El alacrán dentro de la camisa

Pío Martínez
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«Desde hace mucho tiempo los voceros de la Alianza Cívica confesaron públicamente que no deseaban ni buscaban sanciones, y tampoco deseaban la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Vaya que han hecho bien su trabajo deteniendo las sanciones, así como frenaron el empuje del pueblo»

Leo y oigo cada día a mucha gente quejarse porque frente al intenso, doloroso, insoportable drama que vive nuestro país bajo la sangrienta dictadura de Ortega, la “Comunidad Internacional” no responde “como se debe”: aplicando fuertes sanciones a la dictadura, es decir, que la acorralen y la asfixien. 

Se queja la gente de que no llegan las sanciones europeas y de que no se aplican la Nica-Act y la ley Magnitsky Global. Acusan al gobierno estadounidense y a los gobiernos europeos de debiluchos, de lentos y burocráticos y de hacerse de la vista gorda frente a los desmanes de la dictadura, frente a sus crímenes de lesa humanidad, frente a la pasmosa realidad de decenas de personas en las cárceles injustamente apresadas y siendo sometidas a crueles torturas. Se quejan también de la OEA, por no aplicar el artículo 20 de la Carta Democrática, y de Almagro, el secretario de esa organización, por su comportamiento ambiguo.

Acostumbrados como estamos a buscar culpables a nuestros males y poco inclinados al examen autocrítico, buscamos a los culpables lejos de nuestro seno, y aunque es cierto que gobiernos, organizaciones internacionales y algunas personalidades de la política regional podrían haber hecho más de lo que han hecho –la OEA y el ambiguo Almagro sobre todo–, la verdad de las cosas es que no hay que ir a buscar muy lejos pues tenemos el alacrán dentro de nuestra camisa, clavándonos constantemente su venenoso aguijón.

La Alianza Cívica y la UNAB, que se presentan como los representantes de la oposición y tienen el oído de gobiernos, organizaciones y personalidades, son quienes han estado frenando las sanciones y toda otra acción que afecte a la dictadura, so pretexto de que eso la alienará y la radicalizará y afectará el proceso de entendimiento en marcha. Son ellas quienes han estado “vendiendo” a los representantes de gobiernos y organizaciones la idea de que hay que esperar, que el dialogo con la dictadura para salir de la crisis va avanzando, que vamos por buen camino y que todo se arreglará con unas elecciones y algunas reformas a la ley electoral. 

Desde hace mucho tiempo los voceros de la Alianza Cívica confesaron públicamente que no deseaban ni buscaban sanciones, y tampoco deseaban la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Vaya que han hecho bien su trabajo deteniendo las sanciones, así como frenaron el empuje del pueblo.

Aquellos que llevan la voz cantante dentro de estas dos organizaciones nos dicen una cosa a nosotros aquí en el paisito polvoso y dicen otra cosa muy diferente allá afuera, en los rincones de los enormes salones en los que se reúnen, donde no podemos escucharlos. Para su desgracia, entre cielo y tierra no hay nada oculto.

Estas organizaciones –o para ser justo debería decir que se trata de algunos de sus miembros– se fingen oposición mientras conspiran en silencio con la dictadura tratando de arreglar las cosas “al suave”, entre ellos, como siempre lo han hecho, y evitar que llegue al poder eso que ellos llaman “la masa”, con sus locas ideas de justicia y democracia, los pata-rajada, los que no estamos invitados a su fiesta y no pintamos nada, que miramos desde afuera, desde los ventanales de sus enormes mansiones la bacanal enorme de las élites y la dictadura, una orgía que lleva ya doscientos años y no están dispuestos a terminar.

Dicen que Dios dijo: «ayúdate que yo te ayudaré». Pero si nosotros mismos no nos ayudamos, ¿cómo podemos esperar que vengan otros a ayudarnos? 

¿Esperamos de verdad que vengan otros a salvarnos de nosotros mismos?