¿Pueden las organizaciones políticas aprender de las organizaciones médicas?
(El fracaso de la estrategia criminal del régimen de Ortega ante la pandemia)

Enrique Sáenz
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Es momento de visiones amplias, generosas e incluyentes. Dejemos las mezquindades e intolerancias a los cabecillas del régimen y a sus secuaces. Nos toca corresponder, con solidaridad, al desempeño de las organizaciones médicas. Nos toca corresponder con nuestro respaldo ante la embestida criminal del régimen.

La reciente encuesta publicada por la empresa CID GALLUP registra que la principal preocupación de las familias nicaragüenses es la pandemia. Por supuesto, no se necesita ser adivino, ni se necesitan encuestas para saber que esta es la realidad. Pero no es sobrancero que una empresa internacional acredite este hecho.

La encuesta también revela el fracaso del régimen en el manejo politiquero, falaz y criminal de la pandemia, pues la inmensa mayoría de los nicaragüenses declaró que sigue las pautas de prevención aconsejadas por las organizaciones de profesionales de la salud, así como las campañas desarrolladas por medios de comunicación independientes, organizaciones gremiales, cívicas y sociales. 

Estas organizaciones de la sociedad civil, con la debida anticipación dieron el campanazo de alerta, nos enseñaron el abecé de la gravedad de la amenaza y, a pesar de las limitaciones de recursos, realizaron una amplia pedagogía sobre las medidas de prevención a adoptar.

Los nicaragüenses entendieron y atendieron el mensaje y dieron la espalda a los cantos de matadero coreados por los voceros oficialistas y sus medios de comunicación. No hay ninguna duda en apuntar el dedo acusador a los únicos responsables del desbordamiento de la tragedia. 

No hay atenuantes: El mandamás y sus secuaces son los únicos propiciadores de los contagios masivos. Y si la tragedia no es mayor es precisamente porque la mayoría de la población está siguiendo las prácticas que se aconsejan a nivel internacional. Siempre queda un remanente de irresponsables, pero eso es inevitable.

En este contexto es justo destacar el papel cumplido por las asociaciones médicas

Las organizaciones de profesionales de la salud, aunque no se lo propusieran, generaron repercusiones que fueron -y están yendo- más allá del campo puramente sanitario. 

Podemos decir que fue un acto de autogobierno, ante el abandono de las responsabilidades públicas por parte del régimen. Nunca, como ahora, en este trágico episodio, ha sido más cierta la frase que hemos repetido en otras ocasiones: la mafia en el poder manda, pero no gobierna.

Las organizaciones médicas, sin recursos, con solo su palabra y su autoridad profesional y moral, cubrieron el vacío de gobierno dejado por el régimen. Naturalmente, ninguna de estas organizaciones gestiona los hospitales, centros de salud o recursos presupuestarios. Difícilmente pueden hacer más de lo que están haciendo.

Sin proponérselo, también han dado un ejemplo que debería servir de referente para las organizaciones políticas que están quedando tan mal paradas. Tomaron su iniciativa:

Sin caudillo. ¿Quién es el caudillo de los médicos?

Sin protagonismos estériles ¿Cuáles son los nombres y rostros de los motores de las iniciativas?

Sin controversias politiqueras ¿Quién puede decir este es de izquierda, este es de derecha? o este es de origen sandinista, o aquel liberal, o el otro no se metía en nada y por consiguiente deben ser excluidos pues no tienen tiene derecho a participar en ninguna acción ciudadana. Quedaron de lado las politiquerías, cegueras, sectarismos y mezquindades.

Sin afanes de beneficio personal. Al contrario. Lo están haciendo a pesar de los riesgos de sufrir perjuicios.

Hablamos de los “sin”, ahora hablemos de los “con”. Lo han hecho:

Con responsabilidad profesional.

Con identificación humanitaria con las angustias del pueblo nicaragüense, primordialmente la salud y la vida.

Y con valentía.

Esperemos que no defrauden y que sigan por la misma ruta. ¿Que son perfectos e inmaculados? Señores, no estamos hablando de santidades sino de responsabilidades.

Naturalmente, para un régimen de vocación criminal son intolerables las acciones de vocación o de responsabilidad humanitaria. Están tratando a las organizaciones médicas como sus enemigos. Los consideran responsables de la derrota que está recibiendo el régimen en la aplicación de su estrategia criminal.

Tampoco pueden tolerar los elementales actos de solidaridad de proveer al personal de salud de centros públicos de equipos básicos de protección. También están penalizando esos actos solidarios.

Y ahora estamos ante la revancha represiva. Los despidos, los ataques, los montajes, los acosos policiales y también la amenaza de enjuiciamientos penales para intimidarlos y para castigarlos.

Es momento de visiones amplias, generosas e incluyentes. Dejemos las mezquindades e intolerancias a los cabecillas del régimen y a sus secuaces. Nos toca corresponder, con solidaridad, al desempeño de las organizaciones médicas. Nos toca corresponder con nuestro respaldo ante la embestida criminal del régimen.

Al menos, nosotros, nos sentimos obligados a declarar esta solidaridad y practicarla con hechos.