El misterio de Alfonso Cortés: ¿en cuál de los universos?

Carlos A. Lucas A.
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“Aquí todo, hasta el tiempo, se hace espacio”

La “Canción del Espacio” es uno de los primeros y más interesantes poemas de ese portentoso iluminado de la música de las esferas, el Divino Poeta Loco, el nicaragüense y leonés Alfonso Cortés (1893-1969).

Como podrá leer en el contenido más abajo, su temática no es simplemente el espacio, que es el primer abordaje, sino la relatividad o real subjetividad del concepto, para concluir en el enigma del tiempo. Así que un título más adecuado podría ser: “Canción del Espacio y del Tiempo”.

Este poema lo escribió Alfonso Cortés cuando ya sentía “las cosquillas de Dios” en su mente y cerebro. En 1927 es cuando Cortés sufre un ataque de locura que le hace alucinar, enfurecerse y pedir a sus familiares que le aten.

Alfonso Cortés
Alfonso Cortés

Intelectuales del peso de Salomón de la Selva, Tünnermann, Arellano, Buitrago, etc., han hecho propuestas, indagando y especulando sobre las causas probables de la locura que llevó a otros mundos o dimensiones al poeta a partir de 1927. David Parker hace un repaso de esas hipotéticas causas,1 por ejemplo la furia que llevó a Cortés a pedir que lo encadenaran, ocasionada al ver cómo la prepotente marinería usa-americana invadía de nuevo a Nicaragua (Salomón de la Selva) e incluso a su León querido (Sandino había publicado el Manifiesto de San Albino el 1 de julio de 1927). Dentro de las otras causas están: la furia de la serpiente erótico sexual de sus represiones, que Arellano con la ayuda de Jung, creyó interpretar en la poesía y escritos de Cortés;2 la pedrada en la frente que recibió Cortes un día viniendo de Poneloya; el torrente de alcohol que le afectó, según Edgardo Buitrago y otros; la muerte inesperada de su progenitora (explicación del mismo poeta); o finalmente la insidia de los numens de la casa de Darío donde también vivió Cortés, como menciona Tünnermann.

Al margen de esas causas empíricamente discutidas para explicar el estado de conciencia de Cortés, la realidad es que no hemos buscado rastros en los campos de la metafísica, de la filosofía y de la ciencia de la época. Con la observación de que esos son componentes sustanciales en la poesía brotada de la conciencia multidimensional de Cortés.

Cortés es Job

En un momento de lucidez, Cortés logró explicar más detalladamente: “ hube de sobrellevar en aquellos momentos el espectáculo extranatural de una visión espeluznante como la que en profundo estilo refiere el profeta Job en su libro”. Esta es una expresión altamente metafísica de su propia enajenación. La mención del símil con Job por el propio poeta es esclarecedora, primero porque el libro es, en sí mismo, un largo y bello poema, segundo, porque plantea el mito del choque entre una fuerza justiciera y castigadora (Job menciona esa fuerza con diversos nombres tales como Yahveh, Saddai, Eloah, Elohím), y un mortal indefenso, sacudido por esa voluntad , víctima inocente de esos dictados superiores.

Es el mito recreado en el Prometeo encadenado, en el Ulises desterrado, en Adán expulsado y en Hércules aplastado por los dioses: el rechazo desde lo alto. El indefenso, clamando por su inocencia y su debilidad absoluta ante la creación, ante los dioses.

En tercer lugar, es importante porque en el poema de Job se plantean enigmas cruciales que a lo largo de varios miles de años (se estima que el libro de Job fue escrito hace 3,500 años) han atormentado al hombre. Por ejemplo, ¿qué es la tierra?, ¿dónde estamos?, ¿adónde vamos?, ¿cuál es nuestro papel en este engranaje de fuerzas y fenómenos?

Seguramente Cortés, durante esas angustias existenciales, leyó en Job (26:7) que: “Él extiende el Norte sobre el vacío, suspende la tierra sobre la nada”. Una tierra suspendida sobre la nada es un concepto revolucionario, pues en buena parte de la antigüedad se suponía a la tierra plana y sostenida por tortugas o elefantes. Cortés se mira indefenso ante la inmensidad. Esos conceptos (vacío, suspensión, la Nada) que sólo en la modernidad se han podido estudiar con detenimiento, pero cuyo planteamiento es fuente de tribulación para todo espíritu inquieto.

O cuand, antes de las conclusiones de Planck o de Borhn, de Einstein o de Lemaître, o de las teorías sobre la curvatura del universo, se cuestiona lo imposible, en Job (38:24): ¿Por qué camino se reparte la luz (…)?” …Ya entrado en el siglo XX, se descubrió que la luz podía desviarse de su trayectoria rectilínea y podía curvarse por el efecto gravitacional de potentes estrellas colapsadas u hoyos negros. Son enigmas electrizantes.

