La elección del Cosep: pelota ensalivada con veneno y tormenta a la vista [una historia de béisbol y marrulla]

Carlos Quinto
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El cielo está nublado, y viene tormenta.

En su primer turno al bate, el tan esperado nuevo cuarto bate del equipo Cosep se ponchó…sin tirarle. En lo que fue su primera y privilegiada oportunidad de lucirse y de demostrar que él representaba un cambio real, y no solo la continuación del entreguismo y de complicidad con la dictadura, eligió ver pasar el tercer strike mirando al icaco, aparentemente mas interesado en el producto de la taquilla que en sacarla del estadio.

El jonrón lo hubiera pegado aboliendo al primer lanzamiento el espurio «modelo de consenso» con el gobierno criminal. Pero no: evadió referirse directamente a este, tirándose al piso como si la bola se la hubieran lanzado a la cabeza en lugar de atravesar plácidamente el centro del plato. En el mejor estilo evasivo maradiagano (el de alguien que nunca puede pronunciarse categóricamente sobre nada fundamental, porque jamás puede hablar en nombre de ese misterioso «todos» a quienes tiene que «consultar») o en el de su predecesor en el cargo («solo respondo en conferencias de prensa una vez por semana»), el flamante nuevo cuarto bate, todavía con promedio de bateo de .000, les entregó la pelota a jugadores de banca, los anónimos asesores legales del Cosep escondidos en lo profundo del dugout.

El debut del cuarto bate fue aún más decepcionante porque había ejecutado elegantes swings en el círculo de espera, y por anuncios tales por la salida de la Alianza (cuya existencia es esotérica) y la limitación de los periodos de reelección. Ninguno de estos anuncios debe sorprender. Que se haya materializado en nada ayuda a mejorar la calificación del cuarto bate en su primer turno. No tocar la reelección, en vista del repudio universal que hay hacia ella, hubiera sido tan estúpido como creer que comprar una franquicia de restaurantes de carne llamados Idi Amin fuera un buen negocio. Y aunque el anuncio sobre los límites a la reelección estaba anunciado en la pizarra del center field, lo de la salida de la Alianza es más bien una curva con pelota ensalivada y venenosa, mas digna de un relevista tramposo que de un cuarto bate jonronero. Esta «decisión», seguramente indicada por el coach principal desde el palco (porque ese no se ensucia el uniforme bajando al terreno) testimonia que las marrullas siguen intactas: el Cosep “como institución» se retira de la AC…PERO el inefable Chano se queda en la organización fantoche a «titulo personal«. Con esto se extiende como lepra la multiplicación de sillas que el empresariado cómplice de la dictadura ocupa y usurpa en cuanto foro existe, para marginar aun mas cualquier representación popular verdaderamente opositora.

Porque, si Chano estaba en la AC representando al Cosep, y el Cosep se retira, ¿a quién representa? ¿Quién lo nombro? ¿Con qué autoridad se autonombra? ¿Soñará este personaje nocivo «gobernar desde abajo» el Cosep, del que sigue siendo miembro, como su amo mayor, Ortega, hizo con el país durante años? 

Tras su debut ponchándose aparatosamente, el tan cacareado cuarto bate tendrá que batear muchos jonrones para convencernos de que es digno de jugar en nuestro equipo.

Aunque el juego está todavía en su primer inning, pinta mal. El cielo está nublado, y viene tormenta.