Venía llegando y llegó: Cuba prueba el sabor de la libertad.

Armando Añel
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El autor es escritor.

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De esta no se recupera un régimen tan almidonado, con tan poca cintura política, como el castrista. Ahora sí la libertad viene llegando.

El hecho de que cientos de creadores independientes se plantaran frente al Ministerio de Cultura de Cuba el 27 de noviembre de 2020, o que los vecinos del barrio de San Isidro lograran detener la detención del rapero Maykel Osorbo, valga la redundancia, el pasado 4 de abril en una de las callejuelas de la Habana Vieja —por solo citar un par de ejemplos precursores—, demostró que los cubanos entraban en una etapa de supervivencia activa, de guerra de todo el pueblo contra la guerra de toda la policía de Miguel Díaz Canel y los paramilitares castristas.

Aquellos vientos trajeron la tempestad de este 11 de julio, que seguramente no se detendrá hasta desarticular el totalitarismo. Tiempo al tiempo.

Pero en momentos en que el pueblo cubano se lanza espontáneamente a las calles, con la opinión pública despertando al nuevo fenómeno, resulta importante no ideologizar, o politizar, el proceso de liberación. Ni por parte de la oposición interna ni por parte del exilio ni por parte de la comunidad internacional. Este no es asunto de derechas o izquierdas. Es cuestión de derechos vs represión.

Relacionado con esto último: Cuba, a diferencia de Venezuela o Nicaragua, cuenta con la ventaja de un exilio influyente a 90 millas, en el seno de la primera potencia mundial, con representantes tanto en el Poder Legislativo como en el Ejecutivo, lo mismo en el Partido Republicano que en el Demócrata (funcionarios, congresistas, senadores, etc.). Una intervención humanitaria, o algún tipo de operación tecnológica que garantice a los cubanos conexión a Internet en la Isla, o ambas cosas inclusive, sería de gran ayuda en este caliente verano.

Y no olvidemos que la liberación de Cuba, cual efecto dominó, muy probablemente derribaría el castillo de naipes de Nicolás Maduro y Daniel Ortega, extendiendo una ola de rechazo al autoritarismo en América Latina. El castrismo constituye una especie de sala de máquinas de la desestabilización regional, cabeza de playa de Rusia y China. Por el bien de todos, hay que desmontar esa vieja sala.

Como decía en un artículo de febrero pasado, con un Internet cada vez más extendido, como ocurrió durante la Primavera Árabe, es posible coordinar la Gran Liberación Cubana. ‘Patria y vida’ parece que será el hilo conductor. No veo cómo el régimen podría resistir indefinidamente el ímpetu de una sociedad civil que el pasado 11 de julio ya probó el sabor de la rebelión, de la libertad, simultáneamente en decenas de pueblos y ciudades a lo largo y ancho de la Isla.

La dictadura cayó. Aunque demore un poco todavía, aunque agonice con insistencia, pero ya cayó. De esta no se recupera un régimen tan almidonado, con tan poca cintura política, como el castrista. Ahora sí la libertad viene llegando.

Los artistas del Movimiento San Isidro, manifestándose en Noviembre de 2020 frente al Ministerio de Cultura de Cuba.

Armando Añel

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