, según la subjetividad del cortesano de turno. Relativismo en su máxima expresión. La posverdad como arma política. En este marco podemos colocar como ejemplo las denuncias de acoso sexual y violaciones en redes sociales, los supuestos atentados, asesinatos y todo tipo de fenómenos que no se han probado rigurosamente por una metodología científica.
d): La posverdad, entonces, funciona como un dispositivo enemigo de la razón y la libertad. Primero creemos en las lágrimas, luego creemos en denuncias sin pruebas, en verdaderas puestas en escenas que crean, como consecuencia, la condena, el escarmiento. Y, por último, incluso sin saber qué pasó realmente, sapos y golpistas compiten por realizar el mejor teatro.
e) Como seres inmaculados, impolutos y puros, ambas tribus en cuestión de segundos pueden acabar con la imagen, decretar la muerte social y política de cualquiera. Asistimos, pues, ante grupos peligrosos que juegan a ser el papel de víctimas, fiscales, abogados y jueces, expresiones de autoritarismo político que aspiran a reemplazar al régimen político actual por otro con las mismas formas de control y represión.
f): Monopolizadores de la verdad, la moral, la semántica y las ideas, siempre y cuando vaya en orientación a sus intereses económicos y políticos colectivistas. Verdaderos personajes orwellianos de un mundo distópico que no se sabe si está en la modernidad, la premodernidad o es una combinación, una nefasta quimera de ambas épocas, la tergiversación de la historia y la destrucción de la memoria. Lo que es cierto para un grupo, para otro no lo es. La arbitrariedad es la regla.
g): Reproducción de categorías, conceptos y teorías con fines instrumentales para validar sus creencias, esquemas cognitivos y prejuicios de la realidad. Viven en un tercer mundo semántico, son adeptos a la nula creación en términos epistemológicos y teóricos.
h): Defensa de un humanismo peculiar: asesinar a aquellos que no piensan como ellos y utilizar a los asesinados para capitalizar políticamente sus discursos. Puestas en escenas o performances que buscan ganar protagonismo en una lucha despiadada por el poder.
i): Ambos son operadores políticos de las oligarquías, de los grupos cortesanos, de los heraldos y de las prostitutas del poder. Escriben, crean, reproducen y piensan de acuerdo con los intereses de los terratenientes, de los grandes comerciantes, de los burócratas estatales y de los políticos con influencias, con el propósito de algún día ocupar sus sillones.
j): Utilización de la violencia como cultura política: golpes, cárceles, intimidación y acoso colectivo. Una apología a la muerte: «las víctimas, los torturados, los desaparecidos y los exiliados». Significantes estos que contribuyen a metabolizar sus discursos, legitimar siempre sus acciones en nombre de aquellos, pero no con ellos. En fin, convertir la crisis en oportunismo y virtud, en neofascismo.
k): Colectivismo. No les interesa la defensa de las libertades individuales, sino un interés tribal, grupal y mafioso que contribuya a situarlos como policías virtuales de la moral, la justicia y la democracia.
l): Impostores del destierro. El exilio como fantasía de persecución política y como un anclaje para la obtención de beneficios en el extranjero (becas, estipendios, mecenazgos, cobertura mediática y prebendas) mediante la autovictimización; dicho de otro modo, rentabilizar las violaciones de los derechos humanos por parte de la dictadura; presentarse como líderes en foros, universidades y congresos internacionales, monopolizando y excluyendo las vivencias, subjetividades y experiencias del migrante/exiliado que duerme en los parques, sufre discriminación y violencia por representar una carga para las sociedades receptoras (Costa Rica, México, Alemania, Holanda, Suecia, España, Argentina y Estados Unidos).
m): Para poder desarrollarse en este entorno habría que analizar las condiciones económicas y sociales en las que los progres han nacido. Estos grupos existen gracias a que están emparentados y ligados con el Estado; es decir, viven de la cooperación internacional, de los impuestos, de estipendios del gran capital, de salarios del Estado. Dicho de otra forma, el parasitismo es su forma central de existencia. Son un estamento cancerígeno para el conjunto de la sociedad. El amiguismo, la zalamería y una lealtad tribal suponen las fuentes fundamentales de la cohesión de dichas tribus ideológicas.
n): Por otro lado, el Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) ha funcionado desde 1995 como una ONG parasitaria que, a través de una convocatoria auxiliada por la cooperación con el Gobierno de Noruega (ANE-CNE), publica diferentes obras (novelas, cuentos, poemas) caracterizadas por contener muchos errores gramaticales [desde el uso erróneo de la coma en vez del punto y coma hasta la confusión gráfica entre las fórmulas porque/por qué —léase, para comprobar este particular, El sótano del ángel (CNE, 2010) y Danzaré sobre su tumba (CNE, 2011)], además de elegir como ganadores de tal convocatoria a personajes pertenecientes al canon nacional o a personas cercanas a los agentes que dominan la escena literaria del país (Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Ernesto Cardenal, Francisco de Asís Fernández, etcétera).
ñ): Doble moral del artista farandulero. Algunos escritores nicaragüenses —Gioconda Belli, entre los principales— denuncian a la dictadura a través de redes sociales —Twitter, Facebook— y al mismo tiempo guardan silencio frente a la posible reapertura de festivales internacionales de poesía apoyados económica y logísticamente por la familia Ortega-Murillo (por ejemplo, la edición XV del Festival Internacional de Poesía de Granada 2020).
TRES DEMANDAS BÁSICAS PARA LA REFUNDACIÓN DE LA REPÚBLICA
Presentamos a continuación tres requerimientos fundamentales para la reorganización política y social del país:
I. Incluir en un programa electoral una Constituyente para disolver la conformación y estructura de los actuales instrumentos que sirven como base para la defensa de los intereses del gran capital y de la familia Ortega-Murillo: los poderes ejecutivo, judicial, electoral, legislativo, el Ejército y la Policía Nacional.
II. Como consecuencia de lo anterior, deberá crearse una propuesta de Constitución Política donde se establezca un consenso entre diferentes actores (indígenas, afrodescendientes, campesinos, trabajadores por cuenta propia, colectivos de mujeres, organizaciones religiosas y profesionales en general). El referido consenso tiene que basarse en dos puntos principales: el respeto y la promoción de las libertades individuales (esto es, garantías para la libertad de expresión, manifestación y pluripartidismo) y de los derechos sociales (educación de calidad, salud gratuita e integral, libertad de asociación y manifestación sindical, reforma agraria, reforma fiscal progresiva, impuestos a la herencia de las grandes fortunas, seguridad social digna y proporcional, amén de otras demandas requeridas por diferentes organizaciones de nuestro país que luchan diariamente contra la dictadura y el gran capital).
III. Respecto al campo cultural literario al que nos hemos referido, proponemos fundar una Institución de Escritores cuyos principios y agenda incluyan la posibilidad de integración a través de la cual cualquier ciudadano, en condiciones libres y democráticas, aspire a ser un representante orgánico de la literatura nacional, sin la mediación o pertenencia a grupos con influencia histórica fáctica dentro de la escena y el canon literarios (Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Ernesto Cardenal, entre otras figuras de élite). Lo anterior también debe regular una elección basada en el dominio de indicadores lingüísticos elementales (ortografía, morfología, semántica, sintaxis) y en el conocimiento de la crítica literaria universal (teoría hispanista y teoría anglosajona), por medio de un jurado profesional imparcial y no sujeto a ningún vínculo con los postulantes (consanguíneos, de afinidad, partidarios, políticos), como ocurre todavía en la actualidad.