Autonomía universitaria y dictaduras: Encrucijada de la universidad nicaragüense contemporánea

Adrián Meza Soza
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¿Por qué los universitarios nicaragüenses estamos renunciando al ejercicio de nuestro derecho a la autonomía si esta es precisamente “una condición necesaria para el trabajo académico con libertad y responsabilidad”? El miedo, la comodidad personal,  el desinterés y la falta de compromiso con la esencia del ser universitario se configuran como la respuesta más evidente a esta pregunta.

“Los dolores que quedan, son las libertades que faltan”.

Del Manifiesto Liminar. Reforma Universitaria de Córdoba.
Junio 21 de 1918

La historia del desarrollo de la Universidad como entidad académica y comunidad del conocimiento, ha sido también la historia de la defensa de la libertad y los derechos del hombre y la ciudadanía  en distintos momentos.

Esa batalla por la afirmación de la humanidad en el contexto de su derecho a vivir  libre de toda forma de opresión política, social, económica, religiosa o ideológica, tiene una honda raíz en la evolución misma de la institución universitaria. 

No es por casualidad que hayan  sido las Universidades de Wittemberg y Heildelberg  en Alemania, los escenarios naturales donde encontró estrado y plataforma de debate, la reforma luterana que cuestionaba los dogmas y los vicios de la Iglesia Católica. Tampoco es casual  que en la Universidad de Padua en Italia resonaran las teorías de Galileo sobre la tierra y el sistema solar a despecho de la jerarquía eclesiástica de la época que lo obligó a retractarse, porque sus tesis cuestionaban “el orden de Dios” y el ombligo del mundo.  

Y en el siglo XX, fue  la Universidad de Munich el escenario de la resistencia estudiantil frente al fascismo, que culminó con la decapitación del profesor  Kurt Huber y sus alumnos los hermanos Sophia y Hans Scholl, fundadores de la “Rosa Blanca” (organización estudiantil antifascista), todos los cuales fueron  ejecutados bajo las ordenes del juez nazi Roland Freisler el 22 de febrero de 1943.

Otros episodios que constituyen parte de la historia universitaria en la lucha por la libertad están vinculados al mayo francés de 1968,  la masacre de TLATELOLCO en México en octubre de ese mismo año, la denuncia de las iniquidades de la guerra de Vietnam en las Universidades norteamericanas  también en la década del 60, y el dramático episodio de los estudiantes chinos en la plaza de Tiananmen, que culminó con 10,000 muertos en junio 4 de 1989.

Estos ejemplos que no agotan  la historia universitaria por reivindicaciones elementales de libertad  y protesta frente a la opresión del poder político y social, han demostrado que la Universidad y particularmente  los jóvenes universitarios son portadores cromosómicos de la rebeldía frente a toda forma de tiranía y despotismo. 

REFORMA UNIVERSITARIA EN AMÉRICA LATINA

En nuestro continente, el hito de la Reforma de Córdoba, marcó de una forma particular, la fisonomía de la universidad latinoamericana y puso en boga el concepto de la Autonomía Universitaria, como una nueva forma de concebir y reclamar las formas de existencia  y gobierno del Alma Mater. 

Y no se trató únicamente de la posibilidad de  decidir, desde un gobierno conformado por los estamentos de la comunidad universitaria, el destino y uso de los recursos públicos destinados a su funcionamiento.  El planteamiento trascendió de la esfera financiera y material y reivindicó de forma categórica, el derecho de los universitarios a definir, la misión misma de la Universidad en su entorno social , y por ende, su posición frente  a todas las formas de Poder, externas a ella, comenzando por los poderes incubados en su propio seno. 

Una  vez encendida la chispa, el resto de América Latina  en distintos momentos y circunstancias asistió a esta iniciativa emancipadora del alma universitaria.

En Nicaragua, la lucha  por la autonomía de la universidad se ubica en un contexto histórico  de alta complejidad y dramatismo: la batalla que libraba la sociedad nicaragüense contra la Dictadura Militar Somocista,  instaurada desde 1936 y consolidada para el año 1958, año del Decreto de Autonomía suscrita por el heredero inmediato de la dinastía: Luis Somoza Debayle.

