Igualdad en libertad [Ideas para un programa de democratización verdadera en Nicaragua] Primera Parte

El fin de la dictadura llegará, y llegaremos a la revolución democrática si perseveramos en nuestras metas, y si tenemos completa claridad sobre nuestras metas. Por eso, al llegar a un año nuevo, a pesar de la oscuridad que pareciera eterna, pero no lo es, debemos empezar la conversación social, el debate sobre cuál debe ser la forma y el fondo del país que nos dé cabida a todos como seres humanos, sin exigir que todos pensemos igual, tengamos los mismos intereses, sin permitir que una minoría se adueñe del poder, ni que la mayoría aplaste a quienes estén en minoría.

Construyamos una república democrática, la primera en nuestra historia, en la cual el poder del Estado sea limitado por los derechos de los ciudadanos; en la que el poder del gobierno sea un instrumento colectivo para crear oportunidades para todos, y proteger la libertad de cada uno

Como instrumento de la sociedad, el gobierno democrático deberá apoyar la lucha contra toda forma de abuso de poder y discriminación.  

Deberá ser eficiente, con la autoridad para cumplir las metas que se le asignen, pero siempre controlado por los ciudadanos.  No más verticalismo, no más “el hombre manda” o “el gobierno ordena”.  

Para que este control ciudadano sea compatible con el orden y la libertad, debe ser ejercido a través de instituciones democráticas, gobernadas por leyes, no por individuos

La ley debe estar por encima de los gobernantes y funcionarios de turno. 

Por eso, el país que soñamos, y que en cuya construcción estamos comprometidos, es un país de leyes democráticas, dedicado a la meta de Libertad, Democracia y Justicia

Un país en el que, para preservar la libertad, construyamos oportunidad

Nuestra historia nos entrega una pesada carga de desigualdad de riquezas, discriminación y corrupción que ha hecho imposible hasta hoy el sueño de libertad política:  no es posible mantener la democracia si una pequeña minoría tiene poder económico o político desmesurado, y si se cierran las puertas del progreso material a las mayorías.  

Hay que crear todos los mecanismos posibles, por medios democráticos, respetando los derechos de todos, para que esas brechas sociales disminuyan.  

Derechos para todos, privilegios para nadie.  

Como país, no podremos alcanzar esa meta sin volcarnos con entusiasmo y ambición sin límites a educarnos y educar a los nuestros.  

Tampoco va a ocurrir sin luchar de manera decidida contra toda forma de discriminación, contra la monopolización de la economía y contra la corrupción en la política y en los negocios

Es particularmente importante luchar por una sociedad en la que “ser minoría” no quiera decir “ser menos”.  La defensa de las minorías es imprescindible para que una democracia sobreviva.  

Respetando los derechos de quien hoy está en posición minoritaria, se preserva la posibilidad de que participen en el juego político libremente, y que avancen, si logran persuadir a los votantes, a mayoría. 

De esta manera se hace posible la alternabilidad en el poder, e imposible que una mayoría—siempre temporal y transitoria—confisque los derechos de la minoría, lo cual generalmente es apenas un paso hacia la confiscación generalizada de los derechos ciudadanos.  

Y no solo en la política es imprescindible defender los derechos de las minorías.  

Si se quiere vivir en libertad hace falta hacerlo en todas las dimensiones de la vida social, incluyendo origen étnico, nacional, inclinación sexual, ideología y religión.  

La nación nos incluye a todos, en todas las regiones del país y en el extranjero, a las minorías culturales y étnicas, a quienes piensan distinto a la mayoría o piensan como la mayoría, visten distinto o visten igual, tienen diferente culto religioso o ninguno, hombres y mujeres, independientemente de su orientación sexual o política, nivel de ingresos o historia personal.  

La nación es de todos, y la queremos libre y próspera para todos. Con esa visión de libertad en nuestras mentes y en nuestros corazones, pongamos manos a la obra. Por esto luchamos, por este camino podemos transitar hacia una auténtica república democrática. El próximo viernes hablaremos, presentaremos para discutir, lo que podría ser un modelo de elección de la Asamblea Constituyente Democrática, cuyo propósito será la DEMOCRATIZACIÓN DEL ESTADO Y RESTAURACIÓN DE LA SOBERANÍA POPULAR. 

De eso se trata la lucha, de democratizar y liberalizar a la sociedad, y nada de esto es posible si no se democratiza el estado, si no desmantelamos el Estado opresor y lo reemplazamos por uno que tenga el poder disperso. Junto a la democratización del Estado, por supuesto, tendremos que avanzar en la democratización de la Economía y de la Sociedad en general. Pero la democratización del Estado, la eliminación del Estado que mata y secuestra, y su reemplazo por un Estado Democrático, gobernado por leyes, no por personas, es un paso esencial, fundamental, un enorme primer paso de la revolución democrática.

Nicaragüenses Libres
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"El movimiento Nicaragüenses Libres nació para impulsar la revolución democrática en Nicaragua."

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