La Universidad Libre de Nicaragua y el paradigma autoconvocado

Por Salvador Salvatierra

<<Por justicia científica, y por respeto a los protagonistas de la historia, es que el paradigma autoconvocado es necesario para revisitar una historia contaminada por los vicios del poder, y abordar allá donde sea necesario, la historia de otro modo, y no solamente para congraciarse con la dirección o el directorio del momento triunfal.>>

Resumen: En abril de 2018 las protestas estudiantiles y de otros movimientos sociales en contra del retroceso en derechos sociales, las violaciones de los derechos humanos y el deterioro de la autonomía universitaria impulsada por el modelo corporativista del FSLN-COSEP dieron inicio al paradigma autoconvocado. Un paradigma que consiste en un modelo de protesta, de autogestión y de nueva identidad política que reside en la negación de las identidades político-partidarias tradicionales y del modelo COSEP-FSLN, que durante los últimos quince años ha procurado el tránsito a un modelo vertical de pacto económico político entre estas dos élites y entidades. Este artículo demostrará la existencia de una experiencia que comparte muchos de los fundamentos de la autoconvocatoria, concretamente en el ámbito universitario en los años 1946 y 1947, experiencia que tuvo por nombre Universidad Libre de Nicaragua. Dicho centro de estudios surgió como respuesta cívica y autoconvocada a la clausura de la Universidad Central de Nicaragua, en represalia a los estudiantes de esta que se manifestaron el 27 de junio de 1944.

I. Conceptualización, problemática histórica y origen del paradigma autoconvocado: más allá de Coronel Urtecho

Una de las primeras dificultades que existe para hablar del paradigma autoconvocado, y más aún si se le pretende dar como algo asentado conceptualmente, es que precisamente no ha sido caracterizado y definido, pues aún se encuentra en formación. Además, su propia naturaleza no permite tener una visión unívoca o unísona del mismo al ser un fenómeno de grandes dimensiones y perspectivas desde cuál abordarlo. Es normal que ello ocurra cuando se pretende reducir un fenómeno popular, y por lo tanto amplio, a un solo concepto.

Asimismo, para superar ese impedimento se intentará, dentro de las posibilidades que la brevedad permita, ir haciendo una definición a medida que se vayan analizando los hechos históricos con los cuales se pretende trabajar, siendo estos tanto la Insurrección de Abril de 2018 como las protestas estudiantiles de 1944 que dieron inicio a la Universidad Libre de Nicaragua. Considero que la mejor forma de definir el paradigma autoconvocado es que los mismos hechos a los cuales se les atribuye la fundación del paradigma autoconvocado sean los que vayan hablando, a medida que se estudian las características y los elementos que lo forman como concepto.

Una de las primeras afirmaciones que pretendo hacer es que la experiencia autoconvocada de manifestaciones populares y sociales ha sido una constante en la historia de Nicaragua; tanto los hechos de abril de 2018 como otros acaecidos en diferentes épocas a lo largo de la historia de Nicaragua podrían testimoniarlo de una manera clara. El obstáculo que para ello existe es que muchos de los registros históricos y la narrativa de estos se ha hecho desde el poder y han sido cooptados y reescritos por los poderes fácticos, élites o partidos triunfantes del proceso permanente de guerra civil que ha vivido la república. Este proceso que ha quedao bien descrito para el periodo de la Independencia de Centroamérica en tomo I de las Reflexiones de la Historia de Centroamérica de José Coronel Urtecho.

Es decir, que ese proceso permanente de guerra civil ha tenido sus consecuencias palpables, y es que para empezar la historia no se ha analizado ni escrito desde la perspectiva o el paradigma autoconvocado allá donde ha ocurrido; o, mejor dicho, nuestra historia tiene muy poco en cuenta la participación plural y diversa de aquellos eventos en donde haya habido un protagonismo de los sectores populares, sino que siempre ha pasado por los filtros de poder, propaganda o censura que han habitado constantemente en nuestra larga historia de dictaduras y totalitarismos.

En resumen, la primera consecuencia del proceso permanente de guerra civil es que la historia susceptible de ser analizada en términos autoconvocados se ha registrado como evento de la épica que antecede al triunfo del bando victorioso, que ejerce con la hegemonía del poder de turno su visión de la historia y a la vez realiza la borradura de la autoconvocatoria allá donde la hubo.

No hay mayor ejemplo de esta problemática de la borradura histórica de la experiencia y el paradigma autoconvocado que la creación literaria de la épica del bando-vanguardia que gana, pero que en realidad no gana, sino que ocupa, usurpa y se viste con los ropajes de muchas luchas que tuvieron un origen y una naturaleza autoconvocada, autogestionada y popular. Y como ejemplo de esta problemática a superar quiero citar concretamente Los Paneles del Infierno (1981) de José Coronel Urtecho. ¿Para qué? Para emancipar la historia de Nicaragua de los constantes ultrajes y borrones que las élites políticas, militares y muchas veces culturales hacen a los eventos y a los fenómenos.

¿Por qué este ejemplo? ¿Por qué ese texto? Porque ese poema épico es el prototipo de instrumento literario a través del cual muchos eventos históricos son abordados dentro de una sucesión disciplinada y unidireccional de hechos, gestas y acciones que tienen su final en la propaganda de la vanguardia ganadora, vencedora y su razón de ser en el triunfo del poder de turno. En este caso concreto, el de la Revolución de 1979, se trata del partido FSLN, pero en otros tiempos pudo ser otra dictadura, otro partido o general de turno.

Por eso, frente a las creaciones épico-literarias al estilo Coronel Urtecho que hacen borradura de eventos autoconvocados para disciplinar la historia y que esta concluya en el ensalzamiento de los nuevos grupos que detentar el poder, y frente a las construcciones literario-panegíricas que hacen otros sobre lo que fue y lo que pudo ser después de haber reducido eventos, luchas y manifestaciones populares a la dirección de un partido o un líder, por eso y por esas borraduras históricas, es que el paradigma autoconvocado debería analizar en los términos y características de autoconvocatoria los hechos donde lo hubo.