La Autonomía Universitaria, que tuvo como escenario la UNAN LEÓN y como protagonista a la generación de intelectuales presidida  por Mariano Fiallos Gil (además de Carlos Tunnerman, Sergio Ramírez, y otros), iba a recibir su bautizo de sangre, un año después, en los sangrientos sucesos del 23 de julio de 1959 cobrando la vida de los mártires  del movimiento estudiantil de León. 

El hecho histórico de que la Autonomía Universitaria en Nicaragua, estuviese inserta en un contexto de  lucha contra la dinastía somocista y el papel que el sandinismo iba a jugar en esa contienda, marcó un primer componente de dinámica paralela  sobre el cual se hace imprescindible una reflexión particular. 

AUTONOMÍA UNIVERSITARIA Y LUCHA SANDINISTA

En el análisis de esta relación compleja y dialéctica entre ambos componentes de nuestra realidad institucional y material,  se hace difícil establecer una línea divisoria dura y pura, precisamente porque hay circunstancias históricas en las cuales ambas parecieran indisolubles.

Si bien es cierto, la autonomía universitaria  precede a la creación y surgimiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional a inicios de la década del 60, el escenario de la Universidad se configuró aceleradamente en un  teatro de operaciones en el que el Sandinismo encontró un terreno natural de crecimiento, resguardo logístico, fuente de reclutamiento de cuadros y militantes, eco de resonancia y movilización y  centro político de agitación y propaganda para la lucha guerrillera en el campo y las ciudades del país. 

Si bien este escenario se configura primero en la Universidad Nacional (LEÓN Y MANAGUA), la Universidad Privada creada como proyecto institucional alternativo , es decir LA UCA, no podría sustraerse a esta misma dinámica de lucha e influencia del  sandinismo en la comunidad universitaria nicaragüense.

En el otro polo del debate, la evolución institucional de la Autonomía Universitaria Nicaragüense, tiene su propio perfil y morfología  la cual no siempre puede ligarse de manera indisoluble, ni mucho menos dependiente de las vicisitudes particulares de la lucha sandinista en el país. La sola lectura de los planteamientos filosóficos y sociales de Mariano Fiallos Gil, como exponente relevante de la generación del 59, acusan una visión  que trasciende del sandinismo como corriente ideológica y partidaria, representada por Carlos Fonseca Amador y los otros fundadores del FSLN. 

Sin embargo, aun cuando el establecimiento de la frontera entre Autonomía Universitaria y lucha sandinista, sea difícil de establecer,  no podemos caer en el extremo políticamente manipulable, de aducir que la Universidad “le debe su autonomía” a la lucha sandinista porque  esta es una afirmación sumamente polémica y en muchas ocasiones, creada para justificar el difícil momento que atraviesa, la Universidad Nacional, bajo el actual gobierno  de Daniel Ortega. 

En ese marco, tendríamos que reconocer que contrario a lo esperado, la concepción totalizante y hegemónica del actual  modelo político gubernamental que pretende aparecer como el “legítimo heredero” de la causa sandinista , ha generado un efecto en la dirección contraria: ha despojado  a la Universidad Nacional de todo vestigio autonómico y la ha puesto al servicio de ese modelo de Poder, con todas las consecuencias que eso trae para su esencia como fuente y ámbito de ciencia, cultura,  conocimiento y debate crítico.

Una importante mayoría de los académicos en la Universidad Nacional han sido puestos a declamar en coro  las partituras del poder, sin la más mínima tolerancia a cualquier expresión de disidencia, inconformidad, o cuestionamiento. Es como una moderna inquisición cultural, solo  que sin sacerdotes, sotana, incienso y bula papal, pero con el mismo espíritu excluyente, sectario y aplastante de la Universidad Chilena en la época de Pinochet, o de la Universidad Española en la época hegemónica del Franquismo. 

En ese entorno de entrega y sumisión,  los sectores académicos más vinculados al régimen, vienen despojando a la Universidad Nacional, de todo sentido y rol crítico frente a los fenómenos sociales, económicos y político del país, y desafiantes nos gritan desde su complicidad con el poder…!Muera la inteligencia, porque ya no la necesitamos!. 

Asi, la  Universidad Nacional se encuentra cabalgando a la mitad de una novela negra en la que una generación  de universitarios, (la del 59), le arrancó la autonomía a una dictadura, mientras que la generación presente de  la mayoría de sus dirigentes institucionales, se la entrega atada de pies y manos, con mordaza y venda en los ojos, a un nuevo régimen  que la reduce a su mínima expresión. En ambos casos sin embargo, el drama humano de fondo, es que estos capítulos han sido rubricados con la sangre de los estudiantes universitarios en los dos momentos a los cuales nos referimos. 

