Carta pública al Embajador de Estados Unidos de América en Nicaragua

Víctor Cuadras Andino
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Kevin K. Sullivan 
Embajador de los Estados Unidos de América en Nicaragua
Presente

Señor Embajador,

Vuelvo a usted, Excmo.  Señor, porque no deja de preocuparme la lasitud con la que se toma la apremiante y dolorosa situación del pueblo nicaragüense. Me pregunto, ¿qué es lo que esconde la Embajada a su cargo y por qué lo esconde? ¿por qué protegen a una mafia corporativista que no ha respetado los derechos fundamentales a la vida, a la propiedad y el mercado? ¿No es su deber cumplir con lo que ha decidido el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica y firmado su Presidente?

Ahora que ha comenzado un proceso de investigación, búsqueda y posterior enjuiciamiento contra el dictador chavista, Nicolás Maduro, es el momento idóneo para tomar los preceptos de la «Nicaragua Human Rights and Anticorruption Act of 2018» y demostrar que puede cumplir el trabajo que le fue encomendado.

No necesita que nadie le aclare, porque lo sabe a la perfección, cuáles son los vínculos de la dictadura sandinista con la estafa al pueblo de Venezuela; las milmillonarias sumas de dólares norteamericanos que han sido sustraídos de los capitales de PDVSA y transferidos al ALBA, para luego, engrosar fortunas privadas en Nicaragua. Tampoco, le es desconocida la existencia de fideicomisos provenientes de BANCORP, administrador financiero de la corrupta ALBANISA y sus subsidiarias, en la banca privada.

Empresarios nicaragüenses se han convertido en lavadores de dinero, en ¨administradores¨ de bienes desfalcados del Estado de Nicaragua. Excmo., la multimillonaria estafa del Instituto de Seguridad Social (INSS), que generó la hecatombe de 2018, tiene su génesis en una consabida maniobra público-privada de malversación de fondos. Desde las cámaras empresariales se han cometido crímenes contra los bienes del pueblo nicaragüense, cuyo resultado ha sido, hasta ahora, un baño de sangre y el éxodo de más de 100 mil compatriotas. 

Mi país, en el que usted tiene ahora la dicha de residir; se desbarata ante sus ojos, bajo sus pies, al otro lado del muro de su casa. Usted puede ignorarlo, hacerse de la vista gorda y continuar con su rancia diplomacia, pero le aseguro que no descansaré, no descansaremos hasta que se haga justicia.

«Habría que lavar no sólo el piso: la memoria.

Habría que quitarles los ojos a los que vimos,

asesinar también a los deudos,

que nadie llore, que no haya más testigos.

Pero la sangre echa raíces

y crece como un árbol en el tiempo.

la sangre en el cemento, en las paredes,

en una enredadera: nos salpica,

nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.

Las bocas de los muertos nos escupen

una perpetua sangre quieta» 1.

Nicaragua contó con el temple de un diplomático estadounidense llamado Robert Callahan, quizá, pueda servirle su ejemplo, aún le queda tiempo.

A Vuestra Excelencia las seguridades de mi más alta consideración.

1 «Tlatelolco 68». Jaime Sabines.1972. «Maltiempo».

Víctor Cuadras Andino

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