Por justicia científica, y por respeto a los protagonistas de la historia, es que el paradigma autoconvocado es necesario para revisitar una historia contaminada por los vicios del poder, y abordar allá donde sea necesario, la historia de otro modo, y no solamente para congraciarse con la dirección o el directorio del momento triunfal. Tanto la Insurrección de 2018, como las protestas de 1944 y la creación de la Universidad Libre de Nicaragua permiten ejecutar el paradigma autoconvocado porque fueron manifestaciones, propuestas y acciones que no acabaron inmediatamente con la asunción del poder o el derrocamiento del poder establecido.

Podría decirse que conservan la pureza de ser eventos que fueron derrotados por el poder y la injusticia, pero sus ideas no fueron contaminadas, y por eso tienen ambos hechos, la potencia creadora y regeneradora que tiene el progreso cuando se mueve desde lo popular, y no desde lo partidario. Se puede resumir, entonces, que son eventos que revolucionan duraderamente la sociedad en las ideas desde lo horizontal y colectivo, y no desde lo vertical y partidario. Son revoluciones silenciosas, perseguidas y reprimidas que ganan en las ideas lo que otros ganan momentáneamente en las armas.

II. El paradigma autoconvocado como respuesta cívica frente al Estado represor

Una vez planteado el por qué el paradigma autoconvocado ha sido borrado del relato histórico oficial, y como surge la necesidad de plantear una alter-historia a la historia oficial del poder que ha construido la república a base de relaciones de poder entre élites, se puede afirmar en primer lugar que el paradigma autoconvocado surge y se define como una respuesta ciudadana que autogestiona,  al mismo tiempo que crea alternativas y estrategias de resistencia y acción frente a un Estado que se ha caracterizado en Nicaragua por ser dictatorial, dinástico y totalitario, y que tradicionalmente ha actuado como represor. El paradigma autoconvocado es entonces el conjunto de acciones alternativas realizadas y concebidas desde el protagonismo popular frente a las intenciones del Estado-totalitario, Estado-élite y Estado-mafia, de hacer borradura permanentemente de la historia de los pueblos.

<<El paradigma de la autoconvocatoria se podrá observar con mayor concreción en aquellos momentos de violencia o represión generalizada.>>

No obstante, la represión generalizada y el ataque desproporcionado a la autonomía universitaria y al estudiantado en particular es el punto de ruptura donde el Estado utiliza la fuerza como ultima ratio para lograr objetivos que no ha podido conseguir a través de la infiltración en la universidad de los actores políticos y partidarios que le asegurasen el control, por la vía pacífica y prebendaria, de la autonomía y libertad universitaria.

Es por tal motivo que el paradigma de la autoconvocatoria se podrá observar con mayor concreción en aquellos momentos de violencia o represión generalizada. Eso no quiere decir que durante el periodo dictatorial donde éste muestra su faceta menos represiva o de represión silenciosa no sigan existiendo metodologías y prácticas autoconvocadas de la oposición social (que no político-partidaria).

El ejemplo más evidente de esa imposición de los lineamientos partidarios de los últimos años es la creación de sindicatos u organizaciones afines al partido FSLN dentro de los recintos universitarios, y no menos importante las organizaciones estudiantiles que a pesar de haber sido concebidas para hacer contrapeso y defender los postulados de la autonomía universitaria, terminan siendo, como es el caso de UNEN, cadenas de mando y cumplimiento de objetivos del partido político o dictadura de turno.

<<El paradigma autoconvocado… se caracteriza por ser el canal y medio que les permite a las amplias mayorías intergeneracionales e interclases, y a las personas en particular, abandonar posturas ideológicas o de posición social con las que han crecido, en las que se han visto inmersos o en las que han militado, y recurrir a fuentes más primarias de acción y resistencia como son la solidaridad, el apoyo mutuo y la unificación bajo criterios democráticos y horizontales frente a imposiciones verticales.>>

Intentar darle forma y configurar el paradigma autoconvocado como consecuencia del carácter represor del Estado es importante en tanto que la represión generalizada es la que crea una desafección profunda tanto en la sociedad como, en este caso de estudio específico, los estudiantes. Esa desafección llega a otros movimientos sociales que por su propia naturaleza practican la solidaridad y el apoyo mutuo que sigue vivo en las luchas de los colectivos afectados por el retroceso en derechos sociales. Incluso podría afirmarse que ese desencantamiento político que genera la represión llega hasta a irradiar los círculos, los grupos, las personas y los funcionarios que de una u otra forma eran parte del Estado o del partido.

Pero ese principio de desafección es lo que crea casi inmediatamente la des-identidad política con la que aparece el paradigma autoconvocado. Este se caracteriza por ser el canal y medio que les permite a las amplias mayorías intergeneracionales e interclases, y a las personas en particular, abandonar posturas ideológicas o de posición social con las que han crecido, en las que se han visto inmersos o en las que han militado y recurrir a fuentes más primarias de acción y resistencia como son la solidaridad, el apoyo mutuo y la unificación bajo criterios democráticos y horizontales frente a imposiciones verticales.

La aspiración democrática tanto de la Universidad Libre como de la gran parte de sus integrantes puede quedar resumida en las palabras de la estudiante Joaquina Vega, que en su discurso como representante estudiantil y al tomar la palabra en la fundación del centro de estudios dijo: “Solo la universidad, sustraída de las influencias extrañas de intereses creados, podrá inculcar en el espíritu de sus graduados el amor a la verdad, a la libertad, a la tolerancia, al deber del servicio social y al espíritu democrático, únicas bases para alcanzar la aspiración legítima de contribuir moral, intelectual o materialmente al bienestar de nuestros semejantes.

Al tratar de conceptualizar el paradigma autoconvocado es indispensable hacerlo desde el prisma de las aspiraciones democráticas de los diferentes colectivos que lo conforman. De esta manera, el paradigma autoconvocado, aparte de ser definido por su composición diversa, plural y participativa de los diferentes movimientos, individuos, clases o grupos, tiene que ser definido por su naturaleza, que es una naturaleza democrática que se plantea como crítica al modelo de liderazgo partidario, caciquista, elitista o caudillesco que generalmente trata de apagarlo y reprimirlo.

III. Origen de la Universidad Libre de Nicaragua:  la represión del 27 de junio de 1944

El origen de la Universidad Libre de Nicaragua no se escapa a esa dinámica de comportamiento autogestionado y colectivo a través del cual la sociedad nicaragüense responde a los actos de violencia para mantener vivos y en resistencia aquellos elementos que considera democráticos, de progreso general y de reconocimiento o lucha por derechos. Este artículo tiene como objetivo demostrar los fundamentos que justifican la presencia de ese espectro y paradigma autoconvocado en acciones populares que pueden ser perfectamente identificables, como es el caso de esta acción concreta de resistencia que es la fundación de la Universidad.