En esa perspectiva, debe admitirse que la Universidad Privada que nace a partir de la década del 90, es un actor ausente en este contexto, apareciendo más preocupada por salvaguardar su sobrevivencia institucional  y material, que por asumir el rol que socialmente le corresponde, en medio de la crisis que vivimos. 

LA UNIVERSIDAD NACIONAL Y LA DECLARACIÓN DE CARTAGENA 2008 

En el contexto descrito anteriormente, la Universidad Nicaragüense, tanto pública como privada, enfrenta el desafío de la coherencia con los grandes rumbos estratégicos y premisas de ser,  definidas por la Conferencia Regional de la Educación Superior, (CRES), reunida bajo los auspicios del INSTITUTO INTERNACIONAL DE LA UNESCO PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR (IELSAC-UNESCO), en el año 2008 en CARTAGENA DE INDIAS (COLOMBIA), a 10 años de la Conferencia Mundial de la Educación Superior (1998), a 12 años de la Conferencia Regional de la Habana (1996 ) y a 90 años de la Reforma de Córdoba (1918).

En la Declaración de Cartagena, adoptada por más de 3,500 universitarios de todos los estratos y estamentos de América Latina y el Caribe, se adoptaron principios que fueron suscritos por la Universidad Nicaragüense y que hoy, la sientan en el banquillo moral de los acusados.

Así, la Declaración de Cartagena  proclamó que la Educación Superior “ es un bien público y  social “, y que constituye igualmente “ un derecho humano “. Proclamó la necesidad de que la Universidad, contribuya en América Latina y el Caribe, a la construcción de sociedades caracterizadas por la “convivencia democrática”, “la tolerancia,”  “ el desarrollo sustentable, “ y “ el respeto a los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos humanos y sociales “. Y para no dejar ninguna duda, la Declaración de Cartagena, proclamó que “la Autonomía Universitaria es un derecho, y una condición necesaria para el trabajo académico con  libertad y responsabilidad”. (Las comillas son nuestras, y se trata de expresiones literales de la Declaración de Cartagena). 

Es obvio preguntarse entonces:

¿Dónde queda la Universidad Nicaragüense frente a los postulados de la CRES, formulados en esa Declaración de Principios y conducta esperada de las instituciones universitarias latinoamericanas y caribeñas? 

¿Cómo puede realizarse la premisa de la Educación Superior como “bien social y público” si se permite que UN PARTIDO POLÍTICO, independientemente de cual sea, la monopolice, dirija y  configure a la imagen y semejanza de sus intereses, y no a la de los intereses de toda la sociedad?

¿Cómo realizaremos la premisa de la “tolerancia y la convivencia democrática», si nuestras aulas se convierten en celdas de cuarteles académicos donde se proscribe la disidencia,  la crítica, el debate y la sana inconformidad con lo que ocurre más allá de los muros universitarios? 

¿Por qué los universitarios nicaragüenses estamos renunciando al ejercicio de nuestro derecho a la autonomía si esta es precisamente “una condición necesaria para el trabajo académico con libertad y responsabilidad”?

El miedo, la comodidad personal,  el desinterés y la falta de compromiso con la esencia del ser universitario se configuran como la respuesta más evidente a esta pregunta. Y no se trata solamente de la Universidad Pública,  porque mientras ellos tienen como referente de autoridad al Partido al que dicen “deberse en cuerpo y alma”, los universitarios del sector privado tenemos como referente de nuestras decisiones las exigencias que nos imponen las leyes del mercado y de la sobrevivencia material. Unos y otros estamos traicionando la causa de los universitarios latinoamericanos.

En ese entorno, la Universidad Nicaragüense enfrenta su encrucijada más relevante, desde su fundación, porque hoy se encuentra de espaldas a la generación a la cual, naturalmente se debe: sus propios estudiantes.

Asi, los jóvenes que se encuentran en nuestras aulas, han iniciado su propia marcha hacia la libertad, y al parecer, ya no lo harán  “por la Universidad” como lo quiso Mariano Fiallos Gil. Están plenamente dispuestos, a hacerlo, aún en contra de ella. 

Agosto 6 2019. 

El autor es Catedrático Universitario.