Las opciones reales del pueblo [falso que “elecciones con Ortega o guerra.”]

Pío Martínez
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Ellos solo saben decir “es elecciones con Ortega o guerra”. No les crea, eso es lo que Ortega susurra en sus oídos.

Hay gente que se enreda y yo no sé por qué. Quizás tenemos que reducir las ideas a sus formas más básicas, más simples. Veamos.

No hay elecciones. Solo hay teatro. Solo hay circo. ¿Cómo entonces participar en elecciones si no hay elecciones? Si se va a la urna no se va a elecciones, se va al circo. No se va a una fiesta cívica, se va a una obra de teatro muy mala. A un circo de payasos sin gracia. A un pésimo sociodrama.

Si no hay elecciones no hay voto. Ya lo he dicho: es teatro. El voto no existe, y si no existe ¿Cómo entonces “defender” lo inexistente? ¿Cómo “defender” un voto que no existe?

No se trata de abstenerse, pues abstenerse es una acción pasiva. Abstenerse es permitir el teatro. Es mirar hacia otro lado, es dejar hacer a la dictadura lo que se le venga en gana, mientras nosotros nos quedamos pasivos, nos vamos a nuestras casas y nos emborrachamos de tristeza.

El boicot, por otro lado, es la forma activa de enfrentar el teatro del absurdo que Ortega organiza. Se trata de impedir el teatro, de denunciarlo, de procurar por todos los medios que no se produzca y si se llegara a producir habrá que seguir denunciándolo, rechazándolo, protestando. Habrá que seguir diciendo que era teatro y no elecciones. Es un asunto de dignidad, una palabra que Ortega no conoce y la “oposición” no tiene en su diccionario. 

Nunca una pieza teatral derribó una dictadura. Nunca. Ni siquiera empezó a derribarla. La ópera bufa que ahora se monta tampoco lo hará. Ni siquiera le rayará la pintura al régimen.

Habrá que salir de Ortega fuera de cualquier elección pues con Ortega no puede haber elección. Entonces, si no hay elección no puede salirse de él por medio de una elección. Hay que sacarlo de otro modo. No puedo decirlo de manera más simple. Es que es un círculo vicioso. 

Con Ortega nunca habrá elecciones, solo habrá teatro. Primero debe irse Ortega, luego podremos tener elecciones.

El boicot no debe ir solo. Debe acompañarse de la voluntad del pueblo diciendo “se van”. Debe ir acompañado de un ruido ensordecedor, como el de las cigarras en el campo en el verano. Acompañado del ruido de las ollas vacías de los nicaragüenses siendo golpeadas por cucharas mañana, tarde y noche. El ruido de campanas al aire. El ruido de las bocinas. De tambores. De troncos huecos. Cada cosa en su propio lenguaje diciendo lo mismo, repetido mil veces, un millón de veces “se van, se van, váyanse”.

Debe ir acompañado de una enorme imaginación. Sabemos que la ‘oposición” no tiene imaginación. Por tres años hemos podido verlo y comprobarlo una y otra vez. Los hemos visto trastabillar y dar palos de ciego. Sus cerebros están anquilosados. Ellos solo pueden ver el mundo en blanco y negro, ¡este mundo tan lleno de colores! Su pensamiento es binario en un mundo lleno de posibilidades.

La imaginación debe salir del pueblo. Voluntad. Imaginación. Coraje. Decisión. Son palabras que quienes usurparon nuestras voces sacaron de nuestro vocabulario, las acallaron.

Ellos solo saben decir “es elecciones con Ortega o guerra”. No les crea, eso es lo que Ortega susurra en sus oídos. Esa frase solo refleja su falta de imaginación, de voluntad. Su haraganería. Su idiotez. Muestra el cinismo de otros, que se esconden entre las filas de la oposición y sirven en realidad al tirano. Usted use su inteligencia, su imaginación, y verá que hay más, muchas más opciones que solo ese teatro de elecciones, o guerra. Reduzca usted las cosas a su forma más simple.