Este centro de estudios pretendía en su momento profundizar, entre otros, los postulados de autonomía universitaria, igualdad de oportunidades y democratización de la educación. Dicha resolución social se toma como consecuencia y respuesta a una resolución político-represiva. En el  texto que lleva por nombre Inauguración de la Universidad Libre de Nicaragua (Managua, 1946) donde se relatan los hechos y documentos fundacionales de la Universidad, se lee cómo la creación de la misma obedece a una acción previa de la vía de hecho con la cual la dictadura de turno clausura derechos constitucionales: “La Universidad Libre de Nicaragua ha surgido como una consecuencia de la resolución que tomó el poder ejecutivo de clausurar la Universidad Central, a raíz de los actos de fuerza cometidos contra el estudiantado el 27 de junio del año corriente.

Otro patrón que se ha de tomar en cuenta al momento de vincular el proceso de autoconvocatoria vivido en diversas ciudades de Nicaragua durante 2018, y teniendo en cuenta que muchas de ellas tuvieron su origen en ciudades o recintos universitarios, es que las luchas de 2018 se circunscriben en un entorno histórico de un pasado de lucha estudiantil organizada contra la reelección presidencial. Es en este hecho y este recorrido histórico de lucha estudiantil donde cobra fuerza y contenido una de las consignas gritadas en diferentes marchas realizadas después de abril de 2018, pero igualmente entonadas el mismo día 19 de abril en las inmediaciones de la UPOLI por sus estudiantes: Ortega, Somoza, son la misma cosa.

La razón por la cual se habla de consignas en las marchas o los movimientos populares expresándose en espacios públicos, y en este caso particular donde se analizan hechos concretos del pasado, se debe a que las consignas funcionan como trabajos de cimentación de ideas con las cuales se mueven las masas y grupos de personas, al no tener, por disposición propia, un liderazgo carismático (en el sentido weberiano) que las dirija. Es decir, no se puede hablar de paradigma autoconvocado como elemento de desafección partidaria y hablar al mismo tiempo de liderazgos partidarios dirigiendo manifestaciones autoconvocadas, como tampoco se puede hablar de movimientos autoconvocados y hablar al mismo tiempo de dirección central o verticalmente partidaria.

Es por ello que se extraen las consignas presentes en este tipo de manifestaciones populares públicas, porque ha sido útil para analizar y retratar otros hechos parecidos en el mundo de las protestas estudiantiles y universitarias como la del mayo francés del 68 o las posteriores protestas estudiantiles en Nicaragua, como, por ejemplo, la de los estudiantes de la Universidad de León en el año 1952. O bien, la más cercana con el tema de nuestro estudio, la de los estudiantes de la Universidad de San Carlos, Guatemala, la cual, dicho sea de paso, guarda una relación histórica bastante cercana con el origen de las protestas estudiantiles del año 1944 que fueron el punto de partida de la Universidad Libre de Nicaragua.

La represión que se observó en el año 1944 cuando estudiantes de la Universidad Central de Nicaragua, posteriormente cerrada por Somoza como acto arbitrario que pretendía acallar las voces estudiantiles nicaragüenses que se solidarizaban con las guatemaltecas, ambas por el problema de la reelección de Somoza y Ubico respectivamente, fue una represión del poder político hacia la convocatoria estudiantil que también fue acuerpada por otras personas.

La preocupación del poder ejecutivo nicaragüense frente a protestas estudiantiles de esta naturaleza no era para obviar, pues fueron las que llevaron a la renuncia del dictador de Guatemala y dieron inicio a lo que la historia ha registrado como la Revolución de 1944 en Guatemala. Periodo revolucionario que cambió la dirección de la política social y económica de este país centroamericano, lo que no era obviado por Somoza, que contribuyó a derrocar el gobierno constituido con los idearios de la Revolución de 1944 cuando los aviones que bombardearían Guatemala salieron de Nicaragua, lo que que llevó a la renuncia del entonces presidente Jacobo Árbenz.

Considero que es necesario resaltar que tanto represión y reelección son dos elementos intrínsecos que se deben tener en cuenta a la hora de analizar el concepto de autoconvocatoria tanto para la Generación del 44 como para la Insurrección de Abril de 2018. Con esto se quiere decir que no se puede desvincular por tanto el paradigma autoconvocado como respuesta a problemas políticos-sociales del sustrato donde se desarrolla, un terreno cargado de ingredientes militares o paramilitares, instituciones, líderes o partidos con intenciones totalizantes y la imposibilidad de una salida político-partidaria a esos problemas debido a la corrupción, pactos o alianzas institucionales de poderes facticos, militares, políticos, religiosos y económicos.

Ahora bien, si la respuesta social autoorganizada a los hechos del año 44 es la creación de la Universidad Libre de Nicaragua, no cabe duda de que el componente autoconvocado bajo el cual se crea la Universidad Libre es la estrategia y la modalidad con la cual la sociedad nicaragüense responde ante la represión y la voluntad de reelección de la dictadura de Somoza García.

No debe olvidarse tampoco la influencia que los intelectuales de su momento realizan en estos movimientos autoconvocados, que no actúan como líderes y dirigentes, sino que se integran en una dinámica de intelectuales orgánicos, para utilizar la terminología gramsciana, aunque algunos de esos actores se encuentren lejos de los postulados del comunista italiano. 

Incluso puede afirmarse que algunos de ellos colaboraron académicamente con los propósitos de la dictadura de su momento para dirigir la política universitaria, pero posteriormente se reivindicaron, pasando a tener un rol determinante en la sucesión de hechos que dieron forma a la Universidad Libre de Nicaragua, como fue el caso de Salvador Mendieta.

IV. Las aportaciones de los movimientos autoconvocados al reconocimiento y lucha por los derechos de los nicaragüenses

Una de las dificultades que los movimientos, las expresiones y las propuestas autoconvocadas tienen al momento de enfrentarse al registro histórico radica en que en Nicaragua el poder político, las dictaduras, las élites y los poderes fácticos, a través de sus largos tentáculos con los grupos culturales e intelectuales de turno, son los que han escrito la historia. 

Las escriben en forma de propaganda, de épica, de panegírico y de todas las formas posibles que les permite la hegemonía cultural, el silencio, imposición y borraduras históricas. El paradigma autoconvocado se opone directamente a la configuración de un republicanismo de élites y de familias pactistas porque naturalmente las propuestas autoconvocadas y populares reescribirían una alterhistoria que no colaboraría en nada a la forma en que las familias del poder escriben su relato y su narrativa. En este sentido el paradigma autoconvocado se configura como pensamiento crítico, porque la historia ha sido también víctima de quienes tienen el poder de escribir los libros de historia e imponer al dictado su visión de los hechos y acontecimientos.

<<En el caso concreto de Nicaragua, un país con una historia cargada de dictaduras, intervenciones extranjeras, guerra civiles y golpes de estado, el paradigma autoconvocado es más útil para descubrir las historias prohibidas que se forjaron durante mucho tiempo en base de mitos e imposiciones históricas desde el oficialismo y su monopolio de la violencia y la educación.>>

Por eso es necesario extraer de esta experiencia concreta de la Universidad Libre de Nicaragua, a la que se considera una experiencia autoconvocada, los principales efectos de carácter crítico con los que irrumpe en el clásico registro histórico que tiene el poder de subsumir los hechos según la conveniencia que tengan para su relato político. De esta experiencia, objeto de estudio, extraeré tres consecuencias de carácter crítico y disruptivos socialmente. Con estos tres resultados se pretende hacer ver que la historia vista desde el paradigma autoconvocado tiene una utilidad mayor para rescatar y desempolvar aquellas experiencias que han sido silenciadas, que muchas veces son más importantes que los relatos oficiales que han impuesto el poder político de turno y sus camarillas culturales divulgativas.

En conclusión, en el caso concreto de Nicaragua, un país con una historia cargada de dictaduras, intervenciones extranjeras, guerra civiles y golpes de estado, el paradigma autoconvocado es más útil para descubrir las historias prohibidas que se forjaron durante mucho tiempo en base de mitos e imposiciones históricas desde el oficialismo y su monopolio de la violencia y la educación.

Antes de pasar al desarrollo individualizado del corolario quisiera dar un ejemplo concreto de esa forma en que el paradigma autoconvocado descubriría un sinnúmero de esas historias subterráneas y enterradas en las fosas comunes del olvido. Sepultadas obviamente por el carácter popular, crítico, rupturista y antinarrativo oficial que comportan y que no ayudan a la construcción de los perfiles que los dictadores y partidos de turnos buscan en cada momento para nutrirse del falso heroísmo y mesianismo con que pretendieron gobernar.

El ejemplo concreto para citar consiste en socavar el mito que el Código del Trabajo y sus principales disposiciones de reconocimiento de derechos de los trabajadores promulgado en el año 1945 se debe a los impulsos del gobierno de Somoza García. Como se observa, se ha buscado un ejemplo contemporáneo de los hechos objeto de este estudio. Sin embargo, esa engañosa afirmación histórica que pervive en el imaginario político como un mito e hito político hace una borradura, pues se desconoce, o al menos en la memoria colectiva no existen muchos recursos para afirmas que dichos derechos y disposiciones jurídicas en realidad se deben a luchas, organizaciones, acciones que están fuera de la narrativa histórica oficial.

<<Coronel Urtecho, diputado del primer somocismo, … poeta épico del FSLN después: ejemplo de por qué hay que trascender a los grupos de intelectuales que colaboran con esa modalidad de registrar la historia para el poder.>>

Es decir, se recurre únicamente al recurso jurídico de la promulgación del Código del Trabajo para erigir un logro político y asignárselo a la figura política del momento. Nada extraño de lo que sucede actualmente con el FSLN y la pareja presidencial, quienes utilizan el discurso de cómo los que detentar el poder de turno restituyen derechos, anulando completamente las luchas populares y las historias detrás de las mismas. Volviendo al Código del Trabajo del año 1945, éste fue vendido como avanzado, incluso el expresidente Enrique Bolaños Geyer llegó a afirmar que era “avanzado porque los sandinistas no lo habían modificado sustancialmente” a la fecha en que escribía su libro 165 años de vida independiente, el año 1987.

Entonces bien, ¿dónde está la borradura histórica? En creer y reducir al poder de turno, Somoza García y su dinastía que gobernó hasta el año 1979, como el artífice de ello. Eso es lo normal dentro de los registros históricos de Nicaragua, obedientes al poder. Hasta el mismo Coronel Urtecho, diputado del primer somocismo, pudiera estar de acuerdo en ello. Diputado de Somoza entonces, poeta épico del FSLN después: por estas razones es que hay que trascender a los grupos de intelectuales que colaboran con esa modalidad de registrar la historia para el poder.

Afortunadamente, en la página 395 del número de la Revista de Las Españas de 1934, en un artículo del experto e investigador chileno en derecho laboral Moisés Poblete Tronco, por aquel entonces representante del grupo latinoamericano ante la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra, dejó reseñado un recurso para salvar esa borradura histórica. En un artículo que lleva por nombre la Legislación social iberoamericana, que analizaba los avances en codificación y constitucionalización de los principios constitucionales de carácter social escribió un párrafo que literalmente dice: En Nicaragua, en diciembre de 1933, el ministro de Agricultura y Trabajo, D. Sofonías Salvatierra, presentó al Congreso Nacional un proyecto de Código del Trabajo que reglamenta la organización sindical: el contrato del trabajo, los salarios, el trabajo de las mujeres y de los niños, el trabajo de los obreros agrícolas, el de los obreros marítimos, las huelgas y los accidentes del trabajo; además se prevé la creación de una Caja Nacional de Seguros contra accidentes. Este proyecto constituye un esfuerzo notable de codificación en atención al desarrollo económico del país y al medio. “

El artículo de Moisés Poblete, perdido en los archivos hemerográficos de España, es un comienzo para andar la reivindicación no solo del ministro Salvatierra y su proyecto de codificación, sino de todos los movimientos, sindicatos, partidos, trabajadores y personas (quién sabe si muchos de ellos fueron anarquistas, comunitarios, libertarios, autogestionados o autoconvocados) que desde mucho antes estuvieron promoviendo un Código que se vio interrumpido precisamente por el Golpe de Estado de Somoza García, y que aparece posteriormente en 1945 como un producto jurídico que alimentó la narrativa de su figura como líder avanzado y preocupado por los derechos las personas trabajadoras.

<<El paradigma autoconvocado, además de justicia histórica, es también la posibilidad de salir de esa univocidad y uniformidad del relato histórico impuesto desde el poder para conocer las otras historias, las alter-historias, las negadas, borradas y silenciadas, que son las que merecen justicia.>>

Este ejemplo fue escogido por su explicitud, y por constituir casi un ejercicio de hiperrealismo que nos permite observar con mayor detalle lo que el paradigma autoconvocado precisamente quiere destruir a través de la revisitación crítica de la historia. A saber: que la historia de los derechos de los nicaragüenses y la lucha por su reconocimiento y consecución, así como los aportes de los movimientos autoconvocados, de base, comunitarios o autónomos, no siga siendo caldo de cultivo para la ficción del poder y de las personas, partidos o grupos que lo detentan. En este sentido, el paradigma autoconvocado es el paradigma del contra-poder, empezando a criticar el poder desde la épica política, la literatura histórica y la hegemonía cultural con que se impone a otras historias que acaban sumergidas.

Se justificará por qué el paradigma autoconvocado, además de justicia histórica, es también la posibilidad de salir de esa univocidad y uniformidad del relato histórico impuesto desde el poder para conocer las otras historias, las alter-historias, las negadas, borradas y silenciadas, que son las que merecen justicia. De ahí el carácter crítico del paradigma, el de romper un registro histórico hecho desde el poder para pasar a otra especie metodología que ponga en el centro y bajo la luz todo aquello que ha sido puesto intencionadamente en la oscuridad.  

Ahora entraré a resumir en tres grandes rasgos, pero no los únicos, los aportes que el paradigma autoconvocado introduce en la historia de las ideas y de la lucha por los derechos, valiéndonos de los pocos recursos bibliográficos e historiográficos que se tienen de la Universidad Libre de Nicaragua pero también aprovechando los recientes hechos de la Insurrección de Abril de 2018 para obtener herramientas y conceptos que nos ayuden a darle forma al paradigma autoconvocado y su relación con el centro de estudios objeto del presente artículo.

a. Autonomía universitaria para la superación del secuestro partidario, dictatorial y de élites sobre las instituciones y las relaciones sociales y políticas

Desde el primer momento de la fundación de la Universidad Libre de Nicaragua se deja claro que la respuesta cívica, que supone la creación de dicho centro de estudios de una forma paralela al Estado y ante todo como alternativa al Estado, pretende limitar, acabar y expulsar la influencia político-partidaria externa que predominaba en el mundo universitario.

Las palabras de la estudiante Joaquina Vega lo dejan aún más en evidencia al decir que “la Universidad Libre de Nicaragua viene a responder a las necesidades del momento histórico y a las palpitaciones de la hora actual, que hablan de Libertad, tanto más, cuanto aquí en Nicaragua se ha pretendido hacer de las universidades órganos manejables de los que detentar el poder, y en donde hasta las cátedras tienen muchas veces que abandonar el carácter científico para dar cabida al favoritismo político”.

Ese carácter histórico de las universidades de ser espacios de disputa en lo político, en lo social y hasta en lo religioso es algo muy propio de la configuración de la educación como herramienta de cambio, de progreso y de resistencia. En Nicaragua han existido muchos ejemplos de cómo la lucha por la autonomía universitaria es esencial en la conquista del poder político, y eso es lo que hace que tenga un doble filo, porque permite la posibilidad de replantearse la autonomía constantemente en un país donde el secuestro de la autonomía y de las instituciones es casi una norma de los partidos políticos.

Sin embargo, ahí también reside la debilidad o el doble filo de esa característica de las universidades nicaragüenses, que, cuando los partidos logran la infiltración ideológica de un espacio llamado a debatir constantemente la autonomía frente al poder de turno, como es el caso actual de UNEN, los sindicatos pro FSLN o los CLS, el permanente replanteamiento del que las universidades han dado ejemplo histórico desde tiempos de Tomas Ruiz Romero y la independencia de Centroamericana termina siendo anulado.

<<La Universidad actúa como un contrapeso o un contrapoder ante la escasa aplicabilidad que ha tenido en el país el sistema doctrinal montesquiano de división de poderes con el que muchos países de occidente han pretendido construir su Estado de Derecho.>>

De la misma manera que actualmente puede observarse esa anulación de la autonomía en el ámbito universitario de la Nicaragua postinsurrección de abril de 2018, cabe destacar que tal como sucedió con el cierre de la Universidad Central de Nicaragua, la respuesta a esa acción de la dictadura fue la de crear una alternativa que siga haciendo presente esa función histórico-social de la universidad como agente vivo, como espacio de disputa ya no partidaria, sino de la autonomía frente al centralismo y al totalitarismo.

Podría decirse, en este sentido, que la Universidad actúa como un contrapeso o un contrapoder ante la escasa aplicabilidad que ha tenido en el país el sistema doctrinal montesquiano de división de poderes con el que muchos países de occidente han pretendido construir su Estado de Derecho. Pero también lo hace cuando se trata de resistir y luchar por derechos y contra las desigualdades que ese mismo sistema genera, como es el caso de la desigualdad de la mujer.

En esta caso la estudiante Joaquina Vega sigue resumiendo esa tarea de espacio de contrapoder y de horizonte político (no partidario) que significa la Universidad Libre de Nicaragua al afirmar que en ella “el elemento femenino universitario en su búsqueda de ambiente, encontrará el único campo propicio donde se desarrolle y fructifiquen sus derechos políticos hasta hoy negados, porque siendo la Universidad el alma mater renovadora tendrá que dar cabida a los justos anhelos revolucionarios de la mujer nicaragüense.

La Universidad Libre de Nicaragua, en materia de democratización de la educación, autonomía y gobierno universitario, se encuentra casi a mitad de camino de las Reformas de Córdoba de 1918 y el Mayo francés del año 68. Se dice a mitad de camino no sólo por la fecha, sino porque condensa el avance de lo logrado por los estudiantes de otras latitudes y porque plantea discusiones, visiones y metas que la historia universal ha atribuido con mayor vehemencia al Mayo francés pero que en el caso específico de Nicaragua tuvo su particular e importante avance casi veinte años antes de lo sucedido en el país galo.

Respecto del gobierno universitario, cabe decir que la memoria que existe sobre el centro de estudios que se analiza aquí, ya reconoce el co-gobierno universitario y pretende llevarlo a nuevos rumbos que hasta entonces eran impensables, como el de la autonomía financiera y no solo académica. Literalmente, el documento expresa y dice que una conquista de las juventudes estudiantiles de nuestra época es el co-gobierno universitario. El estudiantado participa en la dirección de su Universidad y se impone el deber de cooperar para la solidez de su organización y la eficiencia de su funcionamiento. Era muy justo que al organizarse una Universidad Libre por iniciativa de los estudiantes se les reconociera ese derecho.

Sin embargo, como habíamos dicho anteriormente, es muy precoz para este periodo histórico de la lucha por el reconocimiento de la autonomía universitaria hablar de la autonomía universitaria en sentido estricto, que no llega sino posteriormente en el caso específico de Nicaragua con la lucha de los estudiantes de León en el año 1958 y el muy conocido porcentaje del 2% del presupuesto nacional para financiar las universidades.

Sin duda, el logro de ese porcentaje representó un avance en la construcción de la universidad como una entidad económicamente más independiente, y más aún cuando se constitucionaliza y ese porcentaje, tal como sucede hoy con el 6% del presupuesto nacional, se convierte en una cláusula de candado constitucional que obliga al poder de turno a respetar el financiamiento de las universidades.

Pero esta ventaja financiera y constitucional no tiene ninguna funcionalidad cuando la entidad en su conjunto está totalmente controlada por las élites, los partidos o el imaginario político dictatorial de turno, pues lo que debía significar autonomía en realidad se vuelve un aparato partidario financiado paralelamente con partidas presupuestarias que atienen a lógicas de clientelismo partidario. Por eso es que el paradigma autoconvocado es la alternativa a lo que se hablaba en el capítulo anterior, al secuestro de las instituciones desde los burós de poder político y económico.

Pero ya que hablamos de autonomía no sólo en términos académicos y de gobierno universitario, sino también en términos financieros, cabe mencionar que la importancia que tiene esta experiencia autoconvocada de la Universidad Libre de Nicaragua, es que la influencia del gobierno de entonces había quedado fuera de la influencia no sólo académica, sino también la financiera, Y es aquí donde radica otro gran avance para la situación concreta de entonces, y es que, ante la situación de bloqueo y persecución, la Universidad Libre de Nicaragua se autoconvoca y reúne a personas que pasan a ser financiadores de la misma, realizando con ello un acto de oposición social a la injusticia del gobierno, y de solidaridad social por otro lado.

b. Principio de autoconvocatoria y solidaridad social: Mendieta y Salvatierra y sus propuestas pedagógicas silenciadas

La Conferencia de clausura del año académico de 1946–1947 de la Universidad Libre de Nicaragua, dictada en abril del año 1947 por un Sofonías Salvatierra que se encontraba en la madurez intelectual, y que lleva por título Por una facultad de Humanidades, es el testimonio más preciso de que la sociedad nicaragüense se encontraba ante la oportunidad materializable y real de la solidaridad social. La solidaridad social es un concepto clave para entender la obra de Salvatierra, aunque en esta conferencia la desarrolla desde la clásica perspectiva del humanismo, cabe resaltar que la obra de Salvatierra va más allá de lo teórico, pues es de sobra conocida su participación, su diseño y acción para llevar a cabo un prototipo de organización obrera propiamente centroamericana y nicaragüense. Es decir, una organización obrera que tuviera en cuenta las particularidades postcoloniales y propias de entorno y el medio donde se desenvolvía.

En el libro Obrerismo y Nacionalidad (Managua, Tipografía El Progreso, 1928) se puede encontrar a simple vista la importancia que Salvatierra depositaba en la educación de los trabajadores, tanto es así, que uno de los elementos de la composición tripartita y masónica del Triángulo Obrerista era la Escuela. Si se analiza el despliegue teórico conceptual del concepto de La Escuela en Sofonías Salvatierra se podrán encontrar elementos de una propuesta pedagógica autoconvocada que se vio interrumpida por su exilio en la República Española durante los años treinta, como consecuencia de su participación y mediación en los acuerdos de paz de Augusto C. Sandino y Juan Bautista Sacasa que acabaron con el asesinato del primero y el exilio del segundo, producto del golpe de Estado de la Guardia Nacional dirigida entonces por Somoza García.  

Como paréntesis necesario, me gustaría simplemente apuntar al paralelismo y la oportunidad de investigación que prometen tanto estas propuestas pedagógicas con fuertes ingredientes autoconvocados que estaban en ciernes en Centroamérica de la mano divulgativa de Salvatierra y Mendieta, con otras como la Institución Libre de Enseñanza y las Misiones pedagógicas en España. Tanto La Escuela como la Universidad Libre de Nicaragua se erigen como dos espacios de discusión libertaria y autoconvocada de universidad, ciencia y humanismo que pueden ser contrastables y analizadas a la luz de otras experiencias y propuestas pedagógicas.

La importancia que a mi juicio subyace en que Sofonías Salvatierra sea un testigo y a su vez interlocutor de este proyecto autoconvocado de mediados de los años cuarenta, es que él también tenía una propuesta y una inquietud pedagógica a finales de los años veinte que debería ser estudiada con el prisma que ofrece el paradigma autoconvocado.

Esa duda y esa inquietud por una nueva pedagogía no desaparece de su pensamiento a pesar de los años y aprovecha la conferencia de clausura del año académico de la Universidad Libre de Nicaragua para hablar de una pedagogía que surja del conocimiento de sí, que sería al mismo tiempo una ética del cuidado de sí, porque qué más cuidado de sí que interrogarnos por el modelo de educación que tenemos, y si realmente ese surge para atender las necesidades del sujeto concreto.

A pesar de que el concepto souci de soi (cuidado de sí) y el de epimeleia heautou han sido ampliamente difundidos a partir de la filosofía de Michel Foucault, lo cierto es que no es nada desdeñable la intención de Salvatierra de pretender utilizar toda la versatilidad creadora del Conócete a ti mismo para proponer un cuidado de sí pedagógico. A mi juicio es importante ese despliege teórico de Sofonías más aun cuando lo hace en el pleno ejercicio de un proyecto educativo alternativo impulsado de forma autoconvocada, pero con una gran influencia de la visión pedagógica de Salvador Mendieta. Dicho sea de paso, Mendieta también tenía inquietudes en este campo por su clara lucha a favor de la integración centroamericana. Esas ideas quedaron resumidas tanto en su texto Educación cívica centroamericana, como en otros textos en los cuales se podrá ahondar su pensamiento pedagógico desde el punto de vista de la identidad ístmica.

<<Todo el pensamiento de Salvatierra está atravesado por esa lógica a través de la cual una nación mal llamada independiente no ha constituido una verdadera nacionalidad en tanto que arrastra los defectos y los usos y costumbres de la colonia, el absolutismo, el peonismo y la importación teórica de metrópolis conceptuales sin tener la oportunidad de crearse o darse un sistema original que tenga en cuenta la constitución del sujeto sobre los que se aplican.>>

Pero volviendo al tema principal, las palabras concretas que me llevan a afirmar esta instrumentalización teórica del cónocete a ti mismo o gnóthi seauthón por parte de Salvatierra para proponer una pedagogía propia, del mismo modo que en 1923 propuso un constitucionalismo propio en su texto La Organización Obrera y la Constitución democrática de la nacionalidad, son las siguientes palabras contenidas en el discurso de clausura de año académico de la Universidad Libre de Nicaragua: Con profundo conocimiento de las cosas, escribieron los antiguos el “conócete a ti mismo”. Pues bien, nosotros somos en todo un pueblo subalterno, que carece de relieve visible, particularmente porque no nos conocemos. Las luces de nuestra escuela le llevan sus mirajes hacia afuera. La falta de saber humanístico le ha impedido formar su pedagogía propia. ¡Imaginaos cuál ha de ser la suerte de un pueblo, en estos tiempos tan complejos, sin pedagogía ninguna! Vivimos de prestado sin la íntima elaboración, que es la manera de vivir lo propio. Olvidamos que la imitación foránea debe considerarse como mortal para la obra del pensamiento creador, único que forma y da perfil o personalidad a las naciones. Hay un cuerpo de ideas que traza la órbita del hombre y el mundo. Dentro de ese cuerpo de ideas hay que organizar otro particular que marque la órbita espiritual y de acción de los pueblos, sin romper el ritmo de armonía de la vida humana. Y todo debe ser concreto, real y realista, nada de utopías, nada de valores imaginarios. ¿Podemos acaso organizar esas ideas, las económicas, por ejemplo, y las pedagógicas, sin conocer el sujeto al cual se han de aplicar?

Está clara la alusión socrática de Salvatierra y la utilidad de esta para la creación de un sistema propio tanto de pedagogía, de Constitución y de relaciones de trabajo o jurídicas, todos esos proyectos que hay que diferenciarlos de una propuesta nacionalista, pues antes que nacionalista eran propuestas de constitución de la nacionalidad, que es diferente. Digo diferente porque todo el pensamiento de Salvatierra está atravesado por esa lógica a través de la cual una nación mal llamada independiente no ha constituido una verdadera nacionalidad en tanto que arrastra los defectos y los usos y costumbres de la colonia, el absolutismo, el peonismo y la importación teórica de metrópolis conceptuales sin tener la oportunidad de crearse o darse un sistema original que tenga en cuenta la constitución del sujeto sobre los que se aplican.

Para Salvatierra la Universidad Libre de Nicaragua ha sido un paso más en ese sentido de cambio y fuerza creadora que un pueblo se da a sí mismo, tanto por su originalidad como por su impulso social autoconvocado, el cual llamó la atención de muchos testigos en la época a pesar de ser un desafío pedagógico e institucional directo a la dictadura. Para definir la experiencia de la Universidad Libre de Nicaragua en lo que atañe a la democratización de la educación usaré las propias y útiles palabras de Salvatierra: La Universidad Libre de Nicaragua; caso insólito de público interés; caso raro y ejemplar de solidaridad social… La existencia de esta Universidad Libre prueba que la conciencia de Nicaragua ha entrado con toda fuerza en los dominios de la solidaridad social y en la comprensión necesaria de que el proceso educativo de la juventud no debe detenerse, y que esa educación interesa por igual a todos los elementos del agregado nacional.

En conclusión, tanto la solidaridad social de Salvatierra como el paradigma autoconvocado con el que las personas actúan y crean formas alternativas de resistencia frente al poder absoluto y la injusticia, como es el caso de la Universidad Libre y otros casos todavía pendientes de analizar bajo el lente de este principio de autoconvocatoria, se validan unos a otro. Es decir, no puede hablarse de autoconvocatoria sin hablar de solidaridad social, pues la solidaridad social es un elemento constitutivo de la autoconvocatoria con que las personas resisten, luchan y crean formas nuevas de educación en este caso de la Universidad Libre, pero también de participación y organización social como es el caso de la Insurrección de Abril.

c. Acercamiento estratégico de lucha de los movimientos sociales intra-nacionales e internacionales: La Universidad de San Carlos en Guatemala y la Universidad Libre de Nicaragua

El concepto de lucha no es gratuito cuando se aborda la Universidad Libre de Nicaragua. Aunque existan diversos sectores que hayan colaborado en su fundación, desde empresarios, profesionales y esencialmente estudiantes, una razón más para hablar de autoconvocatoria y horizontalidad participativa de los movimientos y clases sociales, el concepto y sentimiento de lucha y rebeldía es, por decirlo de algún modo, fundacional. Es la resistencia y la desobediencia de los diversos sectores unidos estratégicamente para salvar a la educación de los actos arbitrarios de una dictadura la que también caracteriza este experimento pedagógico autoconvocado.

Aquí radica la diferencia de cuando se abordan las acciones de resistencia antigubernamental desde la pura órbita partidista o de militancia político-partidaria que buscan enaltecer el romanticismo del grupo que impone su narrativa histórica, y cuando sin renunciar a los términos de resistencia cívica y de protesta se le hace justicia en el tratamiento histórico a los verdaderos protagonistas. En el caso de la Universidad Libre de Nicaragua hubo participación de un amplio espectro de la sociedad que sentía la necesidad de combatir en las ideas el silencio que buscaba imponer la dictadura.

Solamente un acercamiento estratégico de lucha de los movimientos sociales y de la región puede asegurar que las instituciones centroamericanas, tan lastradas por la corrupción y por la permanente represión de sus pueblos, vuelvan a tener una viabilidad de unidad centroamericana, de progreso y de cooperación mutua, más allá de la instrumentalización que las élites hacen de las mismas, como se ha demostrado últimamente con las denuncias ciudadanas al caso del BCIE y Nicaragua.

<<Las élites centroamericanas actúan coordinadamente para la desmovilización social.>>

Este acercamiento de la lucha y los movimientos sociales ha quedado en evidencia a partir de la insurrección del año 2018, cuando diferentes expresiones de la sociedad organizada guatemalteca y centroamericana respaldaron la lucha por la democratización de Nicaragua. Pero lo más importante para nuestro estudio es que este respaldo también acaeció desde el ámbito de la academia y estudiantil en tiempos de la Universidad Libre de Nicaragua, pues como bien hemos reseñado anteriormente fue una protesta de estudiantes universitarios y maestros junto con otros sectores sociales en solidaridad con estudiantes guatemaltecos que protestaron frente al régimen de Jorge Ubico, lo que originó la represión del régimen somocista contra la Universidad Central de Nicaragua.

Ahí radica un hecho histórico irrefutable, y es que las élites centroamericanas actúan coordinadamente para la desmovilización social, como es el caso de la colaboración del gobierno hondureño presidido por Juan Orlando Hernández con el de Daniel Ortega en 2018. Por ello Mendieta tenía clara esa colaboración Inter élites no solo a nivel teórico, sino porque la había sufrido como estudiante en su momento. Pero frente al hecho de la colaboración Inter élites, también surge este elemento determinante del cordón histórico, de resistencia y social que nutre y alimenta los movimientos centroamericanos.

Ese cordón histórico queda visible cuando se comprueba que fue una asociación de estudiantes fundada en 1899 por Mendieta y otros estudiantes en la Universidad de San Carlos de Guatemala que se llamaba El Derecho la que encabezaban junto con otras asociaciones como Juventud Médica o la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) las mismas protestas por las que se solidarizaron estudiantes y académicos nicaragüenses, entre ellos el mismo Salvador Mendieta, que para época ya no era estudiante sino rector de la Universidad Central de Nicaragua.

Para mediados de los años cuarenta se daba un paso más en la organización del paradigma autoconvocado, al reconocer que solamente la constitución de movimientos que tenían características autonomistas o autoconvocados a nivel centroamericano evitarían el avance del totalitarismo regional. Pues, como se menciona en el párrafo anterior, también en los años cuarenta hubo esa coordinación centroamericana de dictaduras bajo las cuales se reprimió al mismo tiempo a los estudiantes guatemaltecos y a los nicaragüenses, hecho que dio origen a la Universidad Libre de Nicaragua y paralelamente la caída del régimen de Ubico y el inicio de la Revolución guatemalteca de 1944.

El impulso por la creación de la Universidad Libre de Nicaragua es el mayor testimonio real, material e ideológico de esa alternativa popular frente al Estado dictatorial. Mendieta era una persona que criticaba los gobiernos del istmo, por ello es muy probable que pensara y ejecutara una alternativa después de más de cuatro décadas de experiencia después de aquel acto que le costó la expulsión de Guatemala y la clausura por la fuerza de la Asociación de Estudiantes El Derecho.  

Estos hechos formulan indicios por los cuales se puede deducir que la lucha por una Centroamérica diferente (pues no se debe olvidar que el punto de partida de los postulados políticos mendietanos era el centroamericanismo) tiene una carga internacionalista y a la vez integracionista. Es decir, que se reconocía que la configuración de las provincias o separación de Estados de Centroamérica obedecía a un recorrido colonial y feudal que había creado el subdesarrollo que padecíamos como región. Superar ese imaginario regional represivo, dictatorial, postcolonial y totalitarista es también una herencia del pensamiento de Mendieta, pero al mismo tiempo una opción real de liberación, de unión y de lucha de los movimientos, asociaciones, y de la sociedad en general frente a esos grupos facticos de poder.

Para ejemplificar lo dicho en el párrafo anteriormente cabe señalar cuatro puntos esenciales del discurso de Mendieta en la fundación de El Derecho, al decir que la asociación debía aspirar resumidamente a unir a los estudiantes universitarios en el istmo y luchar contra la opresión regional a través de la creación de organizaciones similares a la que se estaba fundando en ese momento. Si bien buena parte del pensamiento de Salvador Mendieta pasó a formar parte del ideario del PUCA, Partido Unionista Centroamericano, no cabe olvidar que este fenómeno sucede comúnmente en el paradigma autoconvocado, es decir que lo que surge como paradigma alternativo y social frente al Estado de represión acaba institucionalizado en una narrativa partidaria.

He ahí la salvedad que se debe hacer siempre cuando se aborda el paradigma autoconvocado, pues no se está totalmente garantizado que toda práctica que nace autoconvocada en un inicio no está exenta que termine siendo capitalizada por estructuras jerárquicas de carácter político, que incluso pueden llegar a asimilarse, acomodarse y ser brazos de grupos de poder económicos, políticos o criminales. De tal modo que para hacer un cortafuegos investigativo se debe llamar la atención sobre ello, y con ello no estoy diciendo que haya sucedido eso con el PUCA o las asociaciones aquí reseñadas, sino solamente señalar que esta característica de la autoconvocatoria puede terminar reforzando su propia antítesis, el partidismo tradicional postcolonial.

En conclusión, podría afirmarse que uno de los elementos constitutivos del paradigma autoconvocado es esa internacionalización de las luchas y la solidaridad entre las mismas, que, así como ha rendido frutos y resultados reales en la consecución paulatina de mayor autonomía universitaria y política en los años cuarenta, también podría seguir rindiendo frutos en otros espacios de lucha como el campesino, indígena, ecologista o político. No obstante, al analizar este elemento constitutivo al mismo tiempo se retrata el retroceso que hemos experimentado como sociedades centroamericanas, cuando la involución en materia de autonomía universitaria y política hoy en Guatemala es también evidente en Nicaragua.

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