Y surge otro enigma, tan grande como las afirmaciones en Job, y es que el año de la crisis de Alfonso Cortés (1927), apenas estaba George Lemaître (1894-1966) dando la solución a las ecuaciones de Einstein, mediante un universo en expansión y no estático, como lo había concebido Eistein y también el resto de físicos cuánticos atribulados.

En lo cuántico, como en lo cortesiano, hay aberturas en el espacio-tiempo: los «agujeros de gusano», que conectan dos espacios y dos tiempos diferentes.

Es una manera de escudriñar en el universo las relaciones entre espacio y tiempo, luz y sombras, materia y la nada, tendiendo “la cuerda que mide el firmamento”, al decir de Job.

Alfonso, en nuestro León ardiente y tropical, el de los vahídos cálidos del buey, solo tiene seis sentidos para acercarse a estos Arcanos: su intuición de poeta le suple la falta de potentes telescopios o sistemas de ecuaciones y allí, “en el alambique de su cerebro”, las longitudes de onda de sus cinco sentidos se funden en ese sexto sentido.

Lo expresa en su poema:

La danza de los astros

La sombra azul y vasta es un perpetuo vuelo
que estremece el inmóvil movimiento del cielo;
 la distancia es silencio, la visión es sonido;
el alma se nos vuelve como un místico oído
 en que tienen las formas propia sonoridad:
luz antigua en sollozos estremece el Abismo,
 y el Silencio Nocturno se levanta en sí mismo.
Los violines del éter pulsan su claridad.

Aquí, la distancia es silencio; la visión es sonido; las formas tienen sonoridad; luz antigua que estremece hoy… una completa fiesta de los sentidos captando el universo. ¿Qué cerebro puede resistir el costo de esta síntesis?

El “inmóvil movimiento del Cielo” cortesiano es el que todavía no percibía Eistein aun con la insistencia de Lemaître quien, en su entrevista en el Congreso Solvay de Física en Bruselas en 1927 (año de Cortés), le insistía, con datos experimentales, su conclusión sobre el “inmóvil universo” que todo lo contiene, que se expande y se mueve. “Abominable”, le contestó Einstein. Fue hasta mayo de 1930, en la reunión de la Royal Astronomical Society, que se aceptó oficialmente el modelo del universo en expansión, conocido ahora como modelo de Eddington-Lemaître.

Einstein sólo entonces aceptó que su universo estático no existía. Y es hasta 1931 que el propio Lemaître sostiene al fin, que los rayos cósmicos son las reliquias del universo primitivo y que permiten escudriñar el origen de todo (luz antigua en sollozos estremece el abismo”, decía mucho antes el poeta “enajenado” en Nicaragua).

Para Cortés, la otra dimensión cuántica-metafísica es el tiempo: “Aquí todo, hasta el tiempo se hace espacio” ( Del Poema “Fuga De Otoño”). O :“el tiempo es hambre y el espacio, frío”, mientras corporizada “y, en la locura de sus calmas/ la Hora, triste de espacio, yerra…” (Del poema “Angelus”), jugando con esa dimensión, innumerables veces, de forma magistral y enigmática, como lo hace Job:

 ¿Un ideal? ¿de qué sirve si es soñado?
 y un recuerdo: ¿qué importa al de adelante?
Lo futuro es mitad de lo pasado,
¡y un fin lo que se realiza a cada instante!

¡El eterno presente! …¡La relatividad de los instantes, según la posición del observador y sus velocidades, diría Eistein!

Del poema “Ararat”

Este acercamiento íntimo a los Arcanos y a la autoconciencia de su papel, ya sea prometeico o a la manera de Job, lo clarifica una y otra vez en sus poemas y en sus versos, como en Ararat:

(…)” y como interrogara al Horizonte
quién era el ser aquél, oí que el Monte
se respondió a sí mismo: ¡Prometeo!

El fuego cósmico que visualiza no le permite, sin embargo, desnudar la Verdad. Y él mismo regresó de su exploración, desnudo, “como también desnudos abandonamos este mundo”, según sus palabras. Y sentencia, en su poema “La Verdad”, como quien se dirige a esos sabios cuánticos y tuticuánticos, y trayendo de regreso su cosecha de misterios no resueltos:

La única ley que en tu virtud te acentre,
profeta, sabio, artista o proletario,
 es el misterio (…)

Del poema “La verdad

Eistein había dicho en una entrevista, sin haber leído a Cortés, ni viceversa: “La cosa más hermosa que podemos experimentar es el misterio (…)Es la emoción fundamental que soporta la cuna del arte verdadero y la ciencia verdadera”.

