Diplomacia, ayer y hoy

Manuel Sandoval Cruz
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El autor es articulista y reseñador.

Artículos de Manuel Sandoval Cruz

 

 

Sommertag deberá demostrar qué hace para defender a la Iglesia Católica de los ataques del régimen Ortega-Murillo…

Diplomacia es una producción cinematográfica que dirigió el productor Volker Schlöndorff (1939), un cineasta alemán que hace sumergirnos en un drama histórico de la que, aun sabiendo las conclusiones del filme, permanecemos al suspenso de una simbiosis entre la historia de su propio país y los desafíos que el cine tiene con temas como estos. El rigor de observador que demuestra Volker hace que la ficción que proviene del cine se ponga al servicio de la historia, o, viceversa, la historia al servicio del filme para recrear con astucia escénica y verbal una de las técnicas que cobró fuerza durante y posterior a las guerras mundiales. 

El hotel Meurice será la principal locación de la película donde un cónsul de Suecia debe persuadir para que se aborte la operación “Arda París” ordenada por Hitler. La trama entra en juego con la ética en la que se desarrolla el discurso de ambos políticos. Persuadir, convencer, negociar y ofrecer se tornan imperativos para el cónsul, pero el gobernador alemán de París avizora una deslealtad a la orden que venía del Führerbunker, el complejo subterráneo que se ubicaba cerca de la Cancillería del Reich.

Adolfo Hitler en Paris_23_Junio_1940
Adolfo Hitler en París, 23 de Junio 1940. (Bundesarchiv, Bild 183-H28708 / CC BY-SA 3.0 DE, CC BY-SA 3.0 DE, Wikimedia Commons)

La pregunta es: ¿Por qué los nazis no incendiaron París? La idea de una retirada previo dejar en escombros los principales monumentos de la ciudad, la que no debía caer en manos del enemigo, fue desobedecida por el mismo Von Choltitz. La orden “Arde París” o, al contrario, la pregunta que pudo hacer el mismo Hitler a Von Choltitz: -¿Arde París? fue recreada en una novela histórica por Dominique Lapierre y Larry Collins que salió de una entrevista en la que presentaron distintos puntos de vista del conflicto: el de los habitantes de París, los soldados de Leclerc, el de Eisenhower, el de Hitler o el del general Dietrich von Choltitz, el rebelde que frenó la psicópata idea de oscurecer Paris ante Berlín. 

La esencia de la película (Diplomacia) y la de la novela (¿Arde París?) es la del suspenso, del día antes y de las horas previas a la ejecución de la orden, de cómo negarse a un brutal ataque que cobraría vidas -¿el temor de Von Choltitz por su propia familia?- y que destruiría monumentos de referencia en Francia. Es también la de la libertad de los parisinos. Una decisión que cambió el rumbo del plan nazista, un salvar de París cuyos ojos no alcanzaron a ver Víctor Hugo o el mismo Rubén Darío. 

Sin embargo, aquel ataque nazista que no se concretó quizá vierte de una manera más cruel cuando los dogmas de Oriente vuelcan su extremismo terrorista contra Occidente y sus valores. El extremismo ideológico y religioso de los grupos que cercenan la vida, la libertad y la propiedad privada amenazan no solo la tradición judeocristiana que sentó las bases de Occidente, sino que laceran la misma dignidad de quienes temen a su propia gente. Es el renacer de la intolerancia y la superioridad que no es otra cosa sino la disminución del valor y la dignidad humana, esa que defendemos desde su concepción natural. 

Y nos preguntamos de las sonrisas del Decano del Cuerpo Diplomático acreditado para Nicaragua, el Nuncio Sommertag que apareció sonriente con el dictador Ortega, Rosario Murillo y el Canciller Moncada, quien dirige la política diplomática de la aberrante justificación de un “Golpe de Estado” para opacar los crímenes de lesa humanidad que la pareja rojinegra ha cometido desde las protestas de 2018. Una paranoica postura que los hombres como Ortega, el castrochavismo, correismo, evismo, lulismo y kirchnerismo han utilizado para desvincularse del despotismo con que han ejercido el poder en países condenados al populismo y al falso nacionalismo. 

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En meses pasados me preguntaba sobre el funcionamiento de la diplomacia preventiva, una pregunta que exige respuestas de parte de quienes creen en el multilateralismo, del desafío colectivo hemisférico que ha sido ineficiencias para casos como las dictaduras de Cuba, Venezuela o Nicaragua. ¿De qué ha servido esta diplomacia para la guerra en Siria, el extremismo de ISIS, las guerrillas de África, por citar algunos ejemplos? Sigo sin poder responder una pregunta que no solo exige conocimiento de la geopolítica, de la teoría de las relaciones internacionales, de la negociación internacional. No obstante, la fuerza moral que surge del debate interno es más cercano a la realidad de los desafíos del multilateralismo. 

Continuaré creyendo que la Diplomacia se reviste de cierta hipocresía técnica para lograr un no se qué, pero Sommertag deberá demostrar qué hace para defender a la Iglesia Católica de los ataques del régimen Ortega-Murillo. Estas acciones son parte de la débil e ineficiente política diplomática de Parolin que obedece a Francisco. El quehacer político exige no solo del conocimiento, en gran parte depende de la fuerza ética, de los valores, de la razón y de la conciencia de la libertad que primaron en Von Choltitz frente a la decisión de un genocida como Adolfo Hitler. 

Manuel Sandoval Cruz

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