Manipulación de nombres de países y gentilicios, perversidad del mercadeo político (un paralelo entre Palestina, Israel y Nicaragua)

<<Se trata de no usar el nombre de un país, un territorio con características geográficas, culturales etc. para justificar juegos políticos, guerras y complicidades con crímenes de lesa humanidad, y hasta genocidios>>

Los países son territorios, “territorios con características geográficas y culturales propias, que pueden constituir una entidad política”. Así lo define el diccionario. El uso de sus nombres y gentilicios para manipular nuestras opiniones y en algunos casos llevarnos hasta a aplaudir crímenes es muy común en el marketing político.

No todos los árabes que se identifican como palestinos participaron en los crímenes de la semana pasada, ni todos los ciudadanos israelíes participan del asedio y estrategias de exterminio que dirige Benjamín Netanyahu.

Los territorios no hablan, en todo caso lo hacen quienes habitan en ellos, sus ciudadanos cuando se lo permiten. Señalar a pueblos enteros, o señalar a países, casi siempre conduce al error y la manipulación.

Nicaragua, por ejemplo, tiene décadas en que se les impide pronunciarse a sus ciudadanos, y su geografía no habla ni negocia acuerdos ni tratados comerciales. Cuando la diplomacia cómplice de la usurpación justifica su financiación a los criminales de lesa humanidad que usurpan el poder, usan su nombre para manipularnos, hablan del CAFTA y demás acuerdos comerciales con la Dictadura como si tratase de acuerdos con un territorio que habla y discrepa y peor aún con un pueblo a cuya ciudadanía se le impide hablar.

El CAFTA que mantiene los Estados Unidos con los criminales de lesa humanidad que usurpan el poder en Nicaragua, es con ellos, no con el territorio que no negocia, no tiene esa facultad, ni con su pueblo. De los países centroamericanos, el único caso en el que se puede usar correctamente el nombre del país para nombrar esos acuerdos es el de Costa Rica, donde sí se les consultó a los habitantes del territorio si estaban de acuerdo o no en firmar esos acuerdos.

Y no se trata de juzgar si son buenos o malos esos acuerdos, si solo sirven a una élite extractiva que se aprovecha de una alta tasa de natalidad y una baja expectativa de vida que les proporciona cañeros baratos, oro para los canadienses, cianuro para los matagalpinos y chontaleños. Se trata de no usar el nombre de un país, un territorio con características geográficas, culturales etc. para justificar juegos políticos, guerras y complicidades con crímenes de lesa humanidad, y hasta genocidios, en virtud de las cuentas de algunos señores, como ocurre también en nuestro caso: los políticos de la Unión Europea y de los Estados Unidos mantienen acuerdos comerciales con la Dictadura nicaragüense, no con su territorio, aunque usen su nombre para lavarse la cara.

Koldo
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