Y es allí donde sucede el “espectáculo extranatural de una visión espeluznante” que Cortés mismo menciona, al ubicarse en su tiempo, ante la brutal realidad de la marinería usa-americana tratando de humillar a Nicaragua (y un Prometeo plebeyo, a la cabeza de un también Cortesiano “Pequeño Ejército Loco”, no se lo permitió). Al frustrarse la sibilina serpiente de su libido junguiana, al hundirse en el alcohol en medio de estas realidades, al morir su progenitora, al prestar su fino oído y otros cinco sentidos a los retos y burlas de los numens en la casa de Rubén que habitaba, cerca de la Iglesia San Francisco en León, su cerebro no pudo más y partió a los confines de otros universos, otros mundos, otras dimensiones, otras “cuerdas” o “agujeros de gusanos” en los actuales lenguajes de los que observan y miden los universos cuánticos.

Y allí es donde, antes que ellos, ya estaba esperándolos el poeta Alfonso Cortes, de León Nicaragua.

¿En cuál de los universos, esos espermas desperdigados de Dios?

Es que… la tierra es parte del sistema Solar, que gira alrededor de una estrella. El sistema de esta solitaria estrella, donde gira también la tierra, es una pequeña parte de una Galaxia o aglomeración de estrellas, la Vía Láctea. Se estima que hay 300 mil millones de estrellas en nuestra Vía Láctea. De ese total, podemos avistar desde la tierra apenas unas 9 mil estrellas, con la tecnología actual.

Ilustración de la NASA que muestra la estructura de la galaxia.- NASA/JPL-Caltech

Los científicos no se atreven a contar los cienes de miles de millones de galaxias que hay en el firmamento visible desde la tierra. Es un número grande, balbucean.

Pero han descubierto cosas importantes, como que hay una energía expansiva que dio origen al Universo (Big-Bang) y otra energía, la gravitacional, que frena esta expansión.

Y esa fuerza expansiva que tiende a separar las galaxias, las estrellas, los mundos, ha triunfado sobre la desaceleración. A esta energía, que acelera la expansión del universo, los científicos le llaman “Energía oscura”. Ellos dicen que esta energía oscura constituye cerca del 75% del Cosmos; un 20-23% está compuesto de materia oscura (porque no saben de qué se trata) y un 3-4% es la materia que nosotros percibimos y conocemos. ¿Un fiasco que sólo estemos parados en un 4% de la realidad?3

Pero en agosto de 2010, científicos del Departamento de Física de la Universidad de Durham (EE.UU) han concluido que hay errores en las estimaciones y mediciones del universo y que el “lado oscuro” ni siquiera existe. Lo cual tranquiliza un poco nuestros pies, que sabemos que están sobre la tierra. La teoría de la parte oscura de la materia había sido formulada por Einstein, que luego la retiró llamándola “una gran metida de pata”, para luego ser rescatada por las generaciones siguientes de científicos. Y ahora algunos la han vuelto a rechazar.4

Lo cual no quita lo portentoso de apreciar, gracias a las fotografías de la NASA, esa parte visible del Universo y admirar ese orden-desorden, esa alternancia luz-ladooscuro, esa expansión-contracción, esa aceleración-desaceleración del universo.

Y apreciar esa tendalada de planetas, estrellas, galaxias, supernovas, estrellas enanas, hoyos negros, lavabos cósmicos donde todo se pierde y se hace ultradenso, para brotar quien sabe cómo, ni quien sabe “cómo ni cuándo, ni por qué, ni para qué”. Y todas las luces que vemos son explosiones de cosas que ya no existen. Como restos de orgasmos cósmicos.

De allí que…¿En cuál de los universos, esos espermas desperdigados de Dios?

No tenemos muchos científicos en Nicaragua. Hay algunos, en la NASA, pero a falta de ello, tenemos poetas que poseen en sus cabezas telescopios más potentes que el Hubble y que nos han dicho:

LA CANCIÓN DEL ESPACIO (Alfonso Cortés, 1927)

La distancia que hay de aquí a
una estrella que nunca ha existido
porque Dios no ha alcanzado a
 pelllizcar tan lejos la piel de la
noche! Y pensar que todavía creamos
 que es más grande o más
útil la paz mundial que la paz
de un solo salvaje…

Este afán de relatividad de
nuestra vida contemporánea –es–
lo que da al espacio una importancia
que sólo está en nosotros,
 — y quién sabe hasta cuándo aprenderemos
 a vivir como los astros–
 libres en medio de lo que es sin fin
y sin que nadie nos alimente.
La tierra no conoce los caminos
por donde a diario anda –y
más bien esos caminos son la
conciencia de la tierra… –Pero si
no es así, permítaseme hacer una
 pregunta: –Tiempo, dónde estamos
tú y yo, yo que vivo en ti y
 tú que no existes?


Notas:

[1] Una síntesis de las discusiones literarias sobre la locura de Cortes, de David Parker en: http://magazinemodernista.com/?p=2484


[2]  NOTA: Un estudio de Jorge Eduardo Arellano y poemas de Alfonso Cortés en: http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=126&Itemid=31


[3] http://ciencia.nasa.gov/science-at-nasa/2001/ast03apr_1/


[4] http://science.portalhispanos.com/wordpress/2010/06/25/cientificos-rechazan-la-existencia-de-la-energia-oscura-en-el-universo/