Ortega sucumbe y maniobra: El 9 de Enero plantea el inicio de una nueva etapa por la liberación de Nicaragua.

<<…decidieron deshacerse “incondicionalmente” de sus valiosos rehenes para dar muestras de “un gesto” categórico que pudiera abrir las puertas al establecimiento de eventuales nuevas relaciones, quizás alentados por los logros que el año pasado obtuvo Maduro ante la administración Biden.>>

La comparecencia de Daniel Ortega este jueves 9 de febrero, once horas después de la liberación de doscientos veintidós presos políticos despojados de modo ilegal de su nacionalidad, y desterrados a Estados Unidos, fue un acto de ilusionismo del dictador, quien no pudo explicar a sus bases las razones de su “decisión unilateral”,  pero cumplió con el propósito de tratar de desprestigiar al obispo Rolando Álvarez, por negarse a tomar el avión hacia Washington.

Es que era imposible para la pareja Ortega-Murillo sincerarse ante su base social, porque, ¿cómo decirles que los presos políticos eran una papa caliente insoportable por la presión internacional y de sus familiares? Tampoco podían confesar que es inaguantable el aislamiento que padecen en el mundo y que necesitan mejorar sus relaciones con Estados Unidos y Europa, pese a sus lazos estrechos con China, Rusia e Irán. No podían decir que les doblaron el brazo.

La pareja dictadora decidió que decir las causas verdaderas de su decisión de liberar a los presos políticos los pondría en una situación de debilidad. Ellos decidieron deshacerse “incondicionalmente” de sus valiosos rehenes para dar muestras de “un gesto” categórico que pudiera abrir las puertas al establecimiento de eventuales nuevas relaciones, quizás alentados por los logros que el año pasado obtuvo Maduro ante la administración Biden.

Lo demás, el guión de la comparecencia, los documentos que leyó Ortega con las listas de los presos políticos, los que se iban inicialmente, los cuatro rechazados por EE. UU., los dos que se abstuvieron de viajar, etc., solo fueron formalidades para dar una idea de “transparencia” a la nación, y especialmente a la base que aún le es leal, pero lo esencial quedó en su cabeza.

Ortega se despreocupó de justificar la puesta en libertad de doscientos veintidós presos políticos a pesar de saber la furia que esto causaría en sus partidarios, y se limitó a contar que en días anteriores se dieron cuenta que el embajador de EE.UU en Managua, Kevin Sullivan, iría a Washington, entonces a Rosario se le ocurrió preguntarle si querría llevarse a los que ellos llaman «terroristas» (léase prisioneros políticos), y como él aceptó, se los dieron, y por eso ahora estos se encuentran en Washington. ¡Eso fue todo!

La pareja de tiranos trató la excarcelación como si hubiera sido un hecho común y corriente, y no un acontecimiento tan trascendental que le dio la vuelta al mundo y que ocupó las pantallas y primeras planas de los principales medios de comunicación del planeta. ¿Por qué semejante desparpajo? ¿Por qué ordena cadena nacional de radio y televisión a sabiendas de que no dirá los causas de semejante decisión? Porque cree que las formalidades ocultarán lo esencial debido a que estas proyectan cierto ilusionismo de transparencia.

Pero no pudieron ocultar la verdad, que es su debilidad, su condición de Estado paria en el mundo y de régimen insostenible porque sobrevive solo por el apoyo incondicional del Ejército y la Policía. Desesperados por obtener alguna legitimidad, se jugaron la poderosa carta de los presos políticos. Ya veremos qué consiguen. Por otro lado, esta excarcelación, aunque haya implicado destierro de los presos políticos, moraliza y fortalece a la hasta ayer alicaída oposición azul y blanco; y plantea el inicio de una nueva etapa por la liberación de Nicaragua.

Para Daniel Ortega es tan normal su autoritarismo y nepotismo, que en su comparencia por radio y televisión no tuvo ningún rubor para ordenarle al presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, que reformara la Constitución para legalizar la condición de “copresidenta” de su esposa Rosario Murillo.

Fue un día en que la dictadura se exhibió en su totalitarismo y sus incoherencias, comenzando con la transmisión en directo ante los medios oficialistas, del acto jurídico de despojo de la nacionalidad, y de la deportación, sin que tal instancia estuviera facultada porque lo prohíbe la Constitución. Luego transmitieron la sesión de la Asamblea Nacional para reformar la Carta Magna sobre las condiciones para perder la condición de nicaragüense, es decir, todo al revés. Además de que cualquier cambio en las leyes supremas solo se puede hacer en dos legislatuvas consecutivas.

Aún teniendo bajo su férreo control total la maquinaria del Estado, no pudieron actuar coherentemente, y más bien continuaron con su modo de ser de saltarse las leyes cuando les ronca, pues la ilegalidad es parte de su estilo de vida.

Entretanto, la población fue conmovida por las primeras noticias de la excarcelación de los presos políticos. Miles vieron con intensa alegría la primera transmisión de “CNN en Español” cuando aterrizaba en el aeropuerto “Dulles”, de Washington, un avión de «Omni Air International» contratado por el Departamento de Estado que transportó a los desterrados. Muchos recordaron la liberación de los presos políticos del Frente en 1974 y 1978. 

Los intensos vientos de alegría cruzaron las fronteras y se sintieron en Costa Rica, las comunidades nicas en Estados Unidos, en España y otros países. Fue un día diferente no solo por el sentimiento de felicidad que nos embargaba, sino también porque por un momento en Nicaragua olvidamos que todos vivimos prisioneros de la dictadura, y fuimos felices, sobre todo en horas de la tarde cuando vimos a los primeros presos políticos ya libres, y escuchamos sus declaraciones desde plataformas digitales de periodistas en el exilio.

Óscar René Vargas y Francisco Aguirre Sacasa estaban irreconocibles, el primero, perplejo, sin reaccionar, el segundo, muy avejentado; Suyén y Miguel Centeno, muy afectados; Juan Carlos, Félix, Tamara y Ana Margarita, muy bien; Dora María, delgada; etcétera. Una delegación de nicas que viven exiliados en Costa Rica, por alguna razón se encontraba en Washington, y fue a dar la bievenida a los desterrados, entre ellos, doña Francisca, Luis Carrión, Ana Quiroz y Carlos Fernando Chamorro, quien se abrazó con su hermana y hermano Cristiana y Pedro Joaquín.   

Se ve lógico pensar que los exprisioneros polítivos no olvidarán a sus hermanos que continúan en prisión, treintiocho en total, incluyendo a Marvin Vargas, con más de diez años en la cárcel por demandar derechos para desmovilizados del servicio militar de los años ochenta. Así que cualquier contacto con la dictadura debe tener la demanda de libertad para estas personas.

Con la dispensa de los prisioneros que no lograron su libertad, y la de sus familiares, este 9 de febrero fue un auténtico Día de la Alegría en Nicaragua. Pero solo un día, y nada más, porque aunque la dictadura ya no está intacta, continúa enraizada en el poder, y habrá que moler mucha caña para establecer un régimen democrático. 

Los expresos políticos deberán contribuir a desarrollar un proceso que culmine con un cambio en la correlación de fuerzas en nuestro país, hasta que caiga la dictadura. 

(*) Nicaragüense con Master en  Ciencias Políticas: Política Global, de la Universidad de Malmó, Suecia.

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José Mario García
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 Nicaragüense con Master en Ciencias Políticas de la Universidad de Malmó, Suecia.