Oposición “desaparecida” versus oposición real

<<La oposición real son también aquellos que en nuestro país, en la parte trasera de los asientos de los buses escriben “Abajo la dictadura”, aquellos que amparados en las sombras de la noche pintan mensajes que anuncian que Nicaragua será libre, en muros que los sicarios de Ortega repintan de madrugada, para que no parezca que hay resistencia. Son aquellos que pegan papeletas con la foto de Monseñor Álvarez en los postes de luz exigiendo su liberación>>

¿Se acuerdan de aquellos que se arrogaron la representación de la oposición desde allá en el 2018, cuando aún alumbraban los fuegos de las protestas callejeras, cuando aún estaban en pie los tranques? ¿Se acuerdan de aquellos que decían representarnos contra la dictadura, que decían querer como nosotros “democracia sí, dictadura no”? ¿Se acuerdan? ¿Qué se hicieron aquellos que decían llamarse Alianza Cívica y que el pueblo llamaba “alianza cínica”? ¿Y la UNAB, qué se hizo, se fue de vacaciones? ¿Y el MRS que luego de vergüenza se cambió de nombre sin cambiar nada más, dónde está? ¿Y qué fue de aquel arrogante, colaboracionista CxL que se creía muy grande con su personería, que luego resultó que no valía ni un peso?

Han desaparecido, ya no se oye de ellos, no dan señales de vida. Han quedado en silencio. Ya no hay comunicados, ya no hay pronunciamientos, y aunque varios de entre los muchos secuestrados políticos son gente de sus filas, no se escuchan protestas, no exigen que los liberen, no están luchando ni siquiera para que al menos mejoren las horribles condiciones de vida en las que se encuentran los secuestrados.

Toda esa oposición, entre comillas, está quieta, como si hubiera muerto.

Yo voy a decirte dónde están y que se hicieron: han abandonado la lucha, si es que acaso de veras alguna vez lucharon contra la dictadura. Han abandonado a sus compañeros presos. Han abandonado al pueblo, si es que alguna vez estuvieron del lado del pueblo. Ahora se dedican a esperar y esperar, como buitres que pacientemente aguardan a que la res herida muera de una vez. Así esperan ellos, en Costa Rica, en Estados Unidos, en Europa, o en silencio dentro de la misma Nicaragua.

<<Ellos pueden darse el lujo de esperar. Nosotros no. Ellos se conforman con un arreglo con la dictadura, nosotros no, nosotros buscamos derrocarla, sabemos que es preciso derrocarla. Cuando digo “nosotros” me refiero a la oposición real, que está viva, luchando en difíciles condiciones para salir de la dictadura y empezar a transitar hacia un futuro en democracia.>>

¿A qué esperan?

Cómodamente aguardan a que la dictadura, la oligarquía, los grandes capitales centroamericanos, el vaticano y los Estados Unidos encuentren al fin alguna manera de superar la profunda crisis de gobernabilidad en la que se encuentra Nicaragua. Aguardan sin hacer ruido, quietecitos, pues no quieren ser dejados fuera de un arreglo por malcriados, quieren su parte de los despojos de un país en ruinas, aguardan la limosna que Ortega y la oligarquía les darán, su papel en el teatro que esperan llegará. Por eso pasan su tiempo congraciándose con los poderosos y procurando, claro, el financiamiento de los Estados Unidos, que facilita la espera y la endulza. Por eso se la pasan conspirando a espaldas del pueblo, aliándose con quien sea, hasta con criminales de guerra como Humberto Ortega, pues al fin y al cabo lo que a ellos interesa no es necesariamente que la dictadura caiga, menos aún que el país se encamine hacia la democracia. Lo que a ellos interesa es conseguir un pedacito de poder y si para eso tienen que esperar, esperan, cuanto haya que esperar. 

Ellos pueden darse el lujo de esperar. Nosotros no. Ellos se conforman con un arreglo con la dictadura, nosotros no, nosotros buscamos derrocarla, sabemos que es preciso derrocarla. Cuando digo “nosotros” me refiero a la oposición real, que está viva, luchando en difíciles condiciones para salir de la dictadura y empezar a transitar hacia un futuro en democracia.

La oposición real no ha desaparecido. Es enorme y diversa y está viva, aunque la dictadura, la oligarquía y aquellos que buscan un arreglo con Ortega quieran hacer creer que no existe. Son parte de ella los muchos individuos y grupos que fuera de Nicaragua, sin contar con el generoso financiamiento que tienen los que esperan callados, ahí van, juntándose, organizándose, autofinanciándose con el objetivo de trabajar para salir de la dictadura.

La oposición real son también aquellos que en nuestro país, en la parte trasera de los asientos de los buses escriben “Abajo la dictadura”, aquellos que amparados en las sombras de la noche pintan mensajes que anuncian que Nicaragua será libre, en muros que los sicarios de Ortega repintan de madrugada, para que no parezca que hay resistencia. Son aquellos que pegan papeletas con la foto de Monseñor Álvarez en los postes de luz exigiendo su liberación. Aquellos que calladamente van organizándose en células, convencidos de que un día echarán abajo los muros de la infamia y pisarán con sus zapatos lodosos los brillantes pisos de los salones de El Carmen.

La oposición real no puede esperar a que la dictadura caiga sola y por eso está empeñada en echarla abajo. El pueblo de Nicaragua no puede esperar. No puede esperar la madre que tiene a su hijo preso, o ha visto a su hija partir al exilio, corriendo mil riesgos por el camino. No pueden esperar los exilados que han debido escapar al terror y la miseria. No pueden esperar quienes en Nicaragua padecen día a día el terror que la dictadura distribuye despiadadamente a los cuatro vientos, indiscriminadamente, sin mirar a quien, amigo o enemigo, para mantener a todo el mundo inmóvil,  aterrorizado. No pueden esperar los secuestrados políticos, enflaqueciendo cada día, siendo lentamente asesinados, viendo sus pieles cubrirse de hongos y siendo rutinariamente torturados. No pueden esperar mientras van día a día perdiendo la razón. Cada día que pasa es un día que mueren. No pueden esperar sus hijos, sus familias, viviendo vidas que ya no son vidas. 

Con la oposición real estamos trabajando los nicaragüenses libres, trabajando dentro de Nicaragua y también desde afuera, apoyando como se puede dentro de enormes limitaciones, a quienes luchan dentro del país.

Nosotros, los nicaragüenses libres, nunca abandonaremos la lucha por derrocar a la dictadura y hacer una revolución democrática. No aceptaremos arreglos que preserven el poder de los Ortega y dejen en pie el sistema de poder que produce dictaduras.

No abandonaremos a un pueblo sufriente que con las uñas trata de arrancarse el tumor maligno que lo mata, el cáncer que es la dictadura de los Ortega Murillo. 

Pío Martínez
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