Los «gladiadores» del dictador

Carlos A. Lucas A.
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Decían que iban a renunciar si no lograban unirse contra el dictador; ahora dicen que será un honor matar o ser muertos en la arena del fraude electoral.

Patético cómo salen a la arena «competitiva» estos «líderes de la rebelión cívica de Abril» y «defensores incansables de la libertad de los presos políticos» (nunca los llaman como lo que son: SECUESTRADOS del régimen). Firman, en las oficinas CxL, al que han maldecido mil veces, un acuerdo de destrozarse mutuamente y desgastarse entre ellos, solitos; el dictador ríe tras el telón electorero, goza ver a estos, sus «gladiadores», tirándose a matar en la arena del fraude. Y aumentan así nuestra confusión, haciéndonos creer que hay hasta 7 caminos para salir de la dictadura, y no sólo uno, el que verdaderamente existe, yes “tan clarito como el ojo del piche».

Estos patéticos gladiadores (los mas patéticos son Félix Maradiaga y Medardo Mairena Sequeira, porque al inicio parecían ser los únicos diferentes), volverán su ojos hacia arriba, para ver si el pulgar del dictador apunta al cielo o a la tierra; lo harán después de agachar la cabeza ante el Mini-Me del Consejo Supremo Electoral: el partido de oposición funcional CxL; se tragarán todas las acusaciones, denuncias, ataques, desprecios, aunque estos hayan sido justos y necesarios, que antes lanzaron al grupo de Kitty Monterrey.

No en vano CxL está henchido de satisfacción al ver cómo sube su precio de ‘mercado’ gracias al apoyo de Ortega y Murillo: lograron su cometido, que era evitar cualquier negociación con la UNAB o con la Coalición Nacional. ¿Para qué hacer tratos con esos sandinistas renegados? No hacía falta, bastaba con incluir a Arturo Cruz, embajador de Daniel Ortega ante CxL.

Gracias a estas “maniobras”, la clase media, el invento existencial harvardiano de Maradiaga, ha sido políticamente humillada y derrotada. Las clases campesinas están listas y peinadas de moño, metidas voluntariamente en una emboscada. Las clases empresariales, bancarias, financieras, y los «grandes» trust mediáticos, y su Alianza, ya sienten el laurel en sus cabezas, mientras los patéticos «gladiadores» afilan sus espadas y buscan sobrevivir en la única competencia real de este circo romano: espacios en el fraude electorero.

Decían que iban a renunciar si no lograban unirse contra el dictador; ahora dicen que será un honor matar o ser muertos en la arena del